Alcanza con mirar una foto de ellos juntos para exclamar “es el fiel retrato de su madre”. El parecido de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, -Froilán para todos, con su madre la infanta Elena no puede ser más notorio. La similitud se acaba en lo físico. Elena siempre fue una mujer discretísima, tanto que cuando después de 12 años de matrimonio se divorció de Jaime Marichalar lo anunció apenas como un “cese temporal de convivencia”. Y eso que daba para el escándalo ya que era la primera ruptura matrimonial dentro de la Casa Real española. Desde entonces no se le conoció un romance, un novio oficial, ni siquiera una aventurilla como a sus vecinas las princesas de Mónaco y mucho menos un escandalete de corrupción como a su hermana Cristina.
Si la madre se distingue por discreta, el hijo no cesa de “meter la pata”. En ocasiones -las menos- sin querer y en otras -las más- lo hace por esa mezcla compleja que resulta de sentirse impune y la certeza de haber nacido “con coronita”.
El 17 de julio de 1998 el Palacio de la Zarzuela estaba de fiesta. El rey Juan Carlos y su esposa Sofía se mostraban genuinamente juntos y felices y no solo para la foto. Había nacido el primogénito de su primogénita y a sus títulos reales le agregaron otro más lindo y humano: el de abuelos. Froilán no llegó con un pan bajo el brazo, sus padres no lo necesitaban. Su madre era la infanta Elena, duquesa de Lugo y su padre Jaime Marichalar, hijo del conde de Ripalda, contaba con uno de los títulos nobiliarios más antiguos de España.
La primera vez que Froilán demostró que sería un muchacho que no pasaría desapercibido fue nada más ni nada menos que en la boda de su tío, el príncipe Felipe con la bella aunque poco carismática, Letizia. Las cámaras mostraban una ceremonia que hacía honor al “pompa y circunstancia”. Los novios enamorados, la catedral repleta de royals, todo perfecto y entre tanta perfección, los siete pajes, niños de imagen angelical que no dudaron en portarse como niños. Así fue que en medio de la boda, aburrido, Froilán de cinco años se levantó de su lugar, se acercó a su prima Victoria López-Quesada Borbón Dos Sicilias y le propinó tremendo patadón. La infanta Elena miró para otro lado con cara de “tragame tierra” y habrá pensado “coño con este niño”. Al finalizar la ceremonia para la foto familiar ni sus padres ni los recién casados lograron que el “pequeño demonio” se quedara quieto ni se transformara en la “fierecilla domada”.
Un años después un Froilán más crecido volvió a demostrar que cuando se juntaba con sus primos era necesario establecer un “reglamento de convivencia” o tenerlo lejos. En el verano de 2013 a Sofía como toda abuela se le ocurrió juntar a sus nietos. Los chicos eran pequeños y su paciencia, grande. Salieron a navegar y Froilán comenzó una pelea con su primo Pablo Urdagarín. Enfurecido primero le dio un cabezazo pero parece que no le alcanzó y tomó un palo de brochette e intentó clavárselo. El personal del barco logró separarlos, mientras la abuela seguramente se agarraba la cabeza y pensaba “amo cuando vienen, pero muchos más cuando se van”.
Si la relación con sus primos no era buena, con los fotógrafos era peor. Por experiencia sabemos que la mayoría de los niños odian sacarse fotos. Si usted lector posee una foto perfecta con todos sus sobrinos, levante la mano que le mandamos nuestra envidia. Froilán no era la excepción. Cada vez que debía protagonizar el “posado oficial” se escabullía, miraba para cualquier lado. El rey no lo increpaba con un ¿por qué no te callas? pero sí con un ¿por qué no te quedas quieto? Con el tiempo, el nieto favorito empezó a cuestionar a los fotógrafos “¿No se cansan?”, les preguntaba enojado. Debe haber recibido varios retos así que perfeccionó su método para mostrar su enojo. En una de las sesiones, los fotógrafos vieron que el muchachito, alzaba su mano, parecía que se iba a rascar la cabeza, pero les estaba dedicando un visible, alevoso e inconfundible gesto de fuck you.
Su temperamento inquieto no era solo para la foto. Su padre integraba el consejo directivo de un shoping de lujo. Como todo padre más de una vez llevaba a su hijo el trabajo. Al verlo llegar, las empleadas de ideas monárquicas se convertían en republicanas. Es que el pasatiempo del muchachito era revolver todos los estantes y desacomodar las prendas de los locales.
Hasta ahí no dejan de ser travesuras de un niño inquieto o con demasiada energía. En 2012, Froilán era un adolescente de 13 años que pasaba las vacaciones en la finca de su papá que ya estaba divorciado de su madre. No se le ocurrió mejor idea que abrir un armario donde se guardaban las armas de caza y ponerse a manipular una escopeta. Por impericia o por lo que haya sido, lo cierto es que se disparó en el pie y terminó internado. El escándalo fue mayúsculo, motivos sobraban. En España está prohibido el manejo de armas hasta que no se cumplen los 14 años; Froilán tenía un año menos y por esa misma razón tampoco contaba con el permiso denominado AEM (autorización especial de armas para menores). Más de uno se preguntó cómo con el antecedente familiar de su abuelo que a los 18 años manipulando un arma mató a su hermano de 14, la familia no había aprendido la lección de que “a las armas las carga el diablo”. Fue una de las pocas veces que la duquesa de Lugo se dirigió a la prensa. “Yo no estaba con él, estaba solo con su padre”, explicó tajante. Mientras estuvo internado, Sofía fue a visitar todos los días a su nieto, en cambio don Juan Carlos, brilló... por su ausencia. En ese momento estaba de vacaciones con su amante, Corinna Larsen.
