”No hay que tener un auto
Ni relojes de medio millón,
Cuatro empleos bien pagados.
Ser un astro de televisión.
No, no, no, no pibe.
Para que alguien te pueda amar.
Porque así solo tendrás
Un negocio mas...”
“No pibe” es una canción que todos llevamos en el ADN musical de lo que llamamos rock argentino, aunque a veces la obviamos.
Luis Alberto Spinetta me dijo un día en la radio que este tema era el manifiesto hippie de toda la generación crecida por aquí en los años sesenta, cuando todo estaba surgiendo con la voracidad de un tsunami. Mismo Willy Quiroga de Vox Dei la nombraba aquí mismo como la canción que los decidió a hacer letras en español en Vox Dei.
Manal, que son quienes la tocaban, es una de las patas sobre la que se sirvió la mesa de los nuevos sonidos que cambiarían todo. Cuando se habla del origen del rock nacional siempre se empieza por la trilogía divina de Almendra, Manal y Los Gatos.
Pioneros, ellos eran el Avant Garde de la música que nacía y se propagaba desde el Instituto Di Tella hasta los barrios.
Hubo otros seguro, pero por acá empezamos. Los líderes de esas bandas eran los autores de la nueva musicalidad joven y los abanderados de la poesía urbana. Spinetta, Litto Nebbia y Javier Martinez fueron los destacados en esa cofradía de pelilargos que intentaban salir del sistema establecido sentando las pautas para todo lo que vendría después.
Influenciados por el rock and roll americano y la andanada británica encabezada por los Beatles y los Rolling Stones, lograban un sonido y un mensaje que acompañaba las desventuras post adolescentes en esos años a pura creatividad y convencimiento, era la banda de sonido para una generación de jóvenes que empezaban a ser mirados con curiosidad por todo el resto que más allá de lo musical veía en estos muchachos coloridos el futuro que se les hacía incomprensibles si no se iniciaban en los sonidos de esta nueva era.
Manal debuta para el público en el festival que organizaron Jorge Alvarez y Pedro Pujó para presentar su nuevo sello grabador Mandioca en el Teatro Apollo de Corrientes y Uruguay. Esa noche de Noviembre de 1968 Mandioca “La madre de los chicos” sentaba el precedente más importante casi empresarialmente hablando de la nueva música argentina. El line up estaba encabezado por Manal pero también actuaban esa noche Miguel Abuelo debutando como solista, Samantha Summer a.k.a. Monica Duet y una chica que fue la primera cantante de rock en argentina, de carrera poco considerable pero tan pionera como los demás, Cristina Plate.
Con ella tocaba Alejandro Medina en ese show.
Al respecto Javier Martinez me cuenta:
”La gente esa noche iba a ver a Manal, el teatro estaba lleno de amigos e invitados que habían convocado Jorge Alvarez y Pujó. No se vendió una sola entrada pero entre el público estaba Leopoldo Torre Nilsson, mucha gente del Di Tella sumados a lo más granado de la intelligentzia porteña. Toda gente que era combatida en este país, este país combate a los talentosos, a los innovadores. Acá se combate todo aquello que trae un cambio...”-
El delgado hilo rojo que me une a Javier Martinez es nuestro mentor, que obviamente en distintos momentos nos guió con sus siempre discutibles consejos. Estoy hablando de Mario Salcedo, dueño del Bar Budos que estaba en la Galería del Este. Sigue Javier contándome:
”Yo llego a Manal con 50 canciones compuestas. Todos los temas de Manal son míos a excepción de “Avellaneda Blues” que es mío con Gabis y otro que escribió Medina. Quiero decir que yo ya tenía en 1962, a mis 18 años, bien claro el concepto que después desarrollé en Manal. Era de pasar el día escribiendo en el bar Moderno de Maipú y Marcelo T. De Alvear, ahí mismo en la cuadra de la casa donde vivía Borges y a media cuadra de la Galería del Este donde paraban todos los del Di Tella. Escribía música blues pero no me quedaba en los 12 compases clásicos, escribía en 16 compases. Las letras tenían mucho de movilidad social porque después de la Segunda Guerra Mundial en todo el mundo se empezó a hablar de la movilidad social”.
