Por el Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas, la Iglesia presentó un documento contundente en el que se refiere a “la otra pandemia” en referencia a las drogas y las adicciones que se incrementaron durante la cuarentena de 2020 que, ligada también a la falta de empleo y a la imposibilidad de acercarse a “referentes positivos”, ayudó a que las personas hayan caído o recaído en sus adicciones.
El texto, firmado por la Familia Grande Hogar de Cristo, Cáritas Argentina y Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia (Argentina), fue leído en el mediodía de este jueves a través de una conferencia vía Zoom en la que invitaron a reflexionar sobre cómo afectó el flagelo de las drogas durante la cuarentena.
“El cierre de todo ha provocado que muchos adolescentes y pre adolescentes hayan perdido el contacto que lo mantenía ligado a referentes positivos como la capilla, el club, el colegio y tantas otras organizaciones, pero en los barrios que se ponen más picantes por la presencia de la droga o la violencia los lugares que les ofrecen experiencias negativas para la vida no cerraron; por eso, cualquier adolescente y joven quizás han caído con más facilidad en todo este tiempo”, sostuvo vía streaming el sacerdote José María Di Paola —más conocido como el Padre Pepe— luego de la lectura del documento Drogas y Adicciones: un obstáculo para el Desarrollo Humano Integral. “La otra pandemia”.
En ese sentido, agregó que “me parece importante que en los barrios populares se trabaje de forma permanente como hicimos con los centros barriales que nunca cerraron sino que se adaptaron a los protocolos. Pensamos que el camino es estar presente y ligados a los chicos sobre todo en estas edades tan complicadas”.
La conferencia fue seguida por unas 300 personas que se conectaron a las distintas plataformas de Familias Grande Hogar de Cristo que dirige Di Paola. “Lo más importante para nosotros es realizar la comunidad organizada en cada uno estos barrios porque un barrio puede progresar, puede tener asfalto, viviendas, pero si no apunta a organizar su comunidad le va a faltar lo más importante, el alma”, aseguró el párroco, reconocido por realizar su tarea pastoral en las villas y barrios más vulnerables.
Cómo impacta en la vida de las personas en contexto de exclusión
Esa respuesta fue buscada por los referentes sociales de El Hogar de Cristo, que encabeza el Padre Di Paola: realizaron un estudio entre más de 300 personas en 21 de sus centros barriales tomando de base tres claves: los lugares de residencia, la relación con la justicia y la salud.
“El 20% de las personas se encontraba en condiciones habitacionales precarias antes de consumir y una vez en consumo esta cifra subió al 47%; el 40% de los que empezaron a consumir terminaron viviendo en la calle o en un parador. Antes de consumir, el 50% ya había tenido problemas con la ley, pero iniciado el consumo esta cifra ascendió al 80% y más de la mitad llegó a perder la libertad y sólo una tercera parte contó con apoyo al momento de salir de la cárcel.
Ese estudio también reveló que el consumo de drogas duplica y hasta triplica la presencia de enfermedades como el HIV y la tuberculosis. Además, las lesiones crecen un 140% y los traumatismos o amputaciones, un 160%.
Estas cifras lamentables permiten entender la complejidad de la vida cotidiana de quienes atraviesan el problema de consumo de drogas en un contexto de exclusión, y la necesidad de una atención especialmente adaptada a esa realidad en las distintas comunidades.
Quien también participó de la conferencia con el saludo de apertura fue Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano: “Quiero sumarme en el aliento esta iniciativa; en esta jornada nos adherimos a este día mundial de concientización y lucha contra las drogas y el consumo, lamentablemente, cada vez más creciente”.
Inmediatamente, el religioso puso énfasis en el trabajo que se realizan en los barrios más vulnerables de la región, donde los curas son quienes guían a la comunidades para ayudar a quienes tienen más cerca.
“En estos espacios tomamos la vida como viene, tan rota como está, como nos enseña el Papa Francisco porque en ellos vemos el cuerpo llagado de Cristo”, dijo el Arzobispo y reclamó por la situación que se vive “en Argentina y en todo el continente” donde, aseguró, hay “predisposición por parte de la Iglesia a poder servir, acompañar y estar con las personas. Las drogas y las adicciones son una barrera importante para el desarrollo integral de personas y comunidades; y la lucha es desigual, pero vale la pena. Podemos estar cerca, ayudando a otros hermanos a que vivan con dignidad”, señaló.
El Padre Pepe, superando algunos inconvenientes técnicos y de conexión, contó sobre el inicio de su trabajo en los barrios, el cual surgió de un sueño propio de quien vive para servir.
“Cuando comenzamos, la gente del barrio no se acercaba a quien estaba en problemas de adicciones, por temor o porque muchos de ellos estaban ligados a la violencia y otros, quizás, en situación de calle. De pronto, cuando empezamos a charlar y contar que ellos eran partes de la comunidad y del barrio, y decirles que no teníamos que derivarlos, sino hacernos cargo, entre todos empezamos a buscar la manera de encontrarnos con ellos y poco a poco se fue cayendo ese pared”, recordó.
En esos tiempos, dijo el sacerdote, la gente del barrio que fue más fuerte se fue vinculando “y hoy muchos se dan cuenta que quienes más se oponían hoy van al Hogar de Cristo, a los barrios porque tienen algún pariente que cayó en las adicciones, entonces empezaron a ver que sus sobrinos también tenían problemas y hoy son partes de la comunidad, de nuestras parroquias”.
Al momento de responder a las consultas de quienes siguieron la transmisión en vivo, el Padre Pepe contestó a la consulta sobre por qué considera que al día de hoy no se podido terminar con el flagelo de las drogas.
“Este es un poder muy grande. Nosotros sabemos cómo trabajar en prevención y recuperación. La tarea de la Iglesia es poder alertar sobre la presencia del narcotráfico, corresponde a los gobiernos y las fuerzas federales trabajar sobre ese tema. Como comunidad organizada no podemos mirar para otro lado”, apuntó y remarcó que “estamos asumiendo desde las parroquias populares el trabajo de prevención y recuperación, es lo que asumimos desde el Hogar de Cristo, desde la Pastoral de Adicciones. Ese es el camino que estamos trabajando”.
Al finalizar, calificó como “un sueño cumplido” al trabajo que inició en la Villa 21 y que se extiende -mediante El Hogar de Cristo- en todo el país y aspira a replicarlo en América Latina.
“Lo importante es soñar y saber que es posible hacerlo. Cuando fundamos el primer Hogar de Cristo en la villa 21 nunca pensé que iba a tener esta proyección en Argentina ni que una gran cantidad de sacerdotes, religiosas y laicos pusieran el corazón en esta propuesta que se fue expandiendo. Creemos que de la misma manera pueden surgir en muchos barrios de América Latina esta propuesta y quizás haya experiencias muy similares”.
En el mismo sentido, lamentó que el tema que los ocupa como comunidad y consideran un tema importante “que siempre quedó marginado a un segundo, cuarto o quinto lugar, pero creo que es hora que nos encontremos aquellos que estamos trabajando en los barrios populares de América Latina para que estas propuestas sean claras y que de un sueño pasen a ser realidad”.
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