Si que posara para la foto era imposible y que se quedara quieto, inimaginable, que le fuera bien en la escuela resultó… lógico. Froilán no mostraba el mínimo interés en el estudio y sus notas lo reflejaban. En el primario estuvo en el colegio San Patricio en Madrid. Sus únicas calificaciones pasables eran en inglés y en deportes así que a los 12 años lo mandaron al colegio West Sussex en Inglaterra. Cursó primer año y volvió a Madrid donde lo anotaron en el colegio El Pilar. Lo inscribieron en segundo año, desaprobó diez de doce materias y repitió. Pasó a tercero y otra vez casi repite, pero lo anotaron en un curso de verano y “zafó” como diríamos los argentinos o aprobó “raspadillo” como dirían los españoles.
A los 15 consiguió su primer trabajo, claro que tratándose de Froilán no sería en una ONG y mucho menos como profesor de apoyo escolar. Se convirtió en relacionista público de una discoteca, al menos en la matiné. Acordó que su salario no sería ni en pesetas ni en euros sino en bebidas gratis para él y sus amigos y sumó un bonus track: no realizar fila para entrar ni esperar junto a otros mortales sin coronita.
Sus padres decidieron mandarlo a un internado en Estados Unidos, en Virginia. El lugar era un poco caro pero la reina Sofía ayudó con la cuota. Froilán convivió con 172 alumnos de 22 nacionalidades diferentes que debían estar con saco y corbata desde la hora del desayuno hasta el final de las clases. Era una escuela anglicana y debía asistir a celebraciones religiosas tres veces por semana, comprobó que no solo sacarse fotos protocolares puede ser muy aburrido. Al graduarse se tomó la revancha por tantas horas de aburrimiento. Con su uniforme se tiró a un lago de la zona y al salir disfrutó de un habano. Muchos se preguntaban cómo si había repetido un año terminó egresando en tiempo y forma pero ya sabemos “mejor no hablar de ciertas cosas”.
En cuanto a amores parece haber heredado los genes seductores de su abuelo. Se lo relacionó con varias muchachas, ninguna royal pero todas millonarias. Su novia oficial, Mar Torres pertenece a una de las familias más ricas de España que posee numerosas empresas agroalimentarias, inmobiliarias, hoteleras y hasta parques temáticos. Desde hace seis años mantiene una relación con idas y vueltas, lo que incluyó peleas a los gritos por las calles madrileñas. Mar se convirtió en una influencer de moda y belleza con 45 mil seguidores en sus redes. La pregunta es cuántos la siguen por sus méritos y cuántos por ser la novia de. Este año comprobó que las redes son armas de doble filo. Luego de publicar una foto en ropa interior recibió una oleada de insultos y críticas.
El episodio sirvió para que después de un año y medio separados la pareja se vuelva a dar una oportunidad. Eso sí suelen huir de los lugares de moda y si van a alguna discoteca entran bien de madrugada para no tener que enfrentar fotógrafos ni comentarios.
Froilán sabe que es de “mecha corta”, En 2017 se difundió un video donde se lo ve enfrentándose con otro joven a la salida de una disco. “¿Que me vas a pegar tú? Tócame”, desafía Froilán, a lo que el otro chico le responde: «Eres el nieto del Rey, no te voy a tocar«. Dos años antes de ese episodio entró en un joyería madrileña con un Rolex que, supuestamente, se había encontrado en la calle y preguntó si era de oro o no. Cuando el dueño de tienda le comentó que no, el joven exclamó: “¡Pues vaya mierda!”.
En los últimos tiempos intentó cumplir la promesa que le hizo a su abuelo de “no dar que hablar” o al menos no dar tanto que hablar como don Juan Carlos algo que últimamente no es gran mérito. Sin embargo volvió a ser noticia cuando en plena pandemia se lo vio pasear por Madrid sin barbijo o cuando a los pocos días de sacar su licencia de conducir recibió su primera multa de tránsito por estacionar en un lugar prohibido. Aunque más escandaloso fue que manejaba un auto alemán valuado en 80 mil euros y ya sabemos que los Reyes Magos no existen así que ni Melchor, ni Gaspar ni Baltasar se lo regalaron.
Otro escandalete fue cuando se supo que con su hermana usaban extensiones de la tarjeta premium de su abuelo para pagar viajes en taxi, compras en shoping y hasta clases de piano. El enojo fue mayor cuando trascendió que ni Felipe, ni Letizia ni sus hijas las usaban.
Aunque figura cuarto en la línea de sucesión al trono y sus posibilidades de ser coronado rey son casi imposibles, es común escuchar a grupos de jóvenes que gritan “¡Froilán, rey de España!”. Piden que sea su monarca en vez de su prima Leonor. Un grupo de independentista gallegos fundó el “Partido Froilanista” y promueve su coronación. No se sabe si lo hacen por fines independentistas o simplemente es un chiste de gallegos.
Para muchos, el primogénito de la primogénita es la versión española del príncipe Harry. Los monárquicos esperan que, como su par británico, pase de ser un joven cabeza hueca a transformarse e un respetable filántropo, padre de familia y esposo ejemplar. Los republicanos en cambio prefieren que Froilán siga siendo el que es: el mejor argumento para convencer que la monarquía es pintoresca pero cara, obsoleta y muy tarambana.
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