Desde la habitación de un hostel en la ciudad de Kearney (estado de Nebraska), Henry Von Wartenberg conversa con Infobae antes de salir a pedalear la ruta. Le esperan, según sus cálculos, entre 120 y 150 kilómetros. Los hará, muy por fuera de sus cálculos, abajo de la lluvia.
“El clima ha sido una gran sorpresa”, desliza el fotógrafo de 54 años. “Acá están entrando en la primavera y la primavera se niega a aparecer. Hace mucho frío y llueve muchísimo. Vengo de temperaturas de seis grados bajo cero, haciendo tramos en los que está nevando todo el tiempo”, cuenta Henry y ese será uno de sus primeros aprendizajes de este viaje: que las cosas no siempre suceden como uno planea. Lo importante es la actitud que se asume frente a eso.
“Con lluvia, a menos que sea torrencial, arranco igual. No voy a pretender que en dos meses de viaje todos los días sean de 25 grados y el viento me pegue de espalda. A veces toca de frente y hay que hacer más esfuerzo. Pero eso es lo divertido de estos desafíos”, asegura.
DIARIO DE BICICLETA
Henry llegó a Estados Unidos el 21 de abril. Luego se trasladó en un vuelo interno con su bicicleta hasta California donde, tres días después, dio por comenzada su travesía. “Es de alta exigencia lo que estoy haciendo. Para eso me estuve preparando muchísimo. Yo no vengo del mundo de las bicicletas: mi deporte es el running”, dice.
Como a muchos corredores, el año pasado, la pandemia lo obligó a interrumpir su rutina. “Yo vivo en Tigre y, en plena cuarentena, se pusieron bastante ásperos con los controles. No te dejaban ni salir a caminar por la vereda. Pero si lo hacías en bicicleta, no te decían nada. Empecé a salir tres o cuatro veces por semana y pedaleaba hasta La Boca, que son 80 kilómetros, y así fue que se me ocurrió encarar este proyecto”, dice acerca de su viaje y de los dos libros en los que está trabajando: uno con el registro de su recorrido desde San Francisco hasta Nueva York; y otro en blanco y negro, que tendrá una curaduría artística.
Aficionado a la aventura, donde puede alimentar su curiosidad e inspirarse para sacar fotos, no es la primera vez que Henry hace un viaje en bicicleta. La anterior, dice, fue en 2017, cuando recorrió Islandia junto a un amigo. El resto de sus travesías, que fueron más de 25 e implicaron, por ejemplo, viajar de Alaska a Ushuaia o atravesar la costa chilena, las hizo en moto.
“Algo que pregono todo el tiempo es: ‘Travel light, travel happy’. Es decir: ‘Viajá ligero, viajá feliz’. Ese si querés es el lema de todos mis viajes. Sobre todo en este que es en bici. Es increíble como a lo largo de estas cuatro semanas me fui aligerando aun más. Muchas cosas que tenía en la mochila se las fui mandando a un amigo mío que vive en Miami”, dice Henry.
Aunque suene a frase hecha, la realidad es que Von Wartenberg se traslada de costa a costa con algunas mudas de ropa estratégicamente elegidas, un casco, una cantimplora, una bolsa de dormir (“para usar en caso de emergencia”) y su equipo de fotografía (cámaras, un drone, cargadores y computadora) que, según él, representa el 80% de su equipaje.
Por esto último, sobre todo, fue que decidió no dormir en carpa sino en hoteles, hostels y/o albergues. “Más allá de lo que comparto en mi cuenta de Instagram, yo acá no estoy de vacaciones, sino trabajando en mis libros y necesito descargar las fotos en un lugar seguro. Por otro lado, me propuse hacer este viaje en dos meses y, en carpa, me hubiera demorado el doble. Ni hablar de tener que trasladar elementos para cocinar y otro montón de cosas”, explica.
