Cuatro años después del primer Plan Proyecto Humanitario, que permitió identificar 115 soldados argentinos de 122 cuerpos exhumados, comienza hoy la segunda etapa en busca de la identidad de los caídos argentinos en la guerra de 1982.
Esta vez el trabajo de los seis forenses, que llegaron esta mañana a las islas, será muy específico: a diferencia del trabajo realizado entre junio y julio de 2017, cuando fueron exhumados 122 cuerpos de 121 sepulturas con la denominación “Soldado argentino solo conocido por Dios”, centrarán su labor solo en una tumba colectiva ubicada en Darwin: la denominada C.1.10.
El equipo que aterrizó esta mañana en las islas está integrado por Luis Fondebrider, fundador y ex director del Equipo Argentino de Antropología Forense y actual titular de la Dirección de la Unidad Forense de la Cruz Roja Internacional con sede en Ginebra, Mercedes Salado Puerto, del EAAF y propuesta por el Gobierno argentino, el inglés John Clark, propuesto por el Reino Unido, Laurent Corbaz, coordinador de el PPH 2 y dos especialistas, uno de Estados Unidos y otro de Australia. Los cuatro forenses nombrados formaron parte de los expertos que trabajaron en las islas en 2017.
Los forenses deberán hacer “una semana de aislamiento hasta el próximo domingo por los protocolos COVID-19″, según confirmó Fondebrider a Infobae ayer por la noche, poco antes de subir al avión que lo llevaría al aeropuerto de Mount Pleasant.
“Esta segunda etapa tiene dos tipos de trabajo. Por un lado, una tumba colectiva dentro de Darwin que tenía nombres de los cuales una buena parte de ellos apareció en las otras tumbas que estaban en el cementerio. Ese será el trabajo principal. Además, apareció hace unos tres meses un aviso de un excombatiente británico que mencionó la posibilidad de que estuviera enterrado fuera del cementerio, cerca de donde había un hospital de campaña, alguno de los soldados argentinos. No hay certeza, pero logramos con la Cruz Roja que también se pueda inspeccionar esa parte”, detalló Daniel Filmus, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, en CNN Radio
¿Por qué existía una tumba mal nombrada en Darwin?
La identificación del soldado Mario Ramón Luna, muerto en la helada tarde del viernes 28 de mayo de 1982 en Pradera del Ganso, fue la que encendió la alarma.
Cuando los forenses que trabajaron en 2017 en las islas hallaron que el joven nacido en el paraje Pozo Castaño en Santiago del Estero, no estaba en la tumba C.1.10, como figuraba en la negra placa de granito en Darwin: su cuerpo estaba enterrado en una cruz no identificada.
¿Qué había ocurrido?
En febrero de 1983 el coronel británico Geoffrey Cardozo -figura clave en el histórico proyecto humanitario junto al veterano argentino Julio Aro- culminó con la tarea que le habían encomendado desde los más altos mandos luego de la guerra: recoger los cuerpos de los caídos argentinos de los campos de batalla para darles honorífica sepultura. En ese entonces, Luna no había sido identificado. Fue enterrado como un “Soldado Argentino Solo Conocido por Dios”. Pero luego algo cambió.
Años después el nombre de Mario Luna apareció inexplicablemente en la tumba C.1.10. Fue en 2004 cuando la Comisión de Familiares realizó la reforma del cementerio de Darwin, donde se cambiaron las cruces y placas y se inauguró el enorme cenotafio con los nombres de los 649 caídos.
La historiadora Alicia Panero fue quien, con sus investigaciones, halló diferencias entre el informe de Cardozo de 1983 y la placa de esa tumba en el cementerio de Darwin desde 2004. Panero hizo una denuncia ante la Justicia para que se investigara el tema. Esta acción ante los tribunales y su revelación sobre un error en la placa de la C.1.10 fueron puntapié inicial que para el PPH2.
“Siempre tuve la certeza de que en esa tumba están los gendarmes del Puma que fue abatido en Monte Kent, porque el trabajo de Cardozo es impecable. Y porque siempre en su informe dejó claro, en una anotación marginal, que había un cuerpo y tres restos procendentes de ese sitio. Y esa fue la verdad en la que me apoyé para realizar esta investigación”, le dijo la historiadora a Infobae.
