Cada dos sábados, Edith Beraldi sale de casa con el baúl de su auto cargando elementos de limpieza: una escoba y una palita, un plumero o alguna franela y aerosoles para pulir metales y quitar el polvo. Sonriente, llega al Cementerio de La Chacarita para limpiar el mausoleo que desde 1937 ocupa Carlos Gardel, la voz de Buenos Aires: el primer ídolo argentino, cuyo nombre es sinónimo de este país.
“Siempre alguien se acerca para preguntarme si soy familiar de Gardel y respondo que no, pero es como si lo fuera porque así lo siento. Y el destino quiso que sea la cuidadora de este lugar, algo impensado para mí, y que me colma de felicidad y orgullo”, le dice a Infobae Beraldi.
Edith es tan gardeliana que lleva tatuada en el brazo la firma de su ídolo, a quien conoció mientras su padre, Roberto Beraldi, lo hacía cantar una y otra vez en el tocadiscos de la familia y le contaba su historia. La admiración fue inmediata y comenzó a acompañarlo al mausoleo, que desde 2019 cuida oficialmente y por pedido expreso de Nuria Cortada de Fortuny, la última heredera de Gardel.
“Esperamos la aprobación correspondientes para poder concluir la segunda y tercera etapa de restauración del mausoleo, comenzada en 2016 por Espacios Verdes”, cuenta Edith Beraldi, la guardiana de Gardel.
Hasta allí, padre e hija llegaban desde Avellaneda cada 24 de junio —al recordar el día del trágico accidente en que El Zorzal perdió la vida en Medellín, Colombia, en 1935— y cada 11 de diciembre, para celebrar su nacimiento. Ese legado que lleva en la sangre lo hizo tan propio que ella misma llevó a sus hijos y hoy anhela hacer lo mismo con sus nietos.
“Es tanta la gente que se acerca a visitar la última morada del Zorzal, que nunca falta un cigarrillo encendido entre los dedos de su escultura, de ese bronce que sonríe, como testigo de que Carlitos nunca está solo”, cuenta admirada y agrega que esa tradición “lleva décadas y se va transmitiendo de generación en generación. Muchos, al hacerlo, hasta le piden un deseo, con la ilusión de que será concedido si el cigarrillo no se apaga y se consume por completo”.
Esa es una de las tantas reacciones de los fanáticos y nuevos visitantes que más la emocionan porque queda en evidencia que los más jóvenes saben algo de la historia de Gardel, el hombre nacido en 1890 en Toulouse, Francia, y que decidió ser argentino: el 4 de noviembre de 1920 obtuvo su primer documento argentino, la Cédula de Identidad, iniciando así el trámite de nacionalización que llegó en 1923.
Una vida dedicada a cuidar del ídolo
Edith Beraldi pertenece a la Comisión Mausoleo de la Fundación Internacional Carlos Gardel que preside Walter Santoro, uno de los más importantes coleccionistas de sus pertenencias. “Tengo a mi cargo la tarea del mantenimiento y cuidado del altar del tango, actividad que desempeño con toda responsabilidad y sobre todo con el honor que amerita este lugar sagrado para los gardelianos”, admite la mujer.
El mausoleo de Gardel está ubicado en la intersección de las calles 33 y 66 del cementerio, es el más visitado dentro de La Chacarita y fue declarado Sepulcro Histórico.
“Su querida viejita, como él le decía amorosamente, que fue quien hizo construir la bóveda y esculturas en 1937, pidiendo especialmente que se agregue un lecho para ella y así poder descansar eternamente junto a su hijo”, revela Beraldi sobre el gesto de la madre, siempre agradecida a su único hijo que le cumplió el sueño de la casa propia cuando le regaló la casona de Jean Jaures 735, en el barrio del Abasto. Doña Bertha murió ocho años después del trágico accidente que le costara la vida al cantor.
—¿Qué significa cuidar el mausoleo de Carlos Gardel?
—Para mí es como una especie de panteón familiar, ya que lo comencé a visitar desde que tengo uso de razón. Mi papá, Roberto Beraldi, gardeliano ferviente, restauró el lugar en el 2001 desinteresadamente junto al músico Miguel Bonano, quien compuso el tango Mi primer gol y que Gardel le grabara en 1933. La magia que envuelve la memoria del artista más reconocido que hemos tenido, hace que al cumplirse 86 años desde su paso a la inmortalidad siga vigente.
—¿Cuál es la reacción de los visitantes?
—Siempre compruebo cómo se despliega toda esa magia mientras contemplo la emoción que sienten quienes vienen, sobre todo cuando es la primera vez que ven la bóveda abierta y, con timidez, se asoman para ver su interior. Es sorprendente también las cosas que dejan a los pies de su escultura: cartas con halagos y pedidos, fotos, sandalias, aros..., quizás a modo de promesa.
Antes de la pandemia, los visitantes llegaban espontáneamente y de distintos rincones del mundo. “Cada uno relataba su historia, la razón que lo traía hasta acá”, cuenta desde la puerta del mausoleo y emocionada sigue: “He visto a muchísimas personas lagrimear, pensando quizás en su padre, en su abuelo que ya no está y amaba a Gardel. También los vi haciendo video llamadas a su ser querido a miles de kilómetros, diciéndole: ¡Mirá dónde estoy! ¡Vine a ver a tu ídolo!... Muchos cumplen el sueño de alguien que nunca pudo llegar a Buenos Aires para dejarle una flor”.
Con la misma emoción, agrega: “Historias como estas que dan cuenta de tanto amor me llevaron a crear un libro de visitas así cada visitante, si así lo desea, puede dejar sus palabras para el querido Carlitos Gardel. Algunos también se animan a grabar un pequeño video”.
Aunque le es difícil recordar las nacionalidades de cada turista por todos guarda la misma sensación: “Es maravilloso ver a jóvenes que vienen desde Eslovenia, Alemania, Venezuela, Francia, Italia, Japón, Estados Unidos, Colombia, Australia, España como de tantas partes del mundo para demostrarle su cariño y admiración”.
También le es difícil y hasta imposible decir qué es lo que más ama de Gardel y por qué cree que a 86 años de su muerte sigue siendo tan admirado.
“Creo que su gran carisma, su inimitable voz, su insuperable carrera y el enorme legado que nos ha dejado hacen que su vigencia se acreciente día a día, porque sin duda alguna, este Morocho del Abasto ¡cada día canta mejor!”, finaliza y avisa que seguirá limpiando el lugar donde Carlitos y su viejita descansan juntos.
Actividades de homenaje
El Ministerio de Cultura de la Ciudad homenajeará al ídolo con Gardel Eterno, una serie de propuestas virtuales en conmemoración al “Morocho del Abasto”.
A las 18:00, a través del canal de YouTube del Museo Casa Carlos Gardel y desde la web Vivamos Cultura, se relizará el encuentro virtual Gardel en las vitrolas del mundo que reunirá en vivo a coleccionistas de distintos países y juntos harán sonar sus tesoros en aparatos antiguos.
Además, destacados especialistas se conectarán desde sus países para compartir sus discos y sus conocimientos en una charla amena. Participarán: Eduardo Machicado Saravia (Bolivia), Guillermo Elias (Argentina), Mauricio Restrepo Gil (Colombia), Pavel Granados Chaparro (México) e Hideto Nishimura (Japón).
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