“Veo cómo la gente sale a festejar en la calles un triunfo deportivo y hace cinco meses que no puedo abrazar a mi hijo. Tengo impotencia y bronca”, se quiebra Erica Gribaudo (36) desde Rosario, mientras Bruno (6), está en Santa Catarina con su padre, brasileño, Daniel Fossati (39), sin poder volver al país.
En pareja con Daniel desde hace una década, para las vacaciones de verano, Erica llevó a su hijo en auto hasta Paso de los Libres, para pasar tiempo con su familia brasileña. “Tenían pensado volver los primeros días de marzo a la Argentina para el inicio de clases. El cierre de fronteras por la segunda ola del coronavirus no se los permitió. No lo veo desde febrero. Estoy desesperada”, se lamenta.
Y sigue, tratando de contenerse: “No puedo parar de llorar. Hablo con él a diario por videollamada para hacer la tarea, para compartir juegos de mesas o festejar su cumpleaños pasado... por qué tiene que estar lejos”.
Angustiada, y sin saber cuándo se encontrarán, ya hizo varios pedidos de reunificación familiar a la Direcciones de Migraciones (habilitadas desde noviembre del 2020) que fueron rechazadas. Ahora el trámite se hace a través de los consulados de cada país. “Estoy dispuesta a volar a buscarlo con todo el esfuerzo económico que implica pero ahora se sumó el cepo de vuelos. Me da una impotencia espantosa no tener a mi hijo”.
La historia de la familia Gribaudo no es la única. Hay otras personas con vínculos binacionales que sufren la distancia, el desapego, como las consecuencias del cierre de fronteras a extranjeros y ahora se sumó al cupo de ingresos al país mediante la resolución oficial. De esta manera, reclaman exenciones humanitarias que permitan los reencuentros por no tratarse de turistas.
En noviembre vieron una luz: la Dirección Nacional de Migraciones habilitó la reunificación familiar, sin embargo dio marcha atrás. “Acorde a la Disposición 1798/2021 publicada en el Boletín Oficial de Argentina el 26 de junio del 2021, se suspendió la Disposición Administrativa 3763/2020 entrada en vigor desde el 28 de noviembre 2020″, dice el Boletín Oficial.
Gonzalo García Labat (33) está en pareja con Claudia (29) desde hace 5 años. Él vive y trabaja en Buenos Aires, pero ella reside en México. Se conocieron por Internet, luego él viajó a Monterrey para hacer un intercambio estudiantil y perfeccionarse en marketing y la relación se consolidó.
Hasta antes de la pandemia la relación a distancia era viable. Solían encontrarse cada dos o tres meses en Argentina o en el exterior. Con el cierre de fronteras para extranjeros, durante el 2020 hicieron malabares para verse.
En noviembre vieron la luz, la Dirección Nacional de Migraciones habilitó el ingreso al país de familiares directos de ciudadanos argentinos, con el correr de los días comprobó que los trámites que le exigían para acreditar el vínculo eran engorrosos y, sobre todo, muy costosos.
“El trámite sale más de $40 mil sin contemplar la tasa de $9 mil que le cobran al llegar a Ezeiza, más el pasaje”, relató Gonzalo a Infobae. En los consulados en el exterior piden tramitar una “Visa por reunificación familiar”, que cuesta entre 550 y 850 dólares y habilita al extranjero a solicitar la residencia permanente en Argentina. Para ello deben presentar certificado de nacimiento, matrimonio, convivencia o unión convivencial, debidamente apostillado o legalizado, que compruebe el vínculo directo con un ciudadano argentino o residente y copia del DNI argentino del familiar. Y dentro de las 48 horas previas al embarque, completar DDJJ electrónica con PCR negativo (no más de 72 horas previas al embarque).
Claudia pudo volar para las fiestas, y se quedó en la Argentina hasta abril. Ella regresó a su país. Y en junio Gonzalo decidió ir a visitarla a su casa. Ahora ninguno puede volver a Buenos Aires. “Podría tratar de retornar, siendo argentino tengo más posibilidades, pero tendríamos que separarnos. Las reunificaciones familiares se complejizaron a partir de la disposición. La otra manera de estar juntos es tramitar una visa que tampoco es una garantía... en Monterrey no hay ni consulado argentino”, agrega.
Gonzalo no sabe qué decisión tomar. “Estoy en una encrucijada porque si vuelvo a la Argentina me tengo que separar de Claudia y no sé cuándo la reencontraré. Es un muro invisible que te ponen, es agotador saber que las reglas del juego cambian constantemente “, explica.
Los vínculos sentimentales binacionales se encuentran limitados. Natalia Gilabert (44), es argentina, su pareja Sam es de California. Se conocieron hace 3 años. Ambos son terapeutas, especializados en apego. No están casados, pero sí son familia.
En febrero 2021 Sam logró la reunirse con Natalia y sus dos hijos en Buenos Aires. Sam tiene una hija en los Estados Unidos que ahora está enferma. ”Él necesita salir, de hecho puede hacerlo aunque no hay garantías que pueda retornar. Es una situación de terror sumado al contexto de pandemia. Un varado argentino tal vez pueda regresar, un extranjero es casi imposible de poner los pies en el país.“, se lamenta.
Es por eso que Natalia no baja los brazos. “Le pido al Estado que vuelva a admitir la reunificación familiar y que a las personas no casadas se las considere como familia. Son nuestros vínculos”.
Gonzalo, Natalia y Erica forman parte del grupo: “Love is not Tourism”, (el amor no es turismo, es esencial) una campaña que comenzó en 2020 en redes para visibilizar las historias familias de diferentes nacionalidades a las que el coronavirus las encontró a kilómetros de distancia.
“A pesar del cupo sea lo que sea para controlar el ingreso de cepas, que la familia y seres queridos no entren en la categoría de turistas, porque no lo son. Es nuestro derecho estar con nuestra familia”, sintetiza Natalia.
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