El sueño de transmitir al mundo entero la imagen de un país pacífico, y sobre todo ordenado, que el dictador Jorge Rafael Videla había preparado en todos sus detalles para el Mundial de Fútbol de 1978 se vio empañado por dos pesadillas: un grupo de mujeres a las que se calificaba de “locas” para desacreditar sus reclamos y un pájaro que ni siquiera se proponía volar.
Para los primeros meses de aquel 1978, cuando la inauguración del Mundial ya era inminente, el plan sistemático de represión ilegal diseñado por la Junta Militar que se había hecho del poder dos años antes ya había cumplido casi en su totalidad su objetivo de destruir cualquier intento de disidencia política y social. Contaban con una gran ventaja: las organizaciones guerrilleras armadas –con la excepción de algunas pocas acciones de Montoneros– ya no tenían capacidad de operar.
En el plano internacional, si bien las denuncias de exiliados y organismos sobre las violaciones de los Derechos Humanos de la dictadura tenían eco en Europa, la campaña de boicot la Copa del Mundo a realizarse en la Argentina había fracasado. El objetivo de lograr que una o varias selecciones nacionales clasificadas desistieran de participar había tenido resultados nulos.
-En ese momento parece haber un consenso casi unánime en torno al Mundial y, por consiguiente, digámoslo así, los planes dictatoriales eran eficaces. Partamos de una base real, la dictadura busca usar al Mundial como forma de lograr consenso y legitimidad política. Además, si se lo mira de manera amplia, lo consigue. Entonces la pregunta es cuáles son las posibles fisuras o puntos de fuga que uno puede encontrar en esto que parece un bloque homogéneo y absoluto – dice a Infobae el sociólogo Pablo Alabarces, investigador del Conicet, docente de la UBA y autor de Héroes, machos y patriotas. El fútbol entre la violencia y los medios.
En ese contexto, sólo los reclamos de los organismos de Derechos Humanos –en especial las rondas de las Madres todos los jueves en la Plaza de Mayo– y el personaje de historieta en la contratapa de un diario creado por el genial Carlos Loiseau (conocido por las dos primeras letras de su nombre y las tres primeras de su apellido: Caloi) nadaban contra la corriente y lograban mostrar algunas fisuras en la prolija imagen que pretendían mostrar los dictadores al mundo.
Los papelitos de Clemente
“Tiren papelitos, muchachos”, incitaba Clemente desde la contratapa de Clarín, por entonces el diario de mayor circulación de la Argentina.
Como tantas otras erradicaciones, la costumbre de tirar papelitos desde las tribunas de los estadios de fútbol para celebrar la entrada de los equipos pretendía ser eliminada por la dictadura. Literalmente la consideraba “antihigiénica”, pero era la evidente manera de disciplinar multitudes que podían convertirse en una amenaza a la imagen de orden que pretendía mostrar al mundo.
“Señor espectador: el país también juega en la tribuna. Debemos mostrar cómo realmente somos y jugar el campeonato de la educación y confraternidad”, decía una de las tantas campañas de la dictadura que los medios reproducían textualmente.
El relator José María Muñoz había tomado la erradicación de la costumbre de los papelitos como una causa personal. “Él veía la suciedad en eso, solamente ahí. Y bueno, me la dejó picando y con el arquero caído, y yo arremetí con la campaña en pro de los papelitos, que era una manifestación del hincha muy colorida, muy participativa. Los cantitos y los papelitos, era el decir ‘presente’ de la gente. Lo cual se convirtió en una guerra simbólica”, recordaría Caloi, hincha fanático de River, muchos años después. Tan fino era el humor del grandote salteño que a su “hijo” Clemente lo dejó ser de Boca.
“Hay que erradicar los papelitos por el Mundial. Hay que evitar peleas, agresiones, hurtos, amontonamientos, estafas, acomodos, por el Mundial. Cuando veo que todo eso se hace por el Mundial, me agarra un julepe bárbaro… ¿Qué va a ser de nosotros cuando termine el Mundial, se vaya el último turista y nos quedemos solos?”, respondía Clemente desde su tira, y repetía, una y otra vez, como si se tratara de una consigna de resistencia: “Tiren papelitos, muchachos”.
