El mensaje de unidad y paz de Fray Mamerto Esquiú interpela a los argentinos aun en el presente. Ante la próxima beatificación de este fraile franciscano -el sábado 4 de septiembre en Piedras Blancas, Catamarca-, es oportuno rescatar su trayectoria. El profesor de Historia Mario Daniel Vera, que no sólo es experto en la vida de Mamerto de la Ascensión Esquiú sino que lo lleva prendido en su corazón de hombre de fe, evoca en esta entrevista para Infobae su compromiso con los hitos que amarcaron la consolidación nacional, desde la Constitución de 1853 a la federalización de Buenos Aires, acontecimientos todos que contaron con su palabra orientadora.
“Por su elocuencia, profundidad de pensamiento, capacidad para analizar la realidad e interpretar el pasado”, dice Vera, Esquiú fue llamado “orador sagrado” y convocado como principal expositor en muchas ocasiones trascendentes para la Patria.
— Estamos repasando la vida y la obra de este fraile catamarqueño, ya a las puertas de su beatificación. ¿Por qué fue tan importante para la vida institucional de nuestro país?
— Siempre afirmo que fray Mamerto Esquiú fue un hombre muy importante durante el siglo XIX pero que es una figura imprescindible para los argentinos de siglo XXI. Si bien en Catamarca, su provincia natal, fue muy intenso su accionar también fue una figura relevante a nivel nacional en dos momentos de la historia. El primero de ellos lo vemos claramente en 1853 cuando se sanciona la Constitución Nacional y el presidente Justo José de Urquiza solicita a las 14 provincias que entonces integraban la Confederación Argentina jurar fidelidad a la Constitución Nacional. En Catamarca, el gobernador Pedro José Segura designará a este joven fraile de 27 años, llamado fray Mamerto Esquiú, para que preparara el sermón del 9 de julio de 1853 pronunciado en la iglesia matriz de Catamarca colmada de gente. Este sermón, Laetamur de gloria vestra (de latín: Nos regocijamos en tu gloria), expresa 3 ideas principales: primero, un recorrido desde 1810 hasta 1853 marcando esta enorme desunión entre unitarios y federales, esta guerra fratricida que ha causado tanto daño: disolución, guerra, anarquía y males. En un segundo momento, habla de la necesidad de conocer, respetar y obedecer la ley. Y la tercera idea principal de este sermón es que para construir esa patria tan anhelada era necesario lograr la paz y la unidad de todos los argentinos.
— ¿Cuál es el segundo momento en que actúa Esquiú?
— Es el 8 de diciembre de 1880, cuando en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la Catedral Metropolitana, Esquiú pronunció un sermón con motivo de la federalización de la ciudad de Buenos Aires. Es decir: en aquel momento en que la ciudad se convierte en capital de la República Argentina; allí también fue el catamarqueño fray Mamerto Esquiú quien pronunció el sermón patriótico.
— ¿Podemos definir a Esquiú como un político?
— No podemos llamar a Esquiú precisamente “político”, pero durante el siglo XIX, los sacerdotes estuvieron muy comprometidos en todas aquellas asambleas y congresos donde se decidían los destinos del naciente país. Y en el caso de la provincia de Catamarca, fray Mamerto Esquiú será elegido por el pueblo del departamento Valle Viejo como su primer diputado. Esquiú se inmiscuye, él mismo tiene una frase que dice: “Me inmiscuyo en la Sala de Representantes porque el pueblo me llamó y obedecí su voz”. Esquiú participa en la vida política porque veía a la política como una herramienta más para trabajar en pos de sus semejantes y para beneficiar al pueblo catamarqueño que por ese entonces tenía muchísimas necesidades materiales, sanitarias y educativas.
— ¿Podría describirnos los caminos en común que andaban laicos y religiosos en aquellos años en que iba naciendo la Nación argentina? ¿Cómo eran esos tiempos de la fundación de la República? ¿Y cómo fue que un religioso tuvo tanta influencia y predicamento en la construcción de los cimientos del país?
