Los últimos días de la guerra de Malvinas: la visita de Juan Pablo II, la discusión entre Menéndez y Galtieri y el ataque final

Los días previos a la rendición coincidieron con la llegada relámpago del Papa con el implacable avance inglés, las órdenes de contraataque del General Galtieri y el estado de ignorancia del pueblo sobre lo que realmente estaba sucediendo en las islas

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El campo de batalla y
El campo de batalla y los cascos, luego de la rendición del 14 de junio de la Guerra de Malvinas, el conflicto bélico que duró 74 días y mató a 649 argentinos

El martes 8 de junio de 1982, el gobierno británico tuvo que reconocer que en Bluff Cove y Fitz Roy había perdido la fragata “Plymouth” y los buques de desembarco “Sir Galahad” (hundido) y el “Sir Tristam” seriamente dañado. Muchos hombres murieron y muchos más sufrieron serias quemaduras. También los aviones ametrallaron a los efectivos que tocaban tierra, destruyendo su material. Al estallar el buque “Sir Galahad” las esquirlas alcanzaron a una gran cantidad de efectivos. “Fue el día más negro de la flota inglesa” me diría el comodoro Gilberto Oliva años más tarde. En esa jornada, se concretaron varios ataques de la Fuerza Aérea Sur (FAS). Todos coordinados desde la Sala de Operaciones del componente Aéreo en Malvinas con la sala de Operaciones del continente, conectadas durante todo el conflicto. “Los equipos eran confiables, contó Oliva, y por si éramos escuchados o interferidos, utilizábamos un vocabulario informal y hasta familiar con mi hermano Carlos –también oficial aeronáutico—que estaba en el continente.”

“Estamos muy fuertes [...] los argentinos debemos sentirnos líderes de Occidente”, dijo exultante el ministro del Interior, Alfredo Saint Jean, durante una ceremonia, sin tomar conciencia de que se estaban viviendo las vísperas de la rendición argentina en Puerto Argentino. Ese mismo día se conocía que monseñor Paul Marcinkus, responsable de la seguridad de Juan Pablo II, había llegado a Buenos Aires para ultimar los detalles de la visita papal que comenzaría el viernes 11.

Sala de la Fuerza Aerea
Sala de la Fuerza Aerea en Malvinas. A la izquierda el entonces mayor Gilberto Oliva. Entre otros, también integraban el equipo los oficiales Oscar Luis Aranda y Luis Correa

El jueves 10 fue el “Día de Afirmación de los Derechos Argentinos en las Malvinas” y en Buenos Aires se lo celebró con escenas que manifestaban un gran sentimiento patrio y enorme entusiasmo. A las 18, en la Plaza de Mayo, se encendieron las luces de la fachada del Banco de la Nación Argentina, mientras la multitud ensayaba cánticos contra Gran Bretaña y los Estados Unidos. Con el paso de los minutos, la gente comenzó a corear: “Borombombón, borombombón, salí Galtieri, salí al balcón”. No salió al balcón, pero en la puerta de Balcarce 50, de viva voz, dijo: “Yo siento la palabra del pueblo, al observar esta gente que llegó a la Plaza de Mayo”.

Quizá fue el gran día de Nicanor Costa Méndez, el personaje central en los matutinos del viernes 11, en los que aparece sonriente abrazado a Galtieri y apretujado por la multitud. Faltaban pocas horas para que llegara a Buenos Aires el Papa Juan Pablo II y al coronel Bernardo Menéndez le tocó organizar su seguridad y otros detalles con monseñor Paul Marcinkus, “el banquero de Dios”, en la sede de la Nunciatura. Por la noche, en el Luna Park, una Comisión Popular de Defensa de la Soberanía de las Malvinas, con la heterogénea presencia de Simón Lázara, Luis Brandoni, Humberto Volando, Néstor Vicente y Vicente Solano Lima, realizó un acto donde se pronunciaron innumerables discursos. El viernes 11, a la noche, desde Londres se anunció el inicio del ataque final a Puerto Argentino a través de golpes de comando. Las páginas principales de los matutinos del viernes 11 de junio se dedicaron a ensalzar la llegada del “Mensajero de la Paz”, Juan Pablo II, su misa en Palermo y la multitudinaria misa que ofrecería en Luján por la tarde. También haría una visita protocolar a la Junta Militar en el Salón Blanco de la Casa Rosada. El vespertino La Razón del viernes 11 dedicó casi todas sus páginas a su llegada a Buenos Aires, esa mañana, y su visita, revestida con mensajes de paz en tiempos de guerra. El presidente Galtieri lo esperó en Ezeiza; gente de todas las condiciones sociales se volcó a las avenidas para vitorearlo. Recorrió la avenida General Paz, 9 de Julio, Rivadavia, Callao, Alvear, Libertador. “La visita relámpago del Papa a Buenos Aires es proféticamente un viaje de paz”, escribió L’Osservatore Romano.

