En las últimas horas se hizo viral un video donde una docente K adoctrina alumnos en la provincia de Buenos Aires. Se trata de Laura Radetich, a quien se la puede ver gritando exaltada y defendiendo apasionadamente la gestión oficialista en medio de una clase de historia.
Infobae consultó a expertos en educación para entender cuáles son los límites que tiene un docente para hablar sobre política en el aula y cuál debería ser la reacción de las autoridades ante una profesora que se expresa ante los alumnos de la forma en la que lo hace Radetich.
El ex ministro de Educación de Cambiemos, Alejandro Finocchiaro, calificó como una “salvajada” la reacción de Radetich y denunció que detrás de esa metodología se esconde un sistema de acoso militante.
“Esta presunta profesora pudo hacer esto porque hay un sistema montado hace casi 20 años por el kirchnerismo y Ctera para adoctrinar de esa manera brutal a los chicos”, dijo.
“Salvo en los cuatro años de nuestro gobierno, que no lo pudieron hacer y eso explica en gran parte la conflictividad que mantuvimos con Ctera y Roberto Baradel (titular del sindicato SUTEBA), en este caso las autoridades de la Escuela o un inspector de oficio, ya deberían estar interviniendo”, agregó.
Para Finocchiaro, es prioritario iniciar las investigaciones sumariales del caso: “Claramente hay que separar preventivamente a la profesora del cargo. El gobernador Axel Kicillof y las autoridades ministeriales son responsables de que esto esté pasando”.
En ese contexto, María Laura Alzua -docente universitaria- dijo que no le sorprende la actitud de Radetich porque “es el reflejo de lo que pasa en la realidad. Lo vemos en las redes sociales, en la televisión y la sociedad. Hay poco lugar para el debate”.
“Como docente la verdad que me parece importante que la clase sea un lugar donde se pueda plantear dudas y que sea un ámbito discusión. Lo que decía esta docente no permitía generar debate. Siempre es importante que, si hay alguna duda, que esté dado en términos amigables y tratando de fundamentar”, agregó Alzua en diálogo con Infobae.
Guillermina Tiramonti, investigadora del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), consideró que “en los secundarios existe una tendencia peligrosa al dogmatismo y al pensamiento único”.
“Más allá de la posición política, esta persona es la “antiprofesora”, no puede estar dando clases. Debe abrir el abanico en la discusión de todas las posiciones y ayudar a los chicos a hacer un razonamiento sobre por qué unos piensan una cosa y otros, otras”, reflexionó.
Y ahondó: ”Se puede ser del partido que se quiera ser, se puede tener el pensamiento que se quiera tener, pero es necesario que todo lo que pensamos podamos discutirlo, compararlo, intercambiarlo con los otros, y eso es justamente lo que tiene que hacer la escuela. Y esta profesora es todo lo contrario”.
En declaraciones a CNN Radio, Tiramonti advirtió que las formas en que se expresa Radetich “parecieran que están predicando un dogma” y advirtió sobre una tendencia preocupante y peligrosa al pensamiento único.
“Es una loca, una fanática, pareciera que está predicando un dogma. El kirchnerismo tiene la tendencia a pensar las posiciones como dogma, y esto no solamente está presente en las escuela secundarias sino también en algunas carreras universitarias; hay una tendencia al pensamiento único y a la no aceptación de posiciones contrarias y esto es muy peligroso para la libertad, está muy cerca del autoritarismo”, alertó.
La especialista advirtió que esta tendencia ocurre tanto en la secundaria, en el terciario, en los institutos de formación docente, y hasta en la Universidad de Buenos Aires, donde hay una tendencia fuertísima a la estigmatización del que piensa distinto. “En la UBA hay quienes no se los convoca porque pertenecen a la lista negra y eso es autoritarismo”.
Sobre quiénes generan estas tendencias, Tiramonti consideró: “Existe una idea de que la Universidad no es un lugar donde se discute, sino que por el contrario es un lugar donde se baja línea. No es que haya una autoridad o decano o un rector imponiendo esa idea, sino que son cabezas ya tomadas por esta idea dentro del cuerpo de los profesores”.
“Hay una tendencia peligrosa en Argentina al pensamiento único y a la imposición de ese pensamiento y a la discriminación negativa de aquellos que piensan distintos”, concluyó.
En la misma sintonía, Gustavo Zorzoli, ex rector del Colegio Nacional Buenos Aires, planteó dos cuestiones distintas para abordar el tema: “La docente como funcionaria pública tiene una responsabilidad como transmisora de cultura y en este caso su libertad de cátedra está circunscripta al programa de la materia y a los contenidos aprobados en los planes de estudio por el Estado a través del gobierno provincial, y no puede utilizar el tiempo escolar en lo que se le ocurra. El aula no es el bar, el club o la plaza”.
Asimismo, el especialista consideró la importancia de analizar la cuestión pedagógica. “La clase objetivamente es un desastre. No solo no escucha a sus estudiantes, no les deja preguntar, sino que no genera un espacio y tiempo para que se formulen las preguntas imprescindibles para desarrollar el pensamiento crítico”, precisó.
