“Llegué a dormir en una caja, no sabía qué hacer con mi vida”: el varón trans que dejó su tierra y halló aquí su identidad

Marcelo Quintero vive en Argentina desde 2010 y aquí descubrió que aquello que sentía “anormal” tenía nombre. Conocer la Ley de Identidad de Género y sus nuevos derechos le cambió la vida. Desde hace dos años monitorea las cámaras de seguridad de la Ciudad

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Marcelo Quintero se aplicó la primera inyección con hormonas masculinas el 10 de julio de 2012, fecha que lleva tatuada y considera como un nuevo cumpleaños
Marcelo Quintero se aplicó la primera inyección con hormonas masculinas el 10 de julio de 2012, fecha que lleva tatuada y considera como un nuevo cumpleaños

“Cuando llegué a Argentina sentí aire, libertad”, asegura Marcelo Quintero (32) al recordar el día que arribó desde Cali, Colombia. Lo dice en referencia a aquello que sentía cambiar en su interior, pero no sabía de qué se trataba ni cómo expresarlo, sobre todo cuando la fe que guiaba a su familia hacía de ese un tema prohibido. No estaba feliz con la imagen que le devolvía el espejo y, mirando atrás, dice que la ropa que no le gustaba fue lo primero en indicarle que el cuerpo con el que nació no lo representaba, no le era propio. La búsqueda de su identidad había comenzado.

Nació en una familia católica y nada sabía sobre la identidad de género, ni qué significaba ser una persona trans. “La gente me hablaba, pronunciaba mi nombre y ni siquiera eso me resonaba. Me sentía una persona ausente... No era feliz”, lamenta. Mientras estudiaba Diseño Gráfico en Cali, un docente le comentó que se había abierto la inscripción para competir por una beca para estudiar en la Universidad de Buenos Aires, la ciudad donde sintió que podría iniciar el camino a lo desconocido, pero con mucha seguridad. Meses después concursó en Bogotá y ganó por puntaje. Llegó en 2010 y una noche, mientras hacía zapping, encontró las respuestas a años de interrogantes.

“Me sentía muy desganado, estaba en el monoambiente donde vivía, el primero en Buenos Aires, y vi un documental en el canal National Geographic sobre la vida de una persona trans... ¡Fue tremendo! Ahí conocí el significado de esa palabra y la experiencia del masculino trans que contaba su historia; y mientras lo escuchaba describir lo que había experimentado, pensé: ‘¡Eso es lo que me pasa!’”.

La historia de Marcelo Quintero, el primer hombre trans que se sumó al Centro de Monitoreo Urbano de Chacarita

La búsqueda de identidad

Apenas terminó la hora que duró ese documental, Marcelo comenzó a investigar. Supo del colectivo LGBT en el país, descubrió los grupos y páginas que entonces había en la ciudad. Siguió escuchando historias de vida a través de YouTube y conforme investigaba “todo era más conocido”. “Sentía lo mismo internamente. Esas personas describían lo que era yo y decidí hacerme cargo de la situación y ser feliz. Así empecé el tratamiento y todo el proceso”, resume.

Haber llegado a ese momento, jamás imaginado, lo hizo experimentar algo nuevo: “Sentí paz cuando me di cuenta de qué se trataba lo que me pasaba. Encontrar nombre cuando no se tiene idea de qué es lo que sucede es muy difícil. Hasta entonces estaba muy angustiado por no encajar, por no entender qué es lo que me pasaba y por estar en un entorno donde todo se suprimía. Cuando supe qué era y encontré todas las respuestas, no volví a mirar atrás. Solo pensaba en ser feliz”, asume la motivación que encontrar un nombre a lo que antes creyó “anormal” le significó.

En el nuevo camino de búsqueda llegó a la organización RITTA (Red Intersexual Transgénero Transexual Argentina) y allí conoció a Kalym Soria, el primer varón trans en cambiar su nombre en la ciudad de Buenos Aires, en 2012. “Me ayudó y dio mucho apoyo. Me dijo que podía pedir mi DNI con mi nombre masculino, además me informó sobre cuestiones de salud y de los tratamientos avalados por Ley de Identidad de Género”, detalla.

“Antes no tenía espejos en mi casa porque la imagen de esa persona no era yo; ahora los tengo en todos lados porque me gusta mirarme”

El cambio de identidad

Asumir lo que sentía y quién era fue emocionalmente muy fuerte para Marcelo y también lo fue contárselo a su entorno: “Más fuerte fue para mi familia. Cuando se los dije, ellos no tenían conocimiento de nada referido al colectivo, son muy cristianos, hubo cierto descontento por ese rechazo social y lo que dice la Biblia, lo que plantea la religión... esas cosas, pero yo me sentía feliz cuando antes era una persona totalmente insatisfecha. ¡Llegué a dormir en una caja de cartón por no saber qué hacer con mi vida! Me sentía destruido por no poder encajar”.