Leopoldo Galtieri y Costa Méndez
Leopoldo Galtieri y Costa Méndez en la Plaza de Mayo

El Santo Padre dio dos misas públicas. Una en Luján en la tarde del mismo día en que arribó y otra al día siguiente, frente al Monumento de los Españoles. Ambas fueron multitudinarias, pero el gobierno, junto con algunos obispos, desalentó la de Luján. “En realidad, los dirigentes han querido poner de manifiesto es que la misa de Palermo, con sus palcos colmados de funcionarios, habría de tener, respecto de la celebrada anteayer, un tinte de mayor compromiso con el nivel gubernativo”, se escribió en La Nación del 13 de junio en su página 8.

-¿Cómo se concertó la visita del Papa?, le pregunté a Galtieri el 18 de agosto de 1982.

-Como recordará, Juan Pablo II tenía previsto –desde antes del conflicto- una visita a Gran Bretaña. Da la casualidad que la misma se realiza justo cuando nos encontrábamos en pleno enfrentamiento. A mí, personalmente, me cae mal que él no postergue el viaje. Entonces, por aquellos días, es llamado al Vaticano el cardenal Raúl Primatesta, quien lleva la inquietud de la Iglesia argentina en el sentido de que el Papa no podía aparecer avalando con su presencia en Gran Bretaña la posición de la señora Thatcher. Es allí, en ese momento, que Juan Pablo II decide venir a Buenos Aires. El no podía aparecer, con su viaje a Londres, dando la sensación que se hallaba lejos espiritualmente de la Argentina y de América Latina.

De derecha a izquierda: Galtieri,
De derecha a izquierda: Galtieri, Anaya, Lami Dozo y monseñor Marcinkus miran al Papa Juan Pablo II

-¿Cuál fue para usted la posición de la Iglesia argentina durante la guerra?

-La Iglesia se encontraba espiritualmente, ideológicamente, de acuerdo con el Gobierno.

-¿El Papa trató con usted el tema de Malvinas?

-No, no hizo ninguna referencia. Sólo conversó conmigo, en la corta entrevista que mantuvimos en el aeropuerto, el tema del Beagle, pues éste era su problema. Me pidió que aceleráramos una respuesta. Yo dije que era cuestión de sentarnos en una mesa con los chilenos y no levantarnos hasta que se produjera una “fumata”. Es evidente que su presencia, en los momentos trascendentales (viernes y sábado previos a la caída de Puerto Argentino) nos perjudicó.”

Una evaluación de la inteligencia naval sobre la próxima visita papal

En la madrugada del sábado 12 de junio de 1982, desde las posiciones argentinas se produjo el lanzamiento de un misil Exocet MM-38 que, luego de recorrer casi treinta y cinco kilómetros, alcanzó al destructor HMS “Glamorgan”, que se alejaba después de cañonear la costa. Le destruyó el hangar del helicóptero y numerosos sistemas de a bordo, y la dejó fuera de combate. El periodista “Chacho” Rodríguez Muñoz diría: “La especial singularidad del lanzamiento del Exocet MM-38 consiste en que fue efectuado desde un tráiler, un simple acoplado de creación argentina, llamado ITB (instalación de tiro berreta) por sus inventores, un equipo de técnicos de la Armada Argentina conducido por el entonces capitán de navío (ingeniero) Julio Pérez y la colaboración, entre otros, de Carlos Ries Centeno, Mario Abadal y Rodríguez”.