Una consigna para avanzar de a poco. Era el eco de otro grande –Umberto Eco- que una década atrás había publicado un artículo que revoloteó por las redacciones como los papelitos de Clemente. El artículo de marras se tituló “Para una guerrilla semiótica” y en los primeros párrafos aclaraba: “Una guerrilla entendida como un llamado a la responsabilidad individual y colectiva frente a los avances de la cultura de masas: propiciar el análisis, agudizar el sentido crítico para evitar la recepción pasiva, ese es el principal desafío”.
Masotti y Murioz
-Hay que hacer un esfuerzo de interpretación para ver a qué apuntaba Caloi, porque Clemente no está repudiando el Mundial, sino que está buscando una fisura antidisciplinaria. Hay que tener en cuenta que la organización del torneo insistía mucho en una cuestión disciplinaria, porque quería un mundial perfecto y eso implicaba que todo fuera muy serio, muy formal… exagerando se podría decir que les faltó poco para que exigieran que el público fuera a la cancha de saco y corbata. Entonces, no es un exceso de generosidad decir que Caloi encuentra una fisura por el lado de los papelitos e identifica con lucidez a Muñoz, que es casi una voz paraestatal, como el adversario. Encuentra ahí una fisurita y la aprovecha para marcar un punto de resistencia– dice Alabarces a Infobae.
Caloi no se queda en eso solamente. Así como Clemente llamaba “Masotti” al director técnico de la Selección, César Luis Menotti, bautizó a Muñoz como “Murioz”, con todas las resonancias que ese nombre ficticio podía provocar en tiempos de una dictadura genocida.
El partido entre Clemente y “Murioz” – entre Caloi y la dictadura – terminó con una victoria por goleada del pájaro sin plumas: en todos los partidos que jugó Argentina, el césped del campo de juego terminó cubierto por los papelitos que caían de las tribunas.
Más Humor de resistencia
Por curiosa – o quizás no tanto – coincidencia, el mismo mes de la realización del Mundial de Fútbol fue también el del nacimiento de una revista humorística que con el correr de los meses se convertiría en un símbolo del cuestionamiento a la dictadura, Humor Registrado.
En la tapa de su primer número, la revista editorializa con una caricatura sobre el Mundial vinculándolo claramente con la dictadura. El dibujo muestra a claramente el rostro de Menotti, pero portando las muy reconocibles orejas del ministro de Economía del Proceso, José Alfredo Martínez de Hoz. Para no dejar lugar a dudas, el título dice: “Menotti de Hoz dijo: El Mundial se hace, cueste lo que cueste”.
La portada es una verdadera osadía en medio de una dictadura que implementaba una implacable censura de prensa, pero la atención internacional sobre la Argentina con motivo del Mundial le jugó a favor.
“En el 78 se genera una primera y pequeña distensión en el aparato represivo de la dictadura, un aflojamiento muy leve –no hay que exagerarlo-, pero hay mayor permisividad producto del contexto del Campeonato Mundial de Fútbol. Hay mucha presión sobre el país y los militares quieren dar cierta imagen, que muestre una nación con libertad de expresión, de derechos. Esto tuvo un correlato interesante para la Revista Humor: significó el momento propicio para aparecer y no ser clausurada al número siguiente”, explica la socióloga Mara Burkart, autora de Guillotinas, horcas y verdugos. El terrorismo de Estado en la prensa de humor gráfico de Brasil y Argentina de los años setenta.
Para Alabarces, esa tapa de Humor Registrado fue quizás la crítica más fuerte contra la dictadura publicada durante todo 1978. “La asociación de Menotti con la dictadura, con nada menos que su superministro, es muy potente y novedosa” sostiene.
En su línea editorial sobre el Mundial, Humor separa claramente la manipulación de la dictadura del fervor popular. Luego de la consagración de la selección argentina lo plantea así:
“Pero el entusiasmo prendió en la gente. Sin límites. Con todo el fervor y el amor que se desprende de la identificación con una camiseta. Y creemos que de ahí vinieron las seis pepas a Perú y todo lo demás. De ganas de sacarse de encima las aprendidas clases de ‘dinámica’ y ‘mecánica’. De dejar la escuelita y la buena letra. El fervor bajó de las tribunas a la cancha y se metió en el arco del argentino-peruano Quiroga y del holandés Jongbloed tantas veces como se necesitaba. Pensamos que con eso se ganó”.
