La acción transcurre en 1970.
Un año convulsionado para nuestro país, lo mismo de siempre. Cambiamos de dictador, se acabó el Di Tella, la gente llenaba las plazas protestando, Monzón le gana el titulo del mundo a Benvenutti mientras Ringo Bonavena caía tres veces contra Muhammad Ali, matan al Gral. Aramburu en una Buenos Aires con las paredes repletas de pintadas que pedían la vuelta de Perón. Le película argentina del año es El Santo de la Espada, la vida de San Martin dirigida genialmente por Torre Nilsson e interpretada por Alfredo Alcón, el locutor de radio revelación era Héctor Larrea, la televisión era una usina de creatividad sin limites, lo del momento eran decenas de chicos bailando canciones de moda y haciendo la mímica de la letra porque todavía no se había inventado el videoclip del día y Cosa Juzgada a la noche que eran los de Gente de Teatro dirigidos por David Stivel mostrando juicios a un nivel superior. El tango había encontrado su subsuelo rescatado en gran medida por la gesta de Astor Piazzolla que pone en el cerebro de todos su Balada para un loco justamente. Muy adecuado.
Parecía que empezábamos a ponernos locos.
Ese año dos pibitos de 20 se juntan en Mar del Plata, uno era de ahí y el otro no. El otro era de mi barrio, muy amigo de mi tía Chiche que era hippie. Le decían El Pata, así, a lo bruto, no “Pata”, “El Pata” le decían todos.
Estos dos mozalbetes se animaban a la música, uno cantaba y el otro componía. No tenían apodos o nombres artísticos aun, pero llamaban la atención de los turistas.
Entra a escena Ricardo Kleinman. Productor musical y radial con una tonelada de talento y menos escrúpulos que una gallina, era el dueño de la sastrería mas cool y cara del downtown porteño, Modart. Él fue el creador, entre otras cosas, del inolvidable programa radial Modart en la Noche. Kleinman fue el descubridor y primer productor de Almendra, la primer banda de Luis A. Spinetta. Tanto como que Almendra grabó su primer simple con los instrumentos de The Tremeloes que compartían shows con los Beatles y los Rolling Stones encaramados en su gran éxito Silence is Golden llegados a nuestro país contratados por Kleinman. También producía a Arco Iris con Gustavo Santaolalla de 16 años, Pappo´s Blues, Cacho Castaña, Billy Bond y la pesada del Rock, Leonardo Favio, Pintura Fresca, Sabú. La Joven Guardia y mas tarde a Sandra Mihanovich, además de unos cuantos shows internacionales y programas de televisión musicales. Un fenómeno.
Una tarde le hablan de estos dos que andaban cantando por las playas.
Como Santo Tomas, vio y creyó.
Mejor dicho, supo enseguida que esos dos eran fuera de serie. Los contrató y enseguida los metió en un estudio a grabar.
Uno se llamaba Enrique Raúl y el otro Eduardo Rubén.
Ahí mismo, tocados por la varita de Ricardo Kleinman, se convierten en Juan y Juan.
Los creadores de la canción mas cantada en las canchas de futbol argentinas, “Hay que alegrar el corazón”, esa que dice
-”Borom bon bon, borom bon bon,
Hay que alegrar el Corazón...”-
Que levemente transformada es:
- “Borom bon bon, borom bon bon
El que no salta es un... “-
Ponganle cualquier bisilábico que termine con “on” y ya
O bien...
-” Y ya lo ve, y ya lo ve,
El que no salta es un ...”
Pongan uds lo que quieran pero ya me entendieron.
Quiero decir, estos dos pibitos sabían todo lo que había que saber para meter un hit atras de otro.
Tenían el touch.
A uno lo conocía de San Martín, a “El Pata”, al otro lo conocí después de la vida misma. “El Pata” terminó llamándose para siempre Juan Marcelo y Eduardo fue para siempre también Juan Eduardo. Juntos serán para siempre Juan y Juan.
Hablando con Eduardo el martes le pregunto, como quien no quiere la cosa,
-¿Por qué se llamaron Juan y Juan, si ninguno de ustedes se llamaba siquiera Juan?
Me dice:
-Mirá Bobby, el que mas quería cantar era Marcelo ¿viste? Yo solo quería componer. Lo vemos a Kleinman, nos mete en un estudio a grabar. Marcelo tenía esa cosa que se olvidaba de las letras que yo había compuesto, entonces me ponía al lado de él para soplarle como si fuera un apuntador. Kleinman nos mira fijo a los dos y nos dice “¿Porqué no hacen un dúo?” Y así fue, naturalmente.
Pero nosotros no éramos un dúo, éramos dos solistas que cantábamos juntos. Dúo era el Dúo Dinámico de España, donde Ramón hace la primera voz y Manolo siempre hace la armonía. Dúo eran Simon & Garfunkel, donde Art Garfunkel hace la primera voz y Paul Simon hace la armonía siempre. Los dúos son eso, uno hace la línea melódica y el otro hace la armonía. Nosotros hacíamos los dos las dos cosas.
