Entre reuniones con modistos y la posición argentina en la Segunda Guerra Mundial: documentos inéditos sobre la caída de Ramón S. Castillo

Los informes privados y hasta hoy desconocidos que recibía el presidente brasileño Getulio Vargas sobre la Argentina dan cuenta de la situación que llevó al derrocamiento del gobierno constitucional el 4 de junio de 1943 a manos del general Pedro Ramírez

Cerca de cumplirse los 80 años del derrocamiento del presidente constitucional Ramón S. Castillo, resulta interesante revelar algunos documentos relacionados con la revolución del 4 de junio de 1943, resguardados en el archivo personal del presidente brasileño Getulio Dornelles Vargas, que hoy salen a la luz. A través de los mismos, veremos con qué interés la diplomacia de Itamaraty y el Palacio de Catete seguían de cerca los asuntos argentinos. Con la misma atención con que el Palacio San Martín y la Casa Rosada observaban los pasos de Brasil en el convulsionado mundo de la primera mitad de los años cuarenta. De acuerdo con los historiadores los motivos del derrocamiento de Castillo fueron varios. Siendo modestos, hablemos de dos: las posiciones que ambos países tomaron frente a la Segunda Guerra Mundial y la sucesión presidencial que debía darse en la Argentina en 1943. El 31 de agosto de 1942 Brasil le declaró la guerra al Eje, tras el hundimiento de una veintena de barcos de carga y transporte. Por su parte, la Argentina entrará en guerra con Alemania el 27 de marzo de 1945, cuando los rusos se encontraban a escasos kilómetros del bunker de Adolfo Hitler y la Italia fascista ya no existía. Mientras Buenos Aires y Río de Janeiro se miraban con recelo y enorme desconfianza se produjo un hecho que va a signar –para bien o para mal, según quién lo analice—las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos de Norteamérica.

El jueves 28 de enero de 1943, en la ciudad de Natal (Norte de Brasil) se encontraron los presidentes Getulio Vargas y Franklin D. Roosevelt, luego de varias gestiones que realizaron los diplomáticos de ambos países. Roosevelt venía de su encuentro con Winston Churchill en Casablanca, tras un largo viaje aéreo secreto que bordeó la costa africana y cruzó el Atlántico. Ese jueves 28, Vargas salió de Río de Janeiro en un avión de los EE.UU. dejando a Getulinho, uno de sus hijos, hospitalizado y en coma, víctima de poliomielitis, para encontrase con una persona que la padecía. La esposa del mandatario brasileño Darcy Sarmanho no sabía a dónde había viajado su esposo. Solo estaban al tanto los pilotos, el Ministro de Guerra, Eurico Gaspar Dutra, el embajador americano y su jefe de la custodia, Gregorio Fortunato, más conocido como “Ángel Negro” por el color de su piel y su gran tamaño. Los dos mandatarios tuvieron dos largos encuentros. Uno en el USS Humbolt, un barco de guerra de los EE.UU. atracado en el puerto de Natal, en la costa del Río Potengi (de ahí el nombre de la cumbre presidencial).

