El Gobierno decidió declarar Monumento Histórico Nacional a los edificios de las estaciones de tren de Constitución, Once, Lacroze y General Belgrano de Retiro, todas ellas construidas durante finales del siglo XIX y principios del XX. La distinción fue otorgada mediante el Decreto 315/2021, publicado este lunes en el Boletín Oficial.
Con la firma del presidente Alberto Fernández, del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y del ministro de Cultura, Tristán Bauer, se anunció que todos estos lugares van a pasar a ser considerados como sitios destacados de la Ciudad de Buenos Aires.
Según explicaron las autoridades nacionales, en el período que va desde los años 1880 hasta 1900 “la expansión ferroviaria conformó una nueva imagen arquitectónica dentro del perfil urbano y suburbano” porteño que estuvo “caracterizada por la construcción de las grandes terminales, así como por la renovación de las estaciones intermedias”.
En este sentido, recordaron que uno de los edificios típicos de esa época es el que funcionaba como cabecera de la línea Ferrocarril del Sud, que actualmente es conocida como la estación Plaza Constitución.
Una de las cuatro reedificaciones que sufrió la estructura original fue encargada a los arquitectos de Parr, Strong & Parr en el año 1883 y “se conformó a través de un volumen central saliente, de composición académica, correspondiente al acceso principal, flanqueado por dos alas con entrada para carruajes y volúmenes esquineros exentos, ambos jerarquizados por mansardas”.
Se trató de “una nueva construcción, de lenguaje ecléctico neorrenacentista, que se complementaba con una amplia nave de cabriadas metálicas sobre los andenes, de excelente composición y diseño arquitectónico”.
A principios del siglo XX esta estación sufrió reformas, conformando “una modificación volumétrica y estilística del proyecto anterior, incorporando nuevas mansardas, un volumen de cúpula mayor en la parte central y mayor ornamentación afrancesada, presentando una clara influencia Beaux Arts, propia del período”.
La cuarta modificación, realizada por los arquitectos Paul Bell Chambers y Louis Newbery Thomas, preveía la total demolición del edificio anterior, junto con el aumento del número de plataformas, pero debido al “crack” financiero del año 1929 el edificio no se demolió y, en cambio, se le adicionaron los actuales cuerpos sobre las calles laterales, el gran vestíbulo y dependencias auxiliares.
Por su parte, la estación General Belgrano de Retiro, proyectada entre los años 1909 y 1912 por los arquitectos Louis Faure Dujarric y Robert Russell Prentice, es la estación cabecera de la empresa Central Córdoba-Extensión Buenos Aires.
Sobre este edificio, el Gobierno señaló que, “bajo un lenguaje academicista, los arquitectos unificaron las distintas alturas que constaban de alas laterales bajas con accesos secundarios flanqueando un cuerpo central saliente de tres niveles”. Tras la construcción del cuarto nivel, se añadieron un acentuado cornisamiento, una mansarda con buhardilla y una cúpula.
“Jerarquizada por el retranqueo de la fachada, una marquesina de hierro de estilo Belle Époque protege al acceso principal a los andenes, cubiertos por una estructura reticular que descansa sobre columnas metálicas con capiteles ornamentales”, agregó el Decreto.
En tanto, la terminal Once de Septiembre del antiguo Ferrocarril del Oeste de Buenos Aires, fue proyectada por el arquitecto holandés John Doyer y constaba de un volumen compacto, de planta baja y dos niveles, con dos fachadas iguales, una hacia la Avenida Pueyrredón, donde se localizaba el acceso principal, y la otra sobre la Plaza Miserere, con un acceso de menor envergadura.
El Gobierno explicó que “en su interior, naves metálicas con ventilaciones e iluminación vidriada cubrían los andenes”, pero en el año 1907 “resultó necesario ampliar la estación cabecera, por lo que se decidió adicionar” el edificio de la Bolsa de Cereales, ubicado en la esquina de la calle Cangallo (actual Presidente Juan Domingo Perón)”. Esta construcción “databa del año 1899 y poseía un gran parecido compositivo y formal con el proyectado por el arquitecto Doyer unos años antes”.
Para completar el conjunto de esta estación se construyó un edificio central, de mayor altura, expresándose de esta manera como centro de la composición. A pesar de haberse ejecutado en varias etapas, el proyecto “supo conservar la unidad estilística en todos sus componentes, debiéndose lamentar la pérdida de gran parte del mismo en la década de 1970″.
Por último, la terminal Lacroze, del ex Ferrocarril General Urquiza, fue construida a mediados de la década de 1950, entre los años 1951 y 1957. Fiel representante de los lineamientos de la arquitectura moderna en Buenos Aires, presenta en su acceso principal un gran frente vidriado que genera una amplia relación interior-exterior a escala urbana.
Las autoridades nacionales señalaron que “lo más destacable de este edificio lo conforma el gran mural del artista Luis Perlotti, ubicado sobre la rampa de acceso de la Avenida Federico Lacroze”, una obra realizada en el año 1957 y “dedicada a las provincias que forman la Mesopotamia argentina, aludiendo a la historia, la leyenda, la tradición, la cultura, el trabajo, la ciencia y el transporte”.
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