En febrero del 1983, cuando el coronel británico enterró con honores a los muertos argentinos, la sencilla cruz de madera C.1.10 decía: “Cuatro soldados argentinos solo conocidos por Dios incluyendo al 1er Alférez Julio Ricardo Sánchez- 10.487.666”.
Luego de la reforma, tres nuevos nombres acompañaron al del gendarme Sánchez. En la nueva placa de granito negro se leía: “Héctor Walter Aguirre- Mario Ramón Luna-Julio Ricardo Sánchez-Luis Guillermo Sevilla”.
Sánchez pertenecía al Grupo Alacrán y murió el 30 de mayo en las alturas de Monte Kent, junto a cinco compañeros, cuando el helicóptero en el que viajaban fue derribado por el misil de un Sea Harrier. Los nuevos nombres que se sumaron a la tumba del alférez pertenecían a tres soldados de la Fuerza Aérea, muertos el 28 de mayo en la base aérea Cóndor de Goose Green, a casi 90 kilómetros de distancia.
El informe de Cardozo detalla con precisión que en la tumba C.1:10 se enterraron, el 1 de septiembre de 1982, soldados hallados en Monte Kent. En la columna destinada a las observaciones, el coronel escribió que junto al alférez Sánchez se hallaban “otros tres tripulantes no identificados”. El nombre de Luna, muerto a casi 90 kilómetros de allí el 28 de mayo en Pradera del Ganso, no estaba en ninguna de las 230 cruces de Darwin en el preciso informe británico.
El trabajo que los forenses designados por la Cruz Roja Internacional realizaron en Malvinas durante 2017 permitió determinar que Luis Guillermo Sevilla y Héctor Walter Aguirre, los soldados de la Fuerza Aérea que supuestamente compartían tumba con el alférez Sánchez y con Luna, en realidad yacían en otras dos fosas del cementerio de Darwin: Sevilla bajo la cruz D.A.2.8, Aguirre en la D.B.2.8.
¿Cómo pudo ocurrir este error?
María Fernanda Araujo, presidenta de la Comisión de Familiares de Malvinas, relató que cuando se decidió la reforma del cementerio en 2004-con el apoyo fundamental del empresario Eduardo Eurnekian de Aeropuertos Argentina 2000- se envió una solicitud a la Cancillería para que pidiera al Ejército, a la Fuerza Aérea, a la Armada, Prefectura y Gendarmería las listas de los caídos en la guerra y nómina de las tumbas de los restos identificados en el cementerio. En ese entonces el presidente de la Comisión era Héctor Cisneros (hoy fallecido), hermano de Mario “el Perro” Cisneros. “Cuando recibimos la documentación confiamos en los listados de las Fuerzas”, detalla Araujo, y en base a esa información se hicieron las reformas de las placas y cruces.
Desde la Comisión aseguran que nunca pudieron sospechar que una lista oficial iba a estar errada, pero la Fuerza Aérea incluyó tres nombres de solados que no estaban identificados en ese entonces y los sumó a la tumba C.1.10.
Esta tumba no estaba incluida en el primer PPH, ya que no era anónima. Ahora los forenses podrán determinar la identidad de los caídos que allí están enterrados.
El trabajo incluirá también una exploración en Caleta Trullo, a casi 60 kilómetros de Puerto Argentino y poco más de 84 de Darwin, donde en 1982 los británicos instalaron un hospital de campaña y donde podría existir una fosa común de soldados argentinos hasta ahora desconocida.
La historia se conoció el 6 de mayo de este año, cuando el gobierno kelper de las Islas Malvinas abrió formalmente una investigación para determinar si existían restos de soldados argentinos no identificados enterrados en la zona de Caleta Trullo (Teal Inlet, según su nombre británico) al este de la isla Soledad.
La historia comenzó en julio de 2020 cuando un veterano inglés se comunicó con el gobernador de las Islas para denunciar la existencia de “una tumba de guerra” que no había sido relevada en ningún informe posterior al conflicto armado de 1982. El soldado dijo que, en medio del caos de la guerra, se había perdido la información sobre la existencia de esa fosa temporaria con restos de varios soldados argentinos.
La policía de las islas hizo una serie de investigaciones a partir de registros militares, entrevistas con veteranos y material de archivo. Los encargados de las pesquisas se comunicaron con el coronel Cardozo para que colaborara en esta nueva etapa.
Consultado por Infobae, el militar británico detalló lo ocurrido en 1982: “Allí había funcionado un hospital de campaña así que envié a un pequeño grupo de los hombres a explorar la zona. El 29 de enero de 1983, encontraron el cuerpo de un soldado argentino que se logró identificar como Ramón Quintana”, dijo Cardozo a Infobae.
Ramón Omar Quintana, nacido en Tucumán y quien formó parte de la Compañía B del Regimiento de Infantería 7, fue herido de gravedad durante la batalla y llevado hasta el hospital inglés. Sus restos descansan en el cementerio argentino de Darwin, en la tumba B.1.11.
Entre el 1 y 2 de febrero de 1983, surgieron nuevos rumores sobre una posible fosa de soldados argentinos en Caleta Trullo. Los hombres de Cardozo exploraron nuevamente la zona. Así lo detalló en su expediente: “Se investigaron dos informes de último minuto de tumbas cerca de Teal Inlet y Johnsons Harbor, pero no se encontró evidencia de tumbas”.
Ahora, casi 40 años después, los forenses podrán hacer exploraciones en un perímetro de 5 metros por 15 en Caleta Trullo, donde las imágenes satelitales muestran una depresión. Podría tratarse de una “tumba de guerra” o simplemente un accidente geográfico.
“Es una zona donde hubo denuncias de que posiblemente podrían haber restos, en la parte aledaña a un hospital de campaña, pero también pueden ser restos propios del hospital por amputaciones, así que se analizará el terreno”, explicó la antropóloga Virginia Urquizu, integrante el EAAF, a Télam.
Los entierros se habrían producido las dos últimas semanas de la guerra, entre el 4 y el 14 de junio y podrían tratarse de soldados que cayeron en los combates de Monte Harriet, Tumbledown y Wireless Ridge.
Las muestras de esta segunda etapa del PPH serán enviadas al laboratorio en Córdoba del EEAF. A diferencia del proceso de hace cuatro años, en este caso no se necesitará una contraprueba en otro laboratorio externo.
El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus explicó a Infobae que, tras conocer la noticia de la investigación policial en las islas, el gobierno argentino se puso inmediatamente en contacto con el Reino Unido, con Luis Fondebrider y con la Cruz Roja Internacional para “solicitar que el trabajo para verificar la existencia o no de esta posible tumba en Caleta Trullo se pudiera realizar al mismo tiempo que se realizaba la exhumación de la tumba C.1.10 de Darwin”.
Desde el ministerio de Justicia, Juan Martín Mena -quien llevó adelante el expediente que dio origen al PPH1- se sumó al trabajo para rearmar el equipo entre su ministerio, la Cancillería y Desarrollo Social, tal como funcionó desde 2012 durante la etapa de búsqueda de familiares de soldados no identificados para que entregaran sus muestras de ADN y posteriormente con las visitas que realizó la CICR a los deudos de los caídos.
Hoy quedan dos tumbas mal nombradas en Darwin: la C.1.10 y la fosa común que lleva los nombres de los cinco integrantes de la tripulación del Lear Jet derribado el 7 de junio de 1982, mientras cumplía una arriesgada misión sobre la isla Borbón.
Es la tumba de los caídos Juan José Ramón Falconier, Rodolfo Manuel de la Colina, Marcelo Pedro Lotufo, Francisco Tomás Luna y Guido Antonio Marizza. En el informe de Cardozo se determina que allí hay solo dos restos, oficiales con sus uniformes según se aclara en el documento inglés, que figuran como no identificados. Los familiares no han dado la autorización para que esta sea exhumada.
El coronel Cardozo, por su parte, recibió la orden del gobierno británico de volver a investigar los documentos de 1982/1983 y así descartar cualquier error que pudiera haber existido en el trabajo de campo luego de la guerra. El documento final del coronel inglés fue entregado a la Cancillería Argentina y a la Comisión de Familiares. Del mismo surge que los errores fueron posteriores al trabajo que los británicos realizaron al finalizar la guerra cuando crearon el cementerio de Darwin.
“Voy a ayudar a buscar la verdad a cada una de esas familias, como lo hice con los 115 soldados identificados hasta hoy”, dijo el militar inglés.
Emocionada, María Fernanda Araujo, señaló frente a Infobae: “Dios permita que haya restos en esa fosa y podamos finalmente saber quiénes están en la tumba C.1.10, porque cada identificación trae paz a los familiares”.
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