La fuga de Rawson: el plan para hacer escapar a 116 guerrilleros de la cárcel que terminó en una masacre

Comenzó a organizarse en junio de 1972. Un enfrentamiento en el Puente de Liniers puso en duda la operación. Las tensiones entre Roberto Santucho, detenido en Rawson, y el jefe del apoyo externo de la fuga, “El Gallego” Fernández Palmeiro, por la planificación. Los reveladores testimonios de los guerrilleros. Primera nota de una serie de cuatro

la fuga Penal de Rawson en 1972 derivó en una masacre

La cárcel de Rawson estaba ubicada en Chubut, a 22 kilómetros de Trelew y a 80 kilómetros de Puerto Madryn. Hacia el interior de la provincia, el pueblo más cercano era Gaiman, una colonia galesa de 3.000 habitantes; nadie que llegara por primera vez a alguna de las tres localidades podría pasar desapercibido. En esas condiciones geográficas, aislados entre el mar y el desierto patagónico, pensaron la fuga de la cárcel. Fue desde el primer día.

Al principio, el plan se inició como una fantasía: cavar un pozo desde un pabellón en dirección al muro. Hacer un túnel. Quitar las baldosas del piso, sacar tierra con el hierro de un calentador o el de las camas, que usaban como pala. Los presos hacían tareas, se preparaban y aprovechaban los recreos para hacer entrenamiento militar en el patio. Con una escoba hacían el desarme de pistolas, se ocultaban de la guardia con las frazadas que se secaban al aire. Las salidas al patio también permitían calcular las distancias entre pabellones. Antes de que la requisa penitenciaria volviera a su ronda diaria, colocaban la baldosa y la pegaban en el suelo.

Tras unos días de excavación, el pozo empezó a desbordar de agua y fue imposible ocultarlo.

La fuga estaba en el imaginario, pero todavía no tenía un plan determinado. Con la llegada de los presos políticos a Rawson, las autoridades penitenciarias y militares se preocuparon por reforzar la seguridad. Suponían que si existiera un plan de fuga, provendría de un ataque externo.

Pero los planes se siguieron pensando desde adentro hacia afuera.

Por las tardes, desde las celdas individuales, cantaban canciones folklóricas a coro. Una de ellas, la zamba “Luis Burella”, sería utilizada como señal, la que daría inicio a la fuga.

Marcos Osatinski, de las FAR, Roberto Mario Santucho, del ERP y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros en La Habana, adonde llegaron procedentes de Chile, luego de la fuga

En su planteo final, elaborado desde la cárcel, para la fuga debían coordinarse tres instancias: la toma del penal de Rawson, el secuestro del avión aerocomercial de Austral al momento de su aterrizaje en el aeropuerto de Trelew y el traslado de ciento dieciséis reclusos desde la cárcel hacia el aeropuerto, ubicado a una distancia de veintidós kilómetros. Ya tenían cronometrado el tiempo del traslado. La logística de transporte también estaba definida: un auto, en el que escaparían los seis jefes de las organizaciones armadas, y dos camiones que llevarían al resto de los detenidos. La fuga contaría con la imprescindible colaboración del guardiacárcel, que ingresaría al menos una pistola y un uniforme militar.

La planificación externa de la fuga comenzó en el mes de mayo o junio de 1972 en Buenos Aires con equipos del PRT ERP y de las FAR. Uno de los responsables fue “El Gallego” Víctor José Fernández Palmeiro, que había sido detenido en agosto de 1971 por un fallido intento de secuestro al ex comandante de Gendarmería teniente general Julio Alsogaray —pensaban canjearlo por presos políticos— y luego se fugó de la cárcel de Villa Devoto en un intercambio con su hermano durante una visita en febrero de 1972.

Fue el único caso de fuga en ese penal.

Fernández Palmeiro también era conocido como “Dedo”. Había desarmado a un policía en el tren Roca apoyándole su índice en la espalda.

Los primeros pasos de la fuga, desde afuera

“En el equipo de Dedo éramos seis. Teníamos una casa en el oeste del Gran Buenos Aires y nos dedicamos a conseguir los autos, la documentación y los fierros para llevarlos a Rawson. Dedo era jefe militar del apoyo externo, pero la conducción de la operación total de la fuga era de (Roberto) Santucho. Levantamos dos autos: un Falcon color cremita y un Peugeot 404 azul, que cuando lo llevamos al sur con los fierros, agarramos ripio, se dio vuelta, nos vinieron a ayudar paisanos del lugar y nos hicimos pasar por militares. Le cambiamos el radiador en Carmen de Patagones. El Falcon cremita llegó bien a Rawson y fue el que finalmente llevó a la conducción al aeropuerto”, contó Oscar Ciarlotti, militante del PRT-ERP. Detenido desde el f6 de marzo de 19749 hasta el 13 de diciembre de 1983.

