Terminada la Segunda Guerra Mundial, España, que no había participado pero no oculto su simpatía por las potencias del Eje, había quedado en el bando de los perdedores. Como castigo, Estados Unidos e Inglaterra establecieron un fuerte bloqueo comercial que le generó una enorme escasez de alimentos.
El peronismo, recién llegado al poder, sostenía la tercera posición independiente y se negaba a ser furgón de cola de la nueva potencia imperial. Perón consideraba que si se permitían sanciones o una intervención militar en España, una excusa similar podría ser utilizada contra nuestro país.
Por otro lado el bloqueo abría a la Argentina una posibilidad de colocar alimentos. Se vendieron 400.000 toneladas de trigo, 120.000 de maíz, 20.000 de carne congelada. Al año siguiente Perón otorgó un crédito de 400 millones de dólares pagaderos a cuatro años y también le aseguró a España la provisión de trigo hasta 1951.
En este contexto, Francisco Franco invitó a Perón a visitar España. El canciller Bramuglia, evaluó que una visita de Perón sería tomada como una abierta provocación a los EEUU . Perón decidió entonces mandar a su esposa y ampliar la gira a Portugal, Francia, Italia y Suiza, para no quedar encorsetado en la visita a España.
La “Gira del Arco Iris” fue un viaje de 79 días de Eva Perón, por España , Italia, Suiza, Francia, Portugal, Mónaco, el Vaticano, Brasil y Uruguay.
La comitiva que la acompañó estaba formada por : Lilian Lagomarsino de Guardo, Juan Duarte, el empresario y amigo de Perón, Alberto Dodero, y Emilio Abras, encargado de la relación con la prensa. Se sumaron dos religiosos: Hernán Benítez y Pedro Errecart.
Trescientos mil españoles recibieron a Eva Perón. En la recepción fue condecorada por el gobierno y se dirigió al público hablando de los derechos laborales y de las mujeres, poniendo en apuros en esta oportunidad y en muchas otras, a los funcionarios del gobierno de Franco, que tenía una política muy distinta al peronismo.
Eva salteó el protocolo reiteradamente, realizó varias visitas a los barrios más humildes, cada vez que era reconocida se multiplicaban las muestras de afecto. Fue llevada a ver una corrida de toros y no disimuló su desagrado calificándolo de un acto de barbarie. Permaneció en el país ibérico por tres semanas recorriendo varias ciudades
Tuvo un incidente con Carmen Polo, la mujer de Franco, según recordó ella tiempo después: “a la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de rojos porque habían participado en la Guerra Civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo, sino por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada”, describió Evita en su particular lenguaje.
El resultado de la discusión fue que: “Desde ese día cada vez que podía eludir un compromiso de acompañarme, lo hacía. Claro que yo, cada vez que pasábamos frente a un palacio comentaba: ‘Qué hermoso hospital se podría poner aquí para el pueblo’, porque los hospitales eran una ruina y la pobre gente tenía que atenderse en ellos porque no tenían otra cosa”.
El 10 de junio envió un Mensaje al pueblo argentino desde España donde decía: “Me hubiese gustado, que todos ustedes, hubiesen estado junto a mí, en el grandioso acto de adhesión a la causa argentina, que ha sido el recibimiento popular de este hermoso Madrid. Este delirio desbordante que hemos recibido prueba ante Uds. y ante nuestro General, de manera definitiva, que España se ha hecho eco de nuestra revolución y de nuestras sostenidas conquistas por el derecho del más débil, del más explotado, del más necesitado”.
Comunistas y socialistas contra Evita
En nuestro país las mujeres socialistas difundieron un comunicado indicando que no se sentían representadas por Eva Perón y lamentaban que fuera recibida en un país como Francia que tenía a socialistas en el gobierno.
El Partido Comunista con filiales en toda Europa, se encargó de montarle una campaña de desprestigio y conflictos a su paso. En Italia, organizaron manifestaciones frente a la embajada argentina para mostrar su repudio a su visita. Lo mismo hicieron en Suiza.
Y en España, aunque el pueblo trabajador estaba pasando hambre y Evita traía alimentos, los miembros del Partido Comunista directamente hicieron saber su desagrado explotando una bomba en la puerta de la embajada. En relación a este hecho, Franco ordenó varias ejecuciones entre ellas la de la militante comunista Juana Doña Jimenez.
