“No puedo quedarme hasta diciembre en Miami primero porque me fundo y segundo que en noviembre se me vence la entrada a los Estados Unidos y quedo en una estadía legal ”, dice, agotado, Jorge Dante Vartorelli de 31 años.
El cordobés, dueño de una empresa de parquización y jardinería, jamás imaginó quedar involucrado en un panorama tan desconcertante como el de no poder ingresar a su propio país. Había viajado para vacunarse en los Estados Unidos, como otros miles de argentinos. ”Mi turno todavía no había llegado y quería asegurarme de tener las dosis de vacunas. Por mi trabajo estoy expuesto al contacto con la gente. Por eso saqué un pasaje con el fin de darme las dosis de Pfizer y también aprovechaba para tomarme unos días de descanso”, le cuenta a Infobae desde el un departamento de alquiler temporal en Miami.
Sacó un boleto de avión vía Copa Airlines. Llegó a Miami el 26 de mayo y su viaje de regreso estaba programado para el primer día de julio. Ya pasaron más de 26 días y aún sigue sin poder regresar a su casa. Jorge no se quedó quieto en todo este tiempo: movió cielo y tierra para volver. “La aerolínea no me da una fecha concreta y me dice que recién podría ser a fin de año. Es una locura. No solo me estoy gastando los ahorros que tengo para vivir en dólares, sino que no que tengo mi negocio parado en Córdoba perdiendo clientes, y generando deudas”.
Su complicación también es médica: está medicado desde hace cuatro años con un antidepresivo conocido como sertralina. “Traje todo para 40 días, fui precavido. Jamás calculó que necesitaría una estadía aún mayor. Me queda solo una semana, un remedio como este cuesta más de 100 dólares“, advierte.
Ni hablar de los gastos diarios que se le suman. Está hospedado a casi cien kilómetros del aeropuerto de Miami. “Conseguí una lugar de 90 dólares, un buen precio. Quería compartir los gastos con otros varados pero nadie quiere estar tan lejos del aeropuerto”, aduce.
Todos los días, los argentinos varados -se estiman que son cerca de18.000- se organizan a través de los seis grupos de whatsapp para ir de manera presencial a las empresas aéreas ubicadas en el aeropuerto, anotarse en listas de espera, con la esperanza de conseguir un lugar para regresar lo antes posible. Muchos lo logran, otros no tienen la misma suerte.
Patricia (57) y su hija Ariada (21) integran el enorme grupo de varados en los Estados Unidos. Están agotadas y desganadas frente a su lucha por retornar a sus casas. Planearon su viaje durante los últimos meses de 2020 a los Estados Unidos y compraron los boletos con dos propósitos: vacaciones y, principalmente, vacunarse en la Florida. Tenían los pasajes desde 2020. Pusieron los pies en el país norteamericano el 8 de junio. El extensión del viaje estaba previsto para 20 días: debían volver el 2 de julio. Frente a la incertidumbre y para ahorrar gastos se mudaron a Washington a la casa de unos amigos.
Los días a más de 8.400 kilómetros de casa fueron complejos y dramáticos. Entre la noche del domingo 4 y la madrugada del lunes 5 de Julio, Ara sufrió un accidente a bordo de un monopatín eléctrico, golpeó fuertemente su cabeza con el piso y terminó internada en un Hospital de Washington. Pasó tres días en terapia intensiva: las primeras 24 horas intubada con riesgo de vida. Ya está fuera de peligro.
“Para mi hija y mi esposa no fueron unos días más de vacaciones, si hubieran vuelto a tiempo no tendrían que haber viajado de Miami a Washington para ser cobijados por una familia de amigos maravillosa a la que nunca terminaré de agradecer por lo que están haciendo”, dice, José España, el padre de la joven desde Buenos Aires.
Frente a la realidad de miles de varados, sin certezas. José hizo un fuerte descargo en sus redes sociales: “Las consecuencias de ‘unos días más de vacaciones’ impactan de manera impensada en nuestra familia, mi hija, brillante estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial de la UTN, pierde todo su cuarto año y el esfuerzo que viene realizando en las materias anuales cursadas, mi hijo –mellizo de Ariana- festejará su próximo cumpleaños por primera vez en su vida lejos de su hermana, mi esposa lidiando con el problema en soledad, nuestra familia y amigos angustiados, y yo que no puedo viajar porque no sé cuándo voy a poder volver a mi país, además del riesgo que implica no poder seguir trabajando para sostener la economía familiar, ahora teniendo que afrontar gastos en el exterior en dólares, presupuestos médicos que ignoro si va a cubrir el seguro médico, y otros gastos hasta tener a mi familia nuevamente conmigo”.
La odisea de entrar al país
Jorge, el joven cordobés, no tolera más los días lejos de su hogar. Es por eso que está decidido en ir por un plan B. “Hay vuelos que salen de Miami vía Montevideo o Asunción, de ahí estoy más cerca de casa. No quiero quedarme más en los Estados Unidos”, reconoce.
Para conseguir ese pasaje tuvo que pagar casi 5.000 dólares, y pedir dinero prestado. “Se me termina el tiempo de estancia legal, y sigo perdiendo trabajo. Es la única solución que encontré”. Una vez en los países limítrofes verá cómo ingresar a la Argentina.
Hay otros que optan por los vuelos charters privados que llegan al Aeropuerto de San Fernando. Los principales proveedores de servicios aéreos comenzaron a multiplicar sus ofertas, ofreciendo a los argentinos varados por el mundo itinerarios alternativos para poder regresar a su país. No son nada económicos: cuestan entre 1500 a 2000 dólares.
Se organizan a través del grupo de Whatsapp. Algunos no pueden costearlos, otros más escépticos tiene miedo de no llegar y quedar varados en otro destino. La falta de certezas empuja a los varados a buscar alternativa o seguir a la espera.
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