Viajar por lugares desconocidos. Sin una ruta ni tiempos de llegada, apenas con una mochila colgando. Abraham Garcia (40) lo sintió pero se despertó: en ese momento era sólo un sueño. Después siguió con su vida en Miranda de Ebro, Burgos. Dos décadas más tarde, en otro hemisferio y en medio de una pandemia, encontró que eso que había imaginado era real. Pero mejor. No estaba solo, sino que se sumó una parte fundamental, Marina, su novia, y la Vans, una camioneta convertida en casa rodante.
Pero para llegar a esa la vida nómada, que comenzó en enero de este año, tuvieron que romper con sus preconceptos.
Dos caminos en uno
Ambos son españoles, nacidos y criados en Burgos. Se conocieron en 2013 en un restaurante, el bar Vintage, comandado por Abraham. “Fui toda la vida gastronómico. Un verano necesitaba una mesera, contraté a Marina para hacer los turnos de los fines de semanas”, recuerda. Esa relación laboral pronto se transformó en amistad, y tiempo después se enamoraron.
No fue solo el amor que los unió, sino la pasión por tener un proyecto de vida sin destino fijo. “Las cosas entre nosotros iban encaminadas entonces le tuve que ser sincero a Marina sobre mi plan de viajar por el mundo. Por suerte ella quería lo mismo”, resalta.
Marina es licenciada en filosofía y su familia estaba acostumbrada a hacer travesías por la ruta. Abraham, por su profesión, tenía un vínculo futbolero especial con la Argentina. “Un cliente frecuente de mi bar era Leandro Pini, volante argentino que jugó en Italia. Él es de Santa Fe, de ahí empecé a tener contacto directo. En cada oportunidad que tenía vacaciones volaba a la Argentina, donde hice varios amigos”, cuenta.
La admiración por nuestro país fue algo que Abraham le contagio a Marina. En 2014 y 2016 hicieron visitas. “La primera vez que puse los pies en Buenos Aires fue un flechazo, quede encantada con esta ciudad...y bueno luego conocí otros sitios del interior”.
La decisión de emigrar… a 13.000 kilómetros de casa
Tenían ganas de probar un tiempo viviendo en el exterior, pero sobre todo en Santa Fe. “Amamos la pasión que tienen los argentinos, disfrutamos de todo... Nos sentimos en casa, parece mentira que estemos a más de 10.000 kilómetros, sumado a toda la grandeza de este país”, coinciden ambos.
Ambos estaban convencidos que tenían que hacerlo. Pero Marina insistió con que sea Argentina por todas las conexiones de Abraham. Con la decisión tomada, se lo comunicaron a sus familias. “Cuando le dijimos que íbamos a emigrar, ellos ya sabían que nos íbamos al fin del mundo... veníamos cada año de visita con miles de anécdotas, y vivencias ricas”.
Lo primero que hicieron para comenzar el proceso de emigración fue deshacerse de su vida en España. Entregaron el fondo del comercio del restaurante, pusieron en alquiler sus vivienda, vendieron su auto e hicieron las maletas. “El desafío es romper con la estructura de vida estable”, reconocen. “Cambiar el mindset y decir, no hay plan. El secreto está en animarse”, coinciden ambos.
Un aterrizaje a destiempo
Con ahorros de toda la vida, y un par de maletas, pisaron Buenos Aires el 10 de marzo de 2020, un día antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara pandemia al COVID-19.
En Ezeiza estaban sus amigos, que los llevarían hasta Santo Tomé, Santa Fe, donde se instalarán por un año. “Queríamos montar un restaurante con ellos, compartirles nuestros conocimientos de la cocina ibérica, y cosmopolita”, relata Abraham.
Dado el contexto social, económico y sanitario ese plan quedó frustrado. Aunque se abrió otro…aún más incierto.
La idea de hacer un roadtrip por en una casa de dos ruedas fue tomando fuerza con todas las restricciones de circulación. Tendrían todos los cuidados, y permisos necesarios, además sería más sencillo a la hora de desplazarse, conseguir alojamiento y respetar el distanciamiento social.
Estaba decidido: harían la experiencia de recorrer la Argentina en una furgoneta.
Para lograrlo debieron conseguir una camioneta. Luego de un tiempo de búsqueda compraron una Sprinter usada de Mercedes Benz. El segundo paso era transformarla en habitable.
Juntos vieron videos en redes sociales lograron convertirla en un hogar. “Tiene todo lo que necesitábamos: una cama cómoda de dos plazas, cocina completa, ducha, e incluso es tiene paneles solares para no necesitar electricidad”, cuenta Marina.
Ninguno de los dos tenía experiencia en este tipo de modalidad de viaje. Sin embargo, eso nunca fue un obstáculo. “En la ruta también se genera una comunidad interesante, son los viajeros quienes te dan los mejores tips”.
El 11 de enero dieron inicio a la gran aventura. Ya pasaron casi ocho meses, y siguen dando vueltas por la Patagonia. Llevan 16.000 kilómetros en ruta. “Estamos enamorados del sur. Es un lugar mágico, estamos atrapados frente a tanta belleza... no podríamos nombrar un solo sitio, lo único que se me viene a la mente es el Perito Moreno y el Chaltén”.
El 14 de febrero de 2021 comenzó la experiencia digital, grabaron el primer episodio de su canal de YouTube -que se llama Nómades Expedición- donde cuentan su travesía y ya tienen unos 8500 suscriptores. Por su contenido original, fueron elegidos por la plataforma creadores emergentes. También abrieron una cuenta en Instragram @nomadexpedition.es donde tienen 17500 seguidores.
Viven de sus ahorros, del contenido generado en redes, y también del merchandising de su vida nómada.
Si bien no tienen una hoja de ruta marcada. Lo crucial es saborear el viaje. En algún momento planean llegar hasta Alaska. “La verdad no tenemos prisa de salir del territorio argentino, este país reúne el mundo en un solo lugar... Es una atracción total la que sentimos”.
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