Si no se logra frenar y revertir la situación actual de los ecosistemas y las especies que lo habitan, las consecuencias también serán irreversibles para las personas. El punto de degradación al que se llegó comenzó con la llegada de los colonos, que introdujeron en los suelos nativos especies a fin de criarlas para consumo y uso, como vacas (carnes y cueros) y caballos (tracción a sangre), además de cerdos y cabras. Siguieron la industrialización de la agricultura, los despiadados desmontes y el uso descontrolado de fertilizantes y agrotóxicos, y la falta de políticas de control sobre los usos de los suelos, por mencionar algunos.
El daño de los ecosistemas es alarmante. “En Argentina, un 70% del suelo está en un proceso de desertificación o degradación. El suelo es un ecosistema vivo que está lleno de semillas, microorganismos que se descomponen, de nutrientes que pasan de un invertebrado a otro; ese suelo que la gente no percibe como un sistema vivo es el que permite que crezcan otros ecosistemas, que emerjan los pastizales, los bosques, las selvas... Ese daño muchas veces es irreversible”, le resume a Infobae Sofia Heinonen, presidenta de la Fundación Rewilding Argentina sobre el impacto ambiental que sufren los ecosistemas argentinos donde se han perdido muchas especies y es uno de los que más afectados en toda Sudamérica.
Ante esa realidad, solo queda intervenir para intentar revertirla. Frenarla, en este punto, ya no es suficiente. “No sé cómo vamos a revertir esto si no generamos políticas reales de que dejen en claro que los seres humanos dependemos de la restauración de los ecosistemas. Ya hemos dañado todo de tal manera que no basta solamente con parar sino revertir y recuperar, al menos, un 30% de los ecosistemas de este país, por decir una cifra, porque hoy estamos en un 8% y sería un optimismo pensar en recuperar la mitad de la superficie dañada. Debemos empezar a ser conscientes de que nosotros como especie humana vamos a caer detrás del vórtice de extinciones”.
La restauración los ecosistema y la década para revertir el daño ambiental
Restaurar un ecosistema significa favorecer la recuperación de aquellos ecosistemas que hayan sido degradados o destruidos y conservar los que siguen intactos y puede producirse de varias formas. Por ejemplo, plantando especies extintas de forma activa o quitar las que afectan a la naturaleza para que puedan recuperarse por sí sola. Lograrlo no siempre es posible, sobre todo, si ese trabajo no es acompañado por políticas ambientales estatales ni legislación que proteja los suelos o limiten su explotación, entre algunas posibilidades.
En busca de soluciones y comprendiendo que los tiempos ambientales apremian, trabajan las ONG´s. “Nuestro enfoque para restaurar ecosistemas —explica Heinonen— está en los roles ecológicos que cumple cada una de las especies, sobre todo si se tratan de ‘especies claves’, que al extinguirse hacen que el ecosistema funcione mal”.
Especies claves son todas aquellas vegetales y animales que tienen un papel fundamental en el ecosistema y pueden tener diferentes efectos sobre su entorno o sobre las demás especies con las que convive. Su desaparición puede generar modificación del paisaje, fuente de alimento, generadoras de refugios y pueden alterar procesos ecológicos.
En ese sentido, continúa, “trabajamos con predadores tope ya que generan la salud en los ecosistemas porque pueden alimentarse de los individuos más enfermos y, al ser selectivos e ir por las presas más débiles, disminuyen la posibilidad de pandemias en los sistemas”.
Esas especies claves también se disputan el territorio con otros predadores, como el yaguareté con el puma, por ejemplo, que al desplazarlo logra que otros felinos y otras especies más pequeñas puedan convivir en un mismo territorio. “Si no está el predador tope la pirámide alimenticia se aplana y la cantidad de nichos y posibilidades de generar lugar para otras especie se reduce. Por eso, para nosotros, la restauración de un ecosistema es asegurar que estén cubiertos todos los roles ecológicos e intentar que sea lo más completo posible. Vamos a preservar o reintroducir o recuperar poblaciones de las especies claves asegurando que el ecosistema tenga las condiciones para funcionar saludablemente”, detalló la bióloga desde El Impenetrable donde ya comenzó la reintroducción del yaguareté, por ejemplo.