Trelew fue una idea de la dirección desde adentro del penal, de Robi Santucho, el Pelado Gorriarán Merlo, el Gringo Menna. Ellos necesitaban recabar apoyo de afuera. Empezamos a tomar responsabilidades. Si bien yo era miembro del Comité Central, estaba en la segunda o tercera línea. Pero en ese momento estaba a cargo del ERP. Me trasladé a Buenos Aires al momento de la fuga. Fui a reemplazar al Tordo De Benedetti, que estaba en cana, en el Comité Militar de Buenos Aires. Todavía no había un comité militar nacional. Allí estaba con el Gallego ((Fernández Palmeiro). A mí me caía bien, pero era muy indisciplinado. El Gallego, antes de la fuga, quería secuestrar a (Francisco) Aleman, el marino. Entonces mandé a preguntar a los compañeros de la cárcel qué les parecía y el Negro (Santucho) me escribió y dijo que estaba en contra, porque si lo secuestraba se iba a poner muy dura la situación en el penal. Ellos ya tenían los antecedentes: los habían llevado de Devoto a Rawson. Robi decía que estaban tratando de relajar la situación. Le leí la carta al Gallego y empezó a discutir, decía que había que tenerlo a Aleman como reaseguro por si algo salía mal. Y le dije: ‘Vos estuviste preso, sabés cómo son las cosas... lo que pasa es que estás soñando con un secuestrito propio’. Se enojó”, recordó Jorge Luis Marcos. Militante del PRT-ERP. Detenido entre el 25 de agosto de 1972 y el 25 de mayo de 1973.

“En la etapa de preparación estuve en el sur. Era un lugar de máxima concentración de las fuerzas de represión. Los Tupamaros, en ese tiempo, habían sacado la idea de las ‘tatuceras’, que eran cuevas que se hacían en la tierra. Yo recorrí caminando toda la zona, y era imposible. No había posibilidad de guardar agua, comida ni nada. Además, lo que más me preocupó, pasé una semana después y todavía estaban mis huellas marcadas. Y teníamos noticias de que estaban reforzando la seguridad en Rawson, donde no había ningún tipo de apoyo logístico. Quizá podría haber algún simpatizante de presos, pero no podías caerle con armas. Había que hacer 1.500 kilómetros, llegar al sur con camiones, armas, todo. Mi tarea original era contener a los marinos de la base naval Almirante Zar. Podía saltar algo en plena fuga, y que se informara a la base. ¿Cuál sería la orden a la policía? ‘Rodéenlos, no dejen levantar el avión, pongan algo en la pista y vamos nosotros a tomar esto.’ Con los equipos de ellos, las tanquetas, con todo. Esto es lo que iba a pasar. ¿Entonces cómo íbamos a contenerlos? Con las bombas ‘vietnamitas’ y ‘africanas’, un explosivo al medio y todo lo demás, tornillos. Íbamos a ir escondidos por el campo, en un lugar suficientemente lejano, para que la balacera no afectara al avión y suficientemente cerca como para salir corriendo y subir últimos. Éramos cinco compañeros, con FAL; con las bombas vietnamitas, íbamos a parar a los marinos ahí, en la oscuridad, con las bombas que les explotaran cuando vinieran. ¡Pum! Las teníamos listas en Buenos Aires”, dijo Alejandro Ferreyra. Militante del PRT-ERP. Detenido entre el 6 de septiembre de 1973 hasta 1984.

