Nieves Blasmey (33) salió el 26 de junio de Nebraska rumbo a Buenos Aires y volvió el 1 de julio a ese estado de los Estados Unidos. En cuatro días tomó 10 vuelos. Estuvo en el aire más de 60 horas. Hizo 11 escalas. Sigue varada, sin poder ingresar a la Argentina.
“Tenía pasaje de regreso por United vía Chicago, Houston y finalmente Buenos Aires. Por una tormenta eléctrica el avión se demoró y llegó a Houston un poco retrasado, el personal dijo que no me preocupara. que la conexión nos esperaría. Eso no ocurrió, cuando ya estaba en la manga, me dijeron que no podía subirme, y me ubicaron en un vuelo hacia Bogotá ....”, le relata a Infobae angustiada, cansada y sobre todo preocupada.
Una vez en Colombia quedó como pasajera en tránsito en el Aeropuerto Internacional El Dorado. Esperó más de doce horas, y le consiguieron un asiento para volver a casa. “Cuando estaba lista para embarcar, el personal de la aerolínea me informó de las restricciones aéreas impuestas por el gobierno nacional. Me largué a llorar. Hacía un día y medio que estaba viajando”, destaca. “La incertidumbre seguía en cada aeropuerto, no había forma de volver a casa”, destaca.
Desesperada, y con más dudas que certezas, hizo el reclamo a la aerolínea. Pero ésta manifestó que no puede responsabilizarse porque no es una decisión empresarial. “Tuve que pensar rápido, o me quedaba varada en Colombia, donde no conozco a nadie “, explica. Optó por comprar un nuevo boleto con varias escalas, la única que consiguió: Bogotá, Houston, Dallas, Buenos Aires.
Nieves nació en Catamarca, aunque vive hace casi cinco años en Córdoba. Es diseñadora gráfica. En 2004 mientras terminaba la secundaria en el colegio formó parte del programa de intercambio estudiantil de Rotary Club en los Estados Unidos, donde una familia norteamericana la alojó durante un año. Después de tanta convivencia quedaron amigos. En 2021 ella decidió ir a visitarlos, sin imaginar todo el caos posterior.
No solo eso, Nieves es resistente a la insulina. Hace más de una década fue diagnosticada con esta enfermedad, para controlar los niveles en sangre necesita tomar diariamente metaformina. Sin su fármaco, su cuadro puede derivar en una diabetes tipo 2. “Cuando me subí al avión de vuelta a casa solo llevé la medicación para ese tramo, el resto quedó en la valija. Todo se alargó más de la cuenta…”.
La odisea de volver al punto de salida
Una vez en Houston -después de otras seis interminables horas de viaje- la historia se volvió a repetir. “No me dejaron hacer el tramo a Dallas con el mismo argumento. Imaginate mi ataque de nervios... ya no daba más”.
Desde el Aeropuerto Nieves llamó a su hermano, que vive en Córdoba, y él le sugirió volver a Nebraska, allí la esperaban con alojamiento y comida. Además podría seguir trabajando remoto. El problema ahora era poder retornar al punto de salida.
Doce horas más tarde logró hacerlo. “Me anotaron en una lista de espera, y hasta último momento no supe si tenía lugar el vuelo. Voló a Chicago y de ahí a Omaha. Interminable”.
Una vez en la casa de sus amigos, notó que le habían perdido las valijas. “No solo no me cambié, ni me higienice durante todos esos días en vuelo, sino que cuando llegué no tenía ni ropa interior…”. Llamó para hacer el reclamo, y su equipaje apareció una semana más tarde en Ezeiza. “Ellas pueden ingresar al país, y yo no. Es insólito”.
Con respecto a la medicación, pudo conseguir la misma droga aunque de otro laboratorio, y es más cara. “No es lo mismo y lo siento en el cuerpo pero es lo que tengo ahora. Desde el seguro médico dicen que se van a hacer cargo económicamente, aunque eso no es lo que me preocupa. Mi salud psíquica está deteriorada”.
Todos los días busca un pasaje de vuelta y no encuentra disponibilidad. incluso averiguó por charters privados. “son impagables y superan los 4.500 dólares. Tampoco tengo dinero para financiar otro vuelo comercial, las aerolíneas no te garantizan que puedas concretar el viaje…”.
Otra preocupación no menor es que Nieves precisa regresar para cuidar a su gata, la dejó con su vecina. " por el nacimiento de su única sobrina, la hija de su hermano mayor. “El año pasado falleció mi madre, y no llegué a tiempo a Catamarca, hoy la historia parece repetirse... y mirá que lo había planeado bien”, se lamenta.
Está en constante comunicación con el Consulado argentino, sin tener una respuesta concreta. Su panorama es incierto, solitario. ”Como argentinos ya perdimos la libertad de salir y entrar de nuestro país. Es muy triste saberse solo, no por no estar rodeado de tus amigos y familiares, sino por el desamparo y la angustia que genera el no saber cuándo uno podrá volver a casa”.
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