Todos los 30 de mayo se celebra en Argentina el Día Nacional de la Donación de Órganos en conmemoración al nacimiento del hijo de la primera mujer que dio a luz después de recibir un trasplante en un hospital público. Se festejan las vidas nuevas que se le arrebatan a la muerte. A una muerte inminente, próxima, que se siente llegar. O a aquella que ya ocurrió y que en su duelo puede apurar la espera que desespera: una sola persona donante salva hasta siete vidas.
Sara Stewart Brown fue una de las protagonistas del primer trasplante renal cruzado que se realizó en América Latina. Como no era compatible con Jorge Lanata, su marido en ese momento, dio consentimiento para donar uno de sus riñones a Ignacio. A la vez, Lanata fue trasplantado con el riñón de Norma Hernández, la mamá de ese joven también enfermo. Dos mujeres que volvieron a dar vida.
“Cuando Lanata comenzó diálisis nos hablaron del trasplante y me ofrecí. Al principio él se negó, pero le dije que no iba a hacer nada como una locura sino con información. Entonces, me reuní con el jefe de Nefrología de la Fundación Favaloro y le hice miles de preguntas. Me explicaron paso por paso, si iba a tener secuelas, cómo era la recuperación… me saqué todas las dudas y pude evaluar conociendo el proceso”.
Sara cuenta la historia cada vez que le preguntan. Se toma el tiempo, responde con detalles, comparte los recuerdos. Entiende ese contar como un acto de militancia: “Siempre tuve bajo perfil y no me gusta la exposición, pero esta situación merece hablar porque creo que puede ser un aporte para terminar con algunos prejuicios, con algunos fantasmas. Hay muchos mitos alrededor de los trasplantes, mucha ignorancia, por eso me parece que está bueno mostrar que se puede estar bien después de donar o de recibir un órgano”.
-¿Tuviste miedo?
-Miedo por mí, no. Tuve miedo por él, que tenía una salud bastante frágil. Y me daba nervios preservar a mi hija, que al principio parecía que lo estaba llevando bien pero no dejaba de ser una nena de nueve años que iba a tener a su mamá y a su papá en un quirófano.
-¿Sentís que algo cambió en tu vida después de la donación?
-No. Lo único que tengo que hacer es cuidarme un poco con las proteínas. O sea, hago una dieta semi vegetariana. Por ejemplo, no puedo comer proteínas fuertes al mediodía y a la noche, o si me mato a asado un fin de semana me cuido en la semana con un par de días vegetarianos. Controlo la sal y tengo que evitar ciertos remedios, como antiinflamatorios o ibuprofeno. Nada más. Estoy bárbara. Soy corredora amateur, y corrí varias carreras de montaña posteriores a la donación del riñón. Lo que sí siento es mucho orgullo. Ese acto me representa.
Líderes regionales, aún en pandemia
El trasplante implica el reemplazo de un órgano enfermo por otro sano cuando ya se agotaron o son insuficiente los medios y recursos para mejorar la salud de un o una paciente.
La cantidad de donantes por millón de habitantes ubica a la Argentina entre los países líderes de la región, junto con Uruguay y Brasil. Por eso, en 2017 el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) -organismo dependiente del Ministerio de Salud de la Nación que impulsa, normatiza, coordina y fiscaliza las actividades de donación y trasplante de órganos, tejidos y células en el país- fue designado como Centro Colaborador de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), con el propósito de unir esfuerzos que beneficien el acceso, disponibilidad y calidad en trasplantes.
Según el INCUCAI, 567 pacientes recibieron un trasplante de órganos en lo que va de 2021. En total se llevaron a cabo 331 trasplantes renales, 152 hepáticos, 43 cardíacos, 14 renopancreáticos, 14 pulmonares, 8 hepatorrenales, 2 cardiorrenales, 2 pancreáticos y 1 hepatointestinal; que se suman a 424 de córneas.
Los procesos se realizaron en Buenos Aires, Santa Fe, Misiones, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Entre Ríos, Tucumán, Rio Negro, Jujuy, Santiago Del Estero, Neuquén, Salta, Chubut, La Rioja, San Juan, San Luis y Tierra Del Fuego.
Carlos Soratti, presidente del INCUCAI, explica cómo se trabaja en contexto de pandemia: “El objetivo principal fue seguir garantizando la continuidad de la oportunidad del trasplante, entendiendo que cada posibilidad puede ser única en mucho tiempo para quienes lo necesitan. En este sentido, consideramos que los más de 1.200 trasplantes de órganos efectuados desde el inicio de la pandemia son un logro importante del sistema de salud, porque implicaron mucho esfuerzo, organización, empeño y pasión por sostener la donación en un escenario complejo, con la finalidad primordial de brindar respuesta a quienes esperan un trasplante para recuperar la salud”.
Basados en la experiencia internacional, se desarrollaron rigurosos protocolos para asegurar la no transmisión del virus entre donantes y receptores y la protección de los equipos intervinientes. Además, se dispusieron medidas para sortear las dificultades de logística operativa y para incrementar la información y contención a la población de personas trasplantadas y en lista de espera.
Amor, solidaridad, altruismo… ¿o qué?
“Cuando le doné el riñón a Lanata se habló mucho del `acto de amor de…´. Pero la verdad es que yo no lo viví así. Me parecía que era lo que había que hacer. Incluso es una decisión que hubiera tomado por un amigo, por el hijo de algún amigo o amiga, o cualquier otro familiar. Sí lo vivo como un gesto altruista y solidario, porque básicamente te sacas una parte del cuerpo para que otro esté mejor y la solidaridad tiene que ver con ayudar al prójimo”. En términos de altruismo y solidaridad. Así describe Sarah la experiencia de hacer concreta la voluntad de donar un órgano en vida.
Según voceros del INCUCAI, si tomamos los últimos diez años, en Argentina las donantes vivas mujeres representan el 44,6%. En otros países las variaciones son más llamativas. En España, por ejemplo, el 70% de las donantes son mujeres.
Donar órganos. Multiplicar vidas y desparramar el mensaje. Sin perder de vista la complejidad de las relaciones, los entornos sociales y la matriz cultural para tumbar las barreras. Ya somos punta de lanza contra la apatía en la región. Sigamos por ahí. Hoy y todos los días.
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