clarin-1972-fuga penal de rawson

“Hicimos una reunión con (José) Lewinger -FAR, Fuerzas Armadas Revolucionarias- y (Carlos) Capuano Martínez -Montoneros-, que estaba de acuerdo con la fuga pero lo iba a hablar con la dirección. Hicimos otra cita en Avellaneda y dijo que (Mario) Firmenich y no sé quién más le dijeron que no. Ellos calculaban que habría elecciones, que iban a largar a los presos. No querían. Entonces empezamos a realizar tareas con las FAR. Ellos tenían un compañero que conocía a un contrabandista de cigarrillos que tenía un avión Cessna 310. Lo contratamos para recorrer todo el sur de Chile. Nuestra idea era hacer bajar el avión de Austral en un campo de 1.500 metros, con el apoyo del MIR -Movimiento de Izquierda Revolucionaria-, y distribuirnos por Chile. Y los del MIR nos dijeron: ‘Bajen en Concepción, que es un buen aeropuerto, nosotros se los tomamos’. El MIR no sabía de la operación, pero no comía vidrio. El Plan A era hacer la fuga con el avión de Austral. El Plan B, el del Gallego Fernández Palmeiro, era comprar un avión de la Segunda Guerra, pero que estaba en buenas condiciones, para aterrizarlo al sur de Rawson, un avión para cuarenta o cincuenta personas apretadas. Si fallaba lo del avión de Austral, teníamos el Plan B para garantizar la operación. Y fue el Pelado César, de las FAR, a comprar el avión a Paraguay, mientras nosotros recorríamos la zona sur de la Patagonia para ver dónde aterrizar. Era común que los estancieros que llevaban ovejas en un avión aterrizaran en el campo. Fui a Uruguay a buscar un piloto de los Tupamaros, pero justo los tres que tenían habían caído en cana. Nos faltaban el avión y el piloto, y Robi (Santucho) me escribió desde la cárcel y dijo que la fecha máxima era el 15 de agosto: ‘No tenemos más tiempo’. Decía que no podíamos postergarla más porque en el penal estaban tomando muchas precauciones, medidas muy severas. Por eso, ellos se quedaban quietitos. Yo recibí la carta en un ‘caramelito’ que me había hecho llegar el abogado (Gustavo) Roca, un cordobés. Faltaban quince días. Los de afuera éramos bastante pesimistas. Nos impresionaba la tropa que tenían en Rawson, un destacamento de Gendarmería, la policía provincial, además de la base naval”, sumó Jorge Luis Marcos

La preparación de la fuga, desde adentro del penal

La fuga era un secreto que pocos conocían. El comité de fuga dentro del penal estaba conformado por Santucho, Menna y Gorriarán Merlo (PRT-ERP) Roberto Quieto y Marcos Osatinsky (FAR), y Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), que estaba cooptado, incorporado por razones de política de alianzas. A nosotros nos interesaba que participara porque le daba una cobertura de unidad. Pero Montoneros no participó orgánicamente afuera. No apoyó ni puso una moneda, gente, nada. Sólo desde dentro de la cárcel. La fuga la conducían básicamente el ERP, Santucho, y en segundo lugar las FAR, Osatinsky.

“Vivíamos en pabellones con celdas a los costados y estufas en el medio. Se dormía en la celda y durante el día se podía estar en los pasillos. Eran seis pabellones separados por un espacio de treinta metros. Yo me quería ir de la prisión, pero era bastante pasable. Tampoco era un hotel. Comíamos bien, hacíamos ejercicios en espacios enormes. En el pabellón seríamos cincuenta. Arriba, en la planta alta, estaban las chicas, incluso se podía hablar con ellas. El piso que nos separaba estaba hecho de ladrillos de vidrio y había algunos agujeros. El pabellón nuestro era oscuro, y ellas tenían luz de día.

La perspectiva del PRT-ERP era que la dictadura se iba a quedar muchos años, no que se iba a caer en dos. Pensábamos que se convertiría en un régimen fascista y luego habría una intervención norteamericana. El V Congreso (del Partido) no creyó que hubiera una salida política.

En la cárcel nos mezclaron con los montos. Estudiábamos juntos marxismo e historia argentina, larguísimas discusiones. También con las FAR, que discutía su fusión con los montos. Montoneros pedía el regreso de Perón, y nosotros decíamos que no considerábamos que su regreso daría el salto cualitativo. Nosotros íbamos por el socialismo. Perón no nos parecía un obstáculo, pero nosotros seguíamos con el piñón fijo, asaltando cuarteles, cosas cada vez más grandes ¿Por qué? Porque pensábamos que la lucha democrática antidictatorial iba a ser subsumida por la lucha por el socialismo en la revolución permanente, la ley interna de la revolución. En la práctica, lo que ocurrió fue que la lucha por el socialismo se subsumió en la lucha antidictatorial por la democracia. El fenómeno fue al revés. Nosotros fuimos subsumidos. Entonces, mientras estaban los milicos, la gente decía que estaba a favor de ‘los montoneros del ERP’, usando Montoneros como género próximo y ERP como diferencia específica. Ésa era la realidad. Pero nosotros distábamos de tener una comprensión de todo eso. Hay que hacer un montón de concesiones a la política de alianzas. Consecuentemente, llevamos adelante el esfuerzo por ‘la libertad de los presos’, por ‘la unidad de las organizaciones guerrilleras’, ésa fue la consigna propagandística permanente. Unidad con montos y FAR, que se llevó en una sola oportunidad, en la cárcel de Rawson. Las FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación) no participaron porque no existían. Y encima, (Juan Carlos) Cibelli, un intelectual con pie plano, no veía un pomo. Daba clases de marxismo. Nosotros, para esa época, teníamos una carretilla llena de tipos que venían al pie, y daban clase de marxismo. Venían del PC.

