Tristeza de la ciudad, la canción que marcó el ánimo de los jóvenes post Malvinas y grabaron Los Abuelos de la Nada

La compuso el gran guitarrista Gringui Herrera (que tocó luego con Andrés Calamaro y hoy lo hace con Alejandro Lerner) y la cantó el Vasco Gustavo Bazterrica en el primer álbum de la banda liderada por Miguel Abuelo. El tema formó parte de la banda de sonido de la generación que andaba por los 20 años en los ’80

Los abuelos de la nada. Calamaro definía a la banda como "una estrella de seis puntas"

En 1982 este país estaba triste.

La guerra. Ya eso sólo alcanza para romper un país.

Las colateralidades son devastadoras, crisis social, economía descontrolada, Vilas pierde la final del Grand Slam con Bjorn Borg, en el mundial de España nos lleva puesto Brasil, en medio de todo eso el rock argentino, siempre atento a lo que sucede desde la última mitad del siglo pasado, siempre dotando de banda de sonido todas nuestras pequeñas historias que hacen la gran historia, pega un estirón trascendente.

No es tampoco hoy, visto a la distancia, que las radios pasando música en español hicieron grande y popular a los chicos.

De ninguna manera.

El rock tomó las calles y los días porque venía acompañando a la monada desde 20 años atrás.

El gran aporte del rock a la cultura de masas fue que por primera vez los que estaban arriba del escenario o en la tapa de los discos eran iguales a los que estaban abajo o escuchaban los vinilos.

En su génesis el rock argentino aportó rebeldía, desde Sandro hasta Roque Narvaja cantando “El extraño del pelo largo” pasando por Billy Bond y La pesada y llegando a la muchacha pechos de miel quedándose hasta el alba. Los jóvenes de ayer ahora tenían sus propios manifiestos.

En los 70´s vino la relajada quietud hippie con sus mañanas campestres, Sui Generis conviviendo con la intelectualidad de Artaud pensando en muertes en la catedral. En fin, mostrándonos relajadamente esas temáticas que no estaban en los libros de la escuela, hablándonos de esas veredas lejanas a nuestras veredas donde nunca nos dejaban caminar en libertad total.

Los Abuelos de la Nada, Tristeza en la ciudad

Tuvimos la debacle cultural propia de todas las dictaduras sangrientas e innobles, donde cantar y escuchar están siempre a contramano del sistema, asi fue que la música disco y el punk acá lo veíamos en fotos mientras prohibían hasta a Raffaella Carrá porque le gustaba venir a hacer bien el amor en el sur según cantaba.

Y vino la guerra.

La trágica alcohólica diatriba de esos militares desquiciados termina de la peor manera.

El final de los dinosaurios ya se veía venir, solo había que resistir hasta que se tuvieran que ir corriendo, sentarse a la vera del camino esperando el desfile de la oprobiosa despedida.

Ahora los chicos quieren rock. ¡Y diversión que carajo!.

Es el amanecer de grupos como Los Twist, Virus, Soda Stereo, Viudas e Hijas, Sueter y Los Abuelos de la Nada, todos portadores sanos de alegría y festejo, pero esa alegría y ese festejo que presagia un epílogo pleno de dolor y vergüenza, pero epilogo.

Fin.

Ya pasó, si acá estamos es porque no morimos, si no nos mató nos hizo más fuertes como decía Nietsche, ese amigo de Artaud.

Charly García era el rey del rock esos años, y a Charly le gustaban esos raros peinados nuevos.

La primera formación de Los abuelos de la nada: Miguel Abuelo, Cachorro López, Polo Corbella, Gustavo Bazterrica, Daniel Melingo y Andrés Calamaro

Seducido totalmente por esa horda de jovenes rockers vestidos con estilo y tan situacionistas.

Situacionistas en el sentido de ejercer esa capacidad innata de criticar todo desde ningún lugar otorgado por nadie, seducido sobre todo con la actitud de esos chicos convencidos de que todo es criticable, incluido Dios o sus propias madres, es que Charly toma cartas en el asunto produciendo los dos discos iniciales de la gran joda para el dia de Armageddon, el dia después del apocalipsis.