Según información de fuentes británicas, el Exocet impactó en el “Glamorgan”, pero no explotó. Se afirma que la explosión se debió a un helicóptero Wessex que, al entrar en contacto con el fuego, se incendió. Lo cierto es que, si explotó o no, no es hoy en día un hecho certificable. No obstante, el buque quedó fuera de combate. A bordo del “Glamorgan”, trece tripulantes perdieron la vida y hubo también numerosos heridos.

Informe a la Junta Militar
Informe a la Junta Militar sobre los hechos del 13 de junio de 1982

El sábado 12 se realizaría una de las últimas reuniones del Comité Militar porque el conflicto armado estaba por terminar. La cita fue en el edificio del Estado Mayor Conjunto de la avenida Paseo Colón. Se le informó a Galtieri de la fuerte ofensiva británica del 11 y la madrugada del 12, con la participación de tres batallones o una brigada, con apoyo de artillería, aviones Harrier y helicópteros. En la segunda edición de La Nación, del domingo 13, se publicó en la tapa el comunicado que emitió el Estado Mayor Conjunto a la 01.20, en el que informa que el día anterior los británicos “conquistaron Monte Dos Hermanas y parte de Monte Harriet. [...] El enemigo en su avance ha penetrado 3,5 km dentro del dispositivo de seguridad propio; esta situación no configura por sí un hecho determinante de éxito o fracaso, pues depende de la concepción operativa de la defensa”. Se estaba peleando en las puertas de Puerto Argentino: no se lo decía y el gran público no lo intuía. Los soldados argentinos carecían de todo: alimentos, municiones, y en la mañana del 13 de junio “un diluvio infernal de acero se abatió sobre los defensores, dañándolos severamente y destruyendo su armamento y comunicaciones como paso previo al avance de la infantería”, relató años más tarde el historiador Isidoro Ruiz Moreno.

En la misma jornada se publicó que Galtieri había conversado telefónicamente con el gobernador Mario Benjamín Menéndez. Unos pocos meses más tarde, el almirante Jorge Isaac Anaya relató las circunstancias y los términos del diálogo telefónico entre Galtieri y el asediado Menéndez. Anaya llegó a la Casa de Gobierno y se encontró con el Presidente entre excitado y deprimido, estados de ánimo que se sucedían alternativamente: “‘Parece que Menéndez se rinde. Y ahora he pedido una comunicación con él; me la tienen que dar. En instantes nomás, existe esa comunicación. Yo puedo decir lo que recuerdo de la comunicación, pero seguramente no es exacto. El general Menéndez le dijo que el general [Jeremy] Moore le había ofrecido una rendición honrosa, con banderas, con las armas —si no me equivoco, también decía— y el general Galtieri le dijo: ‘Le ordeno que contraataque’. El general Menéndez le contesta algo así como: ‘El estado anímico no me permite hacerlo; el estado anímico de la tropa no permite hacerlo’. Si bien no recuerdo con precisión los términos de la comunicación sí puedo decir que el general Galtieri le dijo: ‘Le ordeno que contraataque’; inclusive, creo, que se lo dijo dos veces. Cuando le dijo: ‘El estado anímico’, le reiteró: ‘Le he ordenado que contraataque’; ‘No puedo, mi general’ y entonces le contestó Galtieri que él era el comandante militar. ‘Usted sabe qué es lo que tiene que hacer; cuando regrese al continente le voy a pedir cuentas según los reglamentos militares’, o algo por el estilo. Exacto no es; el espíritu fue ese”, dijo meses más tarde Galtieri a los miembros de la Comisión Rattenbach.

Entre los días domingo 13 y 14 de junio, el Instituto Gallup realizó un sondeo referido al conflicto de Malvinas. El 75% de la encuesta se realizó durante el domingo, y 25% restante durante el día lunes. “En este último día —reflejó la introducción del trabajo— sólo hasta las 13 horas, dado los acontecimientos, procediéndose al editing y supervisión de las encuestas durante el resto del día. El tamaño muestral fue de 952 casos” (de ciudadanos mayores de 18 años). La encuesta entregada al Palacio San Martín, el 15 de junio de 1982, demostraba crudamente el estado de ignorancia y desorientación en que se hallaba gran parte de la ciudadanía porteña. En resumen:

• Como usted sabe es inminente el ataque británico a Puerto Argentino. Usted cree que en esa batalla:

1. Triunfará la Argentina 79%

2. Triunfará Gran Bretaña 4%

3. NS/NC 17%

• En cuanto a la importancia de la visita del Papa Juan Pablo II a la Argentina, considera usted que la misma es:

1. Muy importante 69%

2. Importante 21%

3. Poco importante 3%

4. Nada importante 4%

5. NS/NC 3%

Informe privado del ingeniero Alsogaray
Informe privado del ingeniero Alsogaray de junio de 1982

La visión del ingeniero Álvaro Alsogaray

En el Informe Nº 77, que realizaban el ingeniero Álvaro Alsogaray y el contador Luís Alberto Porzio para importantes clientes privados, que abarca gran parte de mayo y llega al 21 de junio de 1982, se incluye como Anexo I, tres carillas que Alsogaray tituló: “El pensamiento político-económico del Ministro de Economía a comienzos de junio de 1982”. Porzio recuerda que éste trabajo se hizo tras un largo almuerzo entre Alemann y Alsogaray –al que asistió Jorge Eduardo Bustamante—realizado en el Ministerio de Economía el jueves 10 de junio, cuatro días antes de la caída de Puerto Argentino. También rememoró que Alsogaray retornó sorprendido –por decir lo menos—con el grado de irrealidad que notó en los dos miembros del gabinete económico de Galtieri. Tras una corta siesta –que el ingeniero nunca rehuía—escribió: “Las expectativas del Ministro son: 1) El conflicto puede durar. Es dudoso que Gran Bretaña tenga un éxito inmediato. El Hermes y el Invencible están prácticamente fuera de combate y la aviación no tiene bases en portaviones. Las operaciones desde tierra (Prado del Ganso) son difíciles y de corto plazo; 2) Si el conflicto se prolonga la situación del gobierno inglés y en particular de la Sra. Thatcher peligra. La primera ministro tiene actitudes churchillianas y procede en función de sus recuerdos de la guerra y de sus vivencias respecto del nazismo; de ahí su calificación de dictadura aplicada al gobierno argentino.

Bajo el título “Evolución política”, Alsogaray relató a sus calificados suscriptores que “si el conflicto termina mal, el Dr. Alemann prevé grandes complicaciones políticas. De lo contrario cree que el gobierno podrá conducir bien el proceso, sin apartarse mayormente de lo programado.” Bajo el punto 2 dice: “Cree el Dr. Alemann que los oficiales combatientes jugarán un papel importante en el futuro político del país, con una especie de derecho de veto, y que no estarán de acuerdo con una pronta entrega del gobierno a los políticos.” Tras la caída de Puerto Argentino, Álvaro Alsogaray realizó, el 16 de junio, personalmente para los abonados, una exposición en la que se extendió en algunas premisas:

- La primera premisa es que el gobierno, convenientemente reorganizado, debe consolidarse y mantenerse en plena aptitud para gobernar evitando la anarquía.

- La segunda premisa es que el apoyo irrestricto e incondicional brindado al gobierno a partir del 2 de abril estuvo relacionado exclusivamente con el problema de Malvinas.

- La quinta premisa es que la “hibernación política” de los últimos seis años ya no tiene razón de ser ni posibilidad de sostenerse.

Al finalizar sostuvo que “estamos viviendo un momento histórico equivalente al de después de Caseros. Se trataba entonces y se trata hoy de decidir el destino del país después de décadas de decadencia y absolutismo. Durante los últimos treinta y cinco años éste ha estado representado por los avances del Estado sobre las actividades privadas, operados a través de una burocracia y una tecnocracia creciente y dominadora. Este avasallamiento de las libertades individuales por parte del Estado nos ha arrastrado a la presente crisis. Esa es la raíz del mal”.

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