El mensaje del gobierno noruego fue contundente y las estadísticas así lo confirman: Noruega pasará a la historia por ser el primer país que dio por finalizada la pandemia. “Aquí, podemos decir que la pandemia acabó. Nos preparamos para una vida en la que el coronavirus ocupará muy poco espacio”, aseguró Preben Aavitsland, jefe médico en la división de control de infecciones del Instituto Noruego de Sanidad Pública a pocos días del comienzo del verano europeo y en medio de una inédita reapertura económica.
Desde que apareció el primer caso de COVID-19 en una pasajera que llegó del extranjero, en enero de 2020, el país tuvo 127.254 infectados y 789 muertos y pasó las tres oleadas de contagios mucho mejor que la mayor parte de Europa y que sus vecinos escandinavos.
Con apenas 5,5 millones de habitantes, Noruega jugó con ventaja no solo por la baja densidad de población sino también por la estrategia sanitaria implementada desde el inicio: evitar la propagación del virus a través del confinamiento físico, el testeo, el aislamiento de contactos estrechos, la cuarentena obligatoria para todos los que ingresan del exterior y la vacunación.
Sin embargo, para Maximiliano Pereyra, un argentino de 39 años que vive en la ciudad de Oslo desde hace 14, el comportamiento social fue clave para que todas esas medidas resultaran exitosas. “El noruego es muy respetuoso de las normas y sigue muchísimo las rutinas que indica el Ministerio de Salud. Cuando dijeron que no se podía salir, la gente no salía”, remarcó a Infobae el empresario gastronómico quien tuvo que bajar las persianas de su restaurante durante dos meses, a partir del 15 de enero de 2020, cuando las autoridades decretaron el cierre de fronteras.
Maxi es dueño de Caminito Café & Pizzería, situado a 100 metros del polo audiovisual de la ciudad, donde tiene como clientes a presentadores de TV, músicos, actores y otras personalidades famosas. “Esta zona es muy similar al barrio de Almagro, que está muy cerca del centro pero a su vez tiene una onda muy bohemia”, señaló al momento de describir cómo es el entorno de su local.
“Lo inauguré en 2010, cuatro años después de haberme casado con una noruega que conocí en Buenos Aires. María había viajado en 2005 para hacer un posgrado de lengua latinoamericana y antropología en la UBA que duraba tres meses y cuando me conoció decidió extender su estadía por un año”, recordó Maxi, quien cuando llegó el momento de volver decidió acompañarla y emprender una nueva vida juntos en Noruega.
Hoy tienen dos hijos, Leandro (9) y Emiliano (10), y luego de sortear los avatares de la pandemia -donde María se contagió de coronavirus- pueden darse el placer de volver a acompañarlos al club y de disfrutar de los partidos de fútbol desde la tribuna. “Acá abrieron todo hace dos semanas”, contó Maxi entusiasmado. “Se puede ir al cine, al teatro, al shopping... al haberse reactivado todo eso se generó una sensación de que la pandemia terminó y a la gente le cambió el espíritu”, admitió. “Además estamos entrando en el verano, tenemos 28 grados y ahora contamos con más espacios para disfrutar al aire libre sin la obligación de llevar puesto el barbijo”, agregó.
Pero más allá de la apertura económica y comercial que está experimentando el país, Maxi indicó que todavía sigue siendo obligatorio el uso de tapaboca y nariz dentro de los negocios y los lugares cerrados y respetar el metro y medio de distancia. “Acá la pandemia se terminó entre comillas. El fin está cerca pero tenemos que seguir siendo muy cuidadosos, sobre todo con la higiene de manos en espacios públicos”, señaló.
“Las autoridades noruegas garantizan que para fines de julio y principios de agosto toda la población va a tener la primera dosis y para fines de agosto y principios de septiembre tendrán el esquema completo de vacunación en mayores de 18 años”, detalló Maxi, a la espera de que le asignen un turno. Su mujer, a diferencia de él, ya fue inoculada.
A pesar del bajo número de infecciones de los últimos días y del rápido proceso de vacunación, el gobierno no se relaja y considera que podrían darse pequeños brotes aislados en el futuro porque la pandemia continúa fuera de sus fronteras.
En ese sentido, Preben Aavitsland, el experto del Instituto Noruego de Sanidad Pública, fue claro en su mensaje y trató de llevarle tranquilidad a toda la población: “El fuego en el bosque acabó y la gente y las viviendas ya no corren peligro, pero quedan rescoldos que pueden encenderse un poco aquí y allá, por lo que hay permanecer vigilantes”.
Ante la proliferación de variantes del COVID-19, Noruega decidió continuar con sus fronteras cerradas hasta nuevo aviso y no permitir el ingreso de turistas durante la temporada alta. “Los noruegos y los extranjeros con residencia podemos salir y entrar sin dificultad pero a la vuelta nos obligan a hacer una cuarentena en hoteles que debemos pagar por nuestra cuenta”, aseveró Maxi, quien a fines de mayo viajó a Argentina por negocios y a la vuelta tuvo que permanecer alojado diez días y tras darle negativo el PCR pudo volver a su casa donde tuvo que estar aislado tres días más. “Eso pasa con los que vienen de países que no están dentro de la Comunidad Europea porque sino son solo siete días”, aclaró.
Con esta nueva vuelta a la normalidad, Maxi decidió repartirse las tareas con su mujer. María se dedica full time al restaurante, que ahora abre de 10 de la mañana hasta la medianoche y cuenta con la ayuda de 9 empleados y él continúa con la importación y distribución de productos para la elaboración de pizzas (harina, aceite, jamones, quesos, etc.) desde Nápoles. Pero ahora, con este último viaje que hizo a Buenos Aires abrió allí una exportadora para abastecer a Oslo de productos típicos argentinos y está muy expectante de esta nueva apuesta comercial de cara al verano.
“Pasamos un invierno muy duro, no solo por el clima sino por las restricciones. La llegada del calor y el anuncio de las nuevas medidas generó un cambio psicológico muy importante en la gente. Esperamos que sea un final definitivo de la pandemia y que pronto nuestros países vecinos también se liberen del virus”, concluyó Maxi esperanzado mientras mira con preocupación los estragos que todavía sigue generando el COVID-19 en Argentina.
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