La Cueva de las Manos es uno de los sitios más enigmáticos de Argentina. Allí quedó grabada la historia de antiguos cazadores y recolectores pre tehuelches que habitaron hace 9 mil años los suelos de Santa Cruz y decidieron dejar testimonio de su paso y mostrar cómo se relacionaban con la naturaleza. Dibujaron guanacos, figuras geométricas y lo más impactante: sus manos quedaron estampadas sobre una pared de piedra. Una sobre otra y a modo de diapositivas. Con entre 2.800 y 3.000 años de diferencia y distintas técnicas de pintura, otras manos se superponen a las primeras.
Ese arte constituye la más antigua expresión de los pueblos sudamericanos, según lo entendió la Unesco, cuando en 1999 lo nombró Patrimonio Cultural de la Humanidad, y muestra la trascendencia cultural y natural de la región noroeste de Santa Cruz. Es un tesoro arqueológico. Sin embargo, hasta hace pocos días, unas vallas de unos 2 metros de alto las tapaban y los visitante sentían impotencia por no poder verlas completamente.
Esas rejas fueron reemplazadas por una baranda de 90 centímetros de alto que permite disfrutar plenamente de la visita y volver atrás en la historia con el relato de los experimentados guías que cuentan en detalle cuáles fueron las costumbres de aquellos antiguos habitantes.
“En Cueva de las Manos han dejado tres tipos de arte relativamente diferentes entre sí y con diferencia de pigmentos y de técnicas. Hay paños donde las etapas están superpuestas y confluyen diferentes etapas de distintos grupos”, explicó Mauro Prati, coordinador de Parque Patagonia de Fundación Rewilding Argentina.
“Remodelamos el enrejado que se interponía entre las cuevas y el público. Esta idea comenzó mediante un plan de gestión que hicimos en 2019, cuando donamos las tierras a la provincia de Santa Cruz, y se propuso, entre otro puntos, la quita de ese enrejado que fue colocado en los años 80 para protegerla del vandalismo”, le contó a Infobae Mauro Prati, coordinador de Parque Patagonia de Fundación Rewilding Argentina.
Impactado por la primera impresión ante la reforma, sostuvo que “haber visto la Cueva por primera vez luego de que sacaran la reja fue realmente impactante. Fue como estar en otro sitio” y anticipó: “Encontrarse íntimamente con la pintura cambió mucho la experiencia, esto lo va a poder disfrutar mucha la gente”.
Pese a que han pasado 9 mil años, las pinturas siguen intactas. Eso se debe, en parte, al resguardo natural del Cañadón del Río Pinturas que, acompañado solo por el rumor del viento y las silenciosas pisadas de algún puma, las protege de las inclemencias del tiempo. “El clima seco de la Patagonia es una de las razones de conservación para las pinturas. Otras están en aleros y tienen piedras que sobresalen por arriba, esto genera que tenga un tipo de sombra todo el tiempo; la otra razón es la calidad con la que han hecho estos pigmentos para colocarlos en la piedra. Son de una calidad absoluta”, detalló Prati.
En 1964 el topógrafo, luego arqueólogo, Carlos J. Gradin (1918-2002), inicia las primeras exploraciones en el área de Cueva de Las Manos.
El renovado camino de la Bajada de los Toldos es el tradicional acceso peatonal que llega hasta la Cueva de las Manos y es la alternativa a las rutas vehiculares.
La que era una abrupta bajada fue mejorada con pendientes que permiten disfrutar de la caminata y de las impresionantes vistas panorámicas del cañadón. En los lugares más escarpados, los escalones recién estrenados complementan el recorrido auto guiado de 45 minutos.
El paseo, para los más osados, se puede completar caminando por la amplia red de senderos del Portal Cañadón Pinturas recorriendo los balcones del Cañadón del Río Pinturas que tienen increíbles vistas desde sus paredones de 300 metros de altura y la inigualable posibilidad de avistar chinchillones anaranjados en sus grietas.
También se puede recorrer el sendero La Guanaca hasta la cima del Cerro Amarillo donde la naturaleza regala un espectáculo impactante: el sobrevuelo de los cóndores en los infinitos cielos patagónicos y, si el sol acompaña, se puede ver el emblemático cerro San Lorenzo en el horizonte.
Además, recorriendo el sendero Koi los visitantes se cruzarán con manadas de guanacos que, alertados por el macho, se alejan velozmente por la estepa. Camino a Tierra de Colores, podrán ver grupos de choiques, aves que al correr mueven su plumaje. Los más afortunados podrán divisar algún puma, el depredador tope de este ecosistema.
