Victoria Tolosa Paz dice: “en el peronismo siempre se garchó”. Sus entrevistados ríen, ella ríe, probablemente del otro lado de la pantalla muchos otros ríen. Están hablando sobre “la felicidad del pueblo” y la precandidata a diputada bonaerense explica que el peronismo busca propiciar esas emociones.
Podría haber pasado desapercibido pero la frase escaló y pronto se empezó a discutir cuánto sentido tiene la línea argumental. Un estudio demográfico podría ocuparse de analizar cuánto aumentó la población en periodos peronistas en comparación con periodos no peronistas. Sería una manera de zanjar la cuestión. Otra es no intentar zanjarla, habida cuenta de que fue solo una frase más. Y la tercera postura podría ser examinar cuánto sentido tienen las cosas que dicen los candidatos. Esta nota propone, entre otras cosas, entender qué relación hay entre el sexo de los argentinos y la política, entre el sexo de los argentinos y las crisis, y entre el sexo de los argentinos y la pandemia.
Para eso hablamos con Mariana Rincón, experta en juguetes sexuales y encargada desde hace años de Buttman, el sexshop más grande del país (ubicado en la avenida Corrientes 2021). Durante años, Mariana no había entrado nunca a un sexshop por vergüenza, pero un día vio a Alejandra Rampolla en el programa de Susana Giménez y decidió que ella también podía dedicarse a lo mismo. Comenzó a comprar juguetes eróticos y a organizar reuniones de “Tupper Sex”: juntadas con mujeres en las que les vendía distintos productos. Luego despedidas, fiestas, homenajes. Poco a poco fue haciéndose un nombre y una clientela, hasta que empezó a trabajar a su vez en Buttman -en el 2009- y desde entonces consagró su vida a combatir el tabú del sexo y el juguete. Y no tuvo, en todos sus años de labor, mejor aliado que la pandemia.
-¿Cómo operó la pandemia en los hábitos de consumo de juguetes sexuales?
-Subió la curiosidad porque las ventas aumentaron. Subió un 40% la venta en cuarentena y un 60% en los juguetes de satisfyer y de la línea propia nuestra. El 70% de las compras se hacen desde la web y el 30% en el local. Antes eran el 80% en el local, y el 20% online. También hay que tener en cuenta que este es un local muy grande que no está escondido en una galería y que la gente acá no tiene al vendedor en la nuca entonces puede mirar más tranquilo. Por eso la experiencia de venir al local acá es muy importante.
-¿Y cómo operan las crisis económicas?
-Lo que baja durante las crisis es el monto que la gente gasta, el valor del ticket final, pero no la cantidad de gente. Y a lo largo de los años se fue incrementando. Además Buttman es un lugar particular porque viene gente de todos lados. Viene gente del interior a comprar acá porque en su lugar de origen o no tienen o les da vergüenza ingresar a un sexshop porque se enteran todos. Pero a lo largo de todos estos años el incremento fue muy importante en cuanto a cantidad de público. Y obviamente que en mejores épocas las ventas son mayores.
-¿Tiene alguna influencia el partido político que gobierne en los hábitos de consumo sexuales?
-No tiene que ver con un color político sino con el poder adquisitivo que tuvieron los dos últimos gobiernos. Hay muchos productos que son importados. Nosotros tenemos industria nacional pero no es nada tecnológica. Hay materiales nuevos que la industria nacional no usa, que además no puede competir con lo que se puede traer de China. Así que va a la par del dólar el valor de los productos en muchos casos. Hay juguetes que se han puesto muy caros. Las muñecas articuladas, la más cara, está 435 mil pesos. Pero también podés comprar cosas como un gel desde 500 pesos en adelante. Hay más de 10 mil productos exhibidos, algo siempre te podés llevar aunque sea mínimo.
-La precandidata a Diputada Nacional por el Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, dijo en una entrevista “en el peronismo siempre se garchó”. Causó mucho revuelo. ¿Qué pensás?