La idea de tomar el penal desde adentro hacia afuera se le ocurrió a Santucho. Primero pensábamos hacer la fuga por un túnel, con la dificultad de que había requisas rutinarias y otras sorpresivas. Mandábamos la tierra en un tubo de tela a las pibas por los huecos que dejaba la falta de ladrillos de vidrio. Ellas, cuando salían a caminar al patio, tiraban la tierra, lavaban el tubo, lo secaban y lo mandaban de vuelta para abajo. Hacíamos tubos de tela finitos, de dos metros de largo. Pero no terminábamos de cavar nunca porque se llenaba de agua de afuera. Decidimos utilizar la excavación como depósito de armas, cambiamos la táctica y pensamos de otra manera.

La idea del avión, en realidad, se nos ocurrió a varios. No se necesita ser un genio. Estás en la Patagonia. O conseguíamos un avión nosotros o traíamos uno secuestrado. Siempre robábamos autos. Así que robar un avión... teníamos el métier. Lo complicado no era tanto el avión sino la base aeronaval, que contaba con aviones cazas y un grupo de Rangers. Los Rangers es un grupo de choque, terrestre, muy agresivo. Para esto se debía formar un grupo de contención armado de veinte compañeros en el aeropuerto, que protegiera el avión en la fuga e impidiera que fuera atacado por los Rangers. Y el grupo de contención se iría del aeropuerto en el avión que aterrizara después. Y si hubiera aviones caza en la base naval, el grupo de contención debía tener morteros y volarlos. Teníamos morteros, robados”, señaló Pedro Cazes Camarero. Militante del PRT-ERP: Detenido entre el 8 de julio de 1971 y el 25 de mayo de 1973, y entre el 10 de septiembre de n1973 y el 10 de octubre de 1983.

“El Gallego estaba convencido que iba a ser un desastre”

“La planificación de la fuga al principio se empezó a hacer en Buenos Aires y al final el comando de decisión se lo quedó Santucho desde la cárcel. El Gallego no estaba de acuerdo con el modelo de fuga. Entre Rawson y el aeropuerto de Trelew está la base naval, y para fugarse había que escapar hacia el lado de los militares. Si se enteraban de la fuga, no llegarías al aeropuerto ni en pedo. El planteo de El Gallego fue hacer una fuga pero en dirección al sur y escapar con el avión de un contrabandista que aterrizara en la ruta. Ya había contactos con contrabandistas. Porque en la fuga original se iban a escapar la dirigencia de las organizaciones y treinta y cinco o cuarenta más, todos amontonados. Pero Santucho decidió el plan del aeropuerto. El Gallego estaba convencido de que iba a ser un desastre. Estaba tan convencido que decidió tomar el avión él para no mandar militantes al muere. Esto dicho por el Gallego a mí, mientras comíamos un salamín cortado, con vino y soda: ‘No mandar al muere a ningún compañero de base’.

“Ya en ese momento había una discusión interna: hacer caer a los militantes como una bolsa de huevos o cuidarlos para la creación de cuadros. La gente caía a rolete. Ya esa discusión estaba. La distancia entre el enunciado de ‘guerra popular y prolongada’ y el hecho de operar cada día como si fuera el último... Había una discusión bastante gorda en términos metodológicos, que luego sería el origen de la diferencia del ERP-22 de Agosto con la conducción del ERP”, dijo Raúl Argemí, ERP “22 de Agosto”. Detenido entre el 21 de junio de 1974 y el 20 de agosto de 1984.

“Con El Potrillo, que ya murió, nunca estuvo preso y nadie sabe quién fue, hicimos el chequeo para la toma del avión de ese vuelo de Austral. Ésa fue nuestra tarea. Calculamos los tiempos, pensamos cómo se podía reducir a los pasajeros. Eso fue en julio de 1972. No se podía estar mucho tiempo por el sur con un auto con documentación falsa. Después, cuando empezó a aparecer la gente de las FAR, con los camiones dando vueltas, el Gallego dijo: ‘Esto es un quilombo’, ya es un circo, y nos bajó. Yo me quedé fuera de la operación del avión, que terminaron haciendo Ferreyra y El Gallego”, rememoró Oscar Ciarlotti, PRT-ERP

