A Nadia Palombarini (33) siempre le gustó escribir. De adolescente mataba el tiempo haciéndolo, tanto que produjo más de una novela. Cuando cumplió 18 años dejó Cañada Gomez para ir a la universidad en Rosario. Su camino estaba claro: estudiaría Ciencias de la Comunicación.
Cuatro años más tarde, viviendo en un departamento alquilado, obtuvo el título con el que había soñnado, el de licenciada en Comunicación de la Universidad Nacional de Rosario. Y salió a trabajar. “No tenía la necesidad, lo hacía más que nada para tener algo de plata y experiencia. Estuve como asesora comercial en varias empresas de medicina prepaga, luego en una inmobiliaria y finalmente otra vez una empresa de salud. Nada referido con mi carrera, pero para mi trabajar nunca fue un problema”, le cuenta a Infobae desde Móstoles, España, donde reside desde hace una semana.
Desde ese último puesto laboral en 2018 donde la echaron por reducción de personal, Nadia nunca más volvió a tener una oportunidad laboral. “Mientras me desarrollaba profesionalmente para tener más herramientas hice una posgrado en Recursos humanos, me quedaron dos materias pendientes, por eso no tengo el título. Pensé que me podría servir para conseguir trabajo”, dice. No fue el caso.
Durante todo 2019 fue a más de 15 entrevistas. “Llegaba casi a la instancia final, y siempre me decían lo mismo, está sobre capacitada, o no cumplía con requisitos por falta de experiencia. Estuve muy frustrada”, admite
En todo ese largo periodo, Nadia vivió de sus ahorros personales. Cuando estos se terminaron debió recurrir a sus padres, Roberto y Marita (él contador, ella maestra de grado) quienes la mantuvieron. “Es muy difícil volver a depender de otros. Les tuve que pedir ayuda, ellos me pagaron la comida y el alquiler, fue sumamente difícil y deprimente. Mis viejos no son millonarios, son dos laburantes “, relata.
En 2001, su hermano mayor, Luciano, había emigrado a España con su mujer. Allí no solo logró sus objetivos laborales, sino que pudo apuntalar a su familia y tuvo dos hijos. “Todos tenemos el pasaporte europeo, y mis viejos frente a mi situación crítica me impulsaron a emigrar, pero la verdad es que nunca lo quise hacer porque amo mi país, y acá tengo mi familia”, admite.
Hasta que un día no aguantó más estar desempleada. “Me animé, y saqué pasaje de avión para el 27 de marzo de 2020. Claro, por las restricciones de la pandemia me cancelaron el vuelo, y bueno empezó la pesadilla”.
Durante los primeros meses de encierro, Nadia tuvo que permanecer en su departamento de Rosario, los días eran interminables e inciertos. “Sin trabajo, sin ver a gente, sin plata, lo único que hice fue escribir”. Doce horas por día le dedico a su pasión, pude terminar tres novelas que subí a la plataforma Wattpad, que tituló Volver a verte, Esperanza de vida y Cielo limite. Son romances. En la página tienen muchas visitas, es mi único logro en este tiempo. El resto fueron puras frustraciones”, se lamenta.
Pasaron los meses, y con la flexibilización de las restricciones y aun sin trabajo, Nadia pensó en salir a buscarse la vida como delivery. No pudo porque no tenía licencia de conducir, Luego, como telemarketer o moza. Harta, agotó todas las posibilidades, y empezó a planificar su nueva vida en España. “Hablé con mi hermano y le dije que ni bien abrieran las fronteras me iría. Él tiene casa, laburo y una vida armada, en ese sentido todo era más sencillo”.
La nueva oportunidad en plena pandemia
Así fue como el sábado 06 de junio voló a Madrid. Frente a la emoción decidió relataron en su cuenta de Twitter: “Después de tres años sin trabajo, tomé la decisión de jugársela e irme a probar suerte a España. Al menos si hay que luchar que sea con posibilidades”. En pocos minutos los mensajes no tardaron en llegar, y su posteo se viralizó.
“Por lo general los usuarios en redes sociales son muy agresivos con sus comentarios y me dijeron barbaridades. Pero esta vez también recibí varios mensajes de aliento y apoyo”.
En el aeropuerto de Barajas la esperaban su hermano Luciano, junto a sus sobrinos. En una hora de viaje en auto llegaron a Móstoles, donde Nadia empieza su nueva vida. “Ya tengo turno para sacar el NIE (número de identidad extranjero, algo así como el DNI) que me permite trabajar de manera legal, ya tengo una línea de teléfono y pude abrir una cuenta de banco. Todo está encaminado”.
La situación epidemiológica en Móstoles está controlada. Según el último reporte sanitario, La incidencia acumulada de COVID-19 continúa en descenso: de 223 casos por cada 100.000 habitantes, los datos del 1 de junio sitúan la incidencia en 187 casos por cada 100.000 habitantes. Es un descenso del 16,14% con respecto a la semana anterior.
“Las restricciones casi no se ven por las calles de Móstoles. Los bares y restaurantes están abiertos, los chicos van a la escuela. Pero Los protocolos se mantienen”, cuenta.
Nadia aun no siente desarraigo. Sí se lamenta haber dejado a sus padres. “Me duele tener que estar lejos, sé que ellos me incentivaron a hacerlo porque me veía mal pero son grandes y estamos en una pandemia…..”.
Y termina: “No me fui porque no amo a la Argentina, me fui porque no encontré la manera de progresar, estaba dispuesta a trabajar de lo que sea, pero también tengo ambición. Como argentinos nos merecemos vivir tranquilos”.
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