Produce en unas semanas los debuts discográficos de Los Twist y de Los Abuelos de la Nada, ambos editados por Interdisc, el sello de Pelo Aprile, que editaba todos los discos importantes del rock argentino.

En el disco de los Abuelos estaba todo lo que musicalmente se necesitaba, “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí” “Ir a más” y “Sin Gamulán” por ejemplo, surgidas de dos plumas debutantes justamente, las de Cachorro López y Andrés Calamaro.

Acá hago un hincapié de conceptos personales.

Sumando a lo que pienso respecto del tsunami creativo que fue el rock nacional de los 80´s , aquello de que el rock nacional no fue impulsado por las radios que pasaban sólo música en español o por festivales multitudinariamente sospechosos al primer puesto de las preferencias juveniles, sino que fue el ansia de superación de las pálidas de esos mismos chicos lo que le hizo alcanzar la cima del podio. También me atrevo a afirmar que fue escencial la generosa actitud de los ya consagrados a esa altura brindándole espacio a criaturas que todavía no habían ganado nada a su lado.

No atrás o adelante, al lado.

Algo que pasaba en esos tiempos de cambio en todos lados. En la música Charly y Miguel Abuelo uno de los iniciadores de todo 20 años atrás haciéndole el ruedo del pantalón para que se luzcan a Pipo Cipolatti, Dani Melingo, Andrés Calamaro o Cachorro López cantando y produciendo sus canciones. En la televisión aparecían pibes como Polosecki o los que juntaba Roberto Cenderelli que daban cátedras de periodismo y comunicación no académicas. Gasalla mismo armando un elenco con Juana Molina, Daniel Araoz y Juan Acosta que solo conocían los parroquianos del Parakultural y aledaños, en la radio, y sin ponerme a ninguna altura, tipos como Lalo Mir o Héctor Larrea me daban la derecha con una sonrisa a mi, que apenas era musicalizador hasta ahí. En la gráfica surgían como repollos diarios como Página 12 dirigido por Jorge Lanata de 25 años o recuerdo una revista genial que se llamaba Estación 90 creada por Dalmiro Saenz y Sergio Joselovsky que era muy joven entonces. Los chicos querían rock y sabían como hacerlo. Los grandes también querían su rock.

Volviendo a lo nuestro. Mirando el disco de los Abuelos reparo en un nombre que conocía de otros peinados.

Gringui Herrera, el autor de Tristeza de la Ciudad

Una canción que era mi favorita del disco y no la firmaba ningún Abuelo. Hablo de “Tristeza de la Ciudad” un fantástico reggae que rubricaba Gringui Herrera.

Me sonaba su nombre y a esa edad te acordás de todo.

Mis recuerdos me llevaron a 5 años antes, no se porqué yo andaba por Liniers, en esa época. Me veo a mis 17 despertando en lugares que no termino de creer por circunstancias que creo prefiero ignorar, pero en esos 70´s el mundo para un adolescente era mas salvajemente amigable que el actual, asi es que puedo acordarme de eso con una sonrisa genuina.

Primavera de 1977, me veo fumando en una especie de club de barrio, creo que por Flores/Floresta a metros de la Avenida Rivadavia esperando que empiece el show de Carolina.

Carolina era un cuarteto que tocaba a los pedos y fuerte rock´n roll power.

Nunca había visto algo semejante y eso que ya había visto Pappo´s Blues, Aquelarre y Vox Dei. Estos 4 delirantes eran otra cosa, una especie de Dr. Feelgood porteños.

Siempre traigo a Dr. Feelgood y lo voy a fundamentar ahora mismo.

De mi y desde mi, Dr. Feelgood con Wilko Johnson es la banda mas rocker de la historia del rock.

Mi perro de la adolescencia se llamaba Wilko por el guitarrista de Feelgood. Creo que fue en lo único que mi hermano Nillo y yo nos pusimos de acuerdo en casa.

El perro se llama Wilko, Wilko Johnson como el guitarrista de Dr Feelgood. Ahi quedamos.

La versión de Tristeza de la ciudad que grabó Gringui Herrera

Ok, Carolina fue uno de esos grupos que los que lo vimos no olvidamos. Nunca llegaron al disco ni a ningún festival pedorro de esos años, pero lo hubiesen merecido más que cualquier otro.