Hopkins, Vargas, Roosevelt y Cafferty. Atrás, el vicealmirante Ingram

De los almuerzos participaron, del lado estadounidense, Harry Hopkins, el influyente asesor presidencial; el embajador en Río de Janeiro, Jefferson Harry Caffery y el almirante Jonas Ingram, comandante de la flota del Atlántico. Luego visitaron la rampa de hidroaviones, la gran base estadounidense de Parnamerim (la más grande afuera de los Estados Unidos) y pasearon a bordo de un jeep mientras dialogaban. En un momento, cuentan los historiadores, conversaron a solas porque ambos hablaban francés. En esas horas que pasaron en Natal los dos acordaron: 1) EE.UU, aceptó firmar acuerdos de asistencia militar y la creación de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB), constituida por infantes, marinos y aviadores militares que lucharon en Europa; 2) EE.UU prometió acelerar la construcción de “Volta Redonda”, la madre de la industria siderúrgica de Brasil (Roosevelt sugirió 5 años pero Vargas la consiguió en tres; 3) Brasil aceptó la permanencia de la base estratégica en Natal para que los aviones de los EE.UU. abastezcan a sus tropas en el Norte de África, Oriente Medio y Asia; 4) Brasil aceleró las entregas de “borracha”, caucho, considerado “oro blanco” (para fabricar neumáticos y demás usos), micas, tungsteno, monacita y otros minerales; 5) El control y la seguridad del Atlántico Sur también fue analizado. Getulio pagó un alto costo por desplazarse a la conferencia, porque cuando volvió a Río de Janeiro, Getulinho había caído en un coma profundo y moriría el 2 de febrero de 1943. En Buenos Aires el encuentro fue muy mal visto, aunque el canciller Enrique Ruiz Guiñazú lo consideró “lógico y natural”. A diferencia de la Argentina “neutral”, en Brasil, con más realismo, consideraban a los EE.UU. como una potencia y que naciones como Brasil tenían un rol secundario y analizaban la posibilidad de ubicarse como una “potencia asociada”.

Infobe sobre la venta de caucho por 5 años a los EE.UU.

En pocas palabras, Brasil era una modesta potencia militar al lado de la Argentina, pero a falta de soldados tenía a Natal, un punto estratégico para derrotar al África Korps del mariscal Erwin von Rommel; después abastecer a la “Operación Husky” (la invasión de Italia) y la “borracha”, vital para los vehículos de guerra y demás enseres.

Según la optimista visión de la Comisión Nacional de Investigaciones, creada en octubre de 1955 para examinar los años de la presidencia de Juan Domingo Perón, en 1943 la Argentina era, “en lo económico, extraordinariamente próspera. Mientras las grandes naciones se desangraban, destruían y empobrecían en una guerra implacable, la nuestra, neutral, se había enriquecido con la exportación no sólo de productos agropecuarios sino también de artículos elaborados, especialmente textiles. Había ocupación plena y el costo de la vida era moderado.” El informe que poseía Vargas sobre las cosechas de 1943 no decía lo mismo; a falta de “borracha” se recauchutaban las gomas de auto y la industria pesada y el abastecimiento de petróleo y gas brillaban por su ausencia. A manera de simple ejemplo, en los EE.UU., hacia fines de 1944 “cada 295 segundos salía un avión de una fábrica estadounidense” (“Némesis” de Max Hastings).

