Este sábado se llevó a cabo la ceremonia de beatificación del fraile franciscano Fray Mamerto Esquiú en la localidad San José de Piedra Blanca, en el departamento catamarqueño donde nació y que lleva el nombre del religioso.
El acto fue presidido por el delegado papal, cardenal Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, que estuvo acompañado por un grupo de obispos de la Argentina. Decenas de fieles siguieron el rito en un espacio acondicionado a dos kilómetros de la iglesia.
El religioso nació el 11 de mayo de 1826 y murió el 10 de enero de 1883 en la posta catamarqueña “El Suncho”, un lugar “humilde, solitario, privado de todo recurso” como había sido su propia vida, escribió un diario de la época al dar cuenta de su deceso. Fue fraile, sacerdote, obispo, docente, periodista y reconocido legislador, destacado por su encendida defensa de la Constitución Argentina de 1853.
Desde pequeño sufrió graves problemas de salud. A los cinco años, estando muy enfermo, vistió por primera vez un hábito franciscano: lo había confeccionado su madre quien prometió vestirlo siempre con él para que se curara.
Apenas cumplidos los 10 años, ya huérfano, ingresó al convento de San Francisco donde fue ordenado sacerdote el 18 de octubre de 1848. Entregó gran parte de su vida a la docencia; sólo quiso dedicarse a los demás y a vivir “desconocido e ignorado”.
Religiosos franciscanos contemporáneos de Esquiú lo definieron como “un apóstol en el ejercicio de la confesión e infatigable en la asistencia de los enfermos”. A fines de 1880 fue nombrado obispo de Córdoba, donde también daba misas en penales y hospitales y recibía en su casa a pobres y necesitados, entre quienes repartía su dinero. “Me gusta la soledad y una vida retirada; sin embargo, mientras tenga fuerzas me veréis siempre inquieto de una a otra parte, solícito del bien de todos”, escribió en su diario.
Probablemente el episodio más famoso de su vida fue el sermón de la Constitución. El 9 de julio de 1853, en un clima de tensión entre quienes proponían un Estado laico y quienes deseaban uno confesional, el religioso pidió concordia y unión para los argentinos, alcanzando trascendencia nacional.
“Obedeced, señores; sin sumisión no hay ley; sin ley no hay patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males de que Dios libre eternamente a la República Argentina”, declamó.
A Esquiú se le atribuyen unos 300 hechos milagrosos. El que le permitió que sea declarado beato por el papa Francisco ocurrió en la provincia de Tucumán, y fue por la inexplicable curación de una recién nacida con osteomilietis femoral grave.
El 24 de abril de 2019, la Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano dio por aprobado ese milagro, mientras que la Consultación de los Médicos de nivel internacional convocada por la Santa Sede declaró su inexplicalidad en noviembre de ese año.
Decretado beato por el papa Francisco el 19 de junio de 2020, con lo cual su culto queda oficialmente permitido en la Iglesia católica, la ceremonia iba a realizarse el pasado 13 de marzo de 2021, pero fue pospuesta debido a las restricciones por la pandemia de coronavirus que regían en aquel entonces. Finalmente, las autoridades eclesiásticas decidieron realizarla este sábado bajo estrictos protocolos sanitarios.
El encuentro contó con la presencia del secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, además de autoridades provinciales y dirigentes sociales, políticos y religiosos. El programa había comenzado ayer con el recibimiento al delegado papal y una velada cultural y una vigilia de oración en el atrio de la Catedral Basílica que se extendió hasta la medianoche.
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