Victoria Di Girolamo (29) es arquitecta y vivía en Concordia, Entre Ríos. Trabajaba en un estudio de arquitectura pero de manera informal, hasta que por la pandemia se quedó sin trabajo y se puso a trabajar en la financiera de su padre.
En busca de encaminar su futuro, conseguir trabajo como arquitecta y poder perfeccionar su inglés, eligió emigrar a Malta. En ese país, los cursos de ese idioma son económicamente más accesibles que en Inglaterra o Australia.
Victoria partió junto a su amigo, también arquitecto, Federico Robles (29) y su inseparable perra, Pippa. Sin su adorada mascota, asegura que no se hubiera ido a ningún lado. Un amigo que vive en Malta ya le había anticipado que encontrar trabajo era sencillo y que había muchas ofertas de empleo, pero nunca imaginó que realmente todo sería tan simple.
Antes de partir, ni Victoria ni Federico habían buscado trabajo desde aquí: pensaban ocuparse de eso a su llegada. En Malta, todo se maneja desde Facebook, desde la búsqueda para alquilar una casa hasta un empleo para profesionales o para quienes tienen un oficio. Apenas cargó su currículum, se sorprendió por la cantidad de empleadores que se interesaron tanto en ella como en su amigo. Otro punto que le llamó la atención es que todos los que recibieron su currículum se encargaron de agradecerle por el envío y de responderle por el solo hecho de haberse postulado, aunque no estuvieran interesados en su perfil.
“Llegamos el 14 de abril y a los 15 días ambos conseguimos trabajo como arquitectos. Hay muchas ofertas laborales, pero las industrias más fuertes son el e-gaming -la actividad de las apuestas y el casino online-, la construcción y el turismo”, le contó Victoria a Infobae.
“En la Argentina, estuve un año esperando que me llamen para trabajar. El empleo que me ofrecían en Concordia era siempre de manera informal, así que ni siquiera podía abrir una cuenta en el banco porque no tenía recibo de sueldo. Era todo imposible. En Malta, tuve cinco entrevistas, y en quince días conseguí trabajo como arquitecta en Kristine Bonnici-Interior Design, un importante estudio maltés”, afirmó.
Victoria dice que ya había sacado la cuenta de cuánto necesitaba ganar para poder vivir bien en Malta, un país en el que se gastan entre 600 y 800 euros mensuales entre alquiler, gastos y comida. Pero algo impensado le sucedió al momento de hablar sobre su salario en la entrevista de trabajo.
“Cuando me preguntaron cuánto quería ganar, les dije la suma que me parecía adecuada. Pero me dijeron que no... que me iban a pagar mucho más que eso. Me quedé muy sorprendida. Les pedí leer el contrato, así que me lo mandaron por mail y al otro día ya empecé a trabajar. Así de fácil. Encima, mis compañeros de trabajo son muy amables. Están pendientes de mis necesidades, y hasta empezaron a comprar leche baja en lactosa porque es la que yo tomo. Estoy feliz con este trabajo, me encanta”, aseguró.
Por otro lado, afirma que en Malta la pandemia de COVID-19 está bajo control. “Hay muy pocos casos y la vida es casi normal. Me olvidé del alcohol en gel y de estar obsesionada con el barbijo, aunque su uso es obligatorio y hay multas para quienes no lo llevan. Pero la vida es mucho más relajada. Están vacunando a las personas de 16 a 29 años y nosotros estamos esperando el ID maltés para poder ser inoculados”.
La joven confiesa que se arrepiente de no haber emigrado antes. “El cambio en la calidad de vida es abismal: todo funciona bien, todo se cumple, hay Justicia, hay Salud... Vivís bien, el sueldo te alcanza, los precios son siempre los mismos... Acá, tu trabajo vale”, destacó.
Un arquitecto junior, que recién empieza a ejercer la profesión, cobra un salario promedio entre 1200 y 1700 euros mensuales, pero ella gana más por su experiencia. Además, en Malta los trabajadores empiezan a tributar recién a partir de los primeros 10 mil euros de ingresos, lo que les da algunos meses para poder establecerse adecuadamente a nivel económico.