Eran Gringui Herrera y Botafogo en guitarras, Suri en bajo y del baterista no me acordaba hasta que le pregunté la semana pasada a Gringui mismo.

- “Quién era el baterista Gringui?”

- “Puré, se llamaba Puré...”

-”¿por...?”-

_”¡qué se yo!”- contesta Gringui .

De diálogos cómo éste está formado mi concepto del rock argentino. Quería que lo sepan.

Gringui Herrera es un guitarrista exquisito. Sus trabajos con Andrés Calamaro, Fito Paez, Charly Garcia y Alejandro Lerner entre muchos son su mejor carta de presentación. Desde su debut en “Reina Madre” de Raul Porchetto hasta su presente con Alejandro Lerner, Gringui rinde.

Le pregunto una tarde por “Tristeza de la ciudad”, su gran canción incluida en el primero de los Abuelos de la nada.

Gringui dice-

-”Empecé a componer con Andrés cuando nos cruzamos en la secundaria de la Escuela Del Sol, ahí en Newbery y Ciudad de la Paz. Después armo Carolina hasta el 79 que nos vamos con Suri a España. Allá estaban muy de moda Dire Straits y Bob Marley, toda esa mano reggae. Nos quedamos un año, cuando vuelvo a Buenos Aires me reencuentro con Andrés. Nos instalábamos en la casa de sus padres cerca del Botánico para hacer canciones. El ya estaba con Raíces de Beto Satragni, los Abuelos todavía no existían y nosotros ya habíamos compuesto unas cuantas canciones. “Asi es el calor”, “Levantando temperatura” “En Línea” son de esa horneada. “Tristeza de la ciudad” también. “

Los Abuelos de la Nada, la banda que Miguel Abuelo armó luego de volver de Europa

Noto que estaba hablando de canciones todas para arriba digamos, y “Tristeza...” es bastante melanco. Me llama la atención, le pregunto ¿porqué?

Gringui me cuenta

-”Es que esa canción me surgió una tarde como ésta, nublada y fría. Me iba a la casa de mi abuela, entonces me tomo el 42 en Barrancas de Belgrano. Cuando pasaba por Chacarita daba una vuelta al cementerio. Yo miraba las caras de la gente en las veredas y estaban todas tristes, acongojadas. Una tarde en el 42 el colectivo encara para Chacarita y ahi me salió... ‘Tristeza de la ciudad por favor no vuelvas, hoy no quiero verte aquí no no, no sigas con esto más... La gente que camina por la calle, te lo agradecerá, infinitamente’.”

Asi terminó la canción Gringui.

Andrés después la lleva a un ensayo de los Abuelos , Miguel Abuelo la adora, la incluyen en el repertorio y la graban.

Gringui sigue:

“La tocan en los shows y queda en el disco. La cantaba el vasco Bazterrica. Con el tiempo Charly se lleva a su banda, la que tocó en Ferro “No bombardeen Buenos Aires” a Cachorro, Andrés y Bazterrica. Ahi me llama Miguel para reemplazar al Vasco en la guitarra y grabo el disco en vivo de los Abuelos en el teatro Opera. También ese año, 1982, grabo con Pelo Aprile mi disco solista “Tu imagen sigue aquí”, después Andrés graba el suyo “Hotel Calamaro”, y me quedo tocando con él “-

La historia sigue hasta hoy.

Es curioso pero Andrés Calamaro llega a Miguel Abuelo porque Alejandro Lerner que era el convocado original para ser tecladista de Los Abuelos de la nada desiste el convite explicando que estaba comenzando su carrera solista. Le recomienda entonces a Abuelo que llame a Andrés.

En la actualidad Gringui Herrera es el guitarrista de la banda de Alejandro Lerner.

Charly Garcia en ese concierto de Diciembre de 1982 en Ferro gritando “No bombardeen Buenos Aires” nos devolvía de alguna manera la sonrisa.

Por todo esto no resulta extraño que uno de los temas mas cantados por los chicos en ese año triste y sombrío haya sido “Tristeza de la ciudad”.

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