La economía brasileña con su complementación argentina

Mientras el planeta ardía por sus cuatro costados, como decía el fallecido Marcelo T. de Alvear: “Y nosotros? En el mejor de los mundos”. El 11 de enero de 1943, un derrame cerebral termina con la vida del ex presidente de la Nación Agustín P. Justo. A escasos días de cumplir sesenta y siete años, desaparece físicamente como alternativa política a las elecciones presidenciales de este año. El radicalismo levantaba el binomio Honorio Pueyrredón-Manuel del Iriondo y los conservadores tenían tres candidatos presidenciales: Robustiano Patrón Costas, Guillermo Rothe y Rodolfo Moreno. El 17 de febrero, el vespertino “La Razón” anuncio que el presidente Ramón Castillo había dado “una media palabra” a favor de Patrón Costas. Irónicamente, ponen en boca de Castillo que el elegido había alcanzado “la unanimidad” del Partido Demócrata Nacional: ¿”La unanimidad”?, le preguntaron. “Si, la unanimidad de uno, la mía”. El gobernador bonaerense Rodolfo Moreno rechaza esa candidatura y desafía al primer mandatario: Según el embajador brasileño en Buenos Aires, José Paula de Rodríguez Alves, Moreno, tras una cumbre con los senadores nacionales bonaerenses Antonio Santamarina, Alberto Barceló y el Ministro de Gobierno Solano Lima, sostiene en un comunicado que “los candidatos a ser presentados deberán ajustarse a un programa previo, en el cual deben definirse problemas de carácter interno, medidas económicas y sociales y también la posición de la República Argentina en relación con el conflicto armado”. Castillo lo tomó “como una pretensión de conducir ellos su gobierno, frente a las negociaciones para la solución del problema presidencial.” El embajador informa que el Presidente cuenta con la mayoría de los votos de la convención del partido demócrata nacional para imponer a Patrón Costas. Tiene 286 votos sobre 404 electores. En el mismo informe, el embajador le dice a Vargas que “días pasados un amigo del Ministro de Marina contó que el Ministro le dijo que el Doctor Castillo no pasará el gobierno a manos de cualquier político que pretendiese modificar la orientación de la política internacional argentina. Y es ahí que tal vez el Doctor Moreno insista en el punto de vista de que el candidato deberá definirse antes de ser proclamado con el diabólico propósito de comprometer la candidatura de Patrón Costas.” Al llegar las fiestas de carnaval y mientras “los políticos se retiran a sus estancias; otros a las playas o las montañas, la tregua es general.” Tras el paso de las semanas, Castillo lo invita a Moreno a la residencia presidencial de Olivos y le ofrece una alternativa: renuncia como gobernador o le interviene la provincia. Aceptó la primera opción y se conoce su renuncia el 23 de abril de 1943. Lo reemplazó el vicegobernador Edgardo J. Míguez. Si la provincia hubiera sido intervenida, el candidato era Adrián Escobar, el embajador en Brasil, quien también se candidateaba para vicepresidente, lo mismo que Ministro de Justicia, Guillermo Rothe, según un informe en poder de Getulio Vargas. A renglón seguido, el embajador va a contar que “ahora, el el verdadero motivo de la renuncia: Moreno había sido informado por Santamarina que un grupo de militares audaces, dirigidos por los generales Juan Bautista Molina y Menéndez preparaban un golpe de Estado, en el momento en cualquier hecho mayor agitase la Provincia, para obligar a Castillo a asumir discrecionalmente el gobierno de la República, instituyéndose un gobierno autoritario. En esa conspiración estarían comprometidos todos los nacionalistas.”

Informe sobre una conspiración en marcha y la renuncia de Moreno

En el ínterin, el 17 de marzo de 1943, por invitación del general Marshall, jefe del Estado Mayor del Ejército norteamericano, el brigadier brasileño Eduardo Gomes “visita las fuerzas aliadas en operaciones en el África del Norte”. Y en otro informe del archivo Vargas, el embajador en Washington, Carlos Martins Pereira e Souza, le cuenta al Presidente que el Secretario de Estado le dijo confidencialmente que “en julio o agosto visitará algunos países sudamericanos con el fin de examinar con los diversos gobiernos problemas relativos a la paz y organización después de la guerra (…) Preguntado sobre si iría a la Argentina, respondió negativamente.”

Brasil debía integrar el consejo de Seguridad de la futura ONU

Frente a los hechos, el embajador Rodríguez Alves observaba un futuro fulgurante para Brasil y así se lo cuenta a su amigo y Presidente: la cooperación integral “con las Naciones Unidas en el combate al Eje, dará a Brasil el derecho a tener una voz en el Consejo de las Naciones después de la guerra, lo que es un buen presagio para la continuación de una estrecha asociación” con los Estados Unidos. Tras la guerra, Brasil no integró la selecta mesa de los cinco grandes permanentes del Consejo de Seguridad, con poder de veto. Pero es la delegación brasileña la que expone en primer lugar en cada una de las primeras sesiones de la Asamblea General, desde 1947 a la fecha.

