En 1987, Nora Costantino conoció a Juan Carlos López (66) mientras grababan una publicidad de Hitachi. Para entonces, ella ya era una reconocida bailarina, mientras que él era un prestigioso maquillador que a diario recorría los pasillos de ATC, donde desplegaba su arte en el rostro de las actrices y modelos de la época.
Entre ellos, nació una amistad. Sin embargo, a los pocos años iniciaron una relación tan sólida que duró 30 años, los convirtió en padres de dos hijos, pero que terminó abruptamente el 21 de junio pasado, cuando Juan Carlos falleció después de luchar un mes contra el COVID-19.
“Nos hicimos amigos y, a los pocos años, nos pusimos de novios. Yo tenía un nombre hecho como bailarina, pero después me di cuenta que -cuando íbamos a alguna cena o reunión del ambiente artístico- todos lo saludaban a él. Pasé a ser la mujer de Juan Carlos López (recuerda con una sonrisa en medio de su dolor). Después, yo me dediqué a nuestros hijos, Victoria (27) y Juan Ignacio (25), y, además, me puse a trabajar para una empresa”, le dijo Nora Costantino a Infobae.
Estuvieron juntos durante tres décadas, el mismo tiempo que Juan Carlos trabajó con Susana Giménez. “Empezó a maquillarla justo cuando nos pusimos de novios. Al poco tiempo que lo conocí, me dijo que tenía una entrevista con Susana. Los presentó el diseñador Manuel Lamarca (quien falleció en 2018). Un día, mi marido la maquilló y, al poco tiempo, ella lo llamó para llevarlo directo a la televisión. Desde entonces, no se separaron más”, afirmó orgullosa de su esposo.
Nora dice que Juan Carlos volvió de Uruguay el pasado 21 de abril, donde estuvo trabajando junto a Susana durante un mes y medio. Apenas llegó, hizo la correspondiente semana de aislamiento en su casa y, por eso, no pudo utilizar el turno que ya tenía asignado para la vacuna del COVID-19, justo con un día de diferencia del de su esposa, quien sí se inoculó.
“Le cancelé el turno y le pedí uno nuevo. Mientras tanto, nos dimos la vacuna de la gripe y la neumonía. Justo, esto pasó cuando las vacunas tardaban mucho en llegar. Por ser prolijo y por cumplir con el aislamiento después de volver de Uruguay, perdió la oportunidad de darse la vacuna. En ese interín, se enfermó”, lamenta.
“Me da bronca pensar que, si se hubiera podido vacunar, a lo mejor se hubiera salvado. Nos cuidamos mucho y tomamos todos los recaudos. Usamos doble barbijo pero, a pesar de todo, se contagió igual. Estuvo en Uruguay durante un mes y medio. Lo hisoparon allá un montón de veces y, por supuesto, también se hisopó cuando volvió. Estaba todo bien y después le pasó esto”, indicó.
Cuando su marido se enfermó, Nora ya tenía una dosis de la vacuna de AstraZeneca y, a pesar de que estuvo acompañando y auxiliando a su marido en su casa, no se contagió.
“Se empezó a sentir mal. La primera semana tenía dolores muy fuertes en la espalda, que se le irradiaban hacia las axilas. El hisopado le dio positivo y, a la semana siguiente, se puso peor. Estaba aislado en otro cuarto y yo lo seguía atendiendo. Tenía una tos espantosa que no se le iba. Veía que no mejoraba y llamé a varios médicos”, indicó.
Pero como los días pasaban y el cuadro empeoraba, Juan Carlos tuvo que ser internado de urgencia en el Sanatorio Anchorena, ya que los niveles de su oxigenación habían bajado notablemente.
“Pensé que lo iba a volver a ver, pero a medida que pasaban los días, iba empeorando. La pasó mal, con mucho dolor y encima sólo. Nos escribíamos por WhatsApp, hasta que finalmente lo intubaron. Los médicos me dijeron que el virus fue un tornado, que le pasó por los pulmones y se los destrozó.
Juan Carlos, que no tenía comorbilidades, permaneció 14 días intubado y, lamentablemente, falleció el 21 de junio.
“Nunca pensé que no iba a salir. Pasó el domingo del Día del Padre intubado, falleció el lunes 21 y, al otro día, le llegó el turno para la vacuna… Tarde”, expresó con angustia. “Es muy triste, porque se van solos y, cuando te dejan entrar a verlos, ya están intubados. En Terapia Intensiva, los médicos me dijeron que había jóvenes de 30 años que estaban tan graves como Juan Carlos. Entonces, uno no puede entender que todavía haya gente que no crea en este virus”.
Después de la muerte de su marido, Nora se sorprendió por la gran cantidad de llamados y muestras de afecto que recibió. Hoy, aún le escriben hasta personas que no conoce, entre ellos, muchos alumnos y colegas.
“Susana siempre estuvo conmigo al pie del cañón. Todos los días, me pedía que le pasara el parte médico de Juan Carlos, hasta que también le tocó a ella, pero por suerte ya está bien. En un momento, estuvieron los dos internados y, desde entonces, no hablamos más porque yo no la quise molestar. Me enteré que estaba bien a través de los medios”, aseguró.
A pesar de que trabajó con todas las figuras más importantes del país, Juan Carlos se hizo famoso por ser el maquillador personal de Susana Giménez, pero eso sí: siempre mantuvo un perfil bajísimo y se limitó a brillar con su trabajo.
“Siempre tuvo un perfil muy bajo y fue muy respetuoso. No se sacaba fotos solo con ella y jamás habló en un programa de Susana. Y eso que se lo ofrecieron varias veces, pero nunca lo aceptó. La cuidó muchísimo. Era muy recto, una persona ética. Trabajó muchos años en ATC y maquilló a todas las actrices y modelos, como Araceli González a partir de sus 15 años, y hasta la acompañó en su casamiento con Adrián Suar. Estudió con Horacio Pisani y tomó cursos con otros grandes maquilladores internacionales. Después, siguió solo porque era muy creativo y tenía una técnica muy estricta”, reveló.
“A nivel personal, era muy protector de su familia: como buen leonino, se preocupaba por atendernos y cuidarnos. Éramos muy compañeros. Me llevaba y me traía por todos lados: siempre me iba a buscar y nunca estaba cansado. Me motivaba a que hiciera cosas, a que me animara. A mí y a todos los que lo conocieron”, recordó.
Con la tristeza y la angustia a flor de piel después de haber perdido a su marido, Nora dice que no logra comprender a aquellas personas que, teniendo la posibilidad de vacunarse, no lo hacen. O, que directamente, no creen en la existencia del COVID-19.
“No sé dónde tienen los ojos, porque está a la vista la cantidad de gente que muere. Da bronca que haya gente irresponsable que no cree en el virus, o que no quiere vacunarse. A veces, parece que tiene que tocarles para que se den cuenta. En un mes, el COVID me llevó a mi marido que se hacía chequeos todos los años, que caminaba muchísimo, que jugaba al fútbol y que no fumaba, ni tomaba alcohol. Era un hombre sano, lleno de proyectos, lleno de vida y teníamos un viaje pendiente juntos”, expresó Nora.
“Me enojé mucho con el tema de la vacuna. Cuando vi en el celular que le había llegado el turno, sentí un puñal en el corazón porque podría haberse salvado. No puedo creer lo que le pasó. Esta semana, me tocó la segunda dosis y fui con mucha pena... Pensaba que a mí me dieron las dos dosis, pero a mi marido, ninguna”, finalizó.
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