Estando en Madrid, Evita recibió una carta: “Señora Eva Perón, por favor, a mí me han fusilado a mi padre y ahora van a fusilar a mi madre. Necesito que me ayude. Se llama Juana Doña, está en la cárcel de mujeres y Franco la quiere matar. Firmado: Alexis Jiménez”.
Ante esta trágica noticia escrita por un niño de 6 años, Evita se perturbó y se preocupó por la vida de esa mujer. Le ordenó al embajador que pida formalmente el indulto de Juana Doña Jimenez. Luego de presionar durante varios días, Eva Perón se salió con la suya y consiguió que Franco le conmute la pena de muerte, por 30 años de prisión. Sus camaradas, en cambio, fueron fusilados el 28 de agosto. El niño Alexis logró salvar la vida de su madre. Juana Doña Jiménez ingresó en la cárcel donde estuvo 18 años en prisión.
Algo similar ocurrió con el fraile Pedro Errecart. Este franciscano estando en Madrid, también recibió un mensaje de tres argentinos que iban a ser condenados a muerte, y el religioso le fue a pedir a Franco que les conmute la pena, lo que consiguió. Franco no salía de su asombro de lo que le estaba sucediendo con la visita protocolar y oficial de la delegación argentina. Fue para él y su esposa, un verdadero dolor de cabeza.
El 1 de agosto de 1961 Juana Doña salió en libertad. Viajó a Francia. Fundó el “Movimiento por la Liberación e Igualdad de la Mujer”. Escribió varios libros: “Mujer”, “Desde la noche y la niebla”, y otros. Continuó con su actividad política en el Comité Central del Partido Comunista Español. Falleció el 18 de diciembre de 2003 en Barcelona, a los 84 años.
En agosto del 2002, la periodista de La Nación, Silvia Pisani, pudo entrevistar a Juana Doña Jimenez quien es considerada en España como la “segunda pasionaria” después de Dolores Ibárruri.
“-Usted jamás dijo nada a Eva Duarte. ¿Por qué?”
-No me interesé yo, ni se interesó ella. Fuimos dos mujeres que no tuvimos relación. Ni le di las gracias. Y no se crea, hay gente que eso me lo reprocha y otra gente que dice que hice bien. ¿Qué podía tener yo con una populista como ella?
-¿Por qué no le agradeció?
-Quedamos en paz. Para mí fue la vida, seguramente. Pero para ella, la posibilidad política de exhibir el logro de haber conmutado la pena a la mujer que puso la bomba en la embajada argentina. Como si esa acusación hubiera sido cierta.
-Usted fue política. ¿No le interesó que ella también lo fuera?
-Soy comunista desde que tengo 13 años. Aprendí mucho de política. Y aquel peronismo no fue un sistema con el que yo simpatizara. Me alegró al principio, cuando vi que les quitaban a los ricos para repartir a los pobres. Pero lo cierto es que mucho de aquel oro desapareció. Muy pronto la cosa dejó de ser tan humana. O tan ideológica.”
Cincuenta y cinco años después Juana Doña Jimenez, una muy importante política, intelectual y feminista española seguía pensando que el peronismo y por ende Evita era fascismo. Que “el oro” que supuestamente abarrotaba nuestro Banco Central en 1945, se lo habían robado. Que “la cosa” dejo de ser “tan humana”. Los españoles ya habían tratado con las colonias de exiliados peronistas y no peronistas de los setenta. Ya Madonna había hecho su opera “Don’t cry for me Argentina” y convertido a Evita en un icono universal, junto al Che, que si era comunista.
¿Es tan fuerte lo ideológico?, ¿es tan duro el corazón militante?. ¿Por qué Juana Doña Jiménez, a sus 83 años, próxima a dejar el mundo por muerte natural; no se permitió la debilidad de ofrecer un gracias, a aquella jovencita de 27 años, que un día la salvo de morir contra un paredón?
La fuente de esta nota son las publicaciones del historiador Ignacio Cloppet, la de Silvia Pisani y otras.
Aldo Duzdevich es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón
SEGUIR LEYENDO: