Es psicóloga, perdió a su primera hija de cáncer hace 15 años y ayuda a transitar los duelos por COVID-19 con una terapia de resiliencia

En 2006, la vida de Valeria Schwalb se vino abajo tras la muerte de Julieta, su primogénita. Desde entonces, acompaña a familias que atraviesan situaciones límites. Con la pandemia, y de cara a los cien mil fallecidos por coronavirus, las consultas se le multiplicaron. “Una persona que atraviesa una situación adversa jamás volverá al mismo lugar, pero no necesariamente quedará peor”, dice

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Valeria Schwalb es psicóloga. En 2006 perdió a su primera hija de cáncer y, desde entonces, se especializa en terapia de resiliencia

Desde que comenzó la pandemia, el tema muerte nos entró por todas las ventanas de nuestras casas. Hasta los más chiquititos sabían que había un ‘bichito’ dando vueltas y que si uno se contagiaba podía ser peligroso. Todos supimos sobre la muerte. Justamente, uno de los grandes aprendizajes de esta pandemia es que los seres humanos tenemos que vivir con la conciencia de que somos seres mortales”, dice Valeria Schwalb, licenciada en Psicología y especialista en resiliencia.

Para Valeria, sin embargo, no hizo falta una pandemia para poner sobre la mesa el tema de la muerte. Se cruzó cara a cara con ella en 2006, cuando le tocó enterrar a su primera hija Julieta, de tres años y medio, quien falleció de cáncer. A partir de ese momento, la terapeuta se especializó en “resiliencia” y en acompañar a personas que atraviesan diferentes pérdidas. En ese camino, además, Valeria escribió dos libros: Todos somos resiliencia (2012) y Todos podemos ser felices (2015), de Editorial Paidós.

El término “resiliencia” -explica Schwalb- proviene de la física de los materiales. Expresa la capacidad que tienen, por ejemplo, una cinta elástica o un resorte, para volver a recobrar su forma original después de deformarse. “Cuando hablamos de salud mental, no podemos decir que una persona que atraviesa una situación adversa vuelve al mismo lugar. Una persona que atraviesa una situación adversa jamás volverá al mismo lugar, pero no necesariamente quedará peor. Probablemente pueda fortalecerse, mejorar su versión, enriquecerse y transcurrir situaciones emocionales que, de otro modo, jamás hubiera atravesado”, apunta la Psicóloga y dice que, en lo personal, definió la resiliencia como “la capacidad para sanar lo que no siempre podemos curar”.

En tiempos de COVID-19, donde todos tuvimos -de alguna u otra manera- que atravesar un duelo (desde la muerte de algún familiar, amigo o conocido; pasando por una separación; hasta la pérdida de un trabajo o de pequeñas rutinas), nos vimos de cara a situaciones extremas y empezaron a aparecer interrogantes que van de la mano de lo que trae este nuevo contexto. ¿Cómo se atraviesa el dolor? ¿Existe una forma ‘correcta’ de transitar un duelo? ¿Se puede sobrevivir a aquello que parece haberlo destruido todo? En diálogo con Infobae, Schwalb aprovecha un bache en su apretada agenda para contestar esas y otras preguntas.

Valeria junto a su primera hija. Julieta falleció a los tres años y medio, en 2006, fruto de un neuroblastoma
Valeria junto a su primera hija. Julieta falleció a los tres años y medio, en 2006, fruto de un neuroblastoma

LOS DUELOS MÚLTIPLES

Con la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, la cantidad de consultas diarias que recibía Valeria Schwalb se disparó. “Todavía tengo listas y listas de pacientes en espera que están desesperadas por hacer una consulta con un especialista en el duelo”, apunta la terapeuta y dice que, muchas veces, se trata de personas que tuvieron que despedir a más de un familiar o integrante de su círculo. Es decir, personas que transitan “duelos múltiples”.

De eso puede dar testimonio Glenda Seltzer, abogada de familia, y paciente de Schwalb. En comunicación con Infobae, Seltzer cuenta que llegó al consultorio de Valeria hace aproximadamente un año, luego de que falleció Natalia, su mejor amiga y socia en el estudio jurídico. “Su muerte fue muy repentina, inesperada. Me descolocó totalmente. Tres meses después, el 28 de agosto de 2020, mi papá se murió de COVID-19. Ese día se me cayó el mundo o lo que quedaba de él, después de la partida de Nati. Siempre sentí que mi viejo era inmortal. Él pasó por muchas operaciones de corazón y, contra todos los pronósticos, siempre sobrevivió”, cuenta Glenda.

