Joana Ojeda tiene 38 años y habla con un ritmo desacelerado. Dispone de tiempo para conversar: nada la interrumpe, nada la apura. Del otro lado del teléfono lo que se llega a escuchar es el sonido del cantar de los pajaritos. No hay contaminación sonora. Todo fluye con naturalidad. Lo que está detrás es Colonia Belgrano, un pueblo de apenas 1.500 habitantes en pleno corazón de Santa Fe.
Joana, al inicio de la pandemia, decidió migrar y cambiar los ruidos de fondo. Con sus cuatro hijos y su pareja Ariel dejaron la ciudad, su Santa Fe capital, para mudarse al pequeño pueblo ubicado 90 kilómetros al suroeste de la gran ciudad. “Cuando tomamos las decisión y se lo comunicamos a nuestros hijos no les gustó nada. Son adolescentes y no estaban entusiasmados, pero una vez acá empezaron a disfrutar mucho del cambio de vida”, le cuenta a Infobae.
Joana y Ariel se conocieron hace más de dos décadas, por un amigo en común, cuando ella dejó Alejandra -una comuna del departamento San Javier en la provincia de Santa Fe- para ir a estudiar a la capital. Empezaron a salir, comenzaron una vida en pareja y rápido vinieron los hijos. “En todos estos años nunca logramos tener una casa propia porque mi marido siempre fue empleado de una empresa de seguridad privada y yo artesana. Vendía en las ferias de la costanera para ayudar en casa, pero con suerte llegaba a los diez pares de alpargatas por semana”, informa.
El gran salto
Cansados de ese estilo de vida se vieron tentados a vivir de otra forma. Supieron la existencia del programa “Bienvenidos a mi Pueblo”, una prueba piloto de la fundación de orígenes suizos Es Vicis, creada para repoblar pequeñas comunidades de manera planificada y sostenible, con familias emprendedoras que puedan aportar al pueblo productos y servicios inexistentes o insuficientes y no competitivos con la oferta local. La familia Ojeda se postuló en 2018 y fue uno de los veinte seleccionados entre los 20.000 postulantes. En mayo del 2020 le entregaron su primera vivienda propia.
Esta región de la Argentina, que recibió casi 40.000 inmigrantes suizos entre 1857 y 1924, fue durante décadas cuna de emprendedores industriales y agrícolas. Eso es precisamente lo que se busca recuperar. Colonia Belgrano, el pueblo donde hacía 86 años nacía Silvio Soldán, fue un pueblo fundado por la inmigración en 1883 por ciudadanos italianos que bautizaron la tierra como “bel grano”, sorprendidos por la fertilidad del suelo. La castellanización del término que significa “buen grano” y la semejanza con el prócer argentino creador de la bandera reformuló definitivamente su nombre. Tiene 22 mil hectáreas y cien personas más desde la promoción del programa.
Una cuarentena diferente
“Tenemos todo lo que necesitamos -admite-. Hay clubes, escuela primaria, secundaria, supermercados, restaurantes”. No solo eso. Su nuevo hogar está rodeado de campo: “Todo es verde. No hay otra cosa para ver. No usás el auto, se escucha el ruido de los animales y dormís con la puerta abierta”. Otro punto a favor es la tranquilidad con la que se vive a diario, la ventaja de las distancias cortas para moverse y el rendimiento del tiempo, factores en contra para quienes viven en la ciudad: “Nos sobra el tiempo para estar en familia”, confiesa.
Joana asegura que la mejora en la calidad de vida repercutió incluso en la salud: vincula los padecimientos de sus hijos al cambio de la ciudad al campo. “Bautista que tiene 16 años siempre sufrió broncoespasmos recurrentes. Y Mimi, de 6, tenía caída de pelo. Hoy los chicos no presentan más esas afecciones”.
El neorruralismo tiene sus orígenes en Europa en los años 60 como una expresión de contracultura en respuesta a los patrones de consumo del capitalismo, concentrado en las ciudades industriales. En plena pandemia, a partir del teletrabajo, vive su auge: “En los últimos meses vimos la cantidad de gente nueva que está poblando este lugar. Ves, sobre todo, familias y lo entendemos porque los beneficios son muchos, principalmente la seguridad”.
Vivir del emprendimiento
La llegada de la pandemia también impulsó a emprendedores a migrar hacia las plataformas de venta digitales. Es lo que hizo Joana. Para lograrlo, recibió capacitación en su modelo de negocio, algo que hasta el momento no había hecho: administración, marketing digital, herramientas para e-commerce. Incluso construyó su taller. “Logramos construirlo en nuestra casa. Tiene 15 metros de donde salen nuestras alpargatas de bebés -Mimos de Mimi-. Hoy vendemos más de mil unidades semanales, mi marido y mi hija mayor son parte del emprendimiento”.
Mimos de mimi tiene más de 300 clientes en todo el país: “Las telas llegan a Colonia Belgrano sin problemas. Una vez que confecciono los modelos, hago los envíos por correo que tardan en promedio una semana. Lo más lejos que viajaron fue a Tierra del Fuego”.
En un mediano plazo, Joana tiene pensado sumar dos empleados de Colonia Belgrano. “Mi mudanza no solo cambió mi vida, vino a dar trabajo generando así un impacto positivo”. La experiencia le sirvió para darse cuenta de que su futuro ya no estaba en la ciudad. Una de las pocas veces que fue a la capital de la provincia, en medio de la cuarentena, volvió impactada”: “Vamos hacer trámites puntuales y volvemos a casa. A los chicos les ofrecemos llevarlos y no quieren”. El encierro por las restricciones tampoco se hace notar: “Está todo organizado. La gente se traslada en bicicleta por los caminos rurales y es imposible que se generen amontonamientos. No hubo prácticamente casos registrados”.
Para la organización Es Vicis, el desafío era devolverle a los pueblos rurales la potencialidad que las promesas de progreso e industrialización habían arrebatado. “Durante décadas, la población mundial ha ido migrando hacia las grandes ciudades con la esperanza de encontrar más oportunidades de trabajo y una vida mejor. Desafortunadamente, el 90% de estas personas terminan poblando los extensos asentamientos de emergencia que rodean a las grandes ciudades de los países en desarrollo, subsistiendo en viviendas precarias y con trabajos informales que apenas alcanzan para vivir dignamente. El efecto secundario de esta tendencia migratoria es que los pueblos rurales, a pesar de tener el potencial de expandir y hacer crecer sus economías, fallan por la falta de mano de obra, la provisión de servicios y productos y la disminución del consumo”, argumentaron. Junto al Centro Regional para el Desarrollo del Sur de Santa Fe firmaron un convenio con Cafferata, Carmen, Labordeboy, Maggiolo y San Eduardo, otras cinco localidades de Santa Fe, para llevar adelante allí el programa “Bienvenidos a mi Pueblo”.
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