El miércoles 7 de julio cerró la Clínica San Pedro. La decisión, además de dejar a 70 trabajadores en la calle, implicó el traslado previo de varios pacientes. Dos de ellos, internados con COVID-19 en la Unidad de Terapia Intensiva, murieron horas después.
En diálogo con Infobae, el pediatra y neumonólogo Daniel Creus, actual Secretario de Salud de la Municipalidad de San Pedro, sostuvo que el cierre de la institución “se veía venir desde hace dos años”. “Hace meses que adeudaban pago de sueldos, aportes patronales de los empleados y cargas sociales”, explicó.
Según los medios locales, en el centro de salud había pacientes derivados del Hospital de San Pedro que, en marzo pasado, decidió hacer remodelaciones y tuvo que despejar parte de sus instalaciones. Creus sostiene que la información es cierta y contextualiza la situación.
“El hospital de San Pedro tiene más de cuatro décadas de antigüedad. Las remodelaciones en el ala de internación clínico quirúrgica -unas 32 camas para clínica y postoperatorios- iban a ser durante el verano, pero la obra se demoró y nos agarró comenzando marzo, a un mes de la segunda ola. Ante esa coyuntura, y el pedido de ayuda económica de parte del establecimiento, se les alquiló unas habitaciones para trasladar pacientes del Hospital que eran asistidos por el equipo médico del propio nosocomio. El convenio era estrictamente por la hotelería”, apunta Creus, quien asumió el cargo en febrero pasado, en reemplazo de Guillermo Sancho.
Alejandra Sarco, hija de Amalio Jesús Sarco, uno de los fallecidos, todavía no se repone de lo que vivió durante los últimos cinco días. “Mi papá llegó al hospital manejando el sábado por la tarde, en su auto. Tenía baja saturación de oxígeno y algo de tos. Lo hisoparon y dio positivo”, apunta la mujer en comunicación con Infobae, para luego detallar los manejos a los que se vio sometido el hombre de 68 años, padre de cuatro hijos, pastor evangélico y jubilado de la Cooperativa Coopser.
Según Alejandra, como el Hospital de San Pedro estaba en remodelación, y su padre era paciente de PAMI (que tiene cápita en la clínica San Pedro), lo trasladaron a dicha institución, donde comenzó a tener problemas respiratorios que obligaron a alojarlo en la Unidad de Terapia Intensiva.
“El lunes empezamos a averiguar para hacer una derivación, pero la doctora que lo atendía, Alejandra Montenegro, nos dijo que ‘no’, que era un paciente de riesgo, que no iba a soportar un traslado. El martes amanecimos con la noticia de que estaba ‘estable, lúcido y con los ojos abiertos’. Sin embargo, a la tarde nos llegó el rumor de que iban a cerrar la clínica. Lo consultamos con la médica y nos dijo que nos preocupáramos, que se iba a quedar ahí”, recapitula Alejandra.
Sin embargo, horas más tarde, la familia Sarco recibió un mensaje que decía que iban a trasladar a Amalio porque en el lugar no iba a quedar ningún médico. “Al final lo llevaron al Hospital. No sabemos cuándo ni en qué situación porque no nos avisaron nada. Llegó el miércoles por la tarde y durante el viaje tuvo un paro. Quince minutos después, ya en la institución, le dio un segundo paro y no pudieron salvarlo”, cuenta Alejandra. “Voy a ir a la Justicia”, dice.
El otro fallecido, según indica el medio local La Opinión Semanario, se llamaba Domingo Ferreyra, tenía 67 años, 11 hijos, 32 nietos y dos bisnietas. “Se había jubilado tras 27 años de trabajo en la fábrica Imprec. Antes supo ser pescador y cazador en la isla”, indican.
Lo ocurrido fue muy similar al caso de Sarco. Llegó al centro de salud caminando y, en dos días, entró a Terapia Intensiva. Falleció después del traslado. “Nosotros pusimos toda la fe en Dios pero él se ve que se entregó a las manos de Dios y Él hizo su obra. Que en paz descanse, mi viejito”, dijo uno de sus hijos.
El cierre de la clínica en plena pandemia
Según Creus, en el establecimiento había cuatro pacientes COVID-19 atendidos por los médicos del Hospital. En la Unidad de Terapia Intensiva había dos más: uno (Amalio Sarco) era de la cápita de PAMI, que le pertenecía a la clínica, y el otro (Domingo Ferreyra) de la capita que pertenecía al nosocomio.
“El Directorio le exigió al Hospital que se llevara a los pacientes porque decidió tirar la toalla. La Municipalidad decidió intervenir el traslado de todos los internados con ambulancias de alta complejidad y mediana complejidad. El estado de los dos que estaban en Terapia Intensiva era crítico y, cuando llegaron al Hospital, fallecieron”, explica.
¿A dónde llevaron al resto de los pacientes? “Como seguimos con la remodelación, utilizamos un lugar extrahospitalario (se llama Andar y está ubicado frente al Hospital) que teníamos destinado para aislamiento y atención, donde armamos una sala de internación que complejizamos”, dice el Secretario de Salud de San Pedro.
Creus dice que hubo un mal manejo financiero de parte del Directorio y que, desde el Municipio, además de estar presentes con el Programa de Recuperación Productiva (REPRO), estuvieron en tratativas con un potencial comprador “para reflotar la institución”. Finalmente, “por algunas trabas en el estatuto” la transacción no pudo concretarse. “En síntesis: era una clínica que se veía que iba a cerrar desde hace dos años y el COVID-19 la terminó de matar”.
Carlos Colella tiene 72 años, es traumatólogo y socio y miembro del Directorio de la Clínica San Pedro. En comunicación telefónica con Infobae, el médico responsabilizó a PAMI por el cierre.
“PAMI paga la cápita pero no reconoce gastos extras que genera un paciente con COVID-19, tanto en Terapia Intensiva como fuera de la misma. Nosotros le venimos reclamando desde septiembre de 2020: nos deben 10 millones de pesos. No podemos seguir endeudándonos en nombre de ellos”, sostuvo
Con respecto a los traslados de los pacientes con COVID-19 que estaban en UTI, Colella sostuvo que fue el último recurso que les quedó. “Previo a eso recurrimos a todas las instancias posibles. No abandonamos a nadie. La resolución la tomó personal idóneo que sabía que los pacientes podían trasladarse. Por otro lado, si eso no se hacía, corrían riesgo porque estábamos en condiciones endebles donde no sabíamos si íbamos a tener insumos. Si las familias tienen dudas que vayan a la Justicia”, agregó.
De acuerdo con Colella, al día del cierre, en la clínica trabajaban menos de diez médicos: un cardiólogo, un gastroenterólogo, cinco traumatólogos y dos médicos de guardia (uno general y otro para Terapia Intensiva) que habían sido contratados.
“Los 70 que reclaman son trabajadores de la Institución, entre ellos, enfermeros, mucamas, personal de maestranza y administrativos”, explicó, pero no quiso aportar detalles acerca de los sueldos adeudados y los reclamos que están llevando adelante los que, hasta el miércoles 7 de julio, eran empleados del lugar y de momento no han recibido telegramas de despido.
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