Raúl Barría tiene 62 años y el fin de semana volvió a su casa tras permanecer 110 días internado en un sanatorio privado de Bariloche y superar el COVID-19. El emotivo abrazo de reencuentro quedó registrado en un video familiar. Una neumonía bilateral luego de contraer el virus y el arrastre de afecciones anteriores dieron lugar al peor pronóstico. Los médicos eran incrédulos en cuanto a su recuperación porque sabían de la gravedad del caso. Hoy hablan de un milagro.
El lunes 1° de marzo había regresado a Bariloche después de disfrutar de sus vacaciones en la costa atlántica rionegrina junto a Silvia, su esposa. El retorno fue traumático. El termómetro anticipaba que algo no andaba bien: estaba clavado en 38 grados. La sospecha de haber contraído el virus se confirmó al día siguiente con un diagnóstico confirmado. El matrimonio se recluyó en su casa, ubicada en pleno centro de la ciudad, a esperar que disminuyeran los síntomas, aunque eso no sucedió.
Tres días más tarde, el jueves 4 de marzo, decidió volver a la guardia del Hospital Privado Regional (HPR) para realizar una nueva consulta con los facultativos, ya que la fiebre no bajaba. Los médicos constataron la gravedad del caso y procedieron a internarlo en una sala COVID con cuidados mínimos.
“Pensé que iba a estar dos o tres días. Lo único que necesitaba era volver a mi casa, estar con mi familia, disfrutar a mis nietos”, recordó Raúl tres meses después. Las cosas se complicaron aún más. La saturación de oxígeno no superaba el 60 por ciento y la bigotera ya no era suficiente, por lo que los médicos decidieron trasladarlo de urgencia a la terapia intensiva “sucia”, tal como se denomina al espacio que alberga a pacientes que contrajeron el virus.
Su pasado de fumador y los 160 kilos que acusaban la balanza eran dos factores que agravaban aún más su estado clínico. “Los médicos nos decían que el pronóstico era el peor, que su cuadro era irreversible y nos pedían que estemos atentos al teléfono porque nos podían llamar para informarnos que ya no estaba con nosotros”, relató Bárbara, su hija.
Sin embargo, los cuidados médicos y la contención anímica fueron antídotos esenciales para su recuperación. “Fueron días durísimos. Veía cómo se moría la gente que estaba en la misma sala”, contó Raúl, quien más de una vez le preguntó a los médicos si se iba a recuperar. Por su parte, Silvia, su esposa, destaca la contención que recibió Raúl durante su permanencia en el sanatorio: “No hay palabras para agradecer por el trato que recibió, y por la contención que nos brindaron”.
Alejadas de cualquier terminología médica, medicamentos con nombres raros y procedimientos desconocidos para el paciente, las enfermeras lo alentaban a superar cualquier diagnóstico incrédulo. “Mirá esa pared, por ellos tenés que ponerte bien”, le decían, señalando la mampara donde tenía las fotos de sus nietos, los mensajes de aliento que los pequeños Milo y Zoe le habían dedicado.
Las enfermeras y kinesiólogos dejaban de cumplir sus roles profesionales para atenderlo. Así crearon “jornadas de spa” para afeitarlo y cortarle el pelo. Sus hijos Bárbara y Lucas solían visitarlo, cumpliendo estrictas medidas de seguridad indicadas por los responsables del centro médico. Aunque le aconsejaban no hablar para no agitarse, compartían algunos minutos por día para que no se sienta solo y para darle fuerzas. “Yo quería ponerme bien, quería salir y estar en mi casa con mi familia pero no sabía que podía pasar. Pensé lo peor, pero recibí un cariño enorme de parte de la gente que me rodeaba”, dijo él.
Tras superar el COVID fue trasladado a una terapia intensiva “limpia” aunque los cuidados médicos siguieron siendo rigurosos. Una tablet con películas y series fue su principal entretenimiento durante varios días, sin contar una ventana que permitía ver los techos de los vecinos y algunas ramas de árboles que apenas se asomaban.
Para sobrevivir a su larga internación, amigos y conocidos se congeniaron para darle ánimo de manera especial. Raúl es un apasionado de las carreras de TC y de Boca Juniors. Reconocidos pilotos de esa categoría de automovilismo y ex futbolistas xeneizes le grabaron mensajes de aliento. Los ex futbolistas Carlos “Mono” Navarro Montoya, Norberto “Tito” Pompei y José “Pepe” Basualdo y los pilotos Norberto Fontana, Marcos Landa y Lionel Pernía le mandaron mensajes grabados que fueron compilados en un video que lo emocionaron.
El reencuentro con su familia
Después de tres meses y veinte días, los médicos evaluaron que por su evolución ameritaba darle el alta. La noticia entusiasmó a su familia, que preparó una bienvenida especial en su departamento. Sus nietos aguardaron ansiosos la vuelta a casa. El abrazo quedó registrado en un emotivo video en el que se muestra cómo ingresa a su departamento aún en silla de ruedas y con asistencia respiratoria.
Por lo pronto, la pérdida de masa muscular por el tiempo en el que permaneció casi inmóvil le dificultan su movilidad aunque los kinesiólogos ya iniciaron un tratamiento ambulatorio para revertir la situación. Además, deberá afrontar las secuelas respiratorias que dejó el paso del virus y disminuir así la dependencia al aparato de oxígeno, que hoy lo acompaña las 24 horas.
“Le hice frente al virus, ahora voy a hacer lo mismo con las secuelas. Estoy feliz de poder disfrutar de mi familia”, dijo mientras se preparaba para disfrutar de un almuerzo retrasado por el Día del Padre junto a su esposa, hijos y nietos.
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