Es muy amiga de la comunidad palotina argentina, la contagiosidad de su optimismo es permanente, reconoce el valor histórico de la renuncia de Benedicto XVI y la necesidad de Francisco para este tiempo de la Iglesia católica, su principal actividad es el acompañamiento, en pandemia no se achicó ante la tecnología y la eligió como oportunidad para seguir cerca del mundo que nunca paró su marcha. María Luisa Berzosa, religiosa española, miembro de la congregación Hijas de Jesús, el próximo 4 de junio guiará una oración comunitaria por el martirio de “los 5” palotinos asesinados en la parroquia San Patricio de Buenosa Aires en el año 1976: Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Duffau, Salvador Barbeito y Emilio Barletti. “Haremos memoria agradecida, contemplación agradecida, ¿qué nos dirían ‘los 5’ hoy?”, dijo Berzosa en esta charla con Infobae.
— ¿Qué significa hacer oración contemplativa y por qué fuiste invitada a guiar?
— Primero te cuento mi entronque con los palotinos. Yo estuve en Buenos Aires 14 años, de 89 al 2003. Cuando llegué trabajé en nuestro colegio, el Hijas de Jesús, a 3 cuadras de la parroquia de San Patricio, Olazábal entre Estomba y Tronador. Me vinculé enseguida con la parroquia. Allí conocí a muchos jóvenes, entonces universitarios, que hoy son los adultos de la comunidad palotina. En momentos puntuales me he comunicado con varios de ellos. Y esta vez en Roma -tercera vez que estoy aquí- he asistido on line, gracias a la tecnología, a encuentros de oración. Tengo unos recuerdos muy frescos de aquellos primeros años “argentinos”. Uno de los que mataron era catequista de nuestro colegio. Yo recibí el impacto fuertísimo de mis hermanas de comunidad; no estaba en el país en el 76, pero el impacto fue muy grande, por supuesto también en la parroquia. Había una veneración, diría yo. Se empezó a hablar de los mártires, se escribía sobre ellos, pero todo muy avanzado el tiempo y muy lentamente. Así fui conociendo mucha gente de la comunidad parroquial, participé en los aniversarios. Eso me dio una vinculación que ahora, cuando me invitaron, pareciera que pasados los años, hay un hilito que no se ha roto.
— Y llegó la invitación para este 4 de junio…
— Así es. Mis amigos de la comunidad palotina me contaron que estaban pensando replicar la oración en torno a la cual se reúnen mensualmente. Les propuse cambiar el formato y me surgió esto de una memoria contemplativa y agradecida. ¿Por qué contemplativa? Porque los hechos pasados nos dejan un registro en la memoria, y sobre todo en la memoria del corazón. Para vivir hoy la fe y ese testimonio de “los 5” como me gusta decirles, el pasado nos puede anclar en la nostalgia estática, y la contemplación agradecida nos pone manos y pies. La contemplación no es estática, no es pasiva, no es nostálgica, no es reivindicativa, sino que es agradecida. La contemplación hace que me invada eso que contemplo, como cuando nos ponemos delante de un cuadro en un museo, o ante un paisaje, una puesta de sol: no hay necesidad de hablar sino que recibimos, nos dejamos conmover. Así fue que planteé así la oración y todos dijeron ¡adelante con esto! Este será el esquema: mucho silencio, poca palabra, no debate de ideas, palabra que salga del corazón, de nuestro mundo afectivo, de nuestros sentimientos, me gusta decir que la palabra salga de hemisferio derecho que tiene que ver con lo simbólico, con los deseos, con los sueños. Y que nos ponga en movimiento: ¿qué nos dirían “los 5” hoy? ¿En qué causas tenemos que meternos hoy? Ellos se metieron en su contexto muy fuertemente. ¿Es el mismo contexto? ¿Es otro? 45 años han pasado pero, ¿aún hay causas pendientes por las que vale la pena luchar y dar la vida o no? Por ahí irá la cosa el viernes.
— Eres como una “activista espiritual” porque estás poniendo en palabras lo que, quizás, algunos, ya están viviendo…
— (ríe) Seguramente. Hoy la palabra inclusiva y que une es la espiritualidad. Después a la espiritualidad cada uno le pondrá su adjetivo. Ojo, no es espiritualismo, no es huida de mundo, sino que es metida en el mundo. Esa es la diferencia. Porque a veces puedes ser evasivo, “yo rezo pero nada más”. No, no, no, “rezo pero me comprometo a que las cosas mejoren”.
