Carina Ríos (48) acepta el llamado y pide diez minutos de tregua para buscar un lugar donde hablar tranquila. Del otro lado del teléfono su voz suena “bajito”, como cansada, y es lógico. Una parte, dice, se debe al trajín del día; la otra, al agotamiento que acumula desde marzo de 2020, mes en que comenzó la pandemia.
Son las 12:30 del lunes 14 de junio y Ríos lleva despierta más de ocho horas. Sus jornadas, cuenta en comunicación con Infobae, arrancan a las 4 AM. De Hurlingham, provincia de Buenos Aires, todas las mañanas Carina toma un tren y un colectivo para llegar al Hospital Militar Central, institución donde trabaja desde hace 15 años, los últimos seis como jefa del área de Circuitos Críticos, es decir, de la Terapia Intensiva y la Unidad Coronaria.
Por su destacado trabajo contra el COVID-19, la editorial TAEDA (que anualmente entrega galardones a quienes realizan aportes a la sociedad), decidió homenajearla con un premio que le entregaron esta tarde. La ceremonia se realizó hoy a las 17 horas en la Plaza de las Armas del Hospital Militar Central y fue encabezada por el ministro de Defensa, Agustín Rossi; el jefe del Estado Mayor General del Ejército, general Agustín Cejas; y el presidente de Taeda, Mario Montoto. Además, hubo una bendición a cargo del padre José Antonio Lépore.
En la primera edición, bajo el lema “A la paz en el mundo”, fueron distinguidos el presidente de Israel, Shimon Peres; el papa Francisco y el ex líder sudafricano y luchador contra el apartheid Nelson Mandela. También se reconoció a la Fuerza Aérea Argentina por su Hospital Reubicable y al ex secretario de Seguridad del Estado de Río de Janeiro, Mariano Beltrame.
La segunda edición de los galardones estuvo dedicada “A la Ciencia”, ocasión en que fue reconocida la labor de científicos y tecnólogos que contribuyen al progreso de nuestro país. En esta oportunidad, TAEDA decidió distinguir a aquellos que están en la primera línea de batalla contra la pandemia y entregar el reconocimiento “Al personal de la Salud en la pandemia del COVID-19”. Además la Fundación TAEDA realizó una importante donación de cinco monitores multiparamétricos, para ser utilizados por el Hospital.
La noticia del homenaje, dice Carina Ríos horas antes de recibir el galardón, la tomó por sorpresa. “Cuando me lo comunicaron sentí una alegría inmensa. Estoy muy emocionada. Es la primera vez que recibo un diploma que hago extensivo a todo mi equipo. Los enfermeros somos la columna vertebral del hospital”, sostiene Ríos, aun conmovida. Desde que comenzó la pandemia, explica, los enfermeros cobraron un papel protagónico dentro de la sociedad donde, hasta ahora, venían ocupando un rol secundario.
Carina Ríos nació en Paso de los Libres, una ciudad de la provincia de Corrientes. Hija del suboficial Marcos Adolfo Ríos, retirado del Ejército y veterano de la Guerra de Malvinas, es la mayor de ocho hermanos. Cuando terminó el colegio, cuenta, decidió estudiar enfermería. “Más que vocación fue curiosidad. Probé, me gustó y seguí”, sostiene. Por supuesto, nunca se imaginó que iba a ser una de las “esenciales” durante una pandemia.
“Los primeros días de marzo de 2020 fueron raros. No sabíamos bien a lo que nos enfrentábamos porque era algo desconocido. Tuvimos que protocolizar todo, cuidarnos, unirnos y trabajar más juntos que nunca. ¿Y sabés qué? Dio resultado. De los 50 enfermeros que hay en mi equipo, solo dos se contagiaron de coronavirus. Gracias a Dios lo transitaron de forma leve en sus casas”, dice orgullosa.
A pesar del cansancio y del estrés que le toca atravesar desde hace un año y medio, Carina Ríos no pierde la fe. A principios de 2021 fue vacunada con la Sputnik V y, de alguna manera, se siente más protegida a la hora de interactuar con los pacientes.
“Lo que se ve en la terapia este año es totalmente diferente a lo que sucedía el año pasado. Los pacientes son cada vez más jóvenes. Los de ahora por ejemplo tienen 40, 45, 52, 54 años... Justamente, en mi recorrida de hoy, estuve con uno de 48. Tiene mi misma edad y está intubado, peleando por su vida. Es una postal que se repite y te choca”, explica Ríos a este medio.
En su rutina diaria, después de llegar al Hospital a eso de las 5:15 AM, Ríos hace un recorrido por las áreas críticas para estar al tanto del estado de los pacientes graves y asignarles a cada uno un enfermero. “Como este es un hospital escuela hay que controlar todo eso”, indica.
El momento más triste que le tocó atravesar desde la llegada del COVID-19 al mundo fue hace poco más de quince días, cuando falleció Elías David, suboficial mayor del Ejército que trabajaba realizando tareas de mantenimiento en el Hospital Militar. “Lo que menos esperábamos era que falleciera un compañero. Tenía 54 años, era sano y deportista. Pensábamos que salía, pero no. Fue un golpe muy duro”, dice.
Si bien el último año y medio fue duro, el Hospital Militar Central “Cirujano Mayor Dr. Cosme Argerich” (HMC) supo responder con profesionalismo al desafío de la pandemia. En ese sentido, el trabajo realizado se enmarcó en la Operación “General Manuel Belgrano”, del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, cuyo lema ha sido “Proteger a quienes nos protegen”, y, dentro de la cual, el Hospital ha tenido como tarea prioritaria el cuidado del personal de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y de sus familias.
Además, en este contexto, el HMC trabajó con la Fundación Infant para realizar el estudio sobre plasma de convalecientes para pacientes con COVID-19. Esta institución fue el centro coordinador de los 14 hospitales que estuvieron involucrados en la investigación. Luego, el HMC participó en la prueba de la Fase 3 de la vacuna desarrollada por Pfizer y el laboratorio alemán BioNTech.
Gracias a la Fundación TAEDA, desde hoy, la Institución va a contar con cinco monitores multiparamétricos que serán dispuestos en la sala de atención prehospitalaria. La idea, explican, es utilizarlos para pacientes con COVID-19 leve, pero con comorbilidades. Es decir, que tengan posibilidad de descompensarse. En ese sentido, el equipamiento sirve (triage mediante) para anticiparse a un posible ingreso a terapia intensiva, transfiriéndoles plasma humano o suero equino.
FOTOS: Nicolás Stulberg
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