La imagen fue tomada en los minutos previos a la votación de la Ley de Matrimonio Igualitario en el Senado de la Nación. Era la madrugada del 15 de julio de 2010 y el frío en la Plaza de los dos Congresos se hacía sentir. De pie sobre un escenario montado de cara al recinto donde los legisladores se preparaban para votar, María Rachid (47) sostenía una bandera blanca de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), agrupación que fundó en 2006. El rostro serio y la mirada fija hacia un punto ciego reflejaban su incertidumbre.
“La verdad es que no sabíamos bien cómo iba a terminar. La votación fue bastante reñida. Después de catorce horas de debate terminó 33 a 27 con 3 abstenciones. La diferencia fue de tres votos: se iban de un lado o se iban del otro, haciendo aún mayor la diferencia. Así que hasta último momento no sabíamos qué iba a pasar. Y cuando escuchamos: ‘El matrimonio gay deberá ser ley en Argentina’, estalló la plaza. Estallamos todes de felicidad”, recuerda Rachid, once años después.
Llegar a esa instancia, dice a Infobae la actual titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo CABA, no fue fácil. El camino hacia la legalización del matrimonio entre personas del mismo género demoró tres años y cinco meses y María Rachid le puso el cuerpo a la causa.
Todo comenzó el 14 de febrero de 2007, cuando se presentó en el Registro Civil de la calle Uruguay con Claudia Castrosín Verdú. Iban a intentar casarse, pero sabían que les iban a decir que no. Tras la negativa, la pareja de mujeres presentó un recurso ante la Justicia. A través de esa jugada, totalmente calculada, iniciaron la campaña por el Matrimonio Igualitario en Argentina, bajo la consigna “los mismos derechos con los mismos nombres”.
En 2015, más precisamente el 21 de septiembre, Rachid volvió a ese mismo Registro, donde le dijeron que “No”, para decir que “Sí” y casarse con Maribe Sgariglia (33). En la ceremonia, contó que se habían conocido militando por la ley. Sentada a su lado estaba su ex pareja, Claudia Castrosín Verdú. Era una de las testigos.
La fiesta, cuentan en charla con Infobae, se hizo en el Hotel Bauen, incluyó una kermés y fue “multitudinaria”. Entre los invitados, además de amigos y familiares, hubo desde compañeros de militancia hasta periodistas. “Queríamos que estuvieran todas las personas que nos habían acompañado ‘en aquella batalla’”, coinciden.
-La Ley de Matrimonio Igualitario (Ley 26.618), se aprobó en julio de 2010. Sin embargo ustedes se casaron cinco años más tarde…
-Maribe. En ese momento, todo el mundo estaba a la expectativa de cuándo se iba a casar María. Nosotras queríamos hacerlo, pero recién llevábamos seis meses juntas. Había un camino por recorrer como pareja antes de tomar esa decisión.
-María. Yo siempre digo que todavía no había divorcio express. (Risas).
-En materia de derechos, ¿cómo está la Argentina a once años del Matrimonio Igualitario?
-María. En términos personales te diría que estamos casi en otro planeta. Cuando se empezó a militar la ley, muchas veces me llamaron de la televisión para discutir con “la otra campana”: gente que decía que estábamos enfermos, que no había que reconocer ningún derecho porque había que tratarnos. En ese momento, a nadie le llamaba la atención eso: estaba legitimado.
-Claro, hoy hay una respuesta social ante la violencia y discriminación, no es solo de quienes militan el tema, sino de la sociedad en general.
-María. Exacto. Y eso es gracias al mensaje de igualdad hacia la diversidad por parte del Estado. La Ley de Matrimonio Igualitario fue una bisagra. Generó una conciencia social distinta. De hecho después de la sanción de la normativa se crearon áreas de diversidad en todos los ministerios nacionales, en los gobiernos locales, en los municipios. Además, se empezaron a discutir leyes donde había algún artículo con perspectiva de diversidad. Un ejemplo es la Ley de Reproducción Humana Asistida, que contempla las parejas del mismo sexo. Y eso tuvo que ver con ese debate previo.
-Maribe. Yo tengo familia paterna en un pueblo de Santa Fe. Siempre fueron muy católicos y creyentes. Cuando empecé a salir con María, que se paseaba por todos los programas de televisión, lo nuestro se volvió inocultable. Me acuerdo que yo pensaba: “¿Cómo lo va a tomar mi abuela de casi 80 años?”. Y la verdad es que cada vez que yo iba al pueblo ella me preguntaba por María. Y el día que le contamos que queríamos ser mamás, no entendía muy bien cómo iba a ocurrir, pero siempre estar al tanto. Creo que eso fue posible porque había un contexto social que permitió que muchas de nosotras nos sintiéramos respaldadas para contarlo y vivenciarlo desde otro lugar.
-Ya que hicieron referencia a la Ley de Reproducción Humana Asistida, ¿cuándo fue que decidieron ser madres?
-Maribe. Fue una de nuestras primeras charlas cuando empezamos a salir. Siempre supimos las dos que queríamos ser mamás. Nuestro deseo se hizo mucho más viable cuando, en el 2012, se aprobó la Ley de Reproducción Humana Asistida que, como te contaba María, incluyó a parejas de mujeres. Sin esa ley hubiera sido imposible tener a nuestro hijo porque los procedimientos son muy costosos. Camilo nació en septiembre de 2019. Después de cinco años y catorce transferencias embrionarias, María quedó embarazada. Todos los intentos fueron cubiertos al 100 por ciento.
-¿Cómo están viviendo la maternidad?
-Maribe. Creo que una de las cosas que más reforzamos desde el momento en que nació Camilo, al cual amamos con locura, es lo importante de que la maternidad sea deseada. Sobre todo los primeros meses, cuando se te hace más difícil, cuando no dormís... Y eso que nosotras somos dos y es todo es súper repartido. Ella se encarga de cambiarle los pañales, por ejemplo, y yo de bañarlo.
-María. Creo que la maternidad es una tarea compleja y muy poco reconocida por la sociedad, por las instituciones y por el Estado. Esto es algo que circula dentro del Feminismo, no es que yo no lo supiera, pero experimentarlo te da una dimensión de lo exigida y exigente que es esta tarea. Por otro lado, creo que el concepto de maternidad es biologicista. Camilo nació con técnica de ovodonación, así que no hay un vínculo genético con él. Lo gesté yo, le di la teta y, sin embargo, Maribe es la que está más tiempo con él y entonces él la reconoce como primera cuidadora a ella. Esta realidad rompió un poco las creencias acerca de los vínculos biológicos y los vínculos genéticos. En definitiva, ninguna de esas cosas es más importante que el amor.
-Para cerrar: este 15 de julio, ¿lo festejan?
-María. En general es un día de celebración personal y de celebración en la militancia. Incluso, en la ciudad de Buenos Aires, se conmemora el Día de la Igualdad. Y es lo que celebramos. Desde hace once años nuestras familias pasaron a ser reconocidas iguales ante la ley y nuestras parejas y nuestros hijos tienen los mismos derechos, con los mismos nombres.
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