Malú ya tiene más de un año. Es una bebé que nació en Río de Janeiro el 8 de abril de 2020, en plena pandemia de coronavirus. Su papá, Pablo tiene 34 años, es argentino y no pudo volar para su nacimiento. Recién pudo conocerla cuando cuando cumplía ocho meses de vida. Ante este escenario, ahora quiere mudarse a Brasil para finalmente estar más cerca de ella pero las restricciones aéreas impuestas por el Gobierno nacional no se lo permiten.
“No pude estar para su nacimiento. Recién pude tenerla en brazos y reconocerla legalmente en noviembre cuando liberaron el paso por las fronteras. Durante ese tiempo recibí negativas de Cancillería y del Consulado para realizar los trámites. Tampoco logré un permiso especial para que ella pudiera venir con su madre”, se lamenta frente al contexto en diálogo con Infobae.
Su vínculo parece signado por un certamen futbolístico continental. Su drama coincide con los festejos de Argentina al vencer a Brasil en la reciente final de la Copa América. En el anterior torneo, también tuvo como sede Brasil. En 2019, Pablo visitó Rio de Janeiro para alentar a la selección argentina y allí conoció a la madre de Malú. A los pocos meses se enteraron que la beba estaba en camino. Acordaron visitarse cada dos meses, y que el le enviara el dinero para su crianza. Con la irrupción de la pandemia, el arreglo se frustró.
Cuando finalmente pudo conocer a su única hija, lograron realizarle la partida de nacimiento en Río de Janeiro, aunque no consiguieron tramitar la ciudadanía argentina. “Estaba cerrado el consulado, y no otorgaban turnos. Fue un caos”, reconoce.
Desde abril está haciendo esfuerzos por intentarla volver a verla. Con los vuelos habilitados planificó que visiten Argentina para festejar su cumpleaños y que su familia conozca a mi hija. Primero les compró un pasaje a ambas para ingresar al país. “Malu podía entrar porque tenía cómo comprobar el vínculo, ya la madre no, porque no tenemos relación directa. Me sugirieron que viajara sola. ¿Cómo una beba va viajar sola?”, critica.
Frustrado, decidió emigrar a Brasil de manera definitiva. Puso en alquiler su departamento, acomodó su situación laboral para poder realizar sus funciones a distancia (es jefe de sistemas en una empresa local de retail) y compró un boleto de avión. Consiguió un pasaje por Aerolíneas Argentinas recién para el primer día de julio y le costó más de 30.000 pesos: “Me pareció una locura para un solo tramo pero ya no me quedaba remedio, quería ver a Malú”.
Hasta que el gobierno nacional mediante la Decisión Administrativa 512/2021, firmada por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y los ministros del Interior, Eduardo de Pedro, y de Salud, Carla Vizzotti, renovó la suspensión de la prueba piloto que en su momento había autorizado el ingreso de turistas provenientes de Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Chile, que tuvieran como destino final el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
De esta manera seguirán cerradas las fronteras para el turismo y continuarán suspendidos los vuelos regulares provenientes de Chile, Brasil, México, India y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
A los diez días de haber comprado el boleto, le enviaron un e-mail avisando que su pasaje había sido cancelado. “Tardé varios días en verlo porque me entró por la casilla en spam, hice el reclamo y me dieron como opción entrar vía San Pablo . Eso sí tenía que pagar una diferencia en la tarifa. Otra opción era tramitar la devolución del dinero, la operación se demora aproximadamente 150 días y el reintegro solo se hace en pesos”.
Resignado optó por pagar la diferencia, otros 30.000 pesos más. Logró una nueva fecha para el 14 de julio: “Lo pagué cuatro veces del valor. De alguna manera lo terminaré de pagar. Dos días antes, con las valijas hechas y el PCR realizado, me enteré que nuevamente me habían suspendido el vuelo”.
La odisea siguió: “Luego de tres días de intentar contactarme con Aerolíneas (por mail, WhatsApp y teléfono) me atendieron para decirme que los primeros vuelos confirmados son para septiembre. En caso de que se levante la restricción, y quiera adelantarlo tendría que pagar una penalidad... es ilógico”.
Pablo está desesperado. Su hija sigue creciendo y él desde Buenos Aires continúa sin la confirmación de un vuelo concreto: “Las empresas no nos dan atención adecuada, mucho menos desde Migraciones. El Consulado tampoco me dio una respuesta. Todo es incierto e intempestivo”.
No es el único en está situación. Hay al menos cuarenta familias argentinas varas en Brasil y otros sesenta brasileños residentes en la Argentina que se organizaron a través de las redes sociales y enviaron una solicitada para reclamar una pronta respuesta frente al contexto del cepo de ingreso al país.
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