-El tener sexo, el tener deseo, no tiene absolutamente nada que ver con un partido político ni con tal o cual presidencia. El tener ganas de tener sexo y el tener sexo va por otro lado. Va por el goce, por querer sentir, por querer estar con otra persona, por querer satisfacerse. El órgano sexual más importante es el cerebro, por lo tanto si uno está distendido y no está pensando en otras preocupaciones puede dejar que la líbido vaya para ese lado, pero no tiene nada que ver con algo partidario. Es como si me dijeran que los de River tienen más sexo que los de Boca. Es una cosa fuera de lugar, la comparación no existe. El sexo es otra cosa. Decir que los radicales no tienen sexo no tiene sentido.
-¿Cuál es el juguete sexual preferido de los y las argentinas?
-Al día de hoy, los satisfyer que trabajan por ondas de presión de aire son los más solicitados. Podemos hacer un top cinco de los juguetes más populares. El primero sería sin dudas un estimulador de clítoris cualquiera sea (es lo que más se vende). Después los juguetes de doble estimulación (vaginal-clitorial). Tercero diría los plug anales (son como un triangulito con un diamante atrás que se pone en la cola... Los juguetes anales están en un buen momento hoy). Cuarto diría los juguetes a control remoto (que permiten compartir a distancia incluso estando en casas separadas, utilizándolo a través de una app). Y quinto el anillo peneano (que tienen vibración y por medio de la penetración estimulan el clítoris).
-En tu experiencia, ¿con qué tiene que ver la apertura de la gente a nuevas experiencias sexuales o al uso de juguetes de este tipo?
-El uso de un juguete sexual no tiene nada que ver con el cambio de un gobierno, obviamente. Ni con la política ni con nada. Tiene que ver con el placer, con las ganas de cambiar, de hacer algo diferente, con el paso del tiempo, con la capacidad de desinhibirse, con pasar por adelante de un sex shop y animarse a entrar al fin. Yo en el año 2000 me fui de vacaciones a Miami y paraba a la vuelta de un sex shop. Y todos los días decía: “mañana entro, mañana entro, mañana entro…”. Y no tenía la menor idea de lo que había adentro de un sexshop. Finalmente no entré, no sé por qué. Y nueve años después estaba vendiendo juguetes sexuales yo misma.
-La juventud de hoy es más desinhibida respecto a los juegos sexuales que las juventudes de generaciones anteriores?
-Sí, totalmente. Hace cinco o seis años los chicos de 18 a 25 (dado que no pueden entrar menores) lo que más venían a comprar era lencería y disfraces. Y de ese tiempo a esta parte, los juguetes son los preponderantes. Quieren probar cosas nuevas desde más chicas. No solo porque ya se aburrieron de un matrimonio largo ni mucho menos (como vienen algunas personas, que esperan a aburrirse para ver qué hacen). La juventud empieza desde temprano a ver en qué puede indagar, cómo tener más placer, un placer distinto o una estimulación distinta. Definitivamente son más animados a los juegos sexuales en esta época que en las anteriores, más animadas las generaciones actuales a las anteriores. Digamos que es un camino de ida: una vez que probaste algo, te interesa probar otra cosa, y otra cosa y otra cosa. Lo mismo con entrar a un local: la primera vez da vergüenza y después ya entrás como a un supermercado.
-¿Podemos hablar de una nueva revolución sexual?
-No sé si tanto. Diría que hay una revolución de la curiosidad, ganas de conocer, de ver. Mucha gente sin entrar a un sex shop piensa que todo es realístico, que todos son penes. Y si vos venís acá la preponderancia son los colores, juguetes que no tienen que ver con lo realista… Sí los hay porque hay gente que aún disfrutan de usarlos, hay juguetes masculinos que generalmente son de uso anal. Hay un pequeño segmento que le gusta lo realístico, los demás vienen a buscar color, vibración, estimulación de zonas del área genital. Es muy variado.
-Además de vivir de esto, ¿cuál dirías que es tu propósito con tu trabajo?
-Lo que quiero conseguir es que el juguete sexual deje de ser visto como burdo, deje de ser una cosa que usan los depravados, como piensan algunos… No. No es así, no es real eso. Además, el 70% de las personas que vienen a comprar son mujeres. Lo que yo busco es que el juguete sexual sea una cosa natural, de uso cotidiano, como se usa el jabón para lavarte las manos ponele. Que se compre como un producto más, no como una cosa vulgar. La vulgaridad identificada con el sexo me parece mal. Hay que hacer el sexo sea un tema más, no un tema menos.
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