La terapia -dice- la ayudó “muchísimo”. “Enterrar a mi papá sin familiares ni amigos hizo más injusto el dolor. Me acuerdo de los días previos, en el hospital, sin poder entrar a darle la mano, haciendo guardias en la calle y escuchando partes médicos en la vereda. Recuerdo haberle preguntarle a Valeria si algún día me volvería a reír. Creo que no habría podido atravesar sanamente esos días sin ese espacio de terapia”, cuenta la abogada.

Tras la muerte de su hija la Psicóloga Valeria Schwalb se especializó en “resiliencia” y en acompañar a personas que atraviesan diferentes pérdidas. En ese camino, además, escribió dos libros: "Todos somos resiliencia" (2012) y "Todos podemos ser felices"(2015), de Editorial Paidós
Tras la muerte de su hija la Psicóloga Valeria Schwalb se especializó en “resiliencia” y en acompañar a personas que atraviesan diferentes pérdidas. En ese camino, además, escribió dos libros: "Todos somos resiliencia" (2012) y "Todos podemos ser felices"(2015), de Editorial Paidós

-Entre tantas cosas, el COVID-19 se llevó puesto el rito funerario. La imposibilidad de despedirse de un ser querido, ¿dificulta aún más el duelo?

-El duelo es un proceso muy difícil y la pandemia no lo favorece. Este contexto hizo que las personas pierdan los rituales que llevamos a cabo en las diferentes culturas y en las diferentes religiones cuando una persona fallece. No podemos despedirnos y eso es muy duro. Yo creo que todas las personas que perdieron un familiar de COVID-19, como no pudieron estar ahí para acompañar y dar la mano, les quedó una sensación de interna de: ‘¿Lo cuidaron bien?’”.

-Muchos manuales de psicología hablan de las etapas del duelo. En la práctica, ¿existen? ¿Es un proceso lineal?

-En la Facultad a mí me enseñaron sobre las “Fases del duelo”. Yo las estudié, las aprobé, pero después, cuando la vida me llevó a vivir mí proceso de duelo, dije: “¿Qué es esto de las fases?”. Un día estaba en la fase 3, después volvía la fase 1 y otro día estaba en la fase 5. En conclusión: para mí las fases del duelo no existen. El duelo es como una montaña rusa emocional. Te sientan en una sillita que no elegís y arranca “el sube y baja”. Lo que quiero destacar es que, así como hay una entrada, hay una salida. Y eso tiene que ver con la resiliencia. Los seres humanos tenemos la capacidad de superar situaciones muy difíciles. No nos rompemos por atravesar una situación crítica, sino que muchas veces nos fortalecemos. Nadie puede ver el dolor como una oportunidad, pero lo es. Es una oportunidad para aprender lo que jamás aprenderíamos de otro modo. Yo no agradezco para nada haber atravesado la muerte de mi hija, pero entiendo que de no haber experimentado eso, habría muchas situaciones que hoy no entendería. Entonces pienso lo siguiente: “Ya que lo tuve que pasar, que me pase para aprender algo, que no me pase en vano”. Esta es mi máxima ley en la vida.

"El apuntalamiento en los duelos va por el lado de brindar herramientas para que esa persona desarrolle mecanismos lo más sanos posibles para poder atravesar esa situación. Desde armar redes para no quedarse solo, hasta generar tolerancia a la comunicación virtual que es la que 'Sí se puede'”, dice
"El apuntalamiento en los duelos va por el lado de brindar herramientas para que esa persona desarrolle mecanismos lo más sanos posibles para poder atravesar esa situación. Desde armar redes para no quedarse solo, hasta generar tolerancia a la comunicación virtual que es la que 'Sí se puede'”, dice

-Hubo casos de familias donde algún integrante, por un descuido o por circulación comunitaria, llevaba el virus a la casa, contagiaba al resto y alguien fallecía. ¿Cómo se trabaja la culpa en esos casos?

