La historia de Valentina Prata y Gustavo Contreras recorre todos los portales de noticias cordobeses. Ella, diseñadora gráfica, y él, Licenciado en Psicología, acompañante terapéutico y fotógrafo, el pasado 3 de agosto se convirtieron en la mamá y el papá de Fiorella. ¿El detalle? No tenían idea de que estaban esperando un bebé.
“Ese martes fui a trabajar y como a las 3 de la tarde le avisé a mi pareja que no estaba bien, que me viniera a buscar. Llegando a casa pensaba que eran dolores normales de toda mujer, pero no. Me empecé a sentir muy mal, así que llamamos al servicio de emergencias y a la media hora ya estaba en el sanatorio”, explicó Valentina a El Periódico.
Una vez en el centro de salud, contó la joven, le hicieron una ecografía que develó un embarazo de 38 semanas. “Sentí un corazón que latía, pero no tuve tiempo de nada. A los 10 minutos estaba en la sala de parto y en otros 10 minutos ya la tenía en brazos a mi hija”, describió. Fiorella nació ese mismo día a las 17.30 horas, pesando poco más de tres kilos.
La pareja -que actualmente vive en la ciudad de San Francisco, ubicada a 206 kilómetros de la ciudad de Córdoba Capital, con sus dos perritas- bromea con que fue un embarazo de cuatro horas.
“Yo estaba en la cama con muchos dolores, creía que menstruales, pero eran contracciones. La doctora que vino a mi casa me empezó a tocar y me preguntó de cuántos meses estaba. Le dije que no estaba embarazada, pero ella me dijo que le parecía que sí. Entonces nos fuimos volando al sanatorio. Cuando me hacen la ecografía me dicen que tenía un embarazo muy avanzado y yo no caía. Pensaba cómo, si no tenía panza, ni síntomas, si siempre había estado bien”, le contó Valentina a la periodista Melina Barbero.
Gustavo, por su parte, dijo que llegó a sospechar del embarazo en algún momento, pero que nunca estuvo seguro. “A lo largo de estos meses me di cuenta de que ella no tenía su período pero, como es irregular y estuvo sin menstruación varios meses, entonces pensé que era normal. Por otro lado, nunca sintió náuseas, ni estuvo asqueada por algo, más bien todo lo contrario. Nosotros hicimos vida normal durante todos estos meses. Y como ella nunca presentó un síntoma que fuera muy notorio, nunca lo sospechamos”, agregó el joven que, tras el nacimiento de su primogénita, le dedicó un posteo en sus redes sociales.
“Hoy desperté siendo solo esposo y termino siendo esposo y padre de esta hermosa bebé. Mi princesita Fiorella va a ser amada y cuidada siempre (...) Alguien dijo al enterarse de tu llegada inesperada, pero deseada: ‘Es como una nevada en primavera’. Amé esas palabras porque te describen en todo tu esplendor”, escribió Gustavo en su cuenta de Instagram.
Consultada por Infobae, Florencia Salort, médica ginecóloga, sexóloga y coordinadora de Extensión Universitaria del servicio de Ginecología del Instituto Universitario del Hospital Italiano, sostiene que casos como este pueden acontecer.
“Es muy raro, pero pueden suceder. He conocido mujeres que recién se enteran de que están embarazadas a las 25 semanas de gestación. Estando tan en término, nunca. Más allá de eso, si una mujer dice que no lo sabía, no hay por qué no creerle. Hay embarazos y embarazos. Cada persona es diferente y tiene diferente conciencia de su cuerpo. Hay varios factores que se ponen en juego con respecto a esto último: desde el sobrepeso, pasando por la distribución grasa en abdomen, el lugar donde tiene ubicada la placenta, síntomas que se confunden con patologías de base como colon irritable, hasta el estrés ocasionado por la pandemia”, indica.
“Uno cree que cuando los embarazos comienzan tiene que haber siempre náuseas y vómitos, cansancio y aumento de sueño, pero esto puede no pasar. De hecho, hay embarazos que se cursan sin ninguno de estos síntomas. De cualquier forma, hay otros indicios corporales cuando el embarazo progresa, como el cambio de coloración en los pezones, el aumento del tamaño mamario y el aumento de peso, que son notorios. Incluso, cuando se llega al último tramo, casi siempre hay retención de líquido en miembros inferiores (tobillos y pies), la vulva se siente un poquito más turgente y, a veces, se produce mayor constipación y comienzan a existir trastornos en el sueño por el tamaño de la panza”, agrega Salort que es seguida por casi 330 mil usuarios en su cuenta de Instagram (@flordegineco).
Con respecto a la irregularidad menstrual, la especialista hace hincapié en que hay embarazos que se cursan con algún tipo de sangrado que puede venir por ejemplo de cuello de útero o por una placenta baja y confundirse con un “sangrado tipo menstrual”. “Hay muchas mujeres que, por su historia menstrual personal, están acostumbradas a ser ‘irregulares’ debido a que pasan grandes períodos sin menstruar ya sea por diferentes patologías, como el síndrome de ovario poliquístico, o situaciones de vida, como excesiva actividad física o trastornos alimentarios, entre otras cosas”, dice.
Acerca de los movimientos fetales, la médica ginecóloga sostiene que ”hay bebés que se mueven poco”. “También puede pasar que la gestante sienta que son gases, ‘pececitos o burbujas’, como les dicen, pero eso suele ser antes de las 30 semanas después es raro no notarlos”, agrega.
Valentina y Gustavo se casaron en septiembre de 2016. Ella de Córdoba, él de Venezuela, aunque no tenían planeado agrandar la familia a corto plazo, era un tema que habían conversado más de una vez y hasta tenían los nombres pensados, “por lo que elegirlo fue sencillo”, explicaron.
La previa al parto, según Gustavo, fue una mezcla de sentimientos. “No entendíamos nada, yo me largué a llorar, pero no de miedo, sino que estaba feliz. Ella me decía que tenía miedo y sí, teníamos inseguridad porque no nos habíamos preparado ni mentalmente ni económicamente para recibir un bebé”, explicó él.
Según Valentina el parto fue “un trámite”. “Gracias a Dios fue muy lindo. Me enteré que era una nena cuando la enfermera le puso una mantita y me dijo: ‘Está todo bien ya te la doy’”, contó. Tras dar a luz, envuelta en un mar de emociones, Valentina empezó a “atar cabos”. “Es verdad me sentía un poco más gorda, pero por ahí era porque hacía unos meses que no menstruaba, que era muy normal en mí, capaz me sentía hinchada como me solía pasar. Y me habían salido granitos de acné, los síntomas de siempre, pensé que ya se me iban a ir. Y cuando la tuve sentí un alivio, y ahí me di cuenta de que tenía algo en la panza”, concluyó.
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