Abusos en Cristo Orante: las pruebas contra el arzobispo de Mendoza y el obispo de La Rioja, acusados de encubrir a un monje

En 2018, un joven seminarista denunció que Diego Roqué y Oscar Portillo lo habían sometido sexualmente en más de una oportunidad. Los intentos de las autoridades eclesiásticas para tapar la investigación

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Monasterio del Cristo Orante
Monasterio del Cristo Orante

El arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, su obispo auxiliar, Marcelo Mazzitelli, el obispo de La Rioja, Dante Braida, y otros tres sacerdotes fueron denunciados por el posible encubrimiento del monje Oscar Portillo, procesado por abuso sexual en el marco de la causa conocida como “Cristo Orante”.

Carlos Lombardi, abogado de la víctima, contó a Infobae que el 1 de junio envió un escrito a las dos casillas de mail que el Vaticano abrió para recibir este tipo denuncias ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero aseguró que jamás le contestaron. Por eso también mandó una copia por correo a la Nunciatura Apostólica en la Ciudad de Buenos Aires, aunque –dijo– tampoco obtuvo respuesta. En su presentación, solicitó que “se investiguen las acciones u omisiones dirigidas a interferir o eludir la investigación canónica, administrativa y/o penal”. Este artículo repasa las pruebas que aportó.

El caso

En octubre de 2018, Nicolás Bustos denunció en la Justicia penal a los monjes Diego Roqué y Oscar Portillo, a quienes acusó por abuso sexual en el monasterio Cristo Orante, ubicado en la localidad de Tupungato, Mendoza. Los sacerdotes fueron detenidos y hoy esperan en libertad el juicio oral. Están procesados por “abuso sexual simple, agravado por ser figura de autoridad y por abuso sexual con acceso carnal y en tentativa”.

Cuatro años antes de su presentación en sede penal, Nicolás Bustos había realizado su primera denuncia oral ante el entonces arzobispo de Mendoza, Carlos Franzini. Desilusionado por la falta de respuestas concretas de la Iglesia, en 2018 volvió a hacer una acusación ante el Arzobispado, pero esta vez por escrito.

Diego Roqué y Oscar Portillo
Diego Roqué y Oscar Portillo

En su última denuncia, Nicolás Bustos describió escenas concretas de abuso por parte de los dos monjes, Diego Roqué y Oscar Portillo. Sin embargo, el joven y su abogado aseguran que la Iglesia no impulsó el proceso penal canónico contra Portillo, mientras que a la víctima le hicieron creer que estaban investigando a los dos sacerdotes.

“Comportamientos imprudentes”

El 17 de junio de 2015, Nicolás Bustos se presentó ante el fallecido monseñor Carlos María Franzini y le contó que había sido víctima de abuso sexual por parte del padre Oscar Portillo, incluso desde antes de cumplir 18 años e ingresar al monasterio Cristo Orante como aspirante. Aunque habló de actos sexuales, el arzobispo minimizó el relato en un acta en la que sólo mencionó “tocamientos” y “besos”.

“Denuncié sólo a Portillo. Pensaba que él era el malo y Roqué, el bueno. Tardé más tiempo en poder ir a denunciar a Roqué. Me di cuenta de que él también abusó de mí gracias a mi pareja, Guadalupe. Ella me ayudó mucho a desbloquearme”, contó Nicolás hace dos años a La Nación.

Luego de esa primera denuncia, según las actas, Oscar Portillo reconoció haber cometido “conductas inapropiadas en lo afectivo sexual”. Monseñor Franzini sugirió que sea trasladado y le impuso una amonestación canónica por sus comportamientos “afectivos notoriamente imprudentes y temerarios”. Esto implicó, según la querella, un reconocimiento por parte del Arzobispado de que los abusos se cometieron, pues en caso contrario no hubiera habido una sanción.

“Monseñor Franzini nos invitó a ‘dar vuelta la hoja’ y continuar”, declaró Portillo tiempo después. El monje estuvo un mes fuera de Cristo Orante y luego regresó. A comienzos de 2018, Nicolás Bustos se enteró por una publicación en redes sociales que dos jóvenes estaban a punto a ingresar al monasterio y decidió actuar. Entonces, realizó una nueva presentación en el Arzobispado, esta vez por escrito, en la que describió en detalle cómo lo manipularon psicológicamente para concretar los abusos a los que habría sido sometido. Y a diferencia de lo que había realizado la primera vez, en esta ocasión denunció no sólo a Portillo, sino también a Roqué.