“Incluso –planteó– la clase es un griterío monocorde de parte de la docente qué no utiliza fuentes confiables para justificar sus afirmaciones. Lo que debería hacer en todo caso es ofrecerle a los estudiantes argumentos que contemplen las diversas posturas ideológicas para que cada uno de ellos elija o construya su propio pensamiento”.
Por último, Zorzoli dijo que “hay responsabilidades de sus superiores jerárquicos en tanto son ellos quienes deben garantizarle a los estudiantes y sus familias condiciones favorables para un aprendizaje democrático” y consideró que el coordinador del departamento, el rector o los vicerrectores y la supervisión, deben asumir la tarea que le cabe.
“Hay que llevar adelante un sumario que establezca cuál ha sido el perjuicio y qué debe hacer el docente y sus superiores para reparar el daño causado y asegurar que no se repita lo acontecido”, concluyó.
Por su parte, el economista Carlos Rodríguez, fundador y ex rector de la Universidad del CEMA, se expresó a través de sus redes sociales: “En la educación pública las clases deben ser públicas por lo tanto cualquier alumno debe tener derecho a grabar las clases a las cuales asisten y a difundirlas”.
En el video se puede escuchar a la profesora defender al oficialismo, criticar sin disimulo a la gestión de Cambiemos e interpelar a uno de los estudiantes -casi sin dejarlo hablar- para convencerlo sobre las consecuencias de una y otra administración.
A pesar de la brutalidad, Radetich tiene una experiencia enorme. De acuerdo a sus registros previsionales, trabajó en el Congreso de la Nación, en la Universidad de Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires -renunció en 2012- . Además de la escuela de Ciudad Evita donde quiso adoctrinar a sus alumnos, trabaja también en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº46 “2 de Abril”, donde es jefa del área de Historia y Geografía y capacita a futuros docentes.
Con 59 años es, además, una activa usuaria de redes sociales. En su cuenta de Twitter -@LAURAantiCOVID- abundan los insultos a Mauricio Macri, comentarios discriminatorios hacia la provincia de Córdoba y una llamativa propuesta para aplicar la Ley del Talión con los viajeros que llegan al país contagiados con la variante delta de coronavirus.
La docente se encuentra actualmente bajo la órbita de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Agustina Vila, desde donde se informó este mediodía que Radetich fue suspendida y que ya se había iniciado una investigación administrativa.
Pero no es la primera vez que docentes militantes del kirchnerismo intentan bajar línea. Este afán de adoctrinamiento no se queda en algunos educadores. Hay, incluso hasta contenidos curriculares y manuales para el adoctrinamiento y la difusión de una versión sesgada de pasado y presente. Ya lo denunció la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, quien aseguró que hay maestros que “entienden el aula como un espacio de militancia”. Y los contenidos de la materia Política y Ciudadanía (5° año del secundario regular en la provincia de Buenos Aires) parecen darle la razón con un título llamativo: “La política en la escuela”.
El punteo de temas revela una concepción de la escuela como lugar de adoctrinamiento y politización: “Las relaciones de poder en la escuela. La escuela como comunidad política. Los centros de estudiantes y otras organizaciones juveniles. Planificación, ejecución y evaluación de proyectos políticos en la escuela. Los actos escolares como formas de hacer política”.
En los citados contenidos curriculares se lee: “Tras los períodos dictatoriales y durante las democracias neoliberales de los años ‘90, la política ha adquirido características como la corrupción, que opera como elemento estructural, la farandulización y la frivolización. Todo ello ha desvirtuado los objetivos principales de la vida política como vida en común y acción transformadora y ha contribuido a la desvalorización de la política”.
Sin embargo, el manual no hace referencia a las denuncias de corrupción del período 2003–2015, que fueron un rasgo exclusivo de aquellos años: “Ante el descrédito de la dirigencia que había implementado políticas neoliberales, a comienzos de siglo, en distintos países de América Latina, llegaron a la presidencia hombres y mujeres con ideas de izquierda o de centroizquierda, ‘progresistas’ como algunos los llaman: Lula da Silva en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en la Argentina, Rafael Correa en Ecuador, entre otros”.
Y dice: “Más allá de sus diferencias, todos estos gobiernos implementaron políticas tendientes a: colocar al Estado nacional como herramienta de conducción y regulación de los mercados; impulsar la recuperación de los recursos naturales; gestionar el desendeudamiento; mejorar la situación de los excluidos o semiexcluidos; promover organizaciones de distinto tipo: barriales, de comunidades indígenas, campesinas, de la juventud; y paliar el hambre y la desnutrición infantil a través de planes sociales…”.
Los especialistas en educación coinciden en que la ideologización del día a día que se viene registrando a través de las últimas dos décadas produjo un desastre en todos los niveles educativos del país, el cual se profundizó en 2020 cuando durante casi un año el Ministerio de Educación de la Nación mantuvo las aulas de los colegios cerradas, a pesar de estar comprobado en ese ámbito y bajo los protocolos correspondientes, el número de contagios de coronavirus era casi inexistente.
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