Marisa y Pablo tendrían que estar en Buenos Aires. Sin embargo siguen varados en Madrid. Su vuelta inicial estaba confirmada para el 5 de julio pasado. Ya transcurrió más de un mes lejos de casa, y la aerolínea no les da previsiones para una vuelta, esta a las espera de las nuevas decisiones administrativas del gobierno nacional con respecto a los vuelos.
Están angustiados, cansados, y sobre todo hartos de no saber cómo transcurrirán los próximos días. Marisa es la que más sufre la incertidumbre. “Estoy con asistencia psiquiátrica”, le cuenta a Infobae. “En 58 años jamás había protagonizado un ataque de pánico, estando lejos de casa se me disparó. No soporto no saber cuando voy a retomar mi vida“, agrega. Por sus episodios y gracias a la cobertura médica que contrató antes de viajar se le asignó un psiquiatra. “Me recetó un antidepresivo... La verdad nunca había tomado nada, pero esto se fue de control. Esta medida es inconstitucional e intempestiva, única en el mundo con los perjuicios que nos ocasiona tanto en nuestra salud, como laborales y económicos”, se lamenta.
La pareja, de 58 años, tiene dos hijos y vive en Caballito. Ella es empleada de un laboratorio médico, y él contador público. Antes de la pandemia habían comprado un pasaje por Iberia para visitar a sus familiares, que residen en Madrid. “Por razones sanitarias obvias el vuelo fue postergado en distintas oportunidades”, comentan ambos. Hasta que en 2021 ya no pudieron seguir extendiendo el boleto, era usarlo o lo perdían lo invertido.
Con la situación epidemiológica controlada en Europa, decidieron volar a Madrid con el propósito de descansar, y visitar a sus familiares. “Pablo tiene el pasaporte europeo, lo cual nos habilitó el ingreso”. Llegaron el 5 de junio. Recorrieron en auto diversas ciudades, siempre respetando los protocolos.
Cerca de la fecha de regreso a Buenos Aires, el 1° de julio, volvieron a Madrid. Ahí comenzó la odisea. “Un día antes recibí el e-mail con la cancelación del pasaje. Había hecho el check-in y reservado los asientos, igual no pudimos viajar. Lo más llamativo, el vuelo salió igual”, se lamenta Marisa.
El 13 de julio habría sido la otra oportunidad de regreso. Se presentaron en el Aeropuerto de Barajas con el PCR negativo realizado (cuesta alrededor de 90 euros), y no pudieron embarcar por la restricción de cupo de pasajeros estipulada por el Gobierno Nacional. “Desde ese día que llamo incansablemente a Iberia. Ya no saben qué decirme, ni qué fecha darme. Me otorgaron un pasaje para el 7 de agosto que ya me lo dieron de baja….”, se queja.
Moviendo cielo y tierra, Marisa se presentó en el consulado argentino de Madrid, incluso logró que la atendieran. Lo mismo que la asistente del cónsul. “Nos escuchó empáticamente, eso fue importante. Lo único que puede hacer es enviar los reportes a Cancillería, pero no nos pueden dar una solución”.
En esa reunión el matrimonio les sugirió armar una lista de prioridad de regreso por fecha de cancelaciones. Algo que desde el gobierno señalaron que harán. “Que se organicen de tal modo que vayan volviendo los que están hace más tiempo acumulando angustia y deudas”.
No solo eso, “Si no van a dejar entrar al país, que tampoco salgan vuelos porque se siguen acumulando varados en el exterior”, destaca. Según cálculos extraoficiales, entre 6.000 y 7.000 viajeros sufren aún las consecuencias de las restricciones.
Por otra parte, en el sector aerocomercial y en el turismo piden previsibilidad para poner fin a la incertidumbre de los viajeros y de las empresas.
En una nueva etapa, la directora de la Dirección de Migraciones, Florencia Carignano, anunció que se eleva el cupo de viajeros por día. “Desde este sábado aumentaremos el ingreso a 1700 personas por día y seguirá aumentando gradualmente”.
Sumado al hartazgo, la pareja tiene otro problema. Pablo solo tiene la primera dosis de su vacuna. El segundo turno ya le fue otorgado, pero está varado. En cambio, Marisa aún no fue vacunada. “Cuando partimos todavía no estaban haciendo las aplicaciones para los de mi edad. Eso cambió estando afuera. En España solo podes vacunarte con el carnet de sanidad, que no tenemos”.
“Las medidas de prevención por la variante Delta no justifican que no nos dejen ingresar al país. El resto del mundo permite el ingreso a sus ciudadanos tomando las medidas sanitarias correspondientes”, agrega Marisa.
A su vez, en Buenos Aires quedaron los padres de Marisa, tiene 93 y 89 , y precisan de asistencia. “Desde el teléfono trato de calmar su ansiedad porque me esperan. Están expectantes a mi vuelta. Mi hijos pasan a verlos cuando pueden”.
Por lo tanto, si bien desde Migraciones demostraron la intención de aumentar el cupo, desde el Ministerio de Salud no han dado ninguna certeza de que esto vaya a suceder. El Gobierno emitirá un nuevo DNU con aperturas progresivas en viajes, turismo y eventos masivos al aire libre.
Y cierra con un reclamo: “Estoy enferma, me siento sola, abandonada por mi patria. Exigimos que nos dejen ejercer nuestros derechos y que levanten las restricciones de ingreso a la Argentina”.
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