— En ese entonces, laicos y religiosos estaban comprometidos en la construcción y organización de nuestro país. Muy difícil todo porque durante gran parte del siglo XIX la Argentina se encontraba en lucha entre unitarios y federales, con dos proyectos antagónicos que, al no tener puntos en común, desembocarán en una tremenda guerra civil que lamentablemente va a ensangrentar el alma de nuestra patria. Esos tiempos de la fundación de la república fueron muy duros y la gran contribución de Esquiú quizás pase por ese sermón de 1853 en el que habló de la unidad y la paz de los argentinos. Imaginemos cuando llegaron los 14 discursos de las 14 provincias a la ciudad de Paraná donde funcionaba la capital de la Confederación Argentina. Ahí su presidente, Salvador María del Carril lee los 14 discursos y, cuando llega al de Catamarca, queda maravillado por la profundidad del pensamiento de fray Mamerto Esquiú, y es ahí que decide imprimir ese sermón junto a una biografía de fraile catamarqueño, material que fue distribuido a todo el país, a países vecinos y también a algunas embajadas que por ese entonces tenían sede en nuestro suelo. De esa manera, la palabra de Esquiú hablando de paz, unidad, respeto a la ley y a la Constitución, va a lograr atenuar estas posturas antagónicas entre unitarios y federales.
— ¿Ese aporte le fue reconocido por sus contemporáneos?
— Fueron numerosos los gestos e intervenciones de Esquiú que trascendieron a la arena pública. Fray Mamerto Esquiú estaba catalogado como el “orador sagrado” que, por su facilidad de palabra, elocuencia, profundidad de pensamiento, capacidad para analizar la realidad e interpretar el pasado, estaba destinado a ser el principal expositor, también en los solemnes tedeum que por entonces se realizaban ante alguna ocasión importante. Esquiú era invitado a las numerosas provincias, por ejemplo a Tucumán cuando inauguró su catedral, en Anjuli, límite con Santiago del Estero; también pronunciará muchos sermones en la ciudad de Salta; siendo obispo de Córdoba es muy reputada su elocuente palabra; también cuando en Catamarca van a asumir las autoridades federales en 1854 como también en 1861 se registra un sermón muy famoso de fray Mamerto Esquiú luego de la batalla de Pavón pidiendo por la paz y la unidad de la república. El otro sermón muy importante es el ya citado en la catedral de Buenos Aires en 1880.
— ¿Cómo fueron la infancia y juventud del próximo beato?
— Fray Mamerto Esquiú nació en la callecita del viejo departamento de Piedra Blanca —que hoy lleva su nombre—y será una infancia en un pueblo del interior, por aquel entonces Piedra Blanca era la principal zona productiva de la provincia de Catamarca y su padre, en su condición de labrador, seguramente lo habrá invitado a colaborar en las tareas del campo. Esta es una zona de muy buenos tejedores y tejedoras con lana de vicuña, oveja y llama; su madre era tejedora y con ella colaboraban en estas labores sus hijas Rosa, Marcelina, Josefa y Justa Pastora. Es más: en su casa natal aún se conservan estos elementos, están en exposición y podemos ver de qué manera las hermanas y la mamá de Mamerto trabajaban allí. Él irá siendo chico a la escuela de primeras letras en su pueblo, San José de Piedras Blancas. A sus 8 años se traslada a la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, a 14 kilómetros de su casa natal, a continuar sus estudios en el tradicional colegio de San Francisco. Allí pasará su adolescencia ingresando luego a la carrera sacerdotal. Algo muy tremendo lo marcó durante su adolescencia: la invasión de las fuerzas porteñas comandadas por Mariano Maza y enviadas por Juan Manuel de Rosas para reprimir lo que se conoce como la Liga del Norte, la unión de las provincias de noroeste argentino para hacer frente al centralismo porteño. La invasión porteña termina con la vida del gobernador de Tucumán, Marco Manuel de Avellaneda, y luego las tropas entraron a Catamarca y terminaron con más de 300 personas asesinadas, algunas mueren en combate, y unas 200 son “pasadas a degüello”, entre ellas, el gobernador José Cubas. Este hecho del que fue testigo impactó muchísimo a fray Mamerto Esquiú. Imaginemos una ciudad pequeña como la nuestra viviendo semejante momento y es por eso que él siempre va a tratar en sus sermones sobre la paz y la unidad de todos los argentinos.