“No Pibe” es una canción que se podría decir habla de la posibilidad del ascenso social de cualquier pibe desde donde venga. Casi podría decirte que es una canción peronista... Lo que hizo Perón fue darles visibilidad a un montón de gente que no estaba en la mira de la alta sociedad. Álvarez era amigo personal de Perón, creía en la movilidad social por eso cuando escuchó mis canciones adhirió enseguida convencido. El primer simple de Manal que él produjo tenía en la cara A “Para ser un hombre más” y en la B “Que pena me das” con letras que criticaban la frivolidad y la hipocresía reinante. No tuvieron mayor éxito cuando aparecieron porque eran demasiado complejas intelectualmente. Ocurre también que en ese momento estaban el tango y el folklore por un lado y por el otro andaba la música pasatista, el rock estaba en el medio de eso o mas bien por afuera de eso. Te voy a decir algo de Jorge Álvarez, si él no hubiese existido no existiría el rock argentino. Cuando escuchó “No Pibe” le gustó por ese mensaje de movilidad social que subyacía. El segundo simple fue “Necesito un amor” en la cara A, en la otra estaba “No Pibe” que fue la elegida por los disc jockeys de las radios.“
”No debes cambiar tu origen
Ni mentir sobre tu identidad.
Es muy triste negar de donde vienes
lo importante es adonde vas
No no no no pibe
No lo hagas que eso esta mal
Si tu madre te escuchara
Moriría de llorar...
Manal fue el primer power trio rocker argentino, se dedicaban al blues porque las canciones eran de Javier Martínez y él hacía blues. Nadie sabe quién es el mejor, pero si necesitamos una estampita de baterista de blues argentino la figura que nos viene a la cabeza es la de Javier Martínez. No es un tipo fácil, pero es genuino, lo cual en el rock argentino no es habitual.
Sigue hablando Javier:
”Éramos todos bastante bohemios, nos frecuentábamos de recorrer los bares del bajo o de la avenida Corrientes. Con Pujó nos veíamos en La Bohemia, o en el Bar Suárez, en La Paz. Le hablé del blues en castellano y fue a vernos ensayar. Era difícil conseguir una sala para ensayar. Con Gabis hicimos la música de VietRock un alegato anti Vietnam que hacía Jaime Kohan en el teatro Payró, íbamos al teatro a ensayar también. Pedro Pujó nos ve en el ensayo y le cuenta a Jorge Álvarez de nosotros, de una banda que hace blues en español. Unos días después nos juntamos en el departamento de Piri Lugones, Piri era nieta de Leopoldo Lugones y vivía en el edificio del Hogar Obrero en Caballito, ahí vamos Gabis y yo, Gabis justo venía de una banda de Caballito que cantaban en inglés viste? Tocamos para Álvarez, Pujo y Piri “Avellaneda blues” y un par mas”.
Quedaron fascinados. Decidimos llamar a Alejandro Medina que estaba tocando en los Seasons con Carlos Mellino que después haría Alma y Vida, los Seasons también cantaban en inglés y los producía Jorge López Ruiz, eran como unos Beatles mas mediocres. Ya con el trio armado nos metimos en el estudio a grabar...”-
Lo que sigue es historia conocida, un par de simples bastaron para que Manal hiciera rodar el blues en castellano en el mundo de la música, rueda que mas adelante incluiría a Pappo´s Blues, Pescado Rabioso, Memphis la Blusera y la Mississipi Blues Band entre muchos otros.
”No hay que viajar a Europa
Ni estudiar en la universidad
Tener títulos de nobleza
O prestigio en la sociedad
No, no, no, no pibe
Para que alguien te pueda amar.
Nada de eso es importante
En amor ya lo verás”
Javier Martínez está en plena actividad con su banda Manal Javier Martínez.
Solo esto para el final. Una de las mas hermosas noches de blues que viví fue la presentación del genial Buddy Guy en el Gran Rex, jornada en la que todos los que participamos sabíamos que estábamos transitando una de esas noches que serán inolvidables. El show de Buddy lo abrió Javier Martínez al frente de su trio de ese momento. Gran show antes de otro gran show, una noche blusera de alto vuelo, recuerdo ver a Javier al costado del escenario viendo todo con inmenso entusiasmo. Terminado el recital de Buddy Guy, en ese mágico momento de los bises cuando ya sabés que todo salió bien, nos buscamos los que estábamos desde hacía un par de días produciendo o tocando para arreglar una cena a la altura, pero Javier Martínez no se acopló en la tenida gastronómica porque se iba a seguir tocando toda la noche en Oliverio, un local a pocas cuadras del teatro
Nuestra noche de blues había acabado, la de Javier nunca paró.
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