El dolor puede lograr dos cosas con una persona: demolerla o hacerla renacer, descubriendo una fuerza hasta entonces desconocida. Esto último hizo con Lukas Nicolino (39), el hombre que en el peor momento de su vida encontró en el arte la mejor catarsis ante aquello que lo aquejaba físicamente.
En el 2000 tuvo un accidente: se cayó sobre un vidrio en el conservatorio donde estudiaba guitarra y se le cortaron todos los tendones flexores de la mano derecha, el nervio cubital, el nervio mediano y la arteria cubital. Llegó al hospital casi desangrado. Pasó por tres cirugías de reconstrucción, pero perdió la movilidad en esa mano. La música quedó de lado, comenzó a estudiar Relaciones Públicas, pero un mal movimiento para apoyarse mientras entrenaba hizo que aquellas partes blandas se volvieran a resentir. Como consecuencia, desde hace tres años convive con una neuropatía periférica, lo que se traduce en dolores indescriptibles que no le dan respiro ni descanso. Y además, además de ese momento, su mano hábil -era diestro- pasó a ser la zurda, que debió reeducar.
En el peor momento, durante la cuarentena -“cuando llegué a pensar en que si todo seguía así no quería vivir más”, confiesa- fue cuando una pared blanca en el living de su casa le mostró otro camino: “Compré pintura y empecé a pintar. Estuve 8 días escuchando música electrónica y concentrado en ese mural. Ese tiempo me fui del dolor, fue un renacer”, dice. Así, sin saberlo, inició el camino solidario que lo convirtió en el primer argentino en vender sus obras en el criptomercado, el espacio virtual donde hace unos días comenzó a incursionar Lionel Messi y en el que ya están personalidades como Lady Gaga, a quien desea llegar para concientizar también sobre el padecer de las personas con fibromialgia.
Uno de sus objetivos es ampliar el círculo de ayuda que recibe la Fundación Dar es Dar, una asociación civil creada en el 2005 por iniciativa de un grupo de estudiantes secundarios, que asisten a niñas y niños en los barrios Nicole y Puerta de Hierro, en La Matanza, y que tiene el propósito de combatir la desnutrición infantil y la pobreza en Argentina: “Nuestra meta también es contagiar el espíritu solidario y que no haya chicos con hambre”, asegura Mateo Hadad, uno de los voluntarios.
La historia de Lukas
Resiliencia fue una de las palabras más tatuadas en los últimos años. Significa la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas y es la que mejor queda para describir los últimos años en la vida de Lukas, licenciado en Relaciones Públicas con un posgrado en Mercado de Capitales.
Cuando ya estaba inserto en el mundo del arte, Lukas compartió las obras que pintaba en su cuenta de Instagram @lukasnicolino. Fue tal el impacto que sus seguidores comenzaron a pedirle cuadros. Era la cuarentena de 2020, había estado dos años sin trabajar y los ahorros eran escasos; vender bastidores era una buena posibilidad para ganar dinero.
Un día lo contactó Franco Yankelevich porque quería darle una sorpresa a su abuela, Cris Morena, y regalarle un retrato de Romina Yan, la actriz fallecida en 2010. “No quise cobrarle, él no quería que se lo regalara, así que acordamos buscar el caso de un niño que necesitara ayuda para donarle todo el dinero”, recuerda. Así le llegó la historia de Aaron, un pequeño de 7 años que a los 4 perdió a su mamá y sus manitos en un incendio.
“Su carita quedó desfigurada y por la inhalación del humo quedó con retraso madurativo. Su historia me destrozó, pero decidí dejar de lamentarlo y hacer algo”, reconoce y dice que allí, con ese niño, inició del camino que hoy le da sentido a su vida. Lukas dice saberse bendecido por la segunda oportunidad que tuvo, y solo piensa en agradecer ayudando a otros.
A Aaron siguieron los casos de otros niños y hasta llegó a construir la casa a una familia que vivía en una vivienda muy precaria. Pero se dio cuenta que por más valor que le pusiera a sus cuadros, siempre necesitaba un poco más de dinero para seguir ayudando.