— A Mamerto le costó aceptar asumir como obispo de Córdoba, rechazó su nombramiento como cabeza de la Iglesia porteña. ¿Cómo fue Esquiú obispo?
— Como obispo de Córdoba estuvo muy comprometido en lo social. Hasta ese momento, los obispos se recluían en las capitales, en raras ocasiones recorrían el interior de su diócesis. En cambio Esquiú, en sus escasos 25 meses al frente de la diócesis cordobesa, salió por todo su territorio: al norte lo que da con el monte santiagueño y las salinas, límite con Catamarca, o hacia la “pampa gringa”; recordemos que en ese momento estaban llegando los miles de inmigrantes con sus familias a trabajar los campos en lo que nosotros conocemos como el “modelo agro-exportador” y hacia allí iba el obispo. Algunas veces en tren, donde ya existía ese transporte, pero sobre todo al norte de Córdoba realizaba estas visitas pastorales a lomo de mula, a caballo o a través de una mensajería. En muchos de esos lugares, era la primera vez que los fieles veían a un obispo.
— ¿Cuál era su estilo pastoral?
— Tenía la costumbre de salir siempre con su hábito franciscano. Prácticamente no usaba los atributos de obispo que son el solideo, el pectoral, el báculo o la cruz de oro que caracteriza a los obispos. Recorría estos lugares vestido como un simple cura lo que llevó a muchas anécdotas.* Así recorrió toda la diócesis de Córdoba llevando no solamente la palabra de Dios sino también tratando con el poder político de mejorar las condiciones sanitarias y materiales de esas personas.
— La beatificación le reconoce milagros. ¿Cuáles son los milagros que lo llevan a los altares?
— Si bien durante los años que estuvimos integrando la Comisión Esquiú recibimos centenares y hasta miles de personas que manifiestan haber recibido una gracia o un posible milagro atribuido a fray Mamerto Esquiú, el Vaticano es muy meticuloso en estas cuestiones y los posibles milagros deben estar probados documentalmente. El milagro que lo lleva a ser beatificado es la curación de una niña de San Miguel de Tucumán que tenia osteomielitis en su piernita izquierda. A la mamá, los médicos le dijeron que para salvar la vida de su hija debían amputarle la pierna, pero ella recibe la estampita de fray Mamerto Esquiú de manos de un médico catamarqueño y, con mucha devoción, pasa la estampita por la pierna de su hija. Ahí se produce la curación.
— ¿Cómo es el proceso de confirmación de un milagro?
— Son 4 etapas. Primero la diocesana: en el lugar donde sucedió el supuesto milagro se inicia el relevamiento y la recopilación de toda la documentación que pruebe un antes y un después de esta curación milagrosa. Las otras 3 etapas se realizan en Roma: la consulta médica, la consulta teológica y también el análisis del congreso ordinario de los cardenales. Pasadas estas 4 etapas con éxito, el Papa Francisco el 19 de junio del año 2020 lo declaró beato.
— Usted tiene un corazón mamertino, me dicen quienes lo tratan. ¿Qué lo conmueve y acerca al estilo Esquiú? ¿Qué tenemos que saber de su vida para que quienes no vean en él a un beato distingan sí a un argentino de excepción?