“Trabajo 9 horas y tengo una libre para almorzar. No me piden cumplir horario y en la Argentina no estaría ganando ni la mitad de mi salario. Desde el primer día de trabajo te corresponden 27 días hábiles de vacaciones. El Gobierno te paga un bono por trabajar, justamente, al revés de lo que pasa en la Argentina. La Salud es pública solo si trabajás, sino te sale cara. Es un placer, porque incentivan a que la gente trabaje y estudie. No permiten que la gente viva en la calle. Llegué y no podía creer los privilegios que tenés por trabajar. Venir a Malta es lo mejor que podría haber hecho”, expresó.
Fiel lectora de Infobae, relató que se encontró con un economista argentino que emigró a Malta en 2015 y que logró fundar su propia empresa, cuya historia fue publicada el pasado 15 de abril.
“Fui con mi amigo y mi perra Pippa a pasear por la costanera de Bugibba, una ciudad a 15 minutos de donde vivimos. Federico -el economista de la nota de Infobae- iba caminando con sus dos hijos y me sorprendió porque escuché que les hablaba en español. Es raro que se hable acá en ese idioma. Nos detuvimos, me contó que es argentino y, de repente, me di cuenta... Le dije: ¿Vos no serás el de la nota de Infobae? ¡Me dijo que sí y no lo podía creer! Además, Federico iba con su barbijo, así que era imposible reconocerlo. Nos sentamos a charlar una hora y justo empezó a sonar una canción de la Bersuit. ¡Fue todo increíble! Nos pasamos los teléfonos y nos ofreció ayudarnos a conseguir trabajo, porque en ese momento aún estábamos en la búsqueda. ¡Mucha coincidencia!”, relató.
Además de la falta de empleo, un punto esencial en la vida de casi todos los argentinos que emigran es escapar de la inseguridad, un tema que para Victoria ya quedó en el olvido.
“Me olvidé de ir caminando por la calle con la mochila adelante, para que no me roben. Salgo a cualquier hora a pasear a mi perra. Cuando me mudé a la casa que alquilamos, no entendía cómo no había rejas. La llave de la puerta de calle parece la que abre un diario íntimo. Es así, porque acá no pasa nada. Dejan los pedidos de la verdulería, del almacén y de la panadería en las puertas de las casas, cuando los dueños no están. ¡Y a nadie se le ocurre ni mirar!”, dijo.
Victoria cuenta que -al margen de que muchos de sus amigos de su edad ya emigraron de la Argentina- hay varios que aún no lo hicieron, pero que están interesados en seguir sus pasos en Malta. ”Me piden consejos y no dudo de que lo van a hacer. En Concordia, me quedan muy pocos amigos: la mayoría ya vive en los Estados Unidos, en Australia, en España y en Uruguay”.
A quienes le piden consejo para emigrar a Malta, les avisa que tener la ciudadanía europea es fundamental, al igual que un buen manejo del idioma inglés. Los alienta a que se animen y les asegura que el cambio en la calidad de vida es impresionante.
“En la Argentina no hay futuro para los jóvenes. No hay trabajo y tampoco lo fomentan porque, a la persona que quiere estudiar y crecer, no la ayudan. En mi profesión, no hay nada en regla porque solo se consigue empleo informal. En Concordia, no hay trabajo y la ciudad no crece a nivel empresarial, ni educativo”, expresó.
“Allá, nadie te incentiva, nadie te ayuda.... Todo el tiempo son palos. Los impuestos son carísimos, aunque recién arranques. Es todo muy difícil, se te agotan los recursos y te quitan las ganas de seguir peleando. Todo es engorroso, todo es difícil... Acá, todo funciona bien. La familia está lejos, sí, pero la calidad de vida que tengo es increíble. No se me cruza la idea de volver a vivir en la Argentina. Es más, me arrepiento de no haberme ido antes”, finalizó.
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