— Me gustaría compartir una perlita contigo, María Luisa. Marco Gallo, un académico y escritor italiano que vive en Argentina, publicó En el ojo de la tormenta. Mártires en la Argentina de los 70. Dice en página 67: “Unos días después de los asesinatos, el padre Jorge Bergoglio escribió una nota titulada ‘Testimonio de la sangre’ en la revista de los jesuitas: ‘El asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas en la iglesia de San Patricio ha conmovido a toda la ciudad de Buenos Aires y al país…(...) No nos encontramos ante un crimen político, sino, lisa y llanamente, ante un crimen religioso, cometido en odio de la Fe y de la Predicación de la Palabra de Dios. (…) La presencia de una Iglesia realista en su predicación, activa en la solución de los problemas de justicia, clara en señalar los objetivos y metas que los católicos deben tener, irrita a los enemigos de esa misma fe (…) Esta persecución se manifiesta en toda América Latina ya como protesta de una revolución atea ante una Iglesia que desea transformaciones que nazcan de un corazón convertido al amor de los demás hombres y no de odio’“. Decías que en Argentina costó hablar de este tema. ¿Cómo fueron tus años en el colegio Hijas de Jesús de la calle Olazábal?
— El tiempo de Argentina no se me borra de la memoria del corazón. Es una página en mi vida que me ha marcado fuertemente y que no me gusta hablar en pasado porque sigo vinculada con mucha gente y con muchas cosas de Argentina. Cuando llegué tuve un mundo de contrastes porque mi congregación todavía estaba en un momento de no ponerse al día con la renovación post Concilio Vaticano II. Yo no sé cómo era mirada, no llevaba hábito, me vestía de colores, llevaba aritos… Los laicos de colegio me preguntaban: “¿Qué permiso tienes para vestir así?”. Yo les decía que en nuestra congregación eso había quedado optativo. “Y tus hermanas, ¿por qué visten con hábito?” “Pregúntenselo a ellas, yo doy mis razones y ellas darán las suyas.” Desde el primer momento me sentí sumamente acogida como soy, más allá de mis vestidos, como si fuera mi lugar, como si siempre hubiera vivido allí. Estudié Ciencias de la Educación en Roma con especialización en Pastoral* Juvenil y catequética. Este fue siempre mi trabajo. Me vinculé con gente de colegios próximos, escuelas católicas, con la Vicaría de Educación, encuentros de pastoral… se me abrió un mundo inmenso. ¿Sabes qué puerta de entrada tuve tan buena? El Centro Nueva Tierra. Mi afán era conocer. Andado el tiempo empecé a trabajar en “Fe y Alegría”**, que ahora va a cumplir 25 años, formé parte del primer equipo en Argentina con Juan Luis Moyano, un jesuita que vivía en el CIAS***. Y con ellos conocí muchos lugares de la Argentina. Fueron años en los que yo me moví entre el asombro y el no conocer este país tan nuevo.
— Vos sos hija del Concilio Vaticano II…
— …fíjate que entré en la congregación en 1964…
— En estos tiempos de sinodalidad a los que invita el Papa, ¿podremos hacer realidad el Vaticano II?
— Yo soy muy optimista y esperanzada. Y creo que sí porque el Concilio Vaticano II despertó mucho cambio, mucha revolución, mucha esperanza. En las distintas etapas y papados, y he pasado varios en Roma, en cierto modo ha quedado ocultado o adormecido el Vaticano II. Ahora hay un despertar casi 60 años después y el mundo ha cambiado. Pero lo que quiere el sínodo, de la participación, cada uno tiene su carisma pero todos formamos parte, es no hacer categorías de laicos como niños y jerarquía, eso no. Sínodo significa “caminar juntos”. Hacer camino juntos tiene mucho que ver con el Concilio Vaticano II. En el Sínodo de los Jóvenes, algunos obispos me preguntaban: “¿Tú quieres tener un sínodo de mujeres?”. “Noooo.” Sí un sínodo de pueblo de Dios. ¿Qué hacemos un grupo de mujeres, por muchas que seamos, con 3 veces más de obispos? El proceso que se va iniciando va en esa línea. Somos todos miembros activos, no somos espectadores y no somos niños para que nos den todo resuelto. Nos ponemos a buscar juntos porque hoy es muy difícil encontrar respuestas. Vamos sumando visiones.
— Cuando estuviste en Argentina, ¿trataste al cardenal Bergoglio?
— Nunca. La primera vez que lo saludé fue a los pocos meses de ser elegido. En junio del 2013 los jesuitas de Italia pidieron una audiencia para todos sus colegios y, como yo coordinaba la escuela de Fe y Alegría en Roma para inmigrantes latinoamericanos, nos permitieron unirnos a todos los colegios. Y las coordinadoras lo pudimos saludar. Yo enseguida le conté que había estado en Buenos Aires, él conocía hermanas de mi congregación y hablamos 5 minutos en una fila de saludos. Es verdad que nunca tiene prisa. La segunda vez que lo vi fue en el 2018 durante el Sínodo de Jóvenes durante el cual todos los días lo teníamos al lado. Él propicia mucho los encuentros informales. Antes de la sesión está como media hora, 40 minutos allí. Saludos, fotos, regalos, bromas. A la hora de café él se pone en la fila, tú puedes hablarle, en un tono relajadísimo. Todo es natural porque el que pone naturalidad es él. Te da una cercanía… se abre el ascensor, salen 20 personas y el Papa en el medio. Y los guardias no saben adónde mirar ni qué hacer porque se descolocan. Y yo, como soy muy atrevida, hablé mucho con él, se acordaba de que yo había estado en Argentina todos los días… Tuvimos tiempos “perdidos”, gratuitos, tan ricos, y él está allí y no está perdiendo el tiempo porque se fija en todo. Tiene una memoria impresionante.
