Es docente y emigró a Inglaterra: “Pasé de llevar mis tizas a usar un puntero digital pero extraño las cartitas de mis alumnos”

Da clases en una escuela pública, en institutos privados y hasta en el West Ham United. Trabaja unas horas más que acá, gana el doble y ya está vacunada contra el COVID-19. “Pero extraño el cariño de los chicos de Argentina donde hacés de maestra, de asistente social, de madre, de familiar, de médico... ¡y hasta sacás piojos!”, le contó a Infobae

Es docente y emigró a Inglaterra: “Pasé de comprar las tizas al uso del puntero digital pero extraño las cartitas de mis alumnos”

Sabrina Benítez (38) vivía en Hurlingham y, durante 17 años, trabajó como profesora de inglés en escuelas públicas e instituciones privadas. En 2006, visitó Inglaterra por primera vez para ver un recital de su banda británica favorita, Take That. Se enamoró de Londres y, desde entonces, buscó volver cada vez que pudo para hacer cursos de perfeccionamiento del idioma inglés.

En 2011 vivió en Londres durante nueve meses y, dos antes de volver a la Argentina, conoció en una aplicación a un ingeniero industrial inglés, Martin Hawker (39) quien se convertiría en su futuro marido. Durante 7 años, tuvieron una relación a la distancia, pero con viajes permanentes. En 2018, se casaron en Buenos Aires y Sabrina aplicó para la visa. Un año después, se mudó definitivamente a Londres y en tres semanas consiguió trabajo.

A través de su cuenta de Instagram @del.conur.a.londres comparte sus consejos para aquellos docentes argentinos que deseen emigrar a Inglaterra

Hoy vive en Chigwell -en el límite entre Londres y Essex- y continúa con su carrera como docente en escuelas públicas y privadas de la capital británica. Incluso, da clases en el club de fútbol británico, West Ham United.

“Me casé en agosto de 2018 y empecé a vivir de manera permanente en Londres justo un año después, cuando me dieron la visa de esposa. Martin me había propuesto matrimonio tres veces y, al final, nos casamos en el registro civil de Hurlingham. Ni bien salió la visa, vine a empezar de cero del otro lado del mundo”, le contó Sabrina a Infobae.

Sabrina Benítez o "Brinna", como le dicen cariñosamente sus familiares y amigos

“Desde el principio de mi noviazgo -hace 10 años- sabía que iba a vivir en Londres. Por eso, me puse a estudiar para poder dar clases de español para extranjeros. Primero, trabajé dando cursos en la Argentina y luego llegué a Inglaterra, donde empecé a dictar clases en escuelas, en institutos de idiomas y en el West Ham United. Ahora, doy clases de español y de inglés. Las condiciones de trabajo son completamente distintas a las de la Argentina: acá, todo está al alcance de la mano. La realidad es otra: el sueldo, la cantidad horaria y las condiciones de trabajo”, afirmó.

En nuestro país, tenía una carga horaria de 20 horas semanales porque hacía un solo turno en una escuela. En Londres, cumple 30 horas en diferentes establecimientos educativos, pero gana “un poco más del doble trabajando un par de horas más”.

Disfrutando de las atracciones de Londres

“En el Reino Unido, el sueldo anual en mano de un docente que recién empieza -no es su caso porque ya cuenta con 2 años de antigüedad- es de 25 mil dólares anuales, un promedio de unos 2 mil dólares mensuales. En el centro de Londres, el salario es un poco más alto porque el costo de vida es mayor que en las afueras. En mi caso, puedo ahorrar la mitad del sueldo y vivo con mil dólares mensuales, porque en mi casa tenemos dos ingresos; así que los costos se comparten, como la hipoteca de la casa, los gastos de luz, gas, servicios, la licencia para la televisión, la comida, el transporte... Un 50% del sueldo va a destinado para ahorro o para algún imprevisto pero, sobre todo, para viajar y -también- para poder visitar a la familia en Argentina”, explicó.

Sabrina y su marido, Martin Hawker

Por el momento, hace suplencias en una escuela pública londinense, donde debe dar la materia que el profesor titular dicta habitualmente.