— Tiene razón. Más allá de biógrafo de fray Mamerto Esquiú, me considero también un ferviente devoto. Me conmueve primeramente su sensibilidad social, en un momento en que la provincia de Catamarca atravesaba situaciones muy difíciles en lo económico, sanitario, educativo y social, allí andaba este hombre trabajando por el bien de su gente. Otra virtud que destaco es su enorme humildad. Dije al inicio que es una figura imprescindible para los argentinos de este siglo. Porque la vida de fray Mamerto Esquiú tiene aquellos elementos que hoy nosotros necesitamos: era un trabajador incansable, un patriota de corazón, un hombre que a través de su gran confianza en Dios y en sí mismo, y por haber logrado estudiar —en ese entonces y en el interior, un niño que nacía pobre seguramente tenía un destino de labrador, hachero o pastor— consiguió vencer ese destino reservado a los niños de su clase social y convertirse en un hombre muy valioso para la Iglesia y para la Patria.
— Se conocen muchas anécdotas en la vida de fray Mamerto…
— Voy a contar aquella sucedida a mediados de 1862 y que describe su inmensa humildad. En marzo de ese año él sale de Catamarca para ir al convento franciscano de Tarija en Bolivia. Desde aquel famoso sermón de 1853, al padre Esquiú se lo conocía en todo el país y en países vecinos, era muy famoso pero no se conocía su figura, su cara. Llega al convento de Tarija y, a la semana siguiente, uno de los frailes más ancianos, italiano, se entera de que este nuevo que había llegado era de Argentina, se acerca y le dice: “Oiga, usted que viene de Argentina, ¿escuchó hablar del famoso padre Esquiú, al que le ofrecieron una mitra de obispo y la rechazó?” Esquiú no le contestó nada y tampoco se identificó. Pasaron las semanas y cuando lo designaron para ir a Sucre, recién entonces se enteraron de que Esquiú era Esquiú.
Nota: * Otra anécdota que retrata muy bien al beato es la que relata Francisco Castellanos en su libro Fray Mamerto Esquiú. Bosquejo biográfico. Tuvo lugar mientras Mamerto esperaba la mensajería en la estación San Pedro, Córdoba: “El nuevo obispo está vestido solamente con su hábito franciscano, se acerca un cura, un sacerdote de la campaña, de la parroquia de Chitón, llamado Juan Correa, y le pide que le cuide la mula alazana con abultadas alforjas hasta que él realice una diligencia en las oficinas de la estación. Mamerto acepta y pasó largo rato cuidando al animal; en eso alguien le dice al sacerdote que el ‘cura’ que estaba con la mula era el obispo Esquiú. Con gran vergüenza el sorprendido sacerdote se acerca, le pide disculpas y le da las gracias, a lo que Fray Mamerto responde: ‘No hay perdón alguno donde no hay ofensa y soy yo el que debe agradecerle por permitirme ser útil a los demás’ “.
QUÉ SABER DE LA VIDA DE FRAY MAMERTO ESQUIÚ (1826-1883)
— A los 5 años su mamá lo vistió con el hábito franciscano para cumplir una promesa cumplida: nació gravemente enfermo y se recuperó.
— Se hizo famoso por su sermón del 9 de julio de 1853: en él bregaba por la unidad y la paz entre los argentinos.
— Fue diputado y miembro del Consejo de Gobierno de Catamarca.
— Rechazó ser obispo de Buenos Aires en 1870.
— Rechazó ser obispo de Córdoba en 1879, dignidad que aceptó finalmente por obediencia al Papa y asumió el 12 de diciembre de 1880.
— Lo caracterizó su humildad sin límites y su enorme preocupación por los más pobres de su tiempo.
— Fue declarado Venerable en el año 2006.
— Este sábado 4 de septiembre lo espera su beatificación.
La ceremonia de beatificación será transmitida en vivo por la Televisión Pública de 10 a 11 hs del sábado 4 de septiembre y también por la señal Orbe 21 de 10 a 12 hs.
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