Así fue como decidió buscar el apoyo de personas famosas: retrató a personalidades como Fabián Cubero y los músicos El Dipy y L-Gante, entre otros, y solo les pidió que lo etiqueten en sus redes (Instagram y twitter) para así multiplicar sus seguidores y, de esa manera, tener la posibilidad de llegar a más personas que aporten donaciones para lograr nuevos objetivos.
El mundo del critpo arte
Lukas es embajador de la Fundación Dar es Dar, que nutre niñas y niños de 0 a 5 años y le dan acompañamiento a su familia. “Hice obras para ellos y ahora incursioné en el criptoarte, gracias a eso puedo donarles fondos en dólares, hubiera costado mucho llegar a esa cantidad si el precio era en pesos”, admite.
Sin saberlo ni buscarlo, con ese gesto se convirtió en el primer artista argentino en utilizar el criptoarte con fines solidarios. El primer token no fungible que vendió fue un video que cuenta su vida (está en esta nota) y un retrato del ex futbolista y entrenador Diego “Cholo” Simeone.
“El resultado de todas las obras que vendí, rifé, sorteé y que tengo digitalizadas puedo subirlo al marketplace y volverlo a comercializar”, explica de qué se trata lo que anticipa será un boom mundial.
Para ampliar este nuevo proyecto, recibió ayuda del trapero L-Gante con quien tiene pendiente firmar el retrato que hizo de él para luego venderlo y donar ese dinero “para ayudar a Valentín, un nene que necesita implantes auditivos. En paralelo estoy organizando otro proyecto con Nicki Nicole y Axel para ayudar a los cuatro comedores de Sur Solidario”.
“Estuve 15 días estudiando y viendo cómo se hacía, cómo se cotizan y cómo se suben las obras”, cuenta y anticipa que está retratando a Leo Messi y aspira a que el astro pueda colaborar para tejer la red solidaria y ampliar la posibilidad de ayuda.
En este tiempo también fundó un colectivo de criptoartistas para fines solidarios. “Por ahora, somos 11 artistas de América, pero me contactaron de Suiza, China, India y España para sumarse. La idea es abrirlo al mundo”, anticipa. Además, cuenta que ya vendió tokens no fungibles, que es, básicamente, la digitalización de una obra. “Puede ser una obra mía pintada en un lienzo o una escultura digitalizada. Es muy variado. La idea, con las obras que estoy haciendo, es poder venderlas físicamente y de esta manera”.
Asimismo, será parte del Primer Museo de Criptoarte Americano. “Haremos una colección especial de donación y todo lo que se recaude irá a las causas, ese es el único objetivo. Dar lo que la vida me dio, una segunda oportunidad”, concluye.
Cómo trabaja la Fundación Dar es dar
El espíritu solidario unió a un grupo de estudiantes secundarios de la Ciudad, en 2005, que no fueron indiferente a lo que padecían familias en los barrios más necesitados de la provincia de Buenos Aires. Ese fue el motor de la asociación civil.
Bajo el ala de Dar es dar, un equipo de profesionales de la salud, conformado por una nutricionista, una psicopedagoga, una estimuladora temprana y una pediatra, 35 familias y 70 niñas y niños reciben asistencia todas las semanas. “Los lunes estamos en Puerta de Hierro y los jueves en el barrio Nicole”, cuenta Mateo sobre las actividades de los 40 voluntarios, que además organizan distintas campañas solidarias.
Guiados por el mismo compromiso inquebrantable, el grupo de jóvenes -con edades de entre 14 y 23 años- puede ver el fruto de su trabajo. “La situación de los chicos es completamente distinta a como era cuando llegamos. Las familias están más formadas y los chicos reciben un mejor tratamiento nutricional. Se notan los cambios: cuando vinimos el grado de desnutrición era grave y, puedo decir, que ese flagelo está erradicado del barrio”.
Para sus integrantes, el lema es “contagiemos el espíritu solidario”. “Este es nuestro objetivo, aquello dio impulso”, dice el voluntario que espera que prospere el proyecto solidario de Lukas Nicolino, que fue nombrado embajador de la asociación.
“Él colabora con donaciones a través del criptoarte que vende. Pero quienes lo deseen pueden colaborar ingresando a nuestra página”, finaliza.
*Para colaborar con DAR es DAR puede hacerlo desde este link.
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