“Un día me toca cubrir una escuela y tengo que dar clases de matemática, literatura, drama, inglés o francés. Lo que me toque. Los profesores titulares te dejan un papel con las actividades y los suplentes cubrimos las materias que sea. Eso, porque por ahora soy suplente, pero tengo mis horas de español en dos institutos de idiomas. Los primeros cursos son para niños y, luego, para adultos”, dijo.

“También, doy clases en el West Ham United y les enseño a las personas que trabajan con los jugadores de fútbol que hablan español. El argentino Pablo Zabaleta ya se retiró, pero sigue estando Manuel Lanzini. Además, hay jugadores de España como, Pablo Fornals, y de Paraguay como, Fabián Balbuena. La gente que trabaja con ellos necesita aprender el idioma para poder comunicarse más fluidamente”, agregó Sabrina.

Sabrina y Pablo Zabaleta, ex jugador del West Ham United

Apenas empezó la pandemia en Inglaterra, las clases comenzaron a ser virtuales, hasta que los contagios bajaron y volvieron a ser presenciales. Los alumnos son testeados de COVID-19 dos veces por semana, una vez en su casa con su familia y otra en la escuela. También, los profesores y todo el personal escolar. En la entrada a la institución, se hacen los test de resultado rápido y, en media hora, se obtiene el positivo o negativo.

“De todos modos, toda la población del Reino Unido tiene acceso a los testeos rápidos. Vienen 7 por caja y son gratis. Se retiran en las farmacias o te los envían por correo. Con mi marido, nos testeamos dos veces por semana. El resultado hay que registrarlo si trabajas en la docencia. De lo contrario, no es necesario, pero claro que es lo ideal”, contó.

A días de cumplir 39 años, Sabrina ya recibió las dos dosis de la vacuna de AstraZeneca. Cuenta que, de a poco, la vida vuelve a normalizarse y que en unos días se levantarán todas las restricciones dispuestas por la pandemia.

Vivía en Hurlingham y hoy reside en Chigwell, en el límite entre Londres y Essex

“El uso de barbijo nunca fue obligatorio en lugares abiertos, salvo en aquellos sitios en los que no se respete el distanciamiento social. Si estás al aire libre, pero hay mucha gente alrededor, lo tenés que usar como si estuvieras en un espacio cerrado. Por ejemplo, en el caso que vayas a un mercado abierto. Los comercios reabrieron el 12 de marzo, ya que antes solo funcionaban los hospitales, las farmacias y los servicios esenciales. Luego, se fueron abriendo los negocios no esenciales como los pubs y restaurantes, pero solo para sentarse al aire libre. El 17 de mayo se levantarán todas las restricciones, pero las autoridades siguen atentas al número de casos”, dijo.

Puertas adentro del aula británica, Sabrina se encontró con un sinfín de recursos que la obligaron a capacitarse específicamente, ya que todo lo relacionado con la tecnología educativa está al alcance de su mano y la de sus alumnos.

Dentro del aula en Londres

“Pasé de llevar mis propias tizas -o de comprar yo misma el material de trabajo- a relacionarme con toda esta tecnología y aprender a usarla para poder trabajar. Pasé de enseñar en aulas con estufas y ventiladores que no funcionaban -o con ventanas con vidrios rotos- a tener una pantalla interactiva con un cañón que proyecta, con un sonido que se repite en cinco parlantes y que está conectada a todas las computadoras. Tenemos páginas interactivas, punteros digitales... Pasé de la tiza a los punteros digitales. Acá, la tiza no existe. Ni siquiera se consigue. La diferencia es abismal y eso facilita mucho las cosas... Pasé de la tiza a la pantalla digital y me tuve que acostumbrar a trabajar con todo esto, porque en la Argentina nunca lo había visto”, detalló.

A pesar de todo, hay algunas diferencias que extraña del ámbito escolar de nuestro país, sobre todo, en cuanto a la relación de los maestros con los alumnos y, también, entre colegas. Sobre este último punto, dice que extraña la calidez de los grupos de trabajo de la Argentina.