— ¿Cómo vas viendo el pontificado de Francisco?
— Creo que es un Papa más de gestos que de palabras. Pero también su palabra, si hacemos el recorrido de sus escritos, encíclicas y demás, tiene un don: es un pastoralista nato. Se entiende lo que dice. Parece obvio pero no siempre lo es en el mundo religioso. Lo que dice lo entendemos todos y es aplicable a tu vida y a la mía. Después si nos lo apropiamos, es otra cosa. Su mensaje duele porque es clarísimo y directo. Necesitábamos una persona así para este momento histórico. Era el momento para hacer cambios. Venero muchísimo el gesto de Benedicto, me da un respeto sumo, es histórico. Benedicto ya no podía más, tuvo la humildad de decirlo, la inteligencia de retirarse y otro vendrá. Esas páginas de la historia a futuro marcarán hitos.
— Cuando el Papa te nombró consultora para los sínodos te habrá cambiado la vida. ¿Cómo es tu trabajo?
— Dios habla también con sorpresas. Cuando finalizó el proceso en Fe y Alegría en Roma, me volví a España, me dije que 11 años dirigiendo una escuela ya estaba muy bien. Un día, estando ya en Madrid recibo un correo de un sacerdote de Italia: había dado mi nombre para que participara en el sínodo. Pero nunca me imaginé que me llamarían. Hasta que me llegó la comunicación desde la Secretaría del Sínodo para participar en una comisión de expertos y expertas. Éramos 25 personas de 12 países. Una experiencia de trabajo en equipo maravillosa. Fuimos 4 obispos españoles y yo al sínodo de jóvenes en el 2018. En mayo del 2019, otra sorpresa. Me llega un e-mail para que llamara a una persona de la Secretaría del Sínodo y yo ¡wup! Y fue ahí cuando me dijeron que el Papa me había nombrado consultora para esa secretaría. ¿Y esto qué es? La Secretaría General del Sínodo es un organismo permanente que organiza los diversos sínodos, seguimiento, documentos, etc. Estaba formada, hasta ahora, solo por obispos. De pronto, el Papa nombra a 6 personas, dos religiosos (un salesiano y un jesuita) y 4 mujeres. Evidentemente esa dinámica de solo obispos se rompe. Las primeras intervenciones fueron en el Sínodo de la Amazonia. Había una Comisión que redactaba el borrador del documento final que se presenta al Papa. En esa discusión estaba el Papa, los secretarios especiales, éramos 14 o 15. Yo sola como mujer. Ya les permitieron en ese sínodo ir vestidos con clergyman y no llevar sus vestiduras de obispos, pero igual iban todo de negro. Cuando entró Francisco, me dice “¿Cómo te va? ¿Estás haciendo lío?”. Y yo le dije: “Sí, porque hay un Papa que manda hacer lío”. Terminada la reunión se pone él en la puerta para saludar uno por uno y yo le digo: “¿Cómo me has metido en esta comisión que está todo negro?” Y él me dijo: “Para que pongas una nota de color”.
EN LOS MÁRGENES
— En España trabajás con comunidades marginadas de la vida de la Iglesia, las LGTBI+. ¿Cómo es tu acompañamiento?
— Siempre me ha gustado el acompañamiento. Soy de espiritualidad ignaciana para la que acompañar es una herramienta importante, que no es dirección espiritual. Es caminar al lado de la persona pero nunca la vas a sustituir, nunca tomarás decisiones por ella. Es alguien que hace de espejo, te objetiva, hace preguntas. Esto lo he hecho toda mi vida. En Madrid, siendo yo muy joven, trabajaba en la Dirección General de Teatro, en tiempos de la dictadura. Mucha gente que pasaba por nuestra oficina eran homosexuales. Artistas, tramoyistas, directores, empresarios… Me acostumbré a tratarlos como a toda persona, sin hacer guetos, ni grupos, sin poner títulos, eran personas. Y en Buenos Aires acompañé a gente de todo tipo y color, como siempre. Y en los años de Roma igual. Cuando volví a Madrid me conecté mucho con una comunidad cristiana, “Crismón” (Cristianos Homosexuales de Madrid), y he ido con ellos a rezar, he dado talleres de formación, de acompañamiento. En Italia hay un grupo inmenso de gente que trabajamos en Pastoral LGTBI+. Acompañamos familias, padres a los que les cuesta afrontar la situación del hijo o de la hija. En una oportunidad, un periodista me preguntó algo que me parece sintomático: “¿Cómo es que usted acompaña homosexuales?” “Perdón, yo acompaño personas.”
