“Me quitaron a mis maestros, a mis líderes, a los que me dieron la Primera Comunión”, dijo consternado Rolando Savino al recordar el horrendo crimen de los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los de los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti asesinados hace 45 años en la Parroquia San Patricio del barrio de Belgrano.
Savino, de entonces 16 años, era organista y concurría a diario a la parroquia para aprender y conversar con los sacerdotes. Ellos, dijo el primer testigo de la masacre, “me enseñaron todo lo que sé sobre Dios y Liturgia, pero al mismo tiempo supieron prepararme para afrontar lo que seguía”. Luego de encontrar a los sacerdotes sin vida en medio de charcos de sangre y entre escrituras que no comprendía, Savino debió reconocer sus cuerpos ante la policía.
El relato -que se transcribe completo a final de esta nota- lo compartió en la Rueda de Prensa que realizó la Comunidad Palotina por el 45° aniversario de la Masacre de “los 5″, como se la conoce. La actividad fue encabezada por el postulador de la causa de canonización y delegado de la provincia irlandesa de la comunidad palotina, padre Juan Sebastián Velasco SAC; el vicepostulador, Francisco Chirichella y Santiago Barassi, miembro de la comunidad palotina.
Las reflexiones sobre el crimen, el renovado pedido de justicia y la causa de Canonización
Juan Sebastián Velasco contó que el padre Pedro Duffau había preparado durante la tarde anterior a que lo asesinaran la homilía que leería en la misa del domingo y que se refería a la palabra de San Marco que recordaba el momento en que Jesús regresa a su tierra como profeta y se enfrenta a quienes ostentaban el poder “simplemente compartiendo la palabra de Dios”.
“Al igual que este año, el 4 de julio de 1976 cayó domingo y lo que corresponde leer del este Evangelio es el ciclo B, San Marco, que cuenta cuando Jesús vuelve a su Patria y no lo reconocen y el padre Pedro decía que Jesús, como a los profetas, habla en nombre de Dios y que la palabra de Dios a menudo nos incomoda y hace que otros se sientan irritados porque su palabra es intransigente y dura. Entonces, ¿qué hacían con los profetas? ¡Está la Biblia! O los hacían a un lado o los mataban ¿y qué hicieron con ellos...? Hicieron que a esa homilía nunca la pudiera pronunciar el padre Pedro”.
Según Velasco, Duffau escribió que “mataban a los profetas como mataron a Cristo, y la noche anterior a leerla los mataron a ellos. Eso es en lo que creemos y porque 45 años después los estamos recordando y haciendo memoria”.
El postulador de la causa de canonización y delegado de la provincia irlandesa de la comunidad palotina considera que ese 4 de julio fue cuando “se desató todo”. “Había ocurrido el golpe del 24 de marzo y ese día empezaron con nosotros. Por qué es lo que todavía no podemos responder, pero el mensaje está claro: evidentemente querían que la Iglesia que en la década del 70 imbuida por toda la reforma del Concilio Vaticano II, más la visión latinoamericana que los obispos habían tenido en la Conferencia de Medellín era una iglesia que de alguna manera sale de su zona de confort, de la sacristía, sale de estar puertas para adentro y se mete en el mundo... Y cuando la iglesia empieza a estar en el mundo y proféticamente a denunciar...”, sostuvo.
Por su parte, Francisco Chirichella, vicepostulador de la causa, destacó lo importante que es hablar de los cinco palotinos “en este momento de tanto dolor y muerte”. “Su crimen ocurrió en una época muy difícil, marcada por la violencia y la suspensión de derechos cívicos y democráticos, cuando ser fieles a una visión apostólica e invitar a la conversión exigía una profunda convicción y una gran valentía”, remarcó.
En el mismo sentido se expresó Santiago Barassi, miembro de la comunidad palotina que contó la labor que realizan los más jóvenes que crecen sabiendo la historia de los mártires de San Patricio y aprenden de su legado.
“Para nosotros esta es una herida, es un mensaje y es una misión. Muchos jóvenes crecimos sabiendo esta historia. Estamos trabajando para reconstruir un proyecto de comunidad que ese día fue atacado. Lo que queremos es expandir este mensaje, de quienes juntos vivieron y juntos murieron”.