El arzobispo Marcelo Colombo
El arzobispo Marcelo Colombo

Las pruebas

A partir de esta segunda denuncia se inició una investigación preliminar. En ese expediente, que se consiguió tras un allanamiento al Arzobispado, están la mayoría de las pruebas que aportaron Nicolás Bustos y su abogado Carlos Lombardi para demostrar el posible encubrimiento de las autoridades eclesiásticas. De sus páginas se desprende, según la querella, que el arzobispo Colombo y el obispo Braida ignoraron desde un primer momento que la denuncia incluía al padre Oscar Portillo.

“La investigación preliminar es para ver si se impulsa un juicio penal canónico. Portillo había recibido una amonestación, pero justamente la amonestación es el requisito previo que exige el Código Canónico para abrir un proceso penal. No se arrepintió, no pidió disculpas, no reparó el daño, por lo que deberían haber elevado la causa a juicio también contra él”, explicó el abogado Carlos Lombardi.

El primero en borrar el nombre de Portillo de la investigación preliminar, según la denuncia, fue el actual obispo de La Rioja, Dante Braida, que en ese momento era administrador apostólico de la Arquidiócesis de Mendoza.

En efecto, en el expediente preliminar se puede ver cronológicamente cómo se dieron los hechos. El primer documento incorporado es la denuncia de Nicolás Bustos. Le sigue un acta que expresamente aclara que los dos monjes habían sido acusados. A renglón seguido, hay una nota de Braida, que es el primer rastro del expediente en el que desaparece el nombre de Oscar Portillo. Se trata de un escrito en el que el actual obispo delega a un presbítero la facultad de investigar el caso. Como se ve en la siguiente imagen, sólo menciona la acusación contra Roqué, a quien identifica como “Diego Moreno”, por su segundo apellido.

La investigación continuó con varios testimonios, entre ellos, el del propio Portillo. Declaró como testigo ante los presbíteros Ricardo Poblete y Mario Panetta, quienes también están entre los acusados de posible encubrimiento.

En su testimonio, el monje Portillo sugirió que Nicolás Bustos tenía “problemas psíquicos” y que “está enfermo”. Y reveló detalles personales de la vida del joven.

Sobre los abusos, relató “un episodio” que definió como “sexual”, pero por el que culpó al joven. “Me sentí acosado, usado”, sostuvo, pese a que Portillo era una autoridad eclesiástica admirada por la víctima y a la diferencia de edad: Nicolás Bustos era 37 años menor.

Portillo también rechazó la acusación contra el otro monje acusado. “No hay nada de carácter sexual en relación al padre Diego [Roqué]. La dificultad fue conmigo, de orden sexual y de acoso de parte de Nicolás, y que no supe cómo manejar. Me dejó violentado para mi vida”, insistió.

Al terminar la investigación preliminar, en su informe final los presbíteros Poblete y Panetta dejaron asentado que Portillo “admitió los hechos” y “reconoció su propio pecado con respecto a Nicolás Bustos, aunque no entró en detalle (tampoco se lo preguntamos) sobre el contenido de dicho pecado”.

Al respecto, el abogado Lombardi cuestionó: “Para que una denuncia no derive en un proceso penal canónico, la persona debe cesar en su contumacia. Sin embargo, Portillo no lo hizo, manipuló los hechos, revictimizó a Nicolás, a quien culpó del abuso, y fingió que estaba compungido. Y confesó que había cometido un ‘pecado’, pero no le preguntaron cuál era ese pecado a pesar de que estaba hablando de algo gravísimo, como lo es un abuso sexual”.

Aun así, el informe final de la investigación sugirió que “se puede dar crédito a la denuncia de Nicolás Bustos y se debería proseguir con la investigación”. El obispo Braida llegó a la misma conclusión en otro escrito. Pero ninguno de ellos mencionó contra quiénes había que encarar el juicio penal canónico.