Marcelo junto a su padre, en Colombia. "Él me aceptó y acompañó desde el primer momento", cuenta
Marcelo junto a su padre, en Colombia. "Él me aceptó y acompañó desde el primer momento", cuenta

El tratamiento hormonal lo inició en 2012 cuando tenía 23 años. “Cuando me regalé mi primera inyección, me tatué la fecha que considero como mi nuevo cumpleaños: 10 de julio 2012″, dice y cuenta que, en su caso, las dosis las aplican una vez cada tres meses y así será mientras viva.

“Están reconocidas por la Ley de identidad de género y les corresponde las obras sociales cubrirlas aunque muchas veces tuve que lidiar con ellas para que las aplicaran. Siempre hubo trámites que debí volver a hacer. No fue sencillo, nada lo fue, pero tarde o temprano todo sale”, se anima al recordar el camino que recorrió hasta su presente.

El otro cambio que anhelaba era tener su DNI con el nombre masculino, le llevó 3 años conseguirlo.Me llamo Marcelo Emanuel. El nombre anterior era Marcela, solo cambié una letra. Quise conservarlo porque me gustaba y porque fue mucho más fácil también para mi familia que siempre me llamó ‘Marce’. Así me decía mi mamá y el resto de la familia continúan diciéndome de esa manera. Y Emanuel lo elegí por su significado religioso y por mi familia: persona que está protegida por Dios. Así me siento y sé que no importa lo que uno sea, siento que mi Dios no me juzga, a mí me juzga el hombre”.

“Conocer otras historias de vida me dio más valentía e hizo entender que no estaba solo, supe que lo que había elegido estaba bien, que no era anormal... Entendí que todos tenemos derecho a ser felices y venimos a este mundo a eso; después de todo, cuando morimos vamos al mismo lugar...”
Marcelo y su novia están en pareja desde hace 4 años y conviven hace tres
Marcelo y su novia están en pareja desde hace 4 años y conviven hace tres

El proceso, que dice es más simple para argentinos nativos, lo logró al volver a Colombia para visitar a su familia y conocer por medio de su padre, que es abogado, un decreto vigente en Cali. “Decía que toda persona colombiana tiene derecho a cambiar su nombre una vez en su vida. Hice el cambio y pude pedir mi DNI en Argentina”.

Hace 3 años retomó la carrera de Recursos Humanos y hace dos logró su primer un empleo estable, que asume le gusta mucho. Trabaja en el Centro de Monitoreo Urbano de Chacarita y se convirtió en el primer varón trans en hacerlo. Antes fue parte del Plan Integral de Acceso al Trabajo para Personas Trans (PITT), creado en 2017.

“Mandaba currículums y estaban las interposiciones de las fotos, de los datos o del documento. Ni siquiera llegaba a las entrevistas, por eso me urgía el cambio de DNI. Mi imagen no era la misma que la foto”, recuerda.

Marcelo en plena tarea en el Centro de Monitoreo Urbano de Chacarita (Prensa GCBA)
Marcelo en plena tarea en el Centro de Monitoreo Urbano de Chacarita (Prensa GCBA)

En la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno porteño coordina más de 40 programas dedicados a reducir las desigualdades de género. “Una de nuestras prioridades es impulsar y promover el empleo formal de personas del colectivo travesti-trans en el ámbito público y privado. Este programa es un ejemplo de ello y, al igual que muchos de nuestros otros proyectos, es fundamental para romper barreras, eliminar estigmas y garantizar el acceso y goce de los derechos humanos”, comentó Pamela Malewicz, subsecretaria de Derechos Humanos de la Ciudad.

La tarea de Marcelo, con parte del cuerpo policial porteño, es visualizar las cámaras de video vigilancia que la Ciudad tiene instaladas y que suman 10.128 en todos los barrios. Desde ahí hace seguimientos de situaciones poco comunes o de riesgo. Además, responde cartas en un sistema operativo, que consiste en un medio de comunicación entre varias dependencias, por el cual se atiende a un evento en el momento o en el instante en el que se desarrolla.

“Hoy soy feliz y estoy contento por mi vida. Estoy en pareja hace 4 años y convivo con mi novia hace tres. Soy agradecido a mi familia por aceptarme y, con el dolor de la pérdida de mi madre, hoy entiendo que no fue rechazo hacia mi lo que sentía sino miedo a cómo pudiera tratarme la sociedad”, finaliza.

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