Ante todo, cabe señalar la diferencia etaria entre ambos: 22 años. Se trata de dos generaciones claramente distintas, en una época en que dicha diferencia se potenciaba dada la menor expectativa de vida de entonces.
El primer momento de esta relación puede ubicarse el 22 de septiembre de 1866, en la batalla de Curupayty en la Guerra de la Triple Alianza, en la cual Bartolomé Mitre era Comandante del Ejército aliado, integrado por brasileños, argentinos y uruguayos. En esta acción, el entonces Mayor Julio A. Roca, de 23 años, fue el único de los 17 jefes de batallón que salió ileso del ataque contra las trincheras paraguayas. De los otros 16, 8 murieron y el resto fue herido. Esto ya de por sí fijó la atención de Mitre en el joven Roca. Si bien no lo ascendió por su actuación en la batalla, como muchos esperaban, lo eligió para llevar el parte de la sangrienta acción al vicepresidente Marcos Paz, que ejercía la presidencia por la ausencia de Mitre, que se encontraba en territorio paraguayo al frente de los ejércitos aliados.
Pero la elección del comandante y presidente tenía una razón humana: lo elige al Mayor Roca porque era sobrino del vicepresidente y su hijo (que era primo de Roca) había muerto en la batalla como capitán jefe de una compañía. En mi opinión, este es el momento inicial de la relación entre Mitre y Roca. Un campo de batalla donde edad y jerarquía tenían más importancia que la generación que los separaba.
El segundo momento es de antagonismo: la revolución que encabeza Mitre al final de la presidencia de Sarmiento en 1874, en rechazo a la elección presidencial de Nicolás Avellaneda. Mitre, líder del partido liberal derrotado electoralmente, encabeza una revolución contra la autoridad nacional con dos epicentros: la provincia de Buenos Aires y Cuyo. En la primera, las fuerzas que responden al gobierno nacional a órdenes del Coronel Inocencio Arias, derrotan a las de Buenos Aires, que bajo el mando de Mitre tienen muchos más efectivos. En Cuyo, encabeza la revolución el General José María Arredondo, un hombre de gran lealtad hacia Mitre. Para enfrentarlo, Sarmiento designa al joven Coronel Roca, que había ascendido a ese grado en la batalla de Ñaembé, donde es derrotado el caudillo Ricardo López Jordán. Roca reúne un ejército que tiene la mitad de los hombres que Arredondo, pero con habilidad táctica lo derrota en Mendoza, en la batalla de Santa Rosa. Roca es ascendido a General sobre campo de batalla a los 31 años. Mientras tanto, Mitre designa al subteniente más joven del Ejército para que sea su defensor en el Consejo de Guerra que lo enjuicia y condena a muerte, resolución que el presidente Avellaneda deja sin efecto. Durante su prisión en Luján, Mitre comienza a dar forma a su “San Martín y la emancipación sudamericana”.
Un tercer momento es la Revolución de 1880. Roca ha sido electo presidente tras ocupar los territorios del sur hasta el Río Negro. El candidato derrotado, el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, desconoce el resultado y precipita la ruptura con el gobierno nacional, que instala su sede en el barrio de Belgrano. Roca, desde Rosario, maneja los hilos políticos y militares en la crisis. Las fuerzas del gobierno nacional a órdenes del ministro de Guerra Carlos Pellegrini, convergen sobre la Ciudad de Buenos Aires, defendida por aproximadamente 10.000 hombres de su Guardia Nacional más voluntarios. En un sangriento combate, las fuerzas nacionales penetran en la Ciudad, pero se produce una tregua. Viendo una situación desfavorable, Tejedor designa a Mitre como Jefe de los Ejércitos de Buenos Aires. Con habilidad política, el ex presidente gesta un escenario proclive para el acuerdo, que implicará reconocer el triunfo electoral de Roca por parte de los porteños. Es decir, el primero facilitó la llegada al poder del segundo.
Un cuarto momento es la crisis político-institucional que se desarrolla en 1890 y 1891. Roca y Mitre, pese a la diferencia en años, están en el mismo status político: los dos son ex presidentes y actores centrales en la política. La Revolución del 90, que termina con la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman, lo encuentra a Mitre ausente del país. Es una ausencia voluntaria. La mayoría de sus amigos y seguidores políticos están con la revolución. Para él, las de 1874 y 1880 han mostrado el costo y la falta de resultados positivos de la insurrección militar como instrumento político. El vicepresidente Carlos Pellegrini reemplaza a Juárez Celman y Roca es designado ministro del Interior. La elección presidencial de 1892 encuentra a las fuerzas políticas atomizadas y divididas: lo que hoy se denomina la “gobernabilidad” está en crisis.
Es el momento del acuerdo político entre Roca y Mitre. Rompiendo con sus aliados políticos más intransigentes, el líder político de Buenos Aires busca la solución de consenso. Por su parte, Roca camina en la misma dirección con Pellegrini. En el Partido Autonomista Nacional, bajo el firme liderazgo de Roca, se apoya la solución. De ella surge una candidatura presidencial híbrida, la de Luis Sáenz Peña. No es una solución de fondo a todos los problemas, pero sí una alternativa transitoria que permite mantener la estabilidad político-institucional. Ambos pagan costo político en sus respectivos espacios.
El quinto momento es a comienzos del siglo XX, entre 1900 y 1901. Roca, que se aproxima a los 60 años, es presidente por segunda vez. Mitre, con 80, sigue siendo el referente político porteño y una figura y voz escuchada en el país. Roca recurre a él en los momentos difíciles. El apoyo al acuerdo de paz con Chile -el conflicto más relevante de este periodo- los encuentra a ambos defendiendo la solución pacífica que cuestionaban los sectores más nacionalistas. En más de una situación, Roca recurrió a Mitre en busca de consejo. Así fue el caso con el fallido proyecto de renegociación de la deuda externa, presentada en el Ejecutivo que enfrenta resistencias en el Congreso y en las calles de Buenos Aires. Roca convoca a Mitre, que sintetiza su consejo en una frase tomada de Mirabeau: “Cuando todos se equivocan, hay que pensar que quizás pueden tener razón”. El presidente toma ese camino y retira el proyecto del Congreso. Carlos Pellegrini, que ha sido el defensor de la iniciativa de Roca y ha pagado un alto costo político por ello, rompe con el presidente. La sucesión presidencial tiene un significado acuerdista: el mitrista Manuel Quintana es el elegido.
Mitre fallece en enero de 1906, a los 85 años. Más allá de los pésames formales que envía Roca, ese es el final del recorrido entre Mitre, aquel comandante y presidente, y Roca, el Mayor de 1866: cuatro décadas después, son ex presidentes que han conducido, con más aciertos que fracasos, un periodo crucial de la historia argentina.
Rosendo Fraga es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
SEGUIR LEYENDO: