A César siempre le llamaron la atención obras de gran magnitud como el Rosenthal Centre for Contemporary Art (Cincinnati, Estados Unidos), la Guangzhou Opera House (China), el MAXXI (Museo Nacional del Arte del Siglo XXI, Italia), el Centro Acuático de Londres. Todas ellas tienen un denominador común: fueron creadas la iraquí Zaha Hadid, la estrella de la arquitectura que murió en 2016. Nunca las pudo ver en persona, solo las conoció por fotos.
Hace horas, en el corazón del Barrio 31 de la Capital Federal, César se convirtió en colega de Hadid: ya es arquitecto. Es el primer profesional de su familia y el único de la villa que obtuvo ese título.
Mucho antes de concretar ese sueño, César, junto a su padre Ofelio, construyó su sencilla vivienda. Sin piso, ni baño ni cocina. Mucho menos, calefacción. Algunos ladrillos, un poco de trabajo de mampostería, cartón y chapa completaron el hogar. En un mismo ambiente creció junto a su madre Ramona (62) y su papá. Hasta que nació su hermana Miriam (33).
“Vivimos varios años en la portería de un edificio en Palermo donde laburaba mi viejo. En 1986 surgió la oportunidad de comprar un lote y nos asentamos en estas tierras”, le cuenta a Infobae. “Hoy el barrio es un lujo en comparación a cuando llegamos, todo era mucho más precario”, relata.
Ofelio siempre fue el único sostén de la familia. Si bien Cesar pudo ir a la escuela, a los 12 años debió salir a trabajar para sostener a su mamá y su recién nacida hermana. ”Mi viejo fue quien me metió en el mundo de la construcción. Ahí nació mi amor por el diseño. No solo eso, me dio conocimiento y además una salida laboral”.
Cuando don Ofelio falleció, Cesar tenía apenas 16 años y estaba terminando el colegio secundario. Más que nunca, sus changas se hicieron vitales para ayudar en su casa. Pero a medida que cumplía años, sus sueños también crecían.
Imparable y comprometido socialmente
César buscó reforzar todos sus conocimientos empíricos, darles un marco académico, y decidió anotarse en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Arrancó en 2012. Y hoy en plena pandemia, después de mucha dedicación y esfuerzo obtuvo el título de arquitecto. “Tenemos médicos, abogados, pero aún somos pocos profesionales en el Barrio. Por ahora soy el único arquitecto. Quiero que seamos muchos más”, cuenta con entusiasmo.
El 19 de mayo rindió la última materia -Dirección y Legislación de Obra- de las 37 que comprende la carrera. Algo nervioso, otro poco ansioso, y aislado por contacto estrecho con una persona con COVID-19, se sentó a rendir por Zoom. “Soy el primero de la familia en convertirme en profesional, me da orgullo poder haberlo completado. Me puse muy feliz de haber llegado a la meta propuesta”.
El resultado de la nota tardó en llegar, debido al contexto. Recién este martes, después de haber recibido el alta médica, pudo salir a festejar en la vereda con su hermana y su madre. “Recibí huevos y harina... algo chiquito para enmarcar este logro”.
Su madre -Ramona- fue su gran motor . “Si bien la educación es pública, cuando sos pobre tenés que tener un sostén económico. Mi madre salió a trabajar como empleada doméstica para que yo no necesite trabajar en los momentos más ásperos de la carrera. Quiero retribuirle todo el sacrificio. Sin ella, hoy no estaría acá. Sé que mi viejo también estaría muy orgulloso”, dice emocionado.
Otro obstáculo que debió sortear es el prejuicio social por pertenecer a un barrio vulnerable. “Si bien hay más de 35 mil estudiantes de diversos contextos, son pocos los que saben mi origen y preferí preservarme”, admite.
A pesar de eso, Cesar fue por más. Desde 2015 es docente de materia de diseño en la cátedra Ex Gaite- Dandrea-Gomez. “La tarea social es muy importante. Nosotros tenemos la posibilidad de acceder a una educación superior gratuita, por eso es clave motivar a los jóvenes a seguir un camino. Las familias del barrio tienen hijos jóvenes y no priorizan la educación profesional. Hay que darles contención para que tengan esperanza de salir”, sostiene.
Protagonista del cambio
Titulo en mano, César espera ansioso poder ejercer. Comprometido con su realidad, pretende transformar su vecindario y los demás barrios vulnerables de CABA. Junto a otro grupo de vecinos -también profesionales o estudiantes- creó un grupo llamado Ruca, “hogar” en mapuche. “Nosotros desde adentro sabemos las problemáticas habitacionales y necesidades más severas a las que nos enfrentamos a diario. Ahora con herramientas prácticas y teóricas vamos a poder generar cambios a largo plazo”, sostiene. Si bien desde 2018 luego de la promulgación del ley de urbanización en el Barrio 31 hubo un fuerte desarrollo -calles pavimentadas, viviendas nuevas, escuelas, el ministerio de Educación, la llegada de línea de colectivos- todavía faltan resolver problemas de hacinamiento y estructurales como es el sistema de cloacas o electricidad, asegura Sanabria.
“Aun hay mucho por hacer”, dice lleno de proyectos. Tener este título es apenas un paso más para acercar oportunidades. Por que, como asegura: “Si yo pude, otros también lo podrá… mirá lo que hizo Hadid”.
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