Ramón S. Castillo y Robustiano Patrón Costas

En el informe “Confidencial N° 10” del 12 de mayo de 1943, el embajador brasileño en Buenos Aires le informa a Getulio Vargas que la fórmula de la Concordancia, los conservadores y los antipersonalistas, para las elecciones de septiembre se conformó con Robustiano Patrón Costas y el doctor Manuel María Iriondo, ex gobernador de la provincia de Santa Fe, “prevaleciendo el pensamiento del Doctor Ramón S. Castillo…alianza que gobierna desde la revolución de Septiembre de 1930” (sic). Y agrega: “El único inconveniente que apunta esa fórmula es la avanzada edad de los dos miembros del binomio, toda vez que Patrón Costas cuenta con 65 años e Iriondo con 70.” Sobre la fórmula de la oposición, de radicales, socialistas y demócratas progresistas, “se vió entorpecida con serias divergencias surgidas dentro del radicalismo y el socialismo”, que llevaron a estudiar la posibilidad de una “fórmula extrapartidaria” con Le Bretón, Saavedra Lamas o el Ministro de la Corte Suprema Antonio Sagarna. “Pura ilusión, dice el embajador, desde que se toma con cierto que van a triunfar los conservadores porque usarán cualquier método, incluido el fraude.” En el “Informe Confidencial N° 11, del 2 de junio de 1943”, Rodríguez Alves relata que “todo parecía haber entrado en un período de tranquilidad pero una serie de noticias desencontradas de estos últimos días sostienen que se pensaría en una opositora candidatura presidencial de un militar, de un General, que podría ser el propio Ministro de Guerra, General Pedro Ramírez.” A continuación, el diplomático agrega que “algo debe haber pasado, pues ese General se sintió en la necesidad de dar un comunicado, publicado en todos los diarios de hoy, 1° de junio, en el cual declara que “niega terminantemente los rumores” que “me colocan en la incómoda situación de pretender imponer mi candidatura para encabezar una fórmula presidencial, haciendo uso, para lograr tal fin, de las prerrogativas de mi cargo (…) una maniobra hábil para atraer al ejército a la campaña política, de derrotar a los conservadores, maniobra que sólo sería posible en el caso de que se estableciese la Unión Democrática.”

El 4 de junio de 1943, el general Ramírez habla desde la Casa Rosada. Junto a él, Rawson.

En los archivos del presidente Vargas, conjuntamente con los informes diplomáticos, coexisten otros redactados en español que no están firmados. Por lo tanto es difícil saber si responden a “alguna” fuente argentina de la Embajada brasileña en Buenos Aires o si llegaron a manos presidenciales por otro conducto. Están redactados en términos muy “crudos” y agraviantes… pero ahí están. Al tratar los hechos que conducen al golpe del 4 de junio de 1943, se relata que “Ramírez le llevó a Castillo el ultimátum del Ejército: o echaba a los ladrones o caía con ellos. Castillo respondió airadamente que él no aceptaba ultimátums de nadie, ni aún del Ejército, y ordenó a Ramírez constituirse arrestado. Ahora bien: el general Arturo Rawson era el amigo y sucesor de Ramírez como comandante de caballería del Ejército. Al presentir la prisión de su amigo y jefe dio la orden de marcha de toda la guarnición de Campo de Mayo –7.500 hombres de las tres armas, con artillería pesada—y avanzó. Eran las 04 horas. Castillo pensó en detenerlo con la guarnición de la Capital, pero esta no tiene artillería. Por eso la defensa improvisada fracasó rotundamente. Únicamente tiró contra el Ejército la Escuela de Mecánica de la Armada, fiel a la consigna recibida del anciano, que en ese momento navegaba río afuera…(mientras) todas las regiones militares se plegaron a la revolución y al caer la noche esta no tenía oposición ninguna. El Colegio Militar no había salido de sus cuarteles y la aviación estuvo casi ausente. La verdad es que la aviación de guerra tiene apenas nafta para 5 horas de vuelo y muchos radiogoniómetros andan mal (…) El senador socialista Alfredo Palacios, que es quizá el hombre de prestigio más puro en la Argentina, dio un buen consejo a Rawson: derrocar a Castillo y entregar el poder al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Roberto Repetto, para que este llame enseguida a elecciones. Rawson no quiso. Ya en posesión del gobierno, Rawson comenzó la tarea de formar gabinete. Y se equivocó ampliamente. Los dos únicos civiles que convocó eran imposibles. Uno, el Dr. Horacio Calderón, fue Ministro de Victorino de la Plaza hace 28 años. Es un anciano, desligado de la vida actual. En cuanto al Dr. José María Rosa… (es) un reaccionario furibundo, fundó un partido llamado Nacionalismo Laborista, y bajo ese nombre hitleriano nunca logró más de 85 votos.”