NUNCA DIGAS NUNCA
De sus viajes en moto, Henry recuerda que siempre le llamaron mucho la atención los ciclistas. El hecho de verlos pedalear, bajo el rayo del sol, entre la niebla o con lluvia, le parecía, en cierta manera, una hazaña llena de épica. “Algún día voy a estar de ese lado”, pensaba. “Bueno, el día llegó. Acá estoy”, dice ahora entre risas.
“La gente siente mezcla de pena y curiosidad por el viaje. Lógicamente, el tipo que va en una camioneta y me ve pedaleando en plena nevada piensa: ‘Está loco’. Muchos se acercan, te preguntan: no entienden por qué te metés en ese quilombo de cruzar el país de costa a costa. Les impresiona muchísimo, sobre todo cuando les decís la cantidad de kilómetros que hacés por día. Te abren los ojos así”, dice Henry uniendo índices y pulgares en redondel.
-¿Hay un disfrute en desafiar el cuerpo?
-Para hacer este viaje, yo entrené siete meses. Los últimos cuatro saliendo a pedalear todos los días entre 80 y 90 kilómetros. Entonces más o menos sé cuál es mi límite. Incluso lo estiré un poco, a raíz de una invitación que me hicieron unos amigos un día, y pedaleé 280 kilómetros sin parar. Hasta ahí llego. Por supuesto que no puedo hacer esa distancia todos los días. Ahora hago entre 120 y 150. Sí es un gran esfuerzo, pero la estoy pasando espectacular. Aunque esté nevando y hagan seis grados bajo cero. Yo siempre digo: “No existen los malos climas, existen los malos equipos”. Yo me vine super equipado. No me traje una campera porque es linda y me queda canchera. La traje porque no pesa nada y porque no le entra una gota de agua.
-Con tantos viajes realizados, ¿qué consejos les darías a alguien que tiene ganas de hacer una travesía similar?
-Fundamental: viajar de día. Cuando empieza a caer el sol, el caudal de autos es mucho menor y, en caso de tener algún problema, es más difícil conseguir ayuda. Otra clave: conocer el camino. Todos mis viajes empiezan en mi casa muchísimo antes de salir a la ruta. A este, puntualmente, le dediqué un mes entero. Sé que pasa en cada kilómetro porque me estudié la ruta de memoria. Si vas a llevar agua, tenés que saber si la vas a estar cargando de gusto porque tenés una estación de servicio cada cinco kilómetros o si realmente la vas a necesitar porque no hay nada en 160 kilómetros y tenés que ir con cuatro o cinco litros de agua para hidratarte.
-Además del imprevisto con el clima, ¿qué otras cosas no planeadas aparecieron?
-Para empezar, pinché gomas más veces de las que me hubiera imaginado. Al final resultó ser un problema de las cámaras, adentro de la llanta, y pude solucionarlo. Pero en el mientras tanto fue un incordio porque venía con un ritmo y tenía que frenar, desarmar la bicicleta... Otra cosa que no te conté: si yo hubiera venido en el momento que tenía planeado el viaje, a fines de marzo, no hubiera podido cruzar por algunos lugares por la cantidad de nieve que había. ¿Sabés por qué no viajé en esa fecha? Por que me contagié de COVID-19.
-Una desgracia con suerte...
-Te diría que ninguna desgracia porque fue completamente asintomático, así que hasta me vino bien porque viajé con anticuerpos. Ahora estoy vacunado. Pero fue de casualidad. Cuando llegué a Fallon, en el estado de Nevada, pasé la noche en motel y enfrente había un CVS, que son unas farmacias donde aplican la vacuna. Cuestión, fui a comprar agua y pregunté si tenían alguna dosis disponible. “Sí. ¿Te querés vacunar?”, me contestaron. Así de fácil fue, me la aplicaron en cinco minutos.
-¿Cuál es el plan para cuando llegues a Nueva York?
-El plan es llegar. Todavía lo veo como algo distante porque estoy en la mitad. Pero si logro llegar en tiempo y forma va a ser una gran recompensa. Si bien mi proyecto de viaje termina ahí, voy a seguir hasta Washington. Así que me espera una semana más de pedaleo.
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