Sobre la canonización, Velasco lamentó que debido a la pandemia se puso un paréntesis a la causa, pero aseguró que “estamos convencidos que se trata de un hecho martirial porque hay un derramamiento de sangre”.
La “megacausa tiene 20 años y son cinco personas, es como hacer cinco veces un proceso de canonización”, explicó y agregó: “También decidimos presentarnos en la causa penal porque creemos que va a echar luz sobre la causa canónica. El ‘para qué’ lo tenemos claro, y el ‘por qué’ lo tiene que dar la causa penal: ¿Por qué nuestra comunidad fue masacrada de esa manera? Es el interrogante que a 45 años no podemos responder, por eso somos querellantes en la megacausa penal”.
El desgarrador testimonio de Rolando Savino, el primer testigo de la Masacre de San Patricio
Ellos solían abrir el templo a las 7:30. El padre Alfredo Leaden, sobre todo, que estaba encargado de la misa de las 8:00, a las 7:30 ya estaba con su breviario frente al altar del Sagrado Corazón rezando.
Yo ese día ese día llegué 7:20 y no me extrañó ver el templo cerrado, esperé... era una mañana muy fría y pensé que se habían demorado un poquito, pero pasaban los minutos, 7:40, y como la gente sabía que el templo abría temprano ya había feligreses que esperaban y se preguntaban entre ellos qué pasaba.
Miré en las habitaciones que daban al frente de la casa y vi luz, me tranquilicé pensando que estaban levantados y que simplemente estaban demorados; como yo conocía el movimiento de la casa empecé a buscar la forma de entrar. Detrás de la casa había un salón con la persiana levantada, le dije a una señora que si me ayudaban entraba...
Las luces (del interior de la casa) estaban prendidas y en el pasillo central estaba la perrita Inca, que me miraba, ahora pienso que estaba triste y no vino a saludarme. Me miraba de lejos... Busqué la llave del templo y de la casa parroquial, vi la estufa encendida en el pasillo y pensé que estaban levantados. Fui al templo, preparé las cosas para la misa y miré el reloj, ya habían pasado unos minutos de las 8:00 y no entendía por qué si eran muy puntuales, recordé la estufa del pasillo y pensé que se habían quedado dormidos y hubo pérdida de gas. Ahí empecé a asustarme. Volví a la casa, entré con la llave que tenía en mano y comencé a golpear las palmas y a nombrar a cada uno, por supuesto que hubo silencio.
Seguí golpeando las palmas y subí las escaleras porque los cuartos estaban en el primer piso. “¡Miren que estoy subiendo!”, dije y repetía los nombres de cada uno. En el descanso de la escalera giré y vi un desorden descomunal, había escrituras en la puerta que decía “por nuestros camaradas dinamitados de Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria”, estaba escrito con tiza. Había insultos en la alfombra, yo no entendía nada, estaba totalmente aturdido mirando el desorden y esas escrituras que no entendía qué querían decir y cuando miré para el lado del living, vi los cuerpos sin vida... Pensé que estaba soñando, fue una imagen de terror. Volví a mirar y vi lo mismo.
Giré. Bajé la escalera y cuando llegué a la puerta (de ingreso a la iglesia) la gente me asaltaba preguntando: “¿Qué pasó?”, yo no podía decir lo que había visto....
Tenía 16 años. El padre Alfredo me dio la Primera Comunión de 1968. Ellos eran mis maestros y me sentí arruinado porque me habían quitado a mis líderes, a mis maestros. Todo lo que sé de Dios y Liturgia me lo enseñaron ellos...
Cuando terminó la misa del 5 de julio y retiraron los cuerpos de la parroquia, me quedé donde estaban los porta ataúdes, mirando la iglesia y dije: “Bueno, ahora tengo que poner en práctica todo lo que me enseñaron, ahora es el momento de dar testimonio de lo que ellos me enseñaron”. Y con mucha tristeza, pero con fuerza, porque no dejé que la tristeza me derribara. Y así lo sigo sintiendo y siento que ellos me impulsan a seguir. Para mí son Santos y Mártires desde el momento cero, no hace falta que alguien me diga que no”.
Homenaje
Este domingo 4 de julio a las 11.30 se realizará la misa central. También habrá misas y homenajes en varios lugares, a las que el sacerdote invitó a asistir o a sumarse a través de los medios digitales, según corresponda de acuerdo a las normas sanitarias.
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