Opinión sobre Rawson y la neutralidad de la Argentina

El informante anónimo observa que “si no se llama urgentemente a elecciones, el gobierno militar-marino se descompondrá y se convertirá en una de las tantas dictaduras sudamericanas. Hasta ahora las intenciones son muy buenas y moralizadoras: falta saber si se podrán cumplir. El hombre más inteligente del nuevo gobierno es el vicealmirante Segundo R. Storni (retirado) que es ahora canciller, y si el Dr. Jorge Santamarina, actual presidente del Banco Nación, acepta ser ministro de Hacienda será también un gran acierto (…) El movimiento armado del 4 de junio no ha sido, en verdad, una expresión de fe democrática y liberal. Ha sido, sencillamente, una revolución contra los ladrones encaramados en el gobierno para arrojarlos a tiempo e impedir su perpetuación.” El “anónimo” (para nosotros) cita a los ladrones y sus motivos. En cuanto a Ramón S. Castillo, lo trata de “anciano” y “que sin duda alguna es personalmente honrado, pero no podía frenar ni a su mujer (sus gastos) ni a su hijo Ramoncito. Un día, el Presidente, reunió a los modistos, etc., proveedores de su mujer y les advirtió que no pagaría ninguna factura que no tuviera su conformidad previa”. Trata de “precaria” la salud de Castillo e informa una serie de detalles escatológicos comunes en una persona de edad con problemas prostáticos.

El 9 de junio de 1943 el gobierno de Getulio Vargas “registró” la siguiente conversación telefónica, entre Summer Wells, Secretario de Departamento de Estado, y el embajador americano en Brasil, Jefferson Caffery:

--Wells: Quería, si es posible, que usted por su intermedio me consiguiera de parte de Aranha (canciller brasileño), su opinión personal sobre lo que debemos hacer” (con Argentina).

--Caffery: Rodríguez Alves (embajador brasileño en Buenos Aires) habló ayer con Ramírez, pero nada quedó resuelto.

--Wells: Nuestra impresión es que el gobierno brasileño fuera razonable y otras naciones sudamericanas tendrían que hacer lo mismo. Usted no podría obtener esas impresiones? Creo que sería muy deseable, a partir de la simpatía brasileña, obtener rápidamente y lo más detalladamente posible pormenores políticos” (del gobierno argentino).

En el diálogo Caffery dice que intentó ver a Aranha pero “él no estaba…creo que él no me quiere hablar sobre esto.” Se trataba de que la Argentina rompiera la “neutralidad”. El 9 de junio de 1943, el gobierno de Getulio Vargas reconoció al nuevo gobierno del general Ramírez. Fue el primer país en hacerlo, luego siguió Paraguay. En una simple nota que recibió el Dr. Queiróz, relacionado con la embajada, y que está en el mismo archivo, se dice que “la satisfacción (argentina) por el gesto del presidente Vargas fue grande” y que “el embajador Rodríguez Alves dice que el movimiento militar fue realizado por coroneles que los generales tuvieron que adherir.” Hasta el momento, no se habla del coronel Juan Domingo Perón ni de la logia del Grupo de Oficiales Unidos (GOU).

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