-Yo creo que la búsqueda del culpable, la búsqueda de “con quién me enojo” cuando algo así pasa, sucede siempre y en cualquier duelo: es histórico. “Que si yo te hubiera llevado”; “Que si yo no me hubiera cambiado en el asiento con vos”; “Que si no hubiera permitido que viajes”; “Que si te hubiera dicho que te quedes”. Esto es algo normal y esperable en un proceso común de duelo. El COVID-19 no es la excepción. La pregunta que hay que hacerse es: “¿De verdad podemos pensar que quien nos ama quiso hacer algo a propósito para lastimarnos?”. Todos hicimos algún que otro movimiento en medio de la desesperación. Nadie se comportó intachablemente porque la pandemia que se nos volvió insoportable a todos. Echar culpas no devuelve a quién murió y genera que quienes están acá mueran en la relación.

-Muchas personas que tuvieron COVID-19, o la pasaron mal por algún familiar que estuvo internado, cambiaron su forma de percibir la vida. Se escuchó mucho: “Hay que vivir el hoy”. ¿Esto es “normal”?

-Después de atravesar una situación que nos enfrenta cara a cara con la muerte, son muchos los que se fueron para ese lado. “Voy a cumplir con todos mis sueños”; “No me voy a privar más de nada”; “Voy a vivir más tranquilo y sin hacerme mala sangre”. La verdad que esto tiene una corta duración porque es imposible sostenerlo. Es, por decirlo de alguna manera, el primer impacto después de haber estado en una experiencia cercana a la posibilidad de pensar la propia muerte, en la propia finitud. Lo que nos tiene que quedar claro es que todos, en algún momento, vamos a morir. Los seres humanos somos seres mortales. Tal vez, si entendiéramos que vivimos la vida para tener que irnos en algún momento, viviríamos de otra manera. Yo soy de las que piensan, desde la resiliencia, que saber sobre nuestra muerte nos permite valorar mucho la vida.

Desde sus redes sociales, Valeria Schwalb comparte contenido con la idea de ayudar a las personas. "Cuando uno atraviesa un dolor tan grande como el que yo atravesé con la muerte de mi primera hija, no convidar lo aprendido es una gran pérdida", dice
Desde sus redes sociales, Valeria Schwalb comparte contenido con la idea de ayudar a las personas. "Cuando uno atraviesa un dolor tan grande como el que yo atravesé con la muerte de mi primera hija, no convidar lo aprendido es una gran pérdida", dice

UN ÚLTIMO MENSAJE

El día que falleció su mejor amiga, el papá de Glenda la llamó por teléfono y le dijo: “Vas a sentir un dolor inmenso. Llorá mucho porque estás conociendo el lado más oscuro de la vida. Llorá mucho pero después levántate, abraza a tus tres hijos y seguí adelante”. Sin saberlo, dice ahora ella, su padre -que falleció tres meses después- le estaba dejando una enseñanza trascendental.

“Semana a semana trato de encontrarle un rumbo a todo lo que pasó. Sola no hubiera podido retomar el trabajo. Hace menos de dos meses me animé a abrir mi Instagram profesional (@glendaseltzer.abogada) y volver a ponerme en movimiento en mi profesión. También estoy en la búsqueda de hacer algo que ayude a los demás para, de alguna forma, continuar con todo lo que hacía mi papá, quien tan generosa y genuinamente trabajaba para la comunidad. Aunque hay días que son más difíciles, siento que el camino recorrido es mucho, y me esmero por transmitirles a mis hijos que a pesar de todo siempre la mejor opción es vivir con alegrías, recordando a los que se fueron con amor, y encontrándolos en nuestras acciones del día a día”, apunta Glenda.

En sintonía, Valeria agrega: “Que alguien muera no significa que se perdió. ¿Se perdió el contacto físico? Claro que sí. Pero cada uno puede hacer un trabajo para no perder a esa persona, para hacer una unión con lo que me encanta llamar ‘Conexión wifi del alma’. Una conexión muy particular en donde uno queda de este lado representándonos a los dos”, dice la terapeuta y cierra con un recuerdo de los últimos días de vida de su hija, Julieta.

Ella me dijo: ‘Mamá yo me quiero quedar’. Yo no entendía qué es lo que me estaba diciendo. Hasta que después de un tiempo me di cuenta de que no todo tenía que morir con su muerte, que tal vez algo de ella sí podía quedar y que era mi responsabilidad.

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