— Como congregación de Hijas de Jesús están cumpliendo 150 años desde su fundación por la Madre Cándida María de Jesús. El Papa les mandó un mensaje realmente hermoso. Las llama “mujeres de frontera”.
— Él las llama “fronteras existenciales”. ¿Por qué tenemos gente en la Iglesia que no la integramos y la marginamos? No solo en la Iglesia también en la sociedad. Está el grupo de divorciados y vueltos a casar. Acabo de escribir un artículo junto con un laico que saldrá en una revista de Comunidad y vida cristiana, “La sinodalidad de los márgenes de la Iglesia. Colectivo LGTBI”. Porque si queremos juntos y unidos hacer camino, tenemos que incluir a la gente que hemos dejado en los márgenes. Es un compromiso serio. En cualquier grupo humano hay racismo, xenofobia, etiquetas… En Europa escucho mucho: “es que son inmigrantes ilegales, extracomunitarios…”. ¿Y dónde queda la persona?
LA REALIDAD NO ES OPCIONAL
— ¿Cuál es tu relación con la tecnología y con los medios? ¿Qué te viene pasando durante la pandemia con las conexiones remotas?
— Cuando comenzó a cancelarse todo yo tenía muchas actividades previstas para contar el sínodo y demás. Ya no me pude mover. Y empezamos a conectarnos. Con los medios me encontré mucho en los dos sínodos. Yo decía que en esos sínodos era “hija única”, no había mucho para elegir y me buscaban a mí. Yo sola con los obispos… Siempre me sentí muy cómoda. Les dije: hagan su trabajo, yo quiero colaborar, solo pido respeto y que se respete lo que yo digo, que no pongan en mi boca cosas que no digo, yo me hago cargo de mis dichos le guste o no a la gente. Tuve un solo problema con un periodista que puso una noticia con mi nombre que no tenía nada que ver. Tuve que reclamar y ponerme firme. Pero siempre me sentí súper cómoda, convencida, además, de que no es opcional este mundo: hay que estar. El tema es cómo estamos. No a cualquier modo, no a cualquier precio. Pero sin dudas hay que estar.
— Decías que empezaste a conectarte...
— Sí, y les aseguro que sé lo mínimo de lo mínimo. Pero vi las posibilidades, por ejemplo, el acompañamiento personal que pasó a ser virtual. La pandemia ponía urgencia en la atención, el acompañamiento. La gente deseaba hablar. No te cuento de la gente que vivía con violencia doméstica en pandemia. Tragedias. Gente que se moría y no podía despedirse. Para mí los medios fueron ayuda, no fueron obstáculo. Empecé a acompañar a un grupo de un diplomado de jóvenes de América latina, son 240 horas. Tuve un encuentro con un grupo de Buenos Aires hace unos días, voy a tener el de palotinos el 4 de junio. Todo eso es impensable. ¡Voy a dar ejercicios espirituales por Zoom a 60 salesianos y salesianas de Chile en julio! Se me está haciendo connatural y contenta de poder llegar. Si no sería imposible. Los otros días fui a la presentación de un libro de general de los jesuitas, de modo presencial, me encontré con mis amigos periodistas, estábamos como resucitados (risas). ¡Qué necesidad tenemos de vernos, abrazarnos, compartir unos sandwichitos! Encontrarnos fue una fiesta.
NOTAS
*En el mundo católico, “pastoral” significa estar cerca de las personas y propiciar el encuentro comunitario junto con los signos de la fe, congregarlas en torno a la Palabra de Dios, a las diferentes misiones que se plantean las Iglesias locales, invitarlas a vivir plenamente los sacramentos. Es un cuerpo a cuerpo con las comunidades “24 x 7” con vinculación a sus entornos y coordenadas de vida. Es el ejercicio personal y comunitario de la transmisión de la fe en un ámbito determinado, acciones concretas que llevan a compartir la buena noticia de vivir en comunión con quien lo necesita.
** Se autodefinen como un movimiento de Educación Popular y de Promoción Social, Fe y Alegría trabaja continuamente para que miles de niños y jóvenes puedan ocupar su lugar en el aula. Nació en el seno de la Compañía de Jesús de Venezuela, en 1955 por iniciativa del padre jesuita José María Vélaz.
*** El CIAS (Centro de Investigación y Acción Social) es una organización de los jesuitas en la Argentina dedicada a la investigación social y la formación de líderes.
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