Junto a su marido, disfrutando de la nieve

“Extraño la relación que se forja con los compañeros. En dos años, no pude lograr el ambiente de trabajo que tenía en la Argentina, ni el grado de relación que tenía con mis alumnos. El rol de cada uno está bien marcado: los que van a estudiar y los que van a trabajar”, destacó.

“Acá, la gente es muy profesional y cuesta hacerse amigos: solo somos compañeros de trabajo. En Buenos Aires, mi grupo de compañeros también era mi grupo de amigos. El trato con los chicos es más distante. A un alumno británico, nunca se le va a escapar un “¡Má!” en vez de un “¡Seño!”, como pasa en la Argentina, donde conocés la historia de todos tus alumnos y te involucrás. Extraño el aula de Buenos Aires, estar en el patio con los chicos, que te regalen una sonrisa... En Inglaterra, cada uno está en lo suyo: doy la clase y se van a su casa. Queda todo ahí, es más distante”, indicó.

Su marido adoptó muchas costumbres argentinas como el gusto por el mate y los cañoncitos de dulce de leche, que ella misma le prepara

Durante la entrevista y en varias oportunidades, Sabrina resalta lo mucho que extraña el vínculo cercano con el alumno.

“Las relaciones no son tan cálidas como las que se generan con un argentino o un latino. Me encanta dar clases en Londres, pero extraño a los chicos de allá, donde no todo es color de rosa y tenés que hacer de maestra, de asistente social, de madre, de familiar, de médico... ¡hasta sacás piojos!. El rol es más amplio y sos un todo. En Inglaterra, solo sos un docente que viene a la escuela, imparte conocimiento y ya está. Si pudiera elegir, trabajaría acá pero con alumnos argentinos, porque es lo mejor de las dos cosas”, sostuvo.

En 2006, llegó por primera vez a Inglaterra, sin saber que ese viaje marcaría su vida para siempre

“Extraño el cariño de los chicos argentinos y los dibujos que me regalaban, hechos con los únicos dos colores que tenían en la cartuchera. Extraño sus cartitas... Sos una segunda mamá”, expresó.

En su cuenta de Instagram @del.conur.a.londres -donde se presenta como “Soy Brinna y cambié el conurbano de Buenos Aires por Londres”- comparte a diario sus consejos para aquellos docentes que deseen seguir sus pasos y emigrar al Reino Unido. A diario, recibe cientos de consultas de maestros que quieren irse del país y se toma el tiempo de guiarlos en su decisión.

Junto a su marido llevan 10 años juntos

“Lo primero que les digo es que, para dar clases en una escuela pública, hay que revalidar el título. Hay que cursar durante un año y pagar 25 mil dólares para trabajar como docente. Luego, se necesita conseguir que una escuela te patrocine para aplicar a la visa de trabajo”, advirtió a los posibles interesados que lean esta nota.

“En la Argentina, me gustaba la idea de poder trabajar dos turnos diarios. Acá, podés hacer uno solo. Entonces, como en Buenos Aires trabajaba solo un turno, me quedaba tiempo libre para hacer otras cosas, pero acá -aunque solo trabaje en una escuela- me queda muy poco espacio para hacer otras actividades. El tiempo es más reducido. En cambio, si en Argentina no trabajás doble jornada, te quedan libres varias horas”, apuntó.

Durante una clase virtual

A pesar de que ya tiene su vida totalmente armada en Inglaterra junto su marido británico y a su gata argentina -en medio de la pandemia, pagó 3500 dólares para que la trasladaran en avión a su departamento de Chigwell- no descarta la idea de volver a vivir en la Argentina. Pero no ahora, sino en un par de décadas y cuando ambos estén jubilados.

La gata de Sabrina en su nuevo hogar de Londres

“No descarto para nada la idea de volver en varios años. Nos gustaría alquilar este departamento y vivir con ese dinero en la Argentina. O, esperar la jubilación y tener una casa allá, porque el clima es mucho mejor. A los dos, nos gusta la Costa Atlántica, los Valles Calchaquíes y Mendoza. Lo pensamos para hacerlo en unos 20 años, no creo que sea antes. De todos modos, habrá que ver en qué condiciones estará la Argentina para ese entonces”, finalizó Sabrina.

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