Carlos Díaz volvió a su Mar del Plata natal hace dos años. Se define como un profesional de recursos humanos con más de dos décadas de experiencia en la industria de la hospitalidad en Latinoamérica, África y Medio Oriente. Dice ser reclutador internacional, headhunter (cazatalentos) y especialista en gestión multicultural. Se había desempeñado cuatro años en Guinea Ecuatorial, al oeste de África, con dos aperturas de hoteles de las cadenas Hilton y Kempinski, antes de recalar en Qatar como director de recursos humanos de dos hoteles de lujo. Ahora trabaja desde su casa buscando candidatos para su cartera de clientes en Medio Oriente.
Tiene proyectos activos en Doha, la capital de Qatar. También en Arabia Saudita, Baréin, Dubai y Kuwait. Pero en Qatar, dentro de un año, dos meses y 27 días, empezará el Mundial de Fútbol. Dentro de las proyecciones empresariales de hoteles y restaurantes de lujo es poco tiempo. La perspectiva por reforzar su personal es ambiciosa e inmediata. La demanda ya comenzó. Para ahora, precisan un cupo de 50 profesionales. Para mediados del año próximo, en vísperas de la Copa del Mundo, los empleos disponibles se multiplicarán. Díaz se anima a pronosticar que en 2022 le pedirán entre 300 y 500 puestos para cubrir, como mínimo.
“Lo que estamos buscando ahora son posiciones iniciales en lo que es la gastronomía: mozos, camareras, recepcionistas en restaurantes, recepcionistas en hoteles, posiciones para la cocina, jefes de cocina. Buscamos gente que quiera ir a trabajar a Medio Oriente. No trabajamos con hoteles de tres y cuatro estrellas, solo con hoteles de lujo y de cinco estrellas para asegurarnos adónde van a ir nuestros candidatos”, detalló Carlos.
El perfil es preciso: no importa si es hombre o mujer, tampoco la edad. Debe ser, eso sí, gente que viaje sola. Por eso, los candidatos suelen ser gente joven. El requisito excluyente es un muy buen manejo del inglés. “Si bien la lengua oficial de estos países es el árabe, el idioma que se maneja en todos los ámbitos es el inglés. En el supermercado, en la cartelería está todo escrito en árabe y en inglés”, retrató. La otra condición determinante es la experiencia laboral: se exige una práctica mínima de dos años comprobable en firmas de nivel.
“Son trabajos formales, no temporarios -precisó Díaz-. Son empleos por tiempo indeterminado: mínimo un año y máximo tres, que es lo que generalmente la gente permanece en un mismo lugar. Es un trabajo formal en el que las empresas contratantes cubren todo: el visado, los pasajes de ida y vuelta, el alojamiento, las comidas, el uniforme y el transporte de ida y vuelta hacia el trabajo. El candidato no tiene que invertir en nada, solo tener su pasaporte al día y presentar un PCR negativo previo a volar”.
Las jornadas laborales son de nueve horas con una de almuerzo, seis días a la semana. Los salarios oscilan entre 600 y 1.200 dólares (más la propina), según la posición a ocupar: “Son sueldos libres de gastos, salarios netos -destacó-. Con ese monto de dinero, uno podría vivir bien teniendo en cuenta que la empresa cubre el resto de los gastos. Son lugares caros para vivir. Después queda en función de cada persona cómo administra el dinero”. El reclutador sugirió que lo que suelen hacer los profesionales es dedicarle años de trabajo para ahorrar y capitalizarse.
Desde que fundó su consultoría PHRS (al principio se llamaba People HR Solutions) hace dos años, Carlos Díaz ya reclutó a al menos quince ciudadanos latinoamericanos. El proceso de visado demora treinta días, por lo que cada postulante recién emigraría en un plazo de dos meses, no sin antes recibir una capacitación sobre cuáles van a ser las tareas laborales y cuáles las conductas a respetar en una sociedad y una cultura distinta.
Díaz, que comenzó su carrera como recepcionista en el Hotel Sheraton de Mar del Plata y que trabajó también en el Costa Galana de la ciudad balnearia y en el Llao Llao de Bariloche, ahora focaliza su agenda en la búsqueda de perfiles latinoamericanos. Dice que hay una gran demanda de profesionales de países de Centroamérica y Sudamérica. “En toda la región hay una fuerte cultura del turismo internacional. Todos los profesionales latinoamericanos están muy bien formados desde la experiencia y desde la formación académica, y además tienen muy buen nivel de inglés. Pero lo más interesante son las características conductuales que tenemos los latinoamericanos, en cuanto a la calidez con la que atendemos a los huéspedes y a la empatía que generamos con el cliente. Lo digo por experiencia, por haber estado del otro lado del escritorio seleccionando personal: esto no se ve en otras culturas. Veía claramente las diferencias con candidatos asiáticos o europeos. El latinoamericano tiene una manera distinta de vincularse con el cliente. Y eso, hoy, es muy requerido”, analizó.
¿Por qué? Las razones obedecen a la forma de ser y a la expansión de la oferta gastronómica de sus clientela: “Nos eligen por nuestra cultura y nuestra idiosincrasia. En cualquier lugar de Latinoamérica al que viajes te vas a sentir cómodo. La atención es muy buena. En otras ciudades del mundo, la atención es correcta. No existe esa calidez que mostramos nosotros. Además en todos los hoteles de lujo de los países del Golfo tienen restaurantes latinoamericanos, ya sea peruano, brasileño, argentino, mexicano. Está muy de moda la gastronomía latinoamericana”.
Los latinoamericanos, advirtió, son codiciados en la industria de la hotelería y gastronomía, pero no son los únicos extranjeros que trabajan en los países del Golfo. En su experiencia como director de recursos humanos de hoteles en Medio Oriente había mil empleados de más de 50 nacionalidades. En noviembre de 2022, el mes del próximo mundial de fútbol, se volverá a registrar una ventana de multiculturalidad en Qatar.
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