Nos llaman de RCA para sacar el disco. Recién ahí nos convencimos y empezamos a buscar un nombre. Kleinman, que iba a ser el productor, nos comenta que en Francia había un dúo mixto muy de moda donde el varón se llamaba René y la chica también, quedaban René y René, ustedes tienen que tener un nombre repetido, así. Como el nombre mas común para nosotros era Juan, decidimos llamarnos Juan y Juan por esa sugerencia de Ricardo Kleinman. La verdad que el nombre fue un golazo de media cancha. Por esos días los dúos de moda eran Fedra y Maximiliano, Rómulo y Remo, Bárbara y Dick, que se yo, esos nombres presuntuosos. Llegamos nosotros llamándonos Juan y Juan, imaginate, fue amor instantáneo.
Pasó también que la pluma de estos muchachos estaba cargada con la sangre del gusto popular.
Juan y Juan además de ser merecedores del fervor de las masas, eran los elegidos para todas las colateralidades posibles del mercado. De entrada, se meten en los estudios Audion en Tucumán y Ayacucho para terminar su primer simple: en el lado A estaba “¿Hola, que tal?” que en su letra incluía la frase “Hola qué tal? Como te va?, pasá, vamos a tomar un café”, como parte de una melodía imbatible lo que motivó que los de publicidad de Nescafé usaran la canción para sus avisos televisivos.
Nada mal para un disco simple debut.
Si eso no es arrancar con la estrella de Belén encima de tus hombros no sé qué es empezar con buena estrella.
Por si quedaba alguna duda del poderío comercial de esta propuesta del dúo, el segundo simple que aparece de Juan y Juan es mas demoledor.
Teniendo en cuenta que como los chicos que hoy hacen trap y esas cosas estos dos sacaban de a una las canciones, saber cuántos discos vendían era una tarea de lo mas compleja. Porque había que contar los discos simples vendidos y después seguirle el rastro a las canciones cuando eran incluidas en long plays de recopilaciones pagadas por empresas y programas de radio y TV, pero el primer recuento de su primer simple la primer semana dio 70.000 copias vendidas.
Llega el segundo simple, y cuenta Eduardo:
-El segundo simple fue “Balada para un gordo”, era una canción que le hicimos a mi padre, que era gordo y bueno, como dice la canción.
-”La pinta es lo de menos, vos sos un gordo bueno,
Alegre y divertido, sos un gordito simpaticón”
Vendió el doble del primero, este ya iba con foto nuestra en la tapa.
Y atrás de ese vino, en cuestión de meses nomás, la consagración definitiva con “Bailando en una pata”, el que dice
-”Que lindo que es estar en Mar del Plata,
En alpargatas, en alpargatas,
Felices y bailando en una pata
En Mar del Plata soy feliz...”
Ahí explotó todo, Habíamos escuchado ObLaDi ObLaDa de los Beatles y quedamos paralizados. Intentamos hacer algo parecido y nos salió bárbaro. La difusión radial la hizo un éxito enseguida.
Empezamos a tocar en todos lados. En Buenos Aires en los bailes de carnaval, en el interior tocábamos hasta en parques de diversiones. Llegamos a tocar en fiestas camperas a las 7 de la mañana con un público de gauchos y paisanas que bailaban y sabían todas nuestras letras, en boites y clubes. En los programas de televisión mas vistos por los jóvenes, Alta Tensión y Sótano Beat, en el programa de Mancera, con Sandro, Los Gatos y Serrat. Llenábamos las noches de bailes del Hotel Hermitage de Mar del Plata cada vez que queríamos.
Ya en el año 1972 nuestros discos se vendían en toda América. Empezamos a viajar mas seguido tocando en cuanto lugar nos contratara. El recordado tano Nozzi, otro gran productor de shows, nos hizo tocar en Puerto Rico en un club gay, debe haber sido de los primeros, imaginate un club gay en 1972. De ahí RCA nos propone hacer el 1er Festival Latinoamericano en New York. Compusimos en una semana allá Ahora que soy libre, ganamos y encima después hace una versión del tema Engelbert Humperdick. Ganamos el festival además de haber salido elegidos en la revista Record World dúo del año y canción del año”
Nos quedamos hablando después del rock, los prejuicios, las rock stars argentinas que cantan canciones de protesta antisistema y cuando cobran el royaltie se van de vacaciones a USA o a Europa donde no los conoce nadie.
Agrega Juan Eduardo.
-Yo soy amigo hace mil años de Willy Quiroga de Vox Dei, adoro a Andrés Calamaro que me confesó ser un gran fan de nuestras canciones, en SADAIC siempre me cruzaba con Luis Alberto y nos acordábamos de lugares donde hemos tocado, Juanse mismo grabo un tema mío hace poco, “Clásico rockero”.
Los prejuicios son de la gente, la descalificación es deporte nacional acá. Pero entre nosotros, músicos, disc jockeys, productores, empresarios, sabemos bien que hay tipos que son muy grandes acá pero los sacas a hacer lo suyo afuera de su placita confortable y hacen agua.
Para mi los mas grandes, prestigiosos y trascendentes músicos argentinos fueron Gardel, Piazzolla y Gustavo Cerati, podríamos incluir a Sandro si vos querés, pero fuera de esos los demás somos lo mismo, nos dediquemos al rock, al beat o al tango...”
Cuando dejo a Juan Eduardo me queda en la mesa del estudio una canción que se llama “Santa María”, es nueva, esta muy buena, muy de él.
Mucho le debemos al beat argentino, casi todo se ha perdido, lo han destruido.
Algo me dijo Juan Eduardo en la plática que se me viene ahora a la mente.
Se condice con mucho de lo que hablamos acá. Me decía que “Bailando en una pata” mas que una canción es una época hoy.
Y es una época mejor.
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