“Tendríamos que estar en casa, haciendo el aislamiento obligatorio de manera tranquila. En cambio seguimos varados en Miami con la incertidumbre que nos vuelvan a reprogramar el vuelo a Buenos Aires por tercera vez”, se lamenta Leo Midgal (41).
El emprendedor digital esta junto a sus tres hijos -Ignacio (15), Felipe ( 13), e Isa (8)-, sin poder volver a casa desde el 5 de julio pasado. Debido a las restricciones impuestas por el gobierno nacional de restringir el cupo de pasajeros diarios, generó el caos entre los viajeros. El 6 de agosto la decisión administrativa llegará a su final .
El ticket fue pospuesto para 6 de agosto, y le sumarían una escala en Dallas. “Lo acepté porque no tenía otra alternativa. Días antes llamé para saber si realmente había sido autorizado, porque te otorgan pasajes porque si. Desde la compañía aérea me avisaron que no. La verdad estoy muy frustrado, me parece una locura que te impidan entrar a tu casa”, se descarga desde el departamento temporal alquilado en en Fort Myers, en la Costa Oeste de Miami.
Después de varios minutos al teléfono logró una respuesta por parte de la empresa. “Me respondieron que no están operando desde Dallas así que volaríamos directo a Ezeiza de 15 días...igual hasta que no haga el check-in, todo puede pasar”, admite.
Esta odisea fuera de casa lleva más de un mes acumulando deudas, angustia y desgaste emocional. Los hijos de Leo no solo están lejos de su madre, “Isa paso su primer cumpleaños -el 1 de agosto- sin ella, hicimos una celebración virtual, esta triste”.
Eso no es todo, están perdiendo días de clases. “Ya el 2020 fue un año terrible a nivel escolaridad, sin presencialidad por razones obvias de la pandemia. Pero ahora que podrían estar en en el aula no pueden hacerlo porque estamos en los Estados Unidos. Tuve que hablar con las autoridades del colegio para que por lo menos puedan tener dos días por semana de clases virtuales hasta que podamos entrar a la Argentina. No es lo ideal, no alcanza”, comenta. “Todos tenemos que volver a nuestras vidas”.
Leo, siente impotencia, hace malabares para seguir trabajando desde el exterior y que sus hijos puedan sobrellevar los días a más de 9.000 kilómetros de su hogar. “¿Sabés lo que me dijo ayer Isa ?, Que si no fuera por su mamá le gustaría quedarse a vivir en Miami, tan chiquita, ya percibe la tranquilidad”.
Un viaje planeado, lleno de obstáculos
Hace nueve meses, Leo encontró una oferta aérea para volar hasta Florida. El plan inicial tenía múltiples propósitos: vacunarse contra el COVID-19, vacaciones y la celebración de su cumpleaños numero 41.
En total tenían previsto una estancia de 20 días. La segunda semana emprendieron viaje hasta los Parques Temáticos de Disney, en Orlando.
VVolviendo de Orlando, un amigo le pregunta si su vuelo había sido suspendido. “No estaba enterado aún de las restricciones. No había recibido ningún mail por parte de la Aerolínea, así que me comuniqué por teléfono como pude”.
Como lleva gastado más de lo planeado, para abaratar los costos se mudaron el 5 de julio a un departamento de alquiler temporal en la afueras de Miami, en Fort Myers. También devolvió el auto rentado. “Espero poder extender el contrato por el resto de los días que me quedan, sino voy a tener que salir a buscar hospedaje”, comenta. Al tratarse de temporada alta hay poco lugar, y los precios son más elevados.
Según cálculos extraoficiales, entre 6.000 y 7.000 viajeros sufren aún las consecuencias de las restricciones. El pasado 9 de julio el Gobierno publicó la Decisión Administrativa (DA) 683/2021 que flexibilizó levemente el cupo de argentinos que pueden regresar del exterior. Tras la anterior norma que había limitado el número a 600 por día, esta última lo aumentó paulatinamente llegando a 1.000 por día para las dos semanas que comenzaron el 24 de julio y que finalizarán el 6 de agosto, día en que termina lo dispuesto por la Decisión oficial.
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