Estas acciones se ven alentadas porque, de la misma manera que las naciones participan de la Cumbre del Cambio Climático, este año será el momento de la Convención de la Biodiversidad, en octubre, y comienza la Década de la Restauración de los Ecosistemas que promete políticas para restauración los daños ambientales.
“Los representantes de los países se reunirán en la Convención de Biodiversidad, que en este momento se está tratando, y están tratando de definir metas para la próxima década las metas y la posición que va a tener Argentina, uno de los países de Sudamérica que más agredió sus ecosistemas y que optó por el extractivismo; por eso, para mí, tiene que dar el ejemplo porque es el país más degradado de Sudamérica junto con Uruguay. Aún no se sabe qué posición tendrá Argentina y eso es lo que es importante conocer”, aseguró la bióloga.
Sobre ese punto, uno de los más importantes de cara al futuro, también agregó: “El objetivo de la Convención de Biodiversidad es generar metas muy claras respecto del presente, de establecer, a partir de hoy, qué vamos a hacer para los próximos 10 años. Es fundamental hacernos responsables de esta casa, el suelo argentino, y asumir nuestro rol como ciudadano porque somos los que también jugamos un rol importante. Son los jóvenes, los activistas los que lograron poner los temas ambientales en las agendas políticas nacionales e internacionales, los gobiernos deben actuar”.
Se cree que la restauración y otras soluciones naturales pueden proporcionar un tercio de la mitigación necesaria para 2030, de modo que el calentamiento global se mantenga por debajo de 2°C y, al mismo tiempo, ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático.
También que restaurar 15% de las tierras transformadas en los lugares adecuados podría prevenir 60% de las extinciones de especies que ya se han proyectado.
“La mejor manera de comprometerse con los ecosistemas es haciendo turismo nacional natural porque cuando se conecta con lo que se ve es más fácil defenderlo. Ver los lugares sin intervención humana, hacer avistaje de animales en su hábitat natural es una experiencia de se debe vivir porque, además, genera recursos en los lugares y sus habitantes tienen otra manera de generar ingresos que quizás antes desconocían porque el turismo natural es fuente de trabajo y una persona, por ejemplo, puede tener ingresos sin vender arboles para madera y prestando ese espacio de plantaciones para una caminata en contacto con la naturaleza. Todos ganamos”, finalizó.
Biodiversidad en la Ciudad de Buenos Aires
La Secretaría de Ambiente de la Ciudad registró durante el viernes 4 de junio la Reserva Ecológica Costanera Sur, Reserva Ecológica Lago Lugano y Reservorios Parque Sarmiento, áreas de conservación, y encontraron 415 tipos de aves; 59 de mariposas; 10 especies de mamíferos y reptiles y 890 variedades de plantas.
“Este trabajo va en línea con las acciones que hemos propuesto en nuestro Plan de Acción Climática donde nos comprometemos a ser carbono neutral, resiliente e inclusiva para 2050. La importancia de los biocorredores, biodiversidad, espacios verdes son fundamentales para lograr estos objetivos y mejorar la calidad de vida de todos los vecinos”, explicó Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad.
Entre abril de 2020 y abril de 2021, el Equipo Técnico de Conservación de la Biodiversidad relevó por primera vez eso tres predios para analizar la situación de las especies y hacer el seguimiento del Plan de Manejo de cada área y lograr una noción integrada de estos espacios. Realizaron 111 muestreos en donde se relevaron 5 grupos taxonómicos que arrojaron esas sorprendentes cifras.
Entre las especies de aves se identificaron a la golondrina parda, el churrinche, el benteveo rayado, el halcón peregrino y el aguilucho langostero, entre otras. Entre las mariposas, la bandera argentina, la espejitos, la monarca, la dama manchada y la pasionaria mexicana.
Además, coipo, la comadreja overa, el cuis y el carpincho son los mamíferos que habitan esas reservas.
Este trabajo permitió actualizar los inventarios de vegetación, aves, reptiles, mariposas y mamíferos en la Reserva Ecológica Costanera Sur y en la Reserva Ecológica Lago Lugano.
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