-El análisis específico del éxito sustrae cualquier referencia al planeamiento, la organización, el gobierno y hasta los devaneos tácticos e ideológicos de Menotti. Para Humor, el éxito deportivo fue producto de una alianza entre los jugadores y el fervor del público – dice Alabarces a Infobae.
Por último, agrega un dato curioso en un contexto donde todos los medios argentinos daban un lugar privilegiado a la cobertura del Mundial, el de la revista Expreso Imaginario.
-Expreso era la revista más importante de la contracultura rockera de la época. Hace años, una colega se puso a revistar la colección y descubrió que la actitud de la revista ante el Mundial fue muy sencilla: no lo nombra, lo ignora por completo durante todo el año. Fue el único medio periodístico de la argentina que se pasó un año entero sin nombrar la existencia del Mundial.
Mientras tanto, las Madres…
El 1° de junio de 1978, día de la inauguración del Mundial, fue jueves, el día de la semana que las Madres de Plaza de Mayo habían elegido para sus rondas alrededor de la Pirámide para exigir la aparición con vida de sus hijos desaparecidos. Decidieron no suspenderla, aunque el país entero estuviera prendido a la pantalla del televisor, porque coincidía con la hora del acto inaugural del torneo.
“Habíamos quedado en ir a la Plaza como todos los jueves. Tomé un taxi y vi que la calle era un desierto, no había nadie. Íbamos por la 9 de Julio y pensé que tal vez estábamos verdaderamente locas”, recordaría muchos años después una de ellas, Martha Vásquez.
Al reunirse, vieron que la Plaza estaba desierta… o casi, porque había un equipo periodístico con una cámara. La televisión holandesa había tomado una decisión editorial que pasaría a la historia y que también marcaría un antes y un después en el reconocimiento internacional de la existencia de las Madres de Plaza de Mayo. Los holandeses transmitieron por satélite, simultáneamente, la ceremonia inaugural en el Monumental y la ronda de las Madres. A pantalla partida… y esa imagen llegó primero a Holanda y luego al resto del mundo.
El jueves siguiente, decenas de periodistas extranjeros se acercaron a la Plaza para cubrir la ronda. De todas esas entrevistas, hay una que –si utilizáramos los términos de hoy – se hizo viral. Una madre dice frente a las cámaras:
-Hace dos años que estamos así. No quiero un hijo sólo, no quiero que aparezca sólo mi hijo. Queremos que aparezcan todos.
-¿Cuántos son? – le pregunta un periodista.
-¡Miles! Miles en todo el país – responde.
Y otra madre, con una claridad impresionante, cuenta lo que sucede en el país del Mundial;
-Nosotras queremos saber dónde están nuestros hijos. Vivos o muertos. Dicen que los argentinos que están en el exterior dan una imagen falsa del país. Nosotras que somos argentinas, que vivimos en Argentina, le podemos asegurar que hay miles y miles de hogares sufriendo mucho dolor, mucha angustia, mucha desesperación y tristeza. Porque no nos dicen dónde están nuestros hijos, no sabemos nada de ellos. Nos han quitado lo más preciado. Angustia porque no sabemos si están enfermos, si tienen hambre, si tienen frío. Y desesperación porque no sabemos a quién recurrir. Por eso les rogamos a ustedes. Son nuestra última esperanza. Por favor. ¡Ayúdennos! ¡Ayúdennos, por favor!
A partir de ese momento, el mundo entero supo lo que sucedía en la Argentina.
El sueño de Videla y la imagen que quería mostrar de la dictadura se transformó en una pesadilla. El pájaro sin alas tenía ya cinco años cuando fue el Mundial y salió hasta septiembre de 2012. Casi cuatro décadas de existencia. Y si no tuvo más fue porque Caloi murió el 8 de mayo de 2013.
En cuando a las valientes mujeres que no dudaron en dar su ronda aquel jueves de inauguración del Mundial, las que quedan siguen marchando.
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