“Estudié sistemas, tuve una vida de laburo convencional, fui industrial mucho tiempo. Y después durante 25 años me dediqué a la consultoría. Trabajo mucho para empresas en crisis y laburé bastante como asesor en el Ministerio de Economía, Secretaría de Comercio, fui consultor del BID, y parte de todo eso tiene que ver con el libro”, dice Félix El Idd al otro lado de la pantalla.
Tiene el pelo largo y blanco, y una barba que le llega hasta el pecho, también blanca. Si no fuera por la computadora frente suyo y los auriculares estilo gamer, el perfil no podría coincidir más con el imaginario de un escritor. En una de sus manos sostiene un cigarro, pero aun no lo prende, arrojado plenamente a la conversación.
El resumen de su vida -de sus vidas- no parece anunciar lo que logró. Sin embargo, hizo de todos esas experiencias vividas un nuevo camino que comienza con la publicación de “Declaración Jurada”, su primer libro. A los 60 años y después de dedicarse casi siempre a los menesteres del trabajo -aquello que llamamos “una carrera”- un día decidió cambiar de piel y comenzar una nueva etapa como escritor.
El arte venía acompañándolo hace años. Toda la vida pintó y dibujó, se relacionó estrechamente con la música, y juntó esas pasiones con la escritura en los albores de la década del 2000, cuando abrió un blog que gozó de muy buena popularidad. Se llamaba “Sacred Monster” y cada día pasaban por ahí más de cuatro mil visitantes que querían leer lo que escribía sobre música o sobre cualquier otro tema.
“Pero llegó un momento en que entendí que necesitaba más recursos para la escritura y empecé un curso de periodismo musical con Pablo Plotkin. Después seguí con talleres literarios. Con Plotkin, con Diego Paszkoeski, y con Santiago Llach, que es con quien más años estuve. Además hice un tiempo de dramaturgia con Mariano Tenconi Blanco”, dice.
De esas experiencias surge esta nueva. Primero se constituyó como cuentista, el género que más llevó adelante, y finalmente se lanzó a la novela. “Tengo la teoría de que uno vive muchas vidas. Y ahora me está tocando vivir ésta”, dice. Y enumera: “En un momento fui más hippie, en otro momento andaba de traje, en un momento era empresario, tuve una vida familiar”. Padre de hijos grandes, hoy Félix está en pareja y puede dedicar más tiempo a la vocación de esta nueva etapa.
“La pandemia también tuvo que ver porque se te reformula el día a día de manera brutal. Antes mi día a día estaba mucho más dominado por actividades y la escritura quedaba como algo lúdico. A partir de la pandemia con el encierro empecé a hacer más foco. Así que por suerte pude aprovecharla y no solo sufrirla”, dice.
Para Felix, “Declaración Jurada” no solo es la primera novela que escribe sino también el primer libro que publica. En el cuenta la historia de un empleado del Estado que se topa con una trama de estafas y corrupción ante la que debe reaccionar de alguna forma. Propone la idea de que ese protagonista podría ser cualquier argentino, que no es necesario estar en un lugar secreto para encontrarse con las grietas del delito.
“Yo no había trabajado nunca dentro del Estado, y hace unos siete u ocho años, sobre el final del gobierno de Cristina Kirchner y después durante el gobierno de Mauricio Macri, empecé a relacionarme con eso. Sin participar de ninguna actividad política pero como consultor de cosas específicas. Y así comencé a vincularme con el Ministerio de Economía, Secretaría de Comercio y demás. Y cuando empezás a caminar los pasillos del Estado es todo un mundo. Y yo siempre había estado trabajando en la actividad privada, entonces realmente me sorprendí. No conocía la oscuridad que podían tener esos pasillos. Oficinas donde no entendés qué hace la gente”, relata.
-En ese mundo oscuro transcurre la novela, pinta de algún modo tu impresión de lo que es el Estado.
-Claro. El Estado es un mundo donde hay un montón de cosas sueltas que funcionan en paralelo a cualquier orden. Este es un país que tiene muchos kioscos y esta novela está basada en la historia de las Declaraciones Juradas de Importación y el rulo que se hacía con las DJIs.
-¿Cómo era la historia de las DJIs?
-En la época de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio para importar necesitabas hacer una DJI, y te la tenía que autorizar él. Y era todo un kiosco para mucha gente. Para importar había que girar la plata en pesos y el Banco Central giraba las divisas. Vos pedías un crédito en el banco, el crédito te lo daban en pesos, y los dólares los giraba el Banco Central a la empresa a la que le ibas a importar. Mandaban los dólares afuera, pero las empresas qué hacían: se traían esos dólares de alguna manera informal, los vendían acá al blue y cancelaban el préstamo en pesos. Y después decían que las importaciones no se habían podido hacer. Y estaban todo el tiempo pidiéndole guita al Estado. El libro termina con algunas notas de prensa reales en las que se habla de miles de millones de dólares en fraudes. Porque no hacía falta nada, solo papeles y permisos y un circuito.
-Un bicicleta financiera
-Sí, pero de lo más sencilla. Entonces los que tenían acceso a esas autorizaciones fabricaban plata todo el tiempo. Y sucedió así durante muchos años.
-Es casi una historia real tu novela.
-La novela trata de cómo un empleado del Estado cualquiera termina involucrado en una trama de corrupción. Está la pata judicial, el sindicato, todo. Y están los ingredientes de toda novela, y la historia del país detrás. Muestra cómo a una persona cualquiera le puede tocar, de buena o de mala manera, terminar cruzándose en una historia de este tipo.
-¿Dirías que la trama de la novela es más realidad que ficción o más ficción que realidad?
-Es ficción, aunque no deja de ser realidad. La trama es más política. La letra que nos da Argentina, con la corrupción y el perfil de sus funcionarios, es increíble.
-Para el libro elegiste el camino independiente, ¿cierto?
-Bueno, aproveché mi carácter emprendedor y me lo tomé como un desafío. Así que decidí hacerlo solo desde el maquetado hasta el arte de tapa, aunque con ayuda de alguna gente, claro. El libro se puede comprar online como e-book en Amazon o en Google Libros. Y en unos días voy a tener también algunos impresos.
-¿Cómo sigue todo? Está la intención de llevarlo al cine...
-Sí, hay un proyecto. La parte del guión y esta nueva etapa ya es con un guionista. Lo estamos trabajando con Juan Villegas, pero todavía está en etapa de proyecto.
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