La vida de Sofía Osswald se apagó muy temprano. Tenía 26 años y muchos proyectos por delante cuando sucedió lo inesperado. El 3 de enero de 2018 salió de su trabajo en el barrio porteño de Parque Patricios, pasó por su casa, se cambió la ropa y tomó la bicicleta para ir a visitar a una amiga en San Telmo. Pero nunca llegó a destino. Estaba a sólo dos cuadras de la casa de Valentina, en la calle Perú al 900, cuando la unidad 50 de la línea 126, que conducía Eduardo Emilio Farías, la embistió desde atrás. Sofía falleció en el acto.
El hecho fatal dejó truncos todos sus sueños y los de sus seres queridos: había estudiado fotografía y estaba cursando Artes del Fuego en la Universidad Nacional de las Artes. Sus horas las repartía entre la cursada, el tiempo junto a su familia y amigos, y sus obligaciones laborales: trabajaba para el Gobierno de la Ciudad como agente de prevención en los corredores seguros. También se hacía espacio para realizar el fileteado porteño, una de sus actividades favoritas. Hacía cursos y llevaba adelante “La mafia del filete”, un emprendimiento para decorar con los motivos de ese tradicional arte urbano objetos recuperados, carteles y murales; algo que realizaba junto a una amiga.
“Se pasaba horas en el quincho de casa con sus pinturas. Incluso recuerdo que una vez le trataron de robar y se defendió. Cuando llegó a casa tenía toda la cara arañada y cuando le pregunté por qué no le dio todo al ladrón sin resistirse, me dijo: ‘Tenía todas las cosas de fileteado, mamá’”, rememora la madre de la joven, Nelvi Volders. Ambas compartían una casa en Parque Chacabuco, donde Sofía pasaba mucho tiempo junto a sus dos sobrinos: Tiziano, hoy de 6 años, y Benjamín, de 11. “Con Benjamín compartían un montón, hacían pijamadas y se quedaban toda la noche viendo películas. Era muy cariñosa y muy unida a sus amigos y la familia”, agrega la mamá.
Nelvi recuerda a su hija como una persona alegre, divertida y solidaria. “Era muy sociable. En el barrio la conocía todo el mundo y todos la querían. Incluso en la escuela que estaba en el corredor donde ella trabajaba, en Parque Patricios, habían presentado una carta para pedir que ella siguiera yendo ahí al año siguiente y contaban una situación en la que Sofía los había ayudado mucho. Siempre estaba predispuesta a darle una mano a quien lo necesitara”, cuenta.
Una de las cosas que también le gustaba a la joven era andar en bicicleta. “Le encantaba. Iba a todos lados en bicicleta y era una excelente ciclista, una pasión que le transmitió a su hermano menor, Joaquín”, dice Nelvi y resalta el carácter “muy fuerte” que tenía su hija. “De hecho, cuando me llamaron ese día de la comisaría, lo primero que pensé es que la habían detenido por pelearse con un policía porque ella defendía siempre a todos”.
La trágica noticia causó una herida que sigue abierta y que la madre no sabe si sanará algún día. “Los primeros días me quedé encerrada en casa llorando, pero después se acercaron a mí las Madres del Dolor y me dijeron que hiciera algo. Por suerte existe gente que te ayuda. Para mí su acercamiento fue fundamental porque una, como madre, no sabe qué hacer ante la muerte de una hija. Hoy todo lo que hago es para difundir el caso y que no quede impune”, dice Nelvi, que también tuvo el acompañamiento de Masa Crítica, un movimiento de ciclistas urbanos que reivindican el derecho a transitar de forma segura como una alternativa para cuidar la salud y el medio ambiente.
La causa por la muerte de Sofía Osswald está radicada en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 43, a cargo del juez Pablo García de La Torre, y la fiscal es Cinthia Oberlander, de la Fiscalía N°17. El chofer Farías, que en ese entonces tenía la misma edad que Sofía, está procesado por el delito de “homicidio culposo agravado por la conducción antirreglamentaria de un automotor”. Recién fue citado por primera vez a declaración indagatoria 13 meses después del accidente.
Según se detalla en el expediente judicial, en la tarde de aquel 3 de enero la calzada estaba reducida por un container de la mano derecha y una obra de la empresa Edesur de la mano izquierda. “Esto obligaba al conductor del colectivo a circular con extrema prudencia, a velocidad mínima y a no intentar sobrepasar a Sofía que venía en bicicleta a su derecha. Pero él no tuvo esto en cuenta y en lugar de permitir que la ciclista pase primero, le puso el freno detrás de la bicicleta para apurarla y luego la sobrepasó de forma totalmente imprudente, haciendo que se caiga y su cuerpo sea arrollado por el colectivo”, sostuvo el abogado querellante Gabriel Becker.
Farías declaró no haber visto a la joven. Según su testimonio, escuchó un ruido muy fuerte cuando estaba manejando el interno 50 de la línea 126 por la la calle Perú y recién al descender del colectivo vio a Sofía sobre el asfalto. Es por esto que el chofer fue demorado luego del accidente y liberado pocas horas después. Pero la familia Osswald dudó del testimonio del chofer y rápidamente inició una campaña para buscar testigos del hecho en el barrio y a través de las redes sociales.
Con el correr de los meses, se fueron incorporando testimonios, filmaciones y pericias que, de acuerdo a la querella, complican la situación del chofer. “El chofer no puede alegar que no la había visto porque la ve perfectamente en los instantes previos. Es más, la venía viendo desde dos cuadras antes y la venía apurando, esto lo declaró un testigo que viajaba dentro del colectivo que incluso dijo que se lo vio venir”, señaló Becker. “Hay pruebas suficientes que corroboran la responsabilidad del chofer en el fallecimiento de mi hija. Está probado que él la vio e igual intentó pasarla, sin respetar la distancia frontal y lateral que como conductor profesional sabía que tenía que mantener. Esto no fue un accidente, fue negligencia”, sostiene por su parte Nelvi.
Así, Farías fue procesado a fines de marzo de 2019. Luego de tres años y cuatro meses del hecho, el juicio oral está por comenzar.
Mientras aguarda el debate, Nelvi lanzó una campaña en la plataforma Change.org a través de la que pide al Gobierno de la Ciudad que obligue a las empresas de transporte automotor a que sus choferes realicen, anualmente, un curso de capacitación teórico, dictado por personal idóneo y con una carga horaria adecuada, sobre la realidad del sistema del tránsito en Capital Federal, haciendo especial énfasis en el respeto hacia los ciclistas.
La iniciativa, que hacia el mediodía de este sábado había alcanzado casi 75.000 firmas, busca evitar conductas antirreglamentarias e imprudentes que derivan en accidentes, a veces con consecuencias trágicas. “Sofía murió inmediatamente arrollada por las ruedas del colectivo. Para este asesino al volante los ciclistas eran y son una molestia. ¡Esta errónea concepción necesariamente debe cambiar!”, dice la petición.
Y agrega: “No sólo los conductores de colectivos, sino también los conductores de motos, camiones y demás choferes particulares deben saber que los ciclistas son los nuevos actores del tránsito. Han llegado para quedarse, siendo evidentes los beneficios para la salud, para el medio ambiente, para la economía y el tránsito fluido que la adopción de este medio de transporte trae aparejado”.
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