Hay algo importante a destacar en este punto. Cuando las autoridades eclesiásticas resolvieron abrir la investigación preliminar sólo contra el padre Roqué, la denuncia penal todavía no se había realizado, por lo que de no materializarse tiempo después, Portillo no habría sido juzgado en ninguna instancia por los abusos. Pero además, hay un documento en el expediente firmado por el arzobispo Marcelo Colombo en el que confiesa, de manera expresa, que le interesaba evitar un juicio en sede civil y el consiguiente escándalo, en medio de la investigación por los casos de pedofilia en el Instituto Próvolo.

Colombo había sido trasladado unos meses antes de La Rioja a Mendoza, tras la muerte de monseñor Franzini. El 17 de agosto de 2018 le envió una carta al cardenal Domnique Mamberti, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, en la que pidió que el caso sea trasladado a la Arquidiócesis de San Juan. Entre los motivos, mencionó “evitar […] la posible judicialización, en sede estatal”.

En esa presentación, a su vez, Colombo aseguró que la denuncia sólo había sido presentada contra Roqué. No fue la única vez que lo hizo. Hay otros dos documentos en los que el arzobispo ignora por completo la acusación contra Portillo, entre ellos, un escrito en el que llamativamente dejó asentado que “la mentada causa no involucra en carácter de víctima a un menor de edad”, lo que finalmente fue desmentido por Nicolás en sede penal, pues relató que al menos tres abusos se cometieron cuando tenía 17 años.

La mentira

Finalmente, la Iglesia impulsó un proceso penal canónico en el Tribunal Diocesano Bonaerense por los abusos cometidos en Cristo Orante. Según el abogado Lombardi, a Nicolás le hicieron creer que ese juicio era contra los dos sacerdotes. El primero en hacerlo habría sido el obispo auxiliar de Mendoza, Marcelo Mazzitelli. Se lo habría dicho por teléfono a Nicolás Bustos y a E.C., otro denunciante del monje Portillo.

El 27 de enero de 2019, según repasa la denuncia que el mes pasado fue enviada al Vaticano, el canciller del Arzobispado de Mendoza, Mario Panetta, le mandó una citación a Nicolás Bustos para ampliar su declaración “en relación con la causa judicial canónica […] que involucra a los sacerdotes Oscar Portillo y Diego Roqué”. La citación mencionaba a los dos monjes. Pero por conversaciones que Nicolás Bustos tuvo con funcionarios del tribunal, el joven se enteró que sólo había un proceso abierto contra Roqué. Por eso, le escribió un mail a Panetta, quien sugirió nuevamente que los dos sacerdotes estaban siendo juzgados.

Ante ese escenario, el abogado de Nicolás Bustos pidió acceso al expediente canónico, lo que fue rechazado por el último de los acusados por posible encubrimiento, el presbítero Ricardo Daniel Medina. Y finalmente, el 23 de febrero pasado, el canciller Panetta le respondió un mail a Lombardi en el que confesó que “no hay en curso proceso penal canónico contra el presbítero Jorge Oscar Portillo”.

La respuesta de la Iglesia

Infobae se comunicó con el Arzobispado de Mendoza y el Obispado de La Rioja, pero en ambas instancias declinaron hacer declaraciones.

Hubo, sí, dos comunicados oficiales. El primero, de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, de la que el arzobispo Colombo es parte, que emitió un texto en el que respaldó la actuación del propio Colombo, de Mazzitelli y de Braida.

“La Iglesia de Mendoza, conducida por sus Pastores, ha declarado con firmeza su condena a las situaciones de abuso que se produjeron en dicho Monasterio y obrado en consecuencia para sancionar a los responsables del delito”, indicó la Conferencia Episcopal.

En tanto, Colombo, Mazzitelli y Braida publicaron una nota de prensa en la que afirmaron que no tienen constancias de que la denuncia haya sido presentada, pues –efectivamente– desde la Congregación para la Doctrina de la Fe nunca contestaron.

También mencionaron que hay una condena canónica contra Portillo por otro caso –que no es de abuso sexual– y advirtieron que hay un proceso abierto ante el Tribunal Interdiocesano Bonaerense.

“Más allá del enchastre mediático que producen gratuitamente sobre personas e instituciones, las informaciones sesgadas de quienes actúan en su propio interés y muy lejos de la necesidad de justicia de aquellos que se acercaron a efectuar las denuncias, sabemos que en cada caso hemos adoptado las medidas que correspondían”, dijeron.

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