Tres policías muertos, el prólogo de la fuga

Venía encarajinado el tema del mando. El Gallego hacer el plan de fuga externo, y Santucho le dice: ‘No, mandamos nosotros’. Todos los elementos estaban en contra de la operación. No había logística. Desde afuera se veían esas cosas y desde adentro se minimizaban. Muchas no las sabrían. Porque en el ‘papelito’ que mandábamos a la cárcel no se contaba todo esto. La comunicación era muy directa: ‘Va plata para que compren al guardia, va esto, va lo otro”. Pero nosotros nos decíamos: ‘Si vamos a hacer algo de esta magnitud, ¿cuál es el plan B?’. No había plan B. Llegamos a la conclusión de que no había. En el camino, la gente de las FAR fue a buscar un avión de treinta plazas a Paraguay. Por otro lado, el Colorado (Jorge Luis Marcos) buscaba pistas para aterrizar en la Patagonia, donde eventualmente esconderlo, para que por lo menos llegáramos ahí con dos camiones y salieran de la cárcel, aunque sea treinta. ¿Y si no andaba lo del avión, qué pasaba...? Eran todas alternativas que se fueron agotando. Todo se iba simplificando y reduciendo.

Alejandro Ferreyra (captura YouTube)

“Ellos creían que nosotros teníamos que hacer todo ta, ta, ta, ta... y que no podía haber ningún problema que nos demorara. ¿Y si la policía nos bloqueaba el aeropuerto antes de que ellos llegaran? Teníamos que abrir un hueco ahí, romper ese cerco con FAL y bombas vietnamitas, para que ellos pasaran... En un momento, el Gallego, medio en joda, dijo una cosa absolutamente cierta: ‘Lo único que falta es que nos pidan que hablemos con la embajada rusa para que nos manden un submarino’. Cuando estás preso, pensás cualquier cosa. El Gallego, para salir de Devoto, dejó preso a su hermano y después se dio cuenta de la locura que había hecho. Yo, en los once años que estuve preso, he pensado planes de fuga, y eran una locura más grande que la otra. Así piensan los presos.

“Y sumado a todo esto hubo un enfrentamiento. Pocos días antes de la fuga, el equipo de las FAR había robado el camión. Y estaban en un café en Liniers, frente al puente, cuando pasó el dueño del camión, lo reconoció y fue al destacamento de policía, y se acercaron a los muchachos que estaban en una mesa. Mataron a los tres policías. Ahí mismo. Hubo que conseguir otro camión, hacerles los papeles nuevos a los de las FAR, toda la documentación falsificada, de la tarde a la noche, para que el camión fuera a Bahía Blanca, donde estaba la base del partido, para hacer la reunión sobre la fuga.

Fuimos los tres del ERP, el Gallego, el Colorado Marcos y yo, que nos ocupábamos del avión, la contención y el manejo del aeropuerto. Y los tres de las FAR, que se encargaban de los camiones: Lewinger, Tonio (Pablo González Langarica) y Manuel, un negro morocho. El Gallego en la reunión dijo que esto no iba a salir y que no quería hacer la fuga por el aeropuerto de Trelew. La quería hacer por el sur. El Colorado Marcos estuvo de acuerdo con él. Entonces pedí hacer un cuarto intermedio entre nosotros, los del ERP, y tomar la decisión final. Y ahí le dije al Gallego que no estábamos para decidir si se hacía o no: ‘Esta es una decisión que ya está tomada, por más dificultades que tengamos... Supongamos que no la hacemos nosotros y la hacen otros compañeros... Van a tener dificultades mayores que las nuestras. Nosotros tenemos todo estudiado. Entonces sí o sí tenemos que hacerla’. Y el Gallego respondió, me acuerdo patente: ‘La hacemos, pero vamos al muere nosotros tres. Yo no voy a llevar a mi equipo ni vos al tuyo’. El Gallego tenía que tomar el avión con cinco compañeros de su equipo. Y yo tenía que contener a los marinos de la base naval, con otros cinco. Fue una discusión interna. Dijimos: ‘La hacemos nosotros tres. Si morimos los tres, salvamos a quince compañeros’. Y ésa fue la posición. Y después fuimos a hablar con los de las FAR y les dijimos que levantar la operación sería más grave, que no la levantábamos. Ellos estaban en duda. Ése era el clima. Había mucha tensión, mucha fricción en todos los movimientos. Eran organizaciones distintas. La coordinación era muy lenta. Además, el 13 de agosto habían aterrizado en el aeropuerto de Trelew tres aviones militares de la base aeronaval. Nosotros no entendíamos por qué...”, detalló finalmente Alejandro Ferreyra.

Continúa en la segunda parte mañana.

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