Desde la creación del Parque Provincial Cueva de las Manos, se asegura un manejo adecuado para la conservación del sitio y su acceso público —a través de la promoción de una visita cuidada y de calidad— y el desarrollo de un destino turístico regional gracias a la permanencia anual de guías, encargados y a la organización de visitas guiadas, esenciales para entender e interpretar las pinturas.
La Cueva de las Manos: historia y valor arqueológico
Está ubicada en medio de la estepa santacruceña, al lado nordeste; lo que hace que se conserve casi intacta. El pueblo más cercano es el Perito Moreno y está a 163 kilómetros. Más allá, ya cerca de la Cordillera, está el pueblo Los Antiguos, que era el lugar de descanso de los ancianos de las tribus originarias.
La zona, incluido el Parque Nacional Perito Moreno, tiene un riquísimo valor arqueológico y paleontológico: los valles, cañadones, lagos y ríos guardan pinturas rupestres y distintos tipos de yacimientos arqueológicos de aquellos que habitaron o caminaron sus campos 14.000 años antes de esta era. También se descubrieron fósiles entre las hierbas que dan testimonio de la existencia de un mar mucho antes que el hombre la habitara.
El lugar fue un punto para distintos viajeros, aventureros, exploradores y científicos recorrieron las inmediaciones del Río Pinturas en el Siglo XIX, entre ellos reconocido viajero inglés George Musters que llegó a la zona en 1881, pero no hasta la Cuevas. Tampoco lo hizo Clemente Onelli, célebre compañero de exploraciones del Perito Francisco P. Moreno, cuando arribó al río en 1904.
Recién en 1941, el sacerdote Alberto M. de Agostini logró llegar y dar cuenta de su impresión ante las pinturas rupestres. El libro “Los Andes” (1950) es su testimonio acompañado por cuatro fotos de las Cuevas; una de ellas, en colores.
En 1964, el topógrafo, luego arqueólogo, Carlos J. Gradin (1918-2002), inició las primeras exploraciones a las Cueva y en 1973 comenzó a investigarlas junto a Carlos Alberto Aschero y Ana María Aguerre, con el auspicio del CONICET.
En 1995, el Programa Documentación y Preservación del Arte Rupestre Argentino del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de Buenos Aires, implementó actividades con el fin de proteger todos los sitios arqueológicos con arte rupestre del país y se le dio “máxima prioridad” a Cueva de las Manos, considerada uno de los sitios arqueológicos más importantes y de gran atractivo turístico del país que además tiene 24 metros de profundidad, 15 metros de ancho en la entrada y alrededor de 10 metros de altura hasta el comienzo de la visera.
A ambos lados de la entrada, hay pequeños halos de luz, aunque parcialmente protegidas por la proyección de las viseras. Los aleros están formados por salientes que protegen las pinturas del viento y del sol.
Se cree que el color de las improntas de las manos negativas dependía de la obtención de la materia prima cercana a cada yacimiento, pero en su mayoría son en rojo (hematita), blanco (caliza), negro (manganeso o carbón vegetal) y amarillo (limonita u ocre amarillo).
“Hay tres períodos estilísticos y entre esos tres períodos la diferencia es de entre 2800 y 3000 años. Es un gran misterio pensar en el tiempo que pasó entre uno y otro, y en la cantidad de tiempo en que no hubo ningún tipo de expresión”, detalla Prati.
Conmovido porque ese testimonio quedó a vista de los turistas, explica y finaliza: “Aparece otro grupo que plasma otro tipo de figuras, con otro tipo de pigmento. Hay muchas incógnitas por resolver en Cueva de las Manos y en todo el arte rupestre plasmado en Sudamérica donde se sabe muy poco. Las investigaciones científicas no son tan abundantes, la logísticas son muy grandes”.
El Parque Provincial Cueva de las Manos tiene cuatro accesos desde la Ruta Nacional 40 al sur de Perito Moreno: Portal Cañadón Pinturas (ex estancia Los Toldos); Estancia Casa de Piedra; Ruta Escénica Camino del Bailarín (Ruta provincial 97 Norte) y por Ruta Escénica “Camino del Bailarín” por la Ruta Provincial Nº 97 Sur.
La Tarifa para